Este es un fic basado plena y enteramente en un role que estoy llevando a cabo con la Sra.Danvers (Martish de cariño para mi ) el cual amo con todo mi corazón y creo, sinceramente, que es uno de los roles mas divinos que hice en mi vida.
Yo interpreto al joven Harry, de 17 años, luego de la batalla final en un mundo alterno en el que -como más de uno quisiera- Sirius, interpretado por la Sra.Danvers con todos los honores, su extremadamente adorado padrino sigue vivo y se convierte en su guía y tutor. Sirius guarda un secreto. Harry es el encargado de descubrirlo.
Prometido para los fanáticos del Sirius/Harry.
Sin duda, mi pareja favorita...
Ambas esperamos que les guste :D
Atte: Draconiger y Sra.Danvers
CAPITULO 1
"Cuando cruzas los límites"
Sirius miraba los posters de su habitación. Tantos años defendiendo su rebeldía en la casa, aún cuando él ya se había ido. Funcionaron los encantamientos. La única foto mágica que se movía mostraba a sus viejos amigos. Dolía mirarla. Solo quedaba él.
-Sirius... - susurró Harry asomándose a la puerta. Su padrino había estado muy pensativo el último tiempo, algo serio, algo melancólico. Era verdad que luego de la batalla final habían quedado unos pocos, y que en especial Remus se había marchado. Remus, que era la mano derecha de Sirius. Más que su amigo, como un hermano. Harry lo veía así. Eran como una familia. Y al ver al hombre sentado en la cama, en silencio, soltó un suspiro. -... lo siento... te dejaré solo si lo necesitas...
-Harry, no. No te vayas. Ven... - lo detuvo él, alzando la vista, esbozando en su rostro una sonrisa confortante. Pues a pesar de la soledad, le quedaba Harry. Harry era su pequeño, el hijo de James. Ahora su protegido y la única familia que les quedaba a ambos. A pesar de lo que sus instintos estaban generando dentro de él. A pesar de que los últimos días se hubiese estado golpeando por dentro por pensar en él de una manera incorrecta.- Vaya padrino estoy siendo. No te animo mucho ¿no? Seguro que no es mucha mejora escapar de casa de tus tíos para ir a parar a este caserón viejo, con un hombre mayor y amargado.
Harry sonrió con ese cariño que le inspiraba la mirada de Sirius, y caminó lentamente hacia él. Se sentó a su lado, en la cama, mirando sus pies, tratando de pensar qué podía decir.
-... me gusta estar aquí contigo... - jadeo. Y sus ojos se fueron hacia un lado, encontrándose con los de su padrino.
Sirius apartó un mechón de ese pelo tan rebelde, tan parecido al de su amigo. Pobre Harry, había vivido más penurias que alegrías, en su corta existencia.
-La vida no ha sido muy amable con los dos, ¿verdad, Harry? Pero debemos superar los malos tragos. Al menos nos tenemos el uno al otro...
-Claro que sí... - sonrió el muchacho rodeándolo con un brazo. Demonios que los dos sí la habían pasado mal. Pero su padrino tenía razón-... nos tenemos el uno al otro... - susurró pensando en voz alta, apoyando su cabeza contra el hombro de Sirius.
Sirius se estremeció al sentir el calor del chico en su hombro. No pudo evitar rodearlo con su brazo. Esperaba que el gesto le hubiese quedado protector, porque no podía descubrir que su afecto por Harry últimamente estaba cambiando, y ahora no era precisamente paternal.
-Creo que deberías bajar a comer... - asintió Harry poniéndose de pie, tomándolo de la mano-... te haría mucho mejor... - sonrió alentándolo-... yo cociné.
-¡Desde luego soy un desastre como padrino! Debería haber hecho yo algo, Harry, soy el adulto aquí, ¿no?.
Sirius se sintió desprotegido, como cuando pensaba en que sus amigos ya no estaban. Debía cuidar a su ahijado y se encontraba con que era al revés. Pero después de doce años en prisión, y la pronta pérdida de Remus, se sentía como una sombra de sí mismo. No podía hundirse, no ahora que Harry dependía de él.
