Hola a todos este es mi primer fanfic espero les guste y pues Digimon no me pertenece :(

y pues hagoo esto por diversion propia y para los que quieran leer n_n.

DESEOS PROHIBIDOS

CAPITULO 1

Odaiba 2009

El taxi paso por la arcada de piedra armando un gran estruendo y se detuvo en el patio de la posada, pero antes de que el chofer pudiera ayudar a bajar a su unica pasajera, la puerta se abrio de golpe y la viajera salio de un salto: una joven impetuosa de dieciocho años con el cabello revuelto y el brillo de la rebeldia en sus ojos color caramelo..

Mimi cerro la puerta del taxi tras ella con un portazo de satisfaccion. Se volvio, y se subio la bolsa de piel con un movimiento del hombro y lanzo una mirada de ira reprimida a la posada, mientras un par de mozos salian corriendo atenderla.

-Mi equipaje, por favor- ordeno, sin prestar atencion a los boquiabiertos muchachos, que miraban su figura esbelta envuelta en un abrigo de terciopelo color rubi, con una exquisita piel de martha cibelina en el cuello u los puños. Pago al chofer y a continuacion atraveso el patio adoquinado. Se detuvo en el umbral de la concurrida posada mientras examinaba con recelo la mescla de viajeros desaliñados. Un niño lloraba ene l regazo de su madre; en las sillas y los bancos habia gente sencilla esperando a que sus autobuses partieran. Un borracho esta dando lata en un rincon, mientras que un niño mendigo habia entrado sigilosamente para resguardeserse del frio y de la humedad. Alzando la barbilla con cierta timidez, entro en la estancia alargada y paso por la gente, notaba como la seguian con la mirada, algunos de forma grosera y otros con simple curiosidad.

Se fijo en el hombre que le miro de pies a cabeza al pasar junto a el, se dirigio hacia el alto mostrador de madera donde se hallaba el recepcionista escondido tras un ejemplar periodico arrugado del Yomiuri Shimbun de Japon. Encima de el estaba colgada una pizarra con el horario de las llegadas y salidas, las tarifas y los destinos.

Mimi tiro energicamente de sus guantes y confio aparentar que sabia lo que estaba haciendo.

-Disculpe, necesito ir a Drover en Kyoto.

-La diligencia sale a las dos- gruño el sin levantar la vista del periodico.

Mimi abrio los ojos como platos ante tan grocero y deficiente servicio.

-Me ha entendido mal, señor. Quiero alquilar un coche. Aquello capto la atencion del hombre, pues solo los ricos podian permitirse alquilar los coches privados pintados de verde. Miro por encima del periodico y acto seguido se levanto de su asiento para atenderla mientras un par de mozos se acercaban con dificultad bajo el peso de las maletas.

El recepcionista saco un boligrafo y se limpio la nariz. -Destino?.

-Dover Kyoto- repitio ella energicamente-. ¿Cuanto tardara en estar listo el coche?

El hombre lanzo una mirada por detras de el reloj de pared y se encogio de hombros.

- Veinte minutos.

- No importa. - tras sacar distraidamente su monedero de la bolsa, se apresuro a dar una propina a los mozos. En ese momento los ojos del recepcionista brillaron mientras miraba fijamente el monedero e inmediatamente la conducta del hombre cambio.

- Ejem, ¿Como se llama señorita?

- Smith- mintio ella sin alterarse -. Señorita Jane Smith.

El recepcionista echo un vistazo alrededor en busca de algun acompañante pero no vio a nadie.

- Ese es todo su equipaje, señorita... Smith?

Ella asintio con la cabeza posando distraidamente su mano sobre el escudo estampado cerca del cierre. Tras ocultar el emblema de su familia, espero hasta que el hombre volvio agachar la cabeza para seguir rellenando la hoja de ruta, pues si lo veia, sabia que no habria soborno suficiente para disuadirlo de que mandase a alguien a Almack a avisar a sus imponentes hermanos mayores, que se presentarian de inmediatamente para llevarsela a casa a rastras. Al fin y al cabo, ayudarla a escapar suponia hacer enfadar a los 4 hermanos, una equivocacion que ningun hombre de la zona se atreveria a cometer. Pero Mimi no estaba dispuesta a que se interpusieran en su camino. Iba a ir a Dover y desde alla nadie iba a detenerla.

