SONRISA HIPÓCRITA
SUMMARY: Y claro que la odiaba. La odiaba porque esa sonrisa hipócrita era suya, solamente marca Malfoy. La odiaba por habérsela robado. Y la odiaba porque ahora ella representaba todo lo que él solía ser.
-Sonrisa Robada-
-¿Te gustaría salir conmigo el sábado por la noche, Rose?
¿En qué momento los papeles se invirtieron? ¿En qué momento su maldita vida se había convertido en miserable? Se quedó rígido al escuchar tal pregunta, una alerta roja se encendió en su interior, advirtiéndole que era mejor no ceder a sus impulsos. ¿Desde qué instante debía recordarse tener autocontrol? Admitir que aún le afectaba Weasley afectaba su orgullo, el cual restaba a cada segundo que se volteaba para observarla o para si quiera comprobar que ella seguía allí.
¿En qué momento ella se convirtió en él y él en ella? ¿Desde cuándo Rose era la de miradas misteriosas, rostro indiferente (solo con él, como solía ser él con ella) y una sutil arrogancia que era percibida con todos como parte de su encanto?
-Por supuesto que me encantaría, Nathan.
¿Y es que acaso él era ahora la niñita que lloraba? ¿Era normal que en realidad tuviese deseos de coger a Rose, zarandearla por los hombros y reclamarle para que dejara de actuar como alguien quien no era? Que le hartaba que simulara a quien era Scorpius Malfoy, y que odiaba en esos momentos que aceptara a otro chico que no fuera él.
Te odio, Rose. Te odio.
No pudo evitarlo, no se permitió intentarlo, tenía que hacerlo, ¡ya era una costumbre! Volteó ligeramente para observar por el rabillo del ojo. Allí estaba Weasley, con el cabello hecho un moño sujeto por su propia varita. Sonrió de lado al recordar el cambio radical que Rose le había dado a su aspecto. Se autorizó a sí mismo para volverse un poco más, y al instante se arrepintió. Aquella Rose no era manipulable, no era moldeable, no era débil ni frágil… ya no era inocente. Aquella Rose era superficial, cubierta de más de diez corazas invisibles alrededor de ella. Aquella Rose daba una sonrisa a Nathan Hooke, esa Rose ofrecía una maldita sonrisa hipócrita, falsa, de segunda, sin valor…
Como las que él le daba a ella.
Extrañaba a Weasley tímida, con un optimismo innato y el orgullo como virtud.
Esta era la Weasley que él se había encargado de crear, de transformar. ¡Y odiaba su transformación! ¡Odiaba haber adaptado la personalidad de Rose, en la que él es débil e inútil! ¡Porque Rose era débil e inútil! Bueno… según él le hizo creer a ella. Tal vez él, Malfoy, fue la lección de humildad para Rose, tal vez tomar su corazón, estrujarlo en sus dedos y arrojárselo en la cara fue parte del destino para que ella aprendiese a dejar de ser tan buena. Rose lo idealizó. Rose creyó que siendo como él, impenetrable, el mundo pararía de tratarla como una basura.
Te odio, Rose. Te odio.
Y claro que la odiaba. La odiaba porque esa sonrisa hipócrita era suya, solamente marca Malfoy. La odiaba por habérsela robado. Y la odiaba porque ahora ella representaba todo lo que él solía ser.
