Un pequeño shot sobre Zoro y Nami. No sé vosotros, pero para mí estos dos son como una especie de matrimonio. Se pasan la vida discutiendo pero después, a la hora de la verdad, están ahí el uno para el otro. Sé que no solo estos dos cumplen esos rasgos pero es que ellos... son especiales. Será porque fueron los primeros que se unieron a Luffy o yo qué sé, que me encantan.

ZoNa fue mi pareja favorita durante los primeros años que fui fan de esta serie. Con el tiempo me di cuenta de que aunque tiene mucho potencial, creo que cada uno quedaría mejor con otra persona. Bueno, el caso es que como estoy leyendo el manga de One Piece - hasta ahora solo veía el anime - y acabo de terminar la saga de Arabasta, no he podido resistirme a escribir sobre ellos. Creo que la saga de Arabasta es una delicia para los fans de ZoNa.

Así que aquí está algo que creo que podría haber pasado. ¿Por qué no?

Se aceptan flores y tortazos :)


Zoro corre por las calles de Alubarna como alma que lleva el diablo. Siente el orgullo herido en lo más profundo de su ser por como esos estúpidos agentes de Baroque Works le han ignorado, pero no tiene tiempo para molestarse por eso. En su lugar, sigue corriendo y despotricando contra Nami por esa manía que tiene de ser una completa bocazas y no hacerle caso nunca.

Ella será más lista pero en combate él es el de las buenas ideas. ¿Por qué no se le graba en la cabeza de una buena vez? Si le dice que cierre la puta boca y se esconda es por algo. Pero no. Ella a lo suyo. Pues toma, Mr 1 y Miss Doublefinger persiguiéndola para matarla primero por ser la más débil de los dos.

Así que ahí está ahora, perdiendo el tiempo, buscándola por todas partes para evitar eso. Y mientras su boca no deja de soltar improperios hacia la navegante… por dentro cree morirse si no es capaz de llegar a tiempo antes de que la alcancen.

No pasan más de tres minutos hasta que por fin da con ella. Está a tan solo unos metros de él, corriendo para salvar su vida. Para alejarse de un peligrosísimo Mr 1 que se abalanza sobre ella con la única intención de arrancarle la vida. No lo duda ni un instante antes de interponerse entre ambos.

Zoro siente como su corazón se detiene durante un eterno segundo al pensar que si hubiera llegado solo diez segundos más tarde la chica podría estar muerta.

Tira a Nami al suelo bruscamente – que tampoco es momento para ser delicados y de todas formas él no lo es – para alejarla de las manos de ese tío. Casi suspira de alivio cuando escucha el sonido metálico de dos espadas que chocan, dejando claro que ha podido detener el ataque.

- ¡Zoro! – grita Nami sorprendida cuando le reconoce.

El espadachín la mira con una sonrisa socarrona y ella, aunque no lo demuestra, está que da palmas de la felicidad en su interior. Su eterno héroe – si es que de verdad a Zoro se le puede llamar así – ha venido a salvarla una vez más. No dura mucho, hasta que Zoro se aparta de ella cuando el puente que se alzaba sobre sus cabezas queda destrozado tras el ataque de Mr 1.

Así que Mr 1 es nada más y nada menos que un hombre espada.

Pues mira, ya tiene Zoro su reto de la semana.

Nami se queda con las rodillas clavadas en la tierra, demasiado impactada para moverse ahora mismo. Mira a Zoro, pero él está demasiado ocupado provocando a Mr 1 para que pelee con él como para poder reparar en ella siquiera. Se pregunta si lo hace porque él es así o si lo hace porque quiere que el asesino desvíe su atención de ella.

Se descubre a sí misma deseando fervientemente que sea la segunda opción.

"Nami, calma tus hormonas que no es el momento" se regaña a sí misma mientras por fin se pone de pie.

Las espadas de Zoro y el brazo-espada de Mr 1 se encuentran. Zoro se calma cuando ve que su oponente piensa dejar a la pelirroja tranquila para encargarse de él, pero había olvidado por completo a la mujer del pelo azul. Las palabras de Mr 1 pidiéndole que sea ella quién mate a Nami le hacen girarse a una velocidad asombrosa con la intención de pedirle que tenga cuidado solo para descubrir que su nakama ya no está.

"Pero mira que es rápida cuando quiere. Maldita ladrona que no para de darme quebraderos de cabeza" piensa frustrado. Se pone en posición, preparado para los ataques que pueda recibir del segundo mejor de Baroque Works. Es mejor que sea esa mujer quién la persiga que el monstruo al que se va a enfrentar él.

Lo único que espera es que Nami consiga escapar.

O que sea más fuerte que Miss Doublefinger.


Zoro está herido por todas partes. Tirado en medio de la calle y sangrando abundantemente, siente como su consciencia está por marcharse para no volver en un buen rato. De verdad necesita dormir. Ha conseguido ganar la pelea contra Mr 1 porque ha sido capaz de cortar el acero y, sin embargo, no es en su nuevo logro en lo que está pensando.

"¿Estará Nami bien? ¿Habrá conseguido escapar?" se pregunta realmente preocupado antes de cerrar los ojos.

Los abre de nuevo a duras penas. No sabe cuánto rato llevará durmiendo, lo único que sabe es que es alguien está gritando su nombre mientras le sacude el hombro. Le duele el movimiento, pero cuando es capaz de ponerle un dueño a la voz decide no quejarse.

- Nami… – susurra. Intenta incorporarse con la ayuda de la pelirroja y finalmente lo consigue.

- ¡Llevo llamándote un buen rato, idiota! Tenemos que ir a buscar a Vivi. ¡Venga! Levántate.