Al poco rato el recepcionista habia cobrado y habia mandado salir a los mozos para que prepararan el coche. Mientras se llevaban el equipaje para cargarlos en el maletero, ella anduvo nerviosa por el vestibulo; cada vez que sonaba la pequeña bocina metalica que anunciaba la llegada o salida de otra diligencia, se sobresaltaba.

Dado que tenia que esperar, se sento en el banco situado junto a la pared, metio la mano en su bolsa y saco su querido libro El Corsario de Byron para leer un poco mientras aguardaba. Trato de abstraerse con el romanticismo del bandido, pero no podia concentrarse debido a la emocion que la embargaba. Reviso los documentos de viaje con nerviosismo una vez mas, cuidadosamente guardado entre las paginas del libro, mientras los recuerdos de su viaje por toda Europa acudian a su cabeza. Dos años atras, su puritano hermano mayor y tutor Joe habia sido destinado al congreso como miembro de la delegacion britanica. Se llevo a su esposa, Aiko, a Mimi y a su mejor amiga Sora para que disfrutasen de los festejos que conmemoraban las fiestas de independencia . Joe las llevo a la capital austriaca siguiendo una ruta alternativa, a lo largo de la cual visitaron algunas de las ciudades mas importantes y hermosas de Europa; y en cada una de ellas encontro un nuevo grupo de jovenes con los que coquetear. Fue divertido, aunque el ciego Cupido, con sus flechas de oro, no acerto ni una vez en su corazon. De todos los sitios que visito, Paris la ciudad que su madre habia adorado, supuso para Mimi como visitar tierra sagrada. Dentro de poco penso como si estuviese soñando, se encontraria otra vez en Paris, entre los elegantes amigos de su madre; por fin seria libre. Bajo ningun concepto pensaba quedarse en Odaiba y casarse con Akiyama por muy educado que fuera o muy provechosa que resultara la union, pues las dos familias poseian grandes tierras y riquezas. Tampoco le importaba que el fuera el unico hombre en quien todos sus hermanos confiaban y al que habian dado el visto bueno como futuro esposo, siendo como era amigo suyo de la infancia.

Ryo Akiyama, un hombre atracitvo y refinado, poseia un temperamento sereno y constante que era lo que, en opinion de sus hermanos le convenia a ella para contrarrestar sus ''pasiones juveniles'' y sus ''obstinadas costumbres''. Ryo por su parte, estaba preparado para tomarla como esposa cuando se estimase que estaba lista, pero Mimi se negaba a ser ofresida en sagrado matrimonio a alguien a quien no amaba, que no era su alma gemela, sino un hombre al que consideraba como un hermano mas, otro guardian diestro y paciente que le diria con delixadeza lo que tenia que hacer, tomaria todas las decisiones por ella, intentaria comprar su obediencia con chucherias caras y la trataria como a una tonta.

Esa noche, en Almack, creyendo que seria el unico lugar donde ella no osaria a montar una escena, Joe le habia dicho que despues de su reciente travesura en Shibuya, la tan esperada union entre las dos poderosas familias no debia aplazarse mas. Las negociaciones de su acuerdo matrimonial practicamente habian concluido, le informo su hermano y al dia siguiente fijarian la fecha de la boda. Ella se habia quedado totalmente estupefacta.

El problema de sus hermanos consistia en que eran excesivamente protectores con ella y no les gustaba que le jugara alguna broma. Lo de aquel dia en las carreras de caballos habia sido mas que una broma inofensiva, penso inocentemente. Sin embargo una vez informada de su proximo destino, Mimi supo inmediatamente que la situacion requeria un acto drastico.

De modo que escapo de Almack, fue a casa corriendo, recogio sus cosas a toda prisa, y paro el primer taxi que paso por St. Kannana Dori Street, a la vueelta de la esquina de su casa, la imponente residencia Tachikawa House, situada en el Meguro Ward.

- Una limosna, señora.

Aquella vocecilla timida la saca de sus pensamientos; alzo la vista de sus documentos de viaje, y al instante sintio una punzada de compasion.

Ante ella se hallaba el desaliñado niño de la calle que en momentos antes estaba agachado junto a la chimenea. El niño se quedo mirando de forma suplicante con su manita tendiada en actitud expectante; tenia unos enorme ojos castaños y llevaba la carita manchada. A Mimi se le encogio el corazon. ''pobre criatura'' penso.

- Por favor, señora. - El lastimoso niño se estremecio y lanzo una mirada por encima del hombro al recepcionista, como si tuviera miedo de que reparase en el y lo echase del locas.