-Yo soy adulto también, tengo 17- rió el muchacho tratando de cortar aquel aire denso. Aun sosteniendo ambas manos de su padrino, lo miro a los ojos-... Sirius... por favor... - suplico sin perder algo que aquella sonrisa.
¿Que le intentaba decir Harry con esa mirada? ¿Que se dejase cuidar? Le era difícil controlarse y fingir ser un adulto responsable con esos ojos verdes clavándose en los suyos, y esas manos manteniendo el contacto.
-Vamos los dos, Harry.- balbuceó- Tú también necesitas comer algo...
-No dije que no iba a hacerlo- rió Potter abrazando a Sirius de la cintura mientras caminaban a la puerta- Oye, ¿no te molestan mis demostraciones afectivas, no?- preguntó sonriéndole mientras bajaban las escaleras- No es que sea así con todo el mundo pero... es que eres como un padre para mi y no puedo... evitarlo...
Vaya, como un padre.
Eso dolió. Bueno, te está bien merecido, por viejo libidinoso. Tú y tus ínfulas, Black, sentirte atraído por un chico, cuando para él no eres más que una figura paternal.
-Claro que no, Harry, somos familia, ¿no?
-Así es... - sonrió él-... familia... - jadeó mirando al suelo.
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Llegando a la cocina se podía sentir perfectamente el aroma a comida recién hecha. Harry había puesto la mesa y preparado jugo de naranja, pues el de calabaza hacia recordar mucho a Hogwarts y sabía que para ambos eso no era muy agradable.
-Eres un amor, Harry. De algo ha servido el club de elfos domésticos de Hermione.- rió para relajar el ambiente, y a sí mismo. Sentir el contacto de Harry y luego despertar de su sueño, había sido como acabar una buena ducha caliente con un chorro de agua fría.
-En realidad, creo que esto lo aprendí de vivir 17 años con los Dursley- rió el muchacho trayendo la comida a la mesa- Con la diferencia... de que a ti si me gusta servirte... - tomó una de las bandejas y se la acercó-... ¿tocino?
-Sí, claro. Lo que hayas hecho estará bien.- asintió tomándola. Y bajando la vista soltó un suspiro- Lamento no haber podido estar a tu lado, Harry. Nuestra vida habría cambiado mucho si no hubiera ido a parar a Azkaban.- Entonces te hubiese criado y te vería como a un hijo, de verdad, sin deseos absurdos. Como debo verte. -Yo me ocuparé del postre. ¿Te gusta la nata? Remus se comía platos enteros de nata bañados en chocolate.- su sonrisa se volvió tensa.
Remus.
Chocolate.
Había cosas que todavía dolían.
El rostro de Harry se congeló. Sus labios permanecieron separados y sus ojos se humedecieron-... creo... creo que no si Remus lo hacía...- susurró.
-Perdona, Harry, tomaremos otra cosa. Lo que tú quieras.- le cogió la mano por encima de la mesa. -Es... duro para los que nos quedamos, cuando nos dejan, pero hay que seguir adelante. Se lo debemos a Remus. Él no querría que te perdieses una cena, y más cuando has trabajado tanto. Así que vamos a comer y luego escogemos postre, ¿de acuerdo?
-De acuerdo... - jadeó el muchacho casi sin aire, con la voz quebrada. Ver así a Sirius lo ponía realmente mal. Él solo intentaba mejorar las cosas, pero parecía que su padrino solo tenía la cabeza fija en Remus y en su muerte y en sus recuerdos. Escuchaba el sonido de los cubiertos mientras Sirius comía, pero al contrario, aquello no lo relajó. Su cabeza seguía rumiando aquel comportamiento de Black y su impotencia para solucionarlo y se sentía terrible con ello. Y una lágrima se deslizó por su mejilla hasta caer en el pedazo de carne que estaba cortando.
Sirius no se fijó en Harry hasta que varias lágrimas surcaban su cara. Debía concentrarse en comer, porque realmente no tenía hambre. Pero ver así a su cachorro le partió el alma, porque sabía que en parte lo había provocado él. Se levantó y se acercó a su chico. Le limpió las lágrimas con la mano, y apoyó su barbilla en la morena cabeza.
