Hey, mi nombre es Monse, soy nueva por acá y tenía varias historias en realidad he escrito de todo un poco pues me encanta { casi tanto como twilight xd} pero nunca me animé a publicarlas. Espero que les guste, igual se aceptan todo tipo de críticas y/o sugerencias :3

Isabella bajaba de su auto con una sonrisa plantada en el rostro. Áquel tío con el que había convivido escasas dos veces le había heredado una mansión de antaño, el pobre anciano no tenia mas familia, y ella por alguna razón lo había cautivado. Unos cuantos mayordomos la seguían cargando sus maletas, mientras ella se deleitaba con cada detalle del exagerado edificio. Con orgullo tomó la pequeña llavecita que cargaba en su bolso y abrió la puerta principal con cautela, no menos que para maravillarse con su interior. Súbitamente, la expresión de su rostro se tornó en disgusto. Tendido en medio de los elegantes sillones de terciopelo y con una ropa bastante andrajosa en su opinión, descansaba un chico de cabello cobrizo y desordenado. La chica muy indignada por la falta de cortesía caminó hasta su posición y con los brazos cruzados se plantó frente a él

Disculpa, no se supone que los de limpieza deberían estar haciendo… algo? – Pregunto con cierta sorna

Y no se supone que las chicas como tú deberían estar en un burdel? – Replicó él que por el reflejo de la tv había observado sus torneadas piernas metidas en una pequeña falda que dejaba muy poco para la imaginación

Isabella parpadeó un par de veces sin dar crédito a sus oídos, aquella voz aterciopelada y exquisita que ella conocía perfecatamente

Edward?

Bella.- Murmuró él sin alterarse al tiempo que se enderezaba sobre el sofá para encarar a la confundida chica

Tu-tu qué haces aquí?- Tartamudeó sacándole una carcajada al castaño

Yo vivo aquí.- Respondió haciendo énfasis en cada palabra como si de un niño se tratara

Pero…. Eso no es posible, ésta es MI casa- Relinchó ella por segunda vez

De acuerdo a los papeles, la mitad de todo me pertenece.- Musitó con completa despreocupación recargándose entre el respaldar, aparentemente la situación le parecía de lo más cómica

Isabella dejó escapar un descuidado resoplo de disgusto. En apenas un par de minutos su fantasía encantada se había convertido en una pesadilla. Que podía ser peor que vivir con su patán, insensible, sexy, arrogante y increíblemente sexy ex –novio. NO creía haber hecho algo tan malo para merecerlo. Maldijo su suerte entre murmullos y a zancadas se dirigió hacia las escaleras dejando a un Edward bastante sonriente. Al menos se consolaría conociendo su nueva habitación.