- Claro, querido - murmullo ella con ternura y abrio su bolsa y saco su monedero vergonzosamente escogio tres monedas y luego una cuarta. Era todo lo que podia permitirse, con el largo y costoso viaje que tenia por delante. El chico se quedo mirando aquella fortuna con los ojos muy abiertos, pero no se movio para cogerla, como si no se atreviera.

La mirada de Mimi se suavizo al notar su desconfianza. Saltaba a la vista que el niño habia sido tratado con poca dulzura, soteniendo el monedero en la mano izquierda, le tendio la derecha para ofrecerle las monedas.

- Adelante, cogelas- lo insto con delicadeza- no pasa nada...

De repente el niño saco rapidamente su mano sucia y le cogio el monedero, en un abrir y cerrar de ojos atraveso el vestibulo corriendo, con el monedero aferrrado con fuerza contra el peecho. Mimi se quedo boquiabierta, por un instante fue incapaz de moverse de la sorpresa y se quedo sosteniendo las cuatro monedas, entonces la invadio una sensacion de ultraje.

- Aaa, ladroon...!

Nadie le presto la minima atencion, aquello la enfurecio mas que el robo, echo a correr detras del ladronzuelo, un momento despues, salio repentinamente a la fria humeda noche de abril y vio que el niño atravesaba el amplio patio con paso pesado.

- MocosooO! detente ahora mismo..!

Cuando el pillo desaparecio tras doblar la esquina del muro que cercaba el patio de la posada, Mimi oyo unas carcajadas triunfantes, era rapido, al parecer estaba acostumbrado a escapar para salvar su vida. Se recogio la falda y echo a correr detras de el por los adoquines, rodeo deprisa el alto muro de ladrillo.

- Vuelve a qui, pequeño salvaje...!

Tras esquivar una diligencia que llegaba, mantuvo la mirada fija en el niño y corrio tan rapido como pudo, haciendo gala de una enorme insolencia, el ladron lanzo una mirada por encima del hombro y vio que ella lo estaba alcanzando, con un rapido movimiento, se metio a un calle lateral, pero Mimi no estaba dispuesta a desfallecer y lo siguio; se adentraba cada vez mas en un laberinto de callejoes oscuros y sinuosos, se habia convertido en una cuestion de orgullo, no pensaba dejarse engañar por un simple niño de la calle, NO despues de la noche que estaba viviendo.

Mientras lo perseguial, respirando cada vez con mas dificultad. - Nosabes que podrian arrestarte por esto, pequeño?. El hizo oidos sordos a las palabras de Mimi, mientras serpenteaba por estrechos y tortuosos pasajes, hasta llegar a un callejon donde habia un monton de basura infestado de ratas, diviso al muchacho que estaba cansado, animada por la victoria Mimi acelero y lo rozo con las puntas de los deos. El niño miro freneticamente por encima del hombro quiso salir coriendo pero ella agarrandolo por la parte del cuello de su abrigo. El niño solto un grito de protesta cuando Mimi hizo que se girara para quedarse de cara a ella.

-Damelo..! - ordeno ella, jadeando sonoramente.

El niño se dio la vuelta con intenciones de irse pero ella lo agarro de la oreja

- Aaaaaaay...!

- Eres un niño muy malo. ¿ No te daba mas dinero del que podrias ganar en meses?

- Me da igual! Sueltame!

El pequeño aferraba el monedero a su pecho, mientras ella intentaba quitarselo con la mano libre, en pleno forsejeo a Mimi se le sontaron algunos mechones del ingenioso peinado.

- Devuelvemelo, pequeño salvaje...! Me voy al Dover y necesito mi dinero...

- Aaaaagh! - el muchacho solto un grito cuando el monedero salio volando por los aires y revento una lluvia de monedas y billetes; el niño se lanzo al suelo y empezo a coger cuanto pudo a toda prisa.

- Dejla ! Es mio!

- Quien lo encuentra... - comenzo a decir el muchacho, pero de repente se quedo quieto y alzo la vista. Mimi tambien se detuvo sorprendida por su repentina actitud.

-Que-e-eee-e pasa?

- Chis!.- el muchacho ladeo la cabeza, como si estuviera escuchando un ruido lejano. Ella veia el blanco de sus ojos muy abiertos y mirando a la oscuridad el callejon.

- Oye...

- Viene alguien!- sospechando que se trataba de otra treta Mimi escucho un segundo mas y luego perdio la paciencia.