Zoro examina a la pelirroja de arriba abajo. Está sucia y su ropa está rasgada. Puede ver varias heridas por todo su cuerpo pero son bastante superficiales, lo que quiere decir de todas formas que sí que ha tenido un encuentro cara a cara con Miss Doublefinger. Aún así, que esté ahí parada frente a él le deja claro quién ha sido la ganadora de la batalla. Nadie puede ni imaginarse lo contento y aliviado que está ahora mismo.

- ¡No me metas prisa! ¡Estoy herido! – pero no es algo que pensara dejar entrever. Claro que no. Él tiene que ser desagradable siempre y con todo el mundo.

- ¡Yo también y aquí estamos! Vamos, necesito que me lleves en brazos – la cara de Zoro se descompone. Nami, por su parte, sonríe de forma casi malvada –. Miss Doublefinger me ha clavado una espina en el tobillo y no puedo andar – añade finalmente de forma muy melodramática.

- ¿Y cómo has llegado hasta aquí entonces? – pregunta Zoro, sin fiarse ni un pelo. La muy bruja es capaz de hacerle cargar con ella porque se le antoja.

- ¡Te he dicho que vamos!

Sin esperar a una aprobación, Nami salta sobre la espalda de Zoro. El espadachín es rápido y coloca las palmas de sus manos en la parte posterior de los muslos de la chica a la vez que ella rodea su cuello con los brazos. Resignado, Zoro empieza a trotar para ir a buscar a los demás.

Se pasan buena parte del camino discutiendo a la vez que Zoro limpia el camino de marines que se cruzan frente a ellos. No cree a Nami ni un poco, está seguro de que la chica solo le está echando cuento porque no quiere caminar ella misma. Encima no hace otra cosa que meterle prisa y él sabe perfectamente que si fuera otra persona ya le habría tirado al suelo y de boca, que duele más. Pero a ella no. No puede.

- Gracias, Roronoa Zoro – las palabras de Nami, tan repentinamente susurradas en su oído después de todo ese tiempo gritando, le hacen detenerse en seco. Traga saliva y la pequeña sonrisa que Nami tenía dibujada se vuelve más grande.

- ¿Por qué? – pregunta, reanudando la marcha después de la sorpresa inicial.

- Por distraer a Mr 1 para que no me atacara a mí. Si no fuera por ti ya estaría muerta – el agarre de Nami se vuelve más fuerte en su cuello pero no lo bastante como para que no pueda respirar. Esta vez es el turno de Zoro para sonreír.

- Bueno, yo podría decir lo mismo de ti – Nami frunce el ceño sin saber a qué se refiere el espadachín. Como si le hubiera leído la mente, continúa hablando –. Gracias por salvarme de morir ahogado en Arlong Park.

La risa de Nami resuena en la calle, aunque queda algo opacada por el sonido de las armas y los gritos de los guerreros.

- Las aceptaría si no te hubieses lanzado tú solito al mar.

- Quería ponerte a prueba – admite –. Entonces gracias por darme mi katana y cortar las cuerdas para que pudiera salir del calabozo de Arlong Park.

- Mmm… esas si las acepto. Aunque si no me hubierais seguido…

- Seguirías robando dinero para un tipo que pretendía tenerte trabajando para él hasta que dibujaras todos los mapas del mundo o murieras, lo que sucediera primero. Teniendo en cuenta las condiciones, probablemente lo segundo.

- Iba a decir que no os hubiera pasado nada ni a ti ni a ninguno de los chicos, pero esa también me vale.

Ambos continúan sonriendo. Pensando en aquel momento en el que Zoro interpuso sus espadas para que los hombres de Buggy no pudieran atacarla mientras ella salvaba a Luffy. Aquel primer encuentro que parecía una profecía sobre lo que Zoro sería para Nami. El hombre que siempre la va a ayudar cuando ella sola no pueda, no importa lo que pase.

- ¡Vamos, Zoro! – exclama con el brazo en alto mientras Zoro vuelve a maldecirla en voz alta.

- Sigo pensando que estoy más herido que tú.

- ¡Me duele el tobillo y no puedo ponerme de pie!

- Mentirosa.

Sin detenerse, Nami sonríe y obliga a Zoro a girar la cabeza hacia la izquierda. Es suficiente para que ella pueda inclinarse y depositar sus labios sobre los de él durante apenas dos segundos.

- Gracias por ser tú – proclama, apoyando la barbilla sobre la cabeza del espadachín y sonriendo como nunca antes.

Zoro no dice nada pero Nami no necesita que lo haga. A veces es mejor mantenerse en silencio.

Por eso ninguno de los dos dice nada más hasta que ven a Vivi de pie cerca de ellos. Al parecer los demás han llegado más o menos a la vez. Nami llama a la princesa, haciéndole notar que están perfectamente bien y que están listos para el siguiente paso. Cuando Zoro finalmente se detiene junto a ellos y Nami ve a Usopp, salta de la espalda del espadachín y se mantiene en pie en perfecto equilibrio con su nueva arma firmemente agarrada.

- ¡Usopp! ¿Quién te ha pedido que hagas un juguete para fiestas? – espeta con total indignación. Casi no lo cuenta por culpa de los estúpidos trucos de magia que el narizón le ha incluido al arma.

- ¡Nami! – grita Zoro fuera de sus casillas –. ¡Sabía que podías ponerte de pie! ¡Maldita seas! – pero ella le ignora deliberadamente mientras se pone en plan líder absoluta.

Bueno, tampoco es que vayan a dejar que cambien las cosas ahora que han "admitido" que hay algo más que compañerismo entre ambos. ¿No?

Además, es hora de salvar un país. No hay tiempo que perder.