-Lo siento, Sirius...- exclamó en esos desacatos de emociones, poniéndose de pie, abrazándolo con fuerza.- Siento no poder ponerte alegre y no poder ser como Remus... yo quiero, pero es que no lo conocí tan bien... y quiero que sonrías, y quiero que seas el de antes, y no quiero ser Harry, quiero ser Remus porque es él a quien necesitas y no a mi!...- gimió hundiéndose en lagrimas-... lo siento...
-Harry...- jadeó él- Harry… mírame, cachorro. - cogió esa cara desencajada que tanto quería, obligándole a verle a los ojos. -Nadie puede sustituir a nadie. Yo no podría sustituir a tu padre tampoco. Pero puedo darte mi cariño para que no notes tanto su falta. A mí con tu cariño me vale. Ha sido duro perder a Remus, porque era el último de nosotros, porque era mi amigo y porque lo quería Harry. Pero también ha sido duro para ti. No pienses ni por un momento que no te necesito, porque me has demostrado que eres más adulto que yo, más responsable.- y apoyando la frente contra la del joven susurró- Te necesito, Harry.
-Sirius...- jadeó el muchacho tomándolo del rostro y dándole un corto beso en los labios, para volver a aferrarse a su cuerpo, secándose las lágrimas contra su pecho.
A Sirius se le cortó la respiración, por miedo a que el aire se llevase la sensación de Harry sobre sus labios. Temía que el chico, apoyado sobre su pecho, se diese cuenta de que sus latidos eran demasiado fuertes...
-Lo siento... – jadeó el joven Potter secándose las lágrimas con los dedos, separándose de él, volviendo a sentarse-... no soy adulto, Sirius... soy un muchachito... un niño estúpido...
-Eres un hombre, Harry. Un hombre joven que ha vivido demasiado y necesita su espacio para crecer.- se sentó en su silla, esperando que la apariencia de normalidad calmara al chico. -Necesitas salir más, quedar con tus amigos, disfrutar de la vida, que como sabes, es demasiado corta. Yo también viví una guerra cuando era joven Harry, y sé lo que te digo. Vive ahora que puedes.
Los ojos esmeralda quedaron clavados en el tocino por unos segundos.
-¿Y qué pasará contigo?- susurró estirando la mano hasta la del hombre sentado frente a él.
-No te preocupes por este viejo, Harry.- sonrió Black tratando de calmar las aguas- Un viejo chucho sabe cuidarse. Tú tienes toda la vida por delante, no puedes encerrarte entre estas cuatro paredes por mucha pena que te dé tu padrino.
El muchacho lo miró a los ojos. Entonces bajo la vista, negando con la cabeza, y la volvió a alzar.
-... yo me quedaré contigo Sirius... porque somos una familia... y nos tenemos el uno al otro... - susurró acariciando con la yema de los dedos la mano de su padrino.
Sirius tembló al notar la caricia. Era tan dulce, se sentía tan bien. Pero no podía abusar de la pena que inspiraba. No era correcto.
-Que salgas no significa que me abandones, Harry. Es normal que te diviertas con tus amigos. Y querrás conocer chicas...- Le dolió el comentario, pero Harry debía seguir su vida, no estancarse con un viejo amargado.
-Ya basta, Sirius- dijo firmemente enderezándose, apoyando ambas manos sobre la mesa. No sabía por qué, pero el hecho de que su padrino le aconsejase ir a buscar chicas le pareció extraño y hasta ofensivo. Porque debía quedarse con él. Porque debían estar juntos y porque eran una familia. Y él no podía andar a la caza de chicas mientras Sirius estuviese llorando en la casa por Remus- ...no puedo andar a la caza de chicas mientras tú estás llorando en la casa por Rem...- se dio cuenta de que lo había pensado a todo en voz alta.-...mus...- terminó en un jadeo- ... lo siento, Sirius...- balbuceó dejando la cocina, corriendo hasta las escaleras.
Sirius corrió detrás de Harry, sin pensar, y así, sin pensar, lo atrapó en las escaleras y lo sentó bruscamente, manteniéndolo sujeto por las muñecas, con miedo de que huyera.