-No oigo nada.. - pero justo cuando aquellas palabras salieron de sus labios, un aullido salvaje como un grito de guerra llego hasta ellos, Mimi contuvo la respiracion.- Santo Dios.! Que ha sido eso?

- Chacales- dijo en voz baja y a continuacion se puso de pie de un salto y huyo internandose en la noche.

- Mocosooo! Vuelve aqui ahora mismo..!

Naturalmente no le hizo cas, el muchacho habia desaparecido, silencioso como un gato callejero.

- Vaya...!

LLena de indignacion, con los brazos cruzados, Mimi miro un instante en la direccion por la que se habia marchado el niño; luego se puso rapidamente manos a la obra, ansiosa por escapar de aquel ocura y asqueroso callejon, se agacho a recoger el dinero desperdigado; mientras miraba con inquietud a su alrededor, recupero las monedas y las metio en la bolsa. Hizo una mueca ante la repugnante tarea que habia realizado, estaba maldiciendose por su ingenuidad al dejar que toda la gente del vestibulo viera su dinero, cuando de repente oyo unas pisadas rapidas y pesadas que avanzaban hacia ella por el callejon.

Levanto la cabeza bruscamente y se quedo mirando en la oscuridad, con la cara palida, oyo unos asperos gritos de hombres, groserias y maldiciones resonaban.

- Demonios- susurro, levantandose rapidamente; aquellas voces se estaban aproximando, pero la confundia al rebotar en los estreschos muros. Segiro , sin saber hacia donde huir, retrocedio al muro de ladrillos rojos y dejando su dignidad a un lado se metio en el monton de basura.

De repente se oyo un disparo, Mimi se agacho y contubo un grito de terror, a continuacion sonaron mas disparon y luego mas pisadas que avanzaban hacia ella a toda velocidad; atra vez del pequeño espacio donde se encontraba pudo ver cuatro siluetas masculinas, abrio los ojos desobitadamente cuando se acercaro y vislumbro las brutales armas que llevaban. No se atrevia ni a respirar por miedo a que se deiran cuenta de su presencia, ahora pennsandolo bien no le habia extrañado pque el niño hubiera escapado, en el momento que comprendio que se trataba de una banda, se le puso piel de gallina. Las historias siniestras leyendas que recordaba sobre las bandas criminales de Odaiba solian hacer a sus victimas la aterrorizaron.

- Ponte en posicion, cabrones; los tenemos justo detras! - ordeno un hombre alto, fornido con el pelo castaño lacio largo.

Mimi pudo percibir la intensa agitacion de su voz.

- Lo has matado, O'Dell?

- No lo se, pero le eh dado de lleno, eso te lo aseguro. Mierda ! - murmuro, cuando sus perseguidores entraron en el callejon y cargaron contra el primer grupo. Las dos bandas se atacaron con furia, gritandose de forma incoherente mientras luchaban. Parecia que hablaran en otra lengua pues ella no entendia una palabra de lo que decian, lo unico que ella podia distinguir eran movimientos rapidos. Desgraciadamente para Mimi otros tres matones entraron en el callejo, procedentes de la direccion contraria para ayudar a sus demas compañeros. Entonces los cuatro perseguidores se vieron considerablemente superados en numero. Oyo como maldecian y respiraban entrecontadamente mientras los otros rodeaban por todas partes. Entonces sin previo aviso se oyo un terrible rugido como un trueno directamente encima de ellos.

Mimi alzo la vista y lanzo un grito ahogado en el momento en que una sombra alta y musculosa saltaba encima del monton de ladrillos. En la oscuridad miro el destello de unos salvajes ojos azules.

- O'Dell...!

Mimi se quedo mirando al hombre recien llegado, la pelea se interrumpio. Laluz de la luna formaba un brillo en la rubia cabellera del hombre, perfilaba sus anchos hombros con un color plateado y emitia destellos en la daga que tenia en la mano como si fuera un relampago. El hombre de cabello castaño de quien al parecer respondia a aquel nombre solto una maldicion.

- Todavia no has muerto, cabron.?

El hombre de las sombras dio un paso adelante amenazadoramente y se situo a la vista luciendo una cinica sonrisa de satisfaccion, lentamente Mimi abrio los ojos como platos, era el Corsario de Byron, con la luz de la luna podia ver como iba vestido, llevaba una chaqueta negra corta sobre una camisa blanca holgaba unos pantalones negros que ceñian sus caderas y sus largas piernas; Mimi lo observo fijamente conteniendo la respiracion, con solo un vistazo supo instintivamente que en aquella jungla el era el rey.

En ese momento el lider de la banda ataco, brinco sobre el monton de basura, para aterrizar en medio de la pelea, se acerco a O'Dell y le proporciono un fuerte golpe en la mandibula que lo mando volando atraves del callejon y entonces el infierno se desato.

Mimi observo como el lider de la banda causaba estragos en sus oponentes, en cuanto dio el primer puñetazo sus demas hombres reanudaron el combate contra sus enemigos con renovado entuciasmo; todavia eran inferiores en numero, pero con la llegada de su lider decididamente habia equilibrado la balanza, la pelea prosiguio con furia de un lado a otro del callejon.

- Cuantas veces te lo eh dicho? - gruño el lider de la banda mientras arrojaba a uno de sus enemigos al suelo.- Site acercas a mi territorio, moriras.- dio una patada en el estomago del hombre postrado y tal como lo temia Mimi se dispuso a cumplir su amenaza. Ella palidecio.

El sonido de los golpes, las amldiciones, los gruñidos de los hombres llenaron el callejon, entonces el lider de la banda volvio aparecer ilimunado por la luz de la luna, pero se apaarto de O'Dell intento darle en su esbelta cintura con un garrote . Mimi contuvo su respiracion en silencio, era un arma terrible. Pero su vistima se situo fuera de su alcanze.

Mimi se escondia mas contra la basura a medida que los combatientes se acercaban. Tras dar dos pasos mas se hallaban tan cerca de lla que practicamente podia notar el calor de sus cuerpos. cuando sintio que aquel hombre volvio a lanzar un golpe con a quel garrote y logro darle a un letrero, logrando hacer una llovia de polvo y astillas. Mimi no supo como pero consiguio no gritar ni toser con la repentina nube de polvo, en alguna parte sonó un ruido sordo y lo siguiente que vio era que el líder de la banda había caído de espaldas en medio del montón de basura. Reprimió un grito ahogado y se aferro desesperadamente a un cartel roto; de repente reparo en que la daga de del hombre habia salido volando de su mano y habia caido en medio de los desperdicios.

El arma se hallaba a su alcance, desesperado comenzó a remover con la mano en busca de su daga, como los gritos resonaban en aquel callejón y el estaba totalmente absorto en su temeraria pelea, no reparo en la presencia de ella, aunque apenas los separaban sesenta centímetros.

A Mimi le latía el corazón a toda velocidad, saco la punta de su zapato y empujo la daga para acercársela, pero la mano de el topo con el rollo de una cadena oxidada, la rodeo con los dedos y soltando un gruñido tiro de la cadena hacia arriba como si fuera un látigo y acertó a O'Dell en la cara. El hombre lanzo un grito se llevo la mano al rostro herido, cegado temporalmente, incapaz de pelear, opto por la retirada.

- Vayan por ellos!- grito a sus hombres.

Mimi miro y vio que los matones de O'Dell escapaban, el resto de los hombres lo perseguían, dejando el callejón desierto. El líder de la banda se echo a correr detrás de ellos, como si todavía no hubiera calmado su sed de sangre.

- Matt..! Maatt espera..! Riley esta herido!

La noticia hizo que redujera el paso, pero no se detuvo. Lanzo una mirada furiosa al hombre que lo había llamado.

- Ocúpate de el.. llévalo de vuelta a Hikarigaoka, yo tengo que acabar con O'Dell..!

En las sombras Mimi podía distinguir la silueta de un hombre tumbado en el suelo. Dos individuos se agacharon a su lado.

- Esta mal herido.

- Matt- rogó una voz débil.

Conmocionada aun por lo que había visto, Mimi no prestó atención al hombre; el líder de la banda, agitado y exasperado, regresó juntos sus amigos, lanzando miradas de odio por encima del hombro y maldiciendo entre dientes a sus enemigos.

- Maldita sea, jodidos cobardes...

Mimi parpadeo al oír su lenguaje.

- Maa-aa-att - dijo de nuevo con voz entrecortada el hombre herido.

- Riley, estupido irlandés, ¿Que has hecho esta vez?- pregunto bruscamente, hincando una rodilla en el suelo junto al hombre.

-Estoy acabado Matt!

- Déjate de dramatismo, calla y bebe un trago por el amor de Dios- acercó una botella a los labios del hombre - Hace falta algo mas que un condenado para matar a un irlandés, ¿no es lo que siempre dices?