-Escúchame, Harry. Yo no puedo frenar tu vida. No puedo.- susurró mirándolo a los ojos- No puedo aguantar la pena de ver como te consumes al lado de un viejo, por lástima. No sintiendo lo que siento. No me hagas sentir así, Harry.
-Mierda, Sirius... - exclamó el muchacho tomándolo del rostro, uniendo sus labios a los de su padrino, dejando que su lengua entrase entre ellos y acariciaran la de él. Estaba llorando. Las lagrimas se deslizaban por sus mejillas a medida en que sus labios se movían. Entonces se detuvo-... demonios!...- gimió cubriéndose el rostro, escondiéndolo entre sus rodillas.
Sirius se quedó sentado a su lado, incapaz de reaccionar. Eso no le había liberado, ni por asomo. Se sentía más atrapado que nunca, con el sabor de Harry en su boca, adictivo, enturbiando sus sentidos. Metió sus dedos entre el pelo rebelde del chico y los cerró buscando apoyo, algo donde amarrarse para no caer en la locura. Se mordía los labios para que las palabras que pugnaban por salir de su boca no se escaparan. Ya lo había estropeado demasiado. ¿Ahora cómo iba a volver a mirar a Harry?
Harry sintió como Sirius atraía su cabeza contra su pecho y apoyaba el mentón sobre sus cabellos. Los ojos le ardían y los gemidos no le dejaban respirar. Eso fue extraño, demasiado.
Las reacciones impulsivas son las que dicen la verdad acerca de nosotros.
Entonces abrió los ojos. ¿Y si en realidad quería a Sirius como algo más que a un padre? ¿Si el hecho de que él mencionara a las chicas lo enojaban porque en realidad a él no le gustaba otra cosa que estar abrazado a Sirius, verlo reír... besarlo? Demonios, había pasado algo terrible. -... lo siento...- susurró poniéndose de pie. Subiendo pesadamente las escaleras hasta su habitación.
Sirius se quedó sentado en la escalera intentando descifrar lo que había pasado. No quería confundir las cosas, y estaba demasiado emocionado para pensar con claridad. La muerte de Remus le había costado un trozo de su alma, incompleta ya por la muerte de James y Lily y la traición de Peter. En este estado descubrir que su amor por Harry era algo más que paternal fue devastador. Ahora...
Ahora sin duda necesitaba dormir...
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Las sabanas le picaban y la cabeza le dolía y una atormentadora pesadilla lo estaba azotando. Soltando un último jadeo se despertó, y sus esmeraldas quedaron clavadas en el oscuro techo. Tenía frío y estaba temblando. Había pasado más de tres horas sin poder dormirse, pensando en lo que había pasado, y en cuanto lo lograba, las pesadillas lo despertaban. Dios, aquella confusión lo estaba matando, la soledad era terrible. Soltando un bufido, tirando todo al demonio, se levantó de la cama y saliendo al pasillo, caminó hasta la habitación de Sirius.
Abrió suavemente la puerta y lo vio dormido. Entró sigilosamente y se acostó a su lado en la cama de dos plazas. Al menos así no se sentiría solo. Se cubrió con las sabanas, y mirando por ultima vez el techo, cerró los ojos.
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Sirius se despertó extrañamente en paz. Pese a que recordaba haberse acostado emocionalmente exhausto, y físicamente agotado de tanto llorar, se sentía con energías renovadas. Quizá fuese por la agradable sensación de levantarse acompañado.
Un momento. ¿Acompañado? ¿En qué momento se emborrachó y se fue de marcha? ¿Harry? No puede ser. No recordaba nada. El muchacho estaba vestido, bien, ya era algo, no había sucumbido a sus locos deseos y lo había raptado a medianoche para hacerlo suyo. Bueno, al menos que lo volviese a vestir. ¡Mierda! Él sí estaba desnudo. Pero en él era normal, él dormía desnudo, siempre. Intentó moverse sin despertar a Harry, para cubrir al menos sus vergüenzas, que parecían muy alegres de haber despertado junto al muchacho...