- ¡Dios!- dijo el hombre con voz entrecortada.

- Tranquilo amigo.- El líder de la banda cogió la mano ensangrentada del irlandés- Vamos, Riley, vamos-. En su voz había un tono de tensa desesperación. Desde su escondite Mimi miraba con impotencia desde las sombras, aquel hombre no iría a morirse delante de ella ¿verdad?

- Júrame que mataras a O'Dell - dijo el hombre herido, con voz ronca y temblorosa.

- Te juro por Dios, Riley, que lo matare aunque sea lo último que haga. Te doy mi palabra. Los otros dos secundaron su juramento, pero ninguno pudo impedir lo inevitable, de un momento a otro su amigo había muerto.

Mimi miro el perfil del joven líder; el agacho la cabeza, en todo el callejón no se oía ni un ruido, incluso la brisa había cesado.

- Corta, desagradable... y embrutecedora - dijo el líder de la banda, la amargura de su voz grave parecía incapaz de cortar la misma oscuridad. Se puso de pie y sacudió la cabeza encogiéndose de hombros con gesto de cansancio.- Entierrenlo- ordeno, y paso peligrosamente cerca de su escondite, pero Mimi se quedo mirando desconcertada. ¿Había oído mal o aquel rufián acababa de citar al filosofo Hobbes? imposible pensó. Era imposible que aquel hombre ordinario y violento leyera, debía haber oído a la famosa cita en alguna parte y se limitaba a repetirla como un loro.

- Cógelo y ya vamonos de aquí-. dijo uno de los hombres. Profundamente inquieta, estaba deseando que aquellos hombres abandonaran el callejón para poder salir de aquel miserable montón de basura y encontrar de nuevo el camino hacia la posada. Muy adentro de ella se preguntaba quién sería. Había algo en el que le resultaba familiar, sentía como si lo conociera, pero ¿como era posible?, ya que pertenecían a mundos distintos. Sin duda era un individuo: malo, salvaje, creído y cruel, pero había algo en su aspecto que despertaba compasión.

El líder de la banda se aparto ligeramente, como si notara que lo observaban, con una expresión reservada en su rostro delgado y colérico, dejo caer un poco los hombres mientras esperaba a sus hombres, con las manos apoyadas débilmente en su esbelta cintura. El les indicó con la cabeza que fueran delante.

- Les curbire las espaldas-. Los hombres se adelantaron como les había ordenado, lanzo una mirada por encima del hombro para asegurarse de que ningún bandalo los siguiera o merodeara por los alrededores.

Ella comprendió que tenia que moverse rápidamente para escapar de aquel callejón antes de que alguna de las dos bandas volviesen; mientras observaba como se llevaban el cuerpo sin vida, respiro lentamente y aliviada de encontrarse casi fuera de peligro, en ese momento sin previo aviso, sobrevino el desastre. Un animalejo pequeño con garras y cola paso corriendo por encima de su pie. La patada refleja que le dio y el grito infantil de repugnancia que lanzó fueron tan rápidos y sonoros como involuntarios; su torpe movimiento sacudió el letrero que se desplomo sorbe sus hombros. Se quedo inmóvil, mirando horrorizada como el cilindro de cartón rodaba hasta la punta del zapato del líder de la banda.

Inmediatamente, unos gritos de ira llenaron el callejón, en un segundo sus hombres habían abandonado el cadáver y habían rodeado el montón de basura. Mimi miro a su alrededor con cara de espanto aterrada al tiempo que retrocedía mas en su escondite.

- Sal! Sal de ahí maldito bastardo!

- Hay uno escondido, Matt, probablemente este herido!

- Pues acabemos con el-. reconoció la voz al instante: fría, grave y mortal-. Déjamelo a mi.

- Ten cuidado Matt.

''Oh no'' pensó ella totalmente horrorizada, paralizada por el miedo, una mano dura cogió el borde del letrero medio roto y lo levanto, lo tiro a un lado emitiendo un rugido y agarrando su daga con la otra mano. Cuando se lanzo hacia ella Mimi se echo hacia atrás.

- ¡ Noooo!

El se detuvo en pleno movimiento y lanzo un gruñido de sorpresa; ella trago saliva y se quedo inmóvil, sin atreverse tan siquiera respirar, lentamente en actitud desafiante alzo su angustiosa mirada del filo mortal de la daga y miro los feroces ojos azules del líder de la banda.