-Sirius... - balbuceó el moreno volteándose. Sus ojos se abrieron lentamente y vieron la desnuda espalda del hombre sentado al borde de la cama-... no podía dormir, lo siento... - susurró ocultando la cara en las almohadas.
-No importa, Harry, si te he ayudado a descansar, está bien.- trató de sonreír. Mierda, y ahora cómo se iba a levantar sin mostrar aquella erección...
-¿Puedes quedarte conmigo unos minutos más?- susurró. Su cabeza estaba algo atontada por el sueño y realmente no pensaba en lo que decía.
Pillado. Bueno, debía disimular.
-Claro, gírate... - se colocó a su espalda, evitando descubrirse entrando en contacto. Le acarició el pelo, masajeando la nuca.- Relájate, es pronto todavía...
-Mhm...- ronroneó cerrando los ojos. Las manos de Sirius se sentían muy bien. -... creo que voy a dormir contigo siempre... - balbuceó aun adormilado.
Genial, tortura psicológica. Escuchar ese ronroneo no iba bien para aplacar su deseo. Y menos para seguir la promesa que se hizo a sí mismo la noche anterior, de tratar a Harry como a un ahijado y olvidar los sentimientos que había despertado en él.
Entonces, de repente, sin que el mayor pudiese moverse para evitarlo, el muchachito se volteó, quedando a milímetros de su rostro, y bajando la cabeza, se abrazó a su pecho. Sus piernas desnudas, pues dormía en boxers, acariciaron las de su padrino, y susurró casi inaudible.
-... siento lo que pasó anoche, Paddy...
Ay, joder. Yo siento lo que está pasando ahora mismo.
-No pasó nada, Harry, todo está olvidado. Mejor vamos a desayunar, hoy me toca a mi preparar la comida, ¿vale?
-...vale... - sonrió él separándose del hombre, acurrucándose en la cama y cerrando los ojos, como si pretendiese dormir hasta la eternidad.
Sirius soltó el aire que había contenido. Se sentía liberado, pero también decepcionado. Una parte de sí mismo quería más que el simple contacto de las piernas del chico, y otra sabía que no era correcto. Pensó que sería bien que se levantase, porque Harry se veía delicioso dormido. Se sentó en el borde de la cama, dispuesto a salir corriendo y vestirse, antes de que pudiese ver su estado.
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-Cachorro, baja que ya esta lista la... - las palabras de Sirius se frenaron en su garganta en cuanto abrió la puerta de su propia habitación. Harry estaba desnudo a los pies de la cama, dándole la espalda a la puerta, con una toalla en la mano, secando su empapado cuerpo.
-Oh... - jadeó, con sus mejillas sonrojándose un poco, atando la toalla alrededor de sus caderas-... acabo de tomar una ducha...
-Bien... baja, que... se va a enfriar el desayuno.- Dios, le había salido la voz de "acabo de ver más de lo que puedo procesar". Sin duda su inconsciente se encargaría de procesar lo visto como material suficiente para sus mejores sueños.
-Sirius... - susurró el muchacho en cuanto su padrino se volteó, haciéndolo volver, y caminando hacia él se detuvo al estar muy cerca de su cuerpo-... ¿estás mejor...?
¿Mejor? ¿Mejor que antes, cuando estaba empalmado en la cama contigo en boxers? ¿O ahora que te tengo a un palmo con tan solo una toalla y sigo empalmado?
Dios, eso era una tortura, debía controlarse.
-Estoy bien Harry... Bajemos, que se enfriará la comida...
-Si, solo déjame vestirme... - asintió descubriendo sus caderas tranquilamente, buscando su ropa. Después de todo, él era Sirius, solía andar desnudo tranquilamente cuando dejaba el baño e iba hasta la habitación. Y además era como un padre.
Aunque lo haya besado la noche anterior.
Harry intentó borrarse eso de la cabeza por el bien de ambos.
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Sirius esperó en la cocina, ya calmado. Había preparado un abundante desayuno, recordando que casi no habían cenado la noche anterior.
Esta vez tendría más cuidado con la conversación...
-¿Todo en orden, Paddy?- sonrió el muchacho entrando alegremente a la cocina, uniéndose a él en la mesa- ¿Has visto? ¡No eres un pésimo padrino para nada!- rió sirviéndose- Dios, muero de hambre.
-No digas nada, aún no has probado la comida. Las cosas a veces no son como parecen, Harry.- Y que me lo digan a mí. Intentando ser un padrino responsable y teniendo pensamientos pecaminosos sobre mi pobre ahijado.
Harry lo miró suspicazmente, entrecerrando los ojos, y alzando las cejas susurró.
-... no, nunca... - bajando la mirada mientras metía un bocado del pancake en la boca.
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-Vamos Harry- alentó luego de varios minutos de charla normal-... acabemos de desayunar. Hoy me he levantado con más ánimos.- Si tu supieras... - ¿Hay algo que quieras hacer? Hoy cumpliré tus deseos.
Harry miró desconcertado.
-Eh... bueno, no, "señor genio de la lámpara"... nada en especial- sonrió volviendo la vista a su padrino, tomando un poco de jugo. Y desprevenidamente, ante las carcajadas de Sirius, un hilo de este cayó por la comisura de sus labios, la cual él limpio con la lengua y los dedos de la manera más natural.
Sirius sintió latirle el pecho ante aquel natural movimiento de su ahijado. No, Sirius, quedamos ayer que serías un buen perro.
-Si quieres podemos comer fuera. ¿Hay algo que necesites? ¿Quieres que nos acerquemos al callejón?
-No creo necesitar nada... - respondió él abiertamente-... pero creo que sería genial si vamos a dar una vuelta por allí...
Claramente la situación de la noche anterior se había difumado parcialmente de su mente, como si su inconsciente tratase de encubrirla, aparentando ser ambos la familia más feliz del mundo.
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Cruzado el caldero Chorreante, aparecieron en el callejón. Sirius dejó a Harry en una tienda, encargando algo de comida para Buckbeack, y él aprovechó para recoger en Madame Malkin las túnicas que había encargado. Su elegancia en el vestir era lo único que se alegraba de haber heredado de los Black.
Cuando salió, se encontró a Harry en la calle, conversando con un chico.
-¡Realmente no puedo creer que te encontré aquí!- exclamó el moreno hablando con el mismísimo Oliver Wood, a quien no veía hace siglos.
-Es que el Quidditch no me deja respiro, Harry- sonrió el muchacho poniéndole una mano en el hombro.
Sirius no reconoció al chico, pero no le gustó las confianzas que se tomaba con su Harry. No podía ser de su curso, parecía mayor que él.
-Ya estoy, cachorro.- se acercó a su ahijado, tanto que el chico moreno tuvo que apartarse. Se quedó mirándolo, esperando una presentación, y evaluándolo a la vez.
-Él... es Oliver Wood, fue capitán de Gryffindor en mis primeros 3 años de Quidditch allí- sonrió el muchacho a su padrino, como si el joven que estaba frente a él fuese un dios para idolatrar- Ahora juega en el Puddlemere United y lo seleccionaron para integrar el equipo en el próximo mundial de Quidditch! ¿No es genial?
-Bien, yo también fui capitán del equipo. Jugaba como golpeador.- Vaya respuesta, Black. Ni que fuese verdad. Solo te falta convertirte en perro y orinar la pierna de Harry, para marcarlo.
Harry miró extrañado a su padrino. Parecía que en cualquier momento le ladraría a Oliver. Y aunque no sabía muy bien la causa, le pareció que lo mejor sería despedirse.
-Bien, amigo... - sonrió palmeándole la espalda-... debemos ir a retirar unas cosas de Sirius, tu sabes... - él, ni por asomo, sabía qué poner como excusa, así que intentó hacer la sonrisa más amigable posible, que siempre agradaba a todo el mundo.
-Realmente fue un gusto verte, campeón... - sonrió Oliver despeinándole el cabello.
-Sí, suerte con los Puddlemere esos.- Sirius rabiaba, solo él tenía derecho a deslizar sus dedos por el cabello de Harry. Tenía ganas de llegar a casa y borrar ese contacto con sus dedos. U obligarle a que se duchara, para limpiar el toque.
Y meterse con él en la ducha.
Para asegurarse de que se limpiara bien, claro.
