Un cambio en el corazón… el sol que derritió el hielo.

Les presentó este nuevo fic, que también publico en el otro foro (FFL). Es mi teoría acerca de lo que pudo sentir Sesshōmaru hacia Lin; qué hizo que el poderoso e imperturbable Daiyōkai cambiará, aunque sea un poco y sólo por ella, la frialdad y el odio en su corazón.

Aclaro, sólo teoría, y la historia la iré contando sobre algunos pasajes importantes donde se note más la preocupación de Sesshōmaru por Lin, tanto en el manga como en el anime y alguna película por ahí; los conocedores sabrán identificarlos.

En lo personal nunca me ha gustado pensar en ellos como una pareja amorosa, y no es tanto por la diferencia de edad como por la personalidad de él, cambió pero no para tanto. Tal vez para Sesshōmaru sea como una pequeña criatura a la que debe cuidar y amar, protegerla incluso de él mismo. Y ella no creo que algún día llegue a ver al Gran Sesshōmaru – sama como algo más que su protector. Se aman, pero no con ese tipo de amor pasional y erótico.

Al final les daré una sorpresa. Porque claro que un ser taaan hermoso como Sesshōmaru también tiene un corazoncito que late, pero sin dejar de ser como es, así es como nos gusta.

Espero no se desilusionen, y vean mi punto de vista. Disfrútenlo por favor y recibo sus comentarios, criticas, sugerencias y recomendaciones. Y recuerden, la historia original y los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi.

Capítulo 1 Recuerdos del pasado.

La luna creciente brillaba en el fondo del oscuro cielo nocturno. Y pensar que unas cuantas horas atrás…

El imponente Daiyōkai de larga y plateada cabellera estaba absorto en sus ideas, contemplando con sus ambarinos ojos al astro en medio del cielo. Se encontraba de pie en medio de un claro del bosque, en donde su silueta destacaba más con el resplandor lunar.

Señor Sesshōmaru… — escuchó un susurro que lo hizo girarse lentamente al sitio de donde provenía.

No muy lejos de su posición, cerca de una fogata, recostada junto al tronco de un gran árbol al lado de un pequeño demonio verde, dormía plácidamente una pequeña niña de cabellos oscuros, que no tendría más de ocho años. Junto a ellos se encontraba también un jovencito un poco mayor que ella y un dragón de dos cabezas, de mediano tamaño. Sesshōmaru sabía que no había peligro. Nada en ese momento podría interrumpir el sueño de esa pequeña y de sus acompañantes. "Es un sueño" pensó Sesshōmaru, pero no dejó de observarla con esos profundos e inexpresivos ojos ámbar. Y pensar que unas cuantas horas atrás estuvo a punto de perderla. Y eso le hizo recordar… las palabras que su padre le dirigió por última vez, hace cientos de años.

Hace cientos de años…

Cerca del mar, en una noche de luna llena, pero al paso de un eclipse total, una alta figura esperaba, sabía que su hora había llegado. De la nada, o así parecía, apareció otra figura algo pequeña, pero igual de imponente, con una larga cabellera plateada ondeando al compás de la brisa marina. Parecía flotar al andar.

Algo pasaría. Lo presentía. Y algo no muy bueno, y no tanto para él. Se acercó con paso lento a la alta figura, tan parecido a él, pero a la vez tan diferente; su padre, el Gran Señor Inu no Taishō, se encontraba herido, gravemente herido. ¿Por qué permitió que le ocurriera eso? ¿Por qué mostrar debilidad? Por algo que no valía la pena… una humana. Pero eso al final no le importaba. Sí su padre moría por ser débil, como esos humanos a los que tanto defendía, pues no era su asunto. Recordó también a su madre, una Daiyōkai como lo eran él y su padre. El que ella permitiera que su padre la cambiara por… tampoco era su asunto, por ello se fue dejándolo solo. Porque él se encontraba solo. Pero no necesitaba a nadie. Se sabía poderoso. Lo último que si deseaba de su padre era un objeto que se encontraba precisamente sujeto a su cintura. Una espada.

¿Por qué padre? ¿Por una humana? — le preguntó al llegar cerca de la figura alta.

No lo comprenderías hijo, pero así debe ser. Es la imprimación — le contestó su padre sin mirarlo — ¿No te hable de ella?

¿Imprimación? — dijo sin atisbo de emoción en su profunda voz — No recuerdo.

Bueno Sesshōmaru, pues eso pasó exactamente. — continuo su padre — Me imprimé de Izayoi, y es por eso que no puedo abandonarlos, ni a ella ni a tú pequeño hermano. Es semejante al amor.

Sesshōmaru miró a su padre, volviendo su rostro inexpresivo hacia él. "¿Amor? Un estúpido sentimiento".

Algún día tal vez te ocurra — concluyó al final su padre.

Sesshōmaru seguía imperturbable. Sólo quería la mejor espada, Tessaiga. Tenseiga no le interesaba en absoluto y Souunga… tal vez algún día también sería suya.

Sesshōmaru, — volvió a decir Inu no Taishō — lo último que te pido es que lo protejas… hasta que pueda defenderse solo.

Esta vez si levantó una ceja, "¿Proteger… a esa cosa?"

Tessaiga. — fue su respuesta — Dame a Tessaiga.

¿Para qué quieres más poder? Tienes el suficiente. — respondió su padre — Tessaiga es para tu hermano. Él la va a necesitar más que tú, por muchas razones. Souunga no está a discusión, la dejo lejos del alcance de malas intenciones. Tu herencia es Tenseiga, a su tiempo lo entenderás.

No obtuvo respuesta. Sesshōmaru continuo cerca de él sin mostrar nada en su rostro, asemejaba una estatua. Pero Inu no Taishō sabía que había herido el orgullo de su hijo mayor. Aun así su decisión estaba tomada, pero… ¡cómo le gustaría que él entendiera el por qué!

Sesshōmaru, — agregó como fin a la conversación — ¿tienes algo que proteger?

Sesshōmaru le dirigió a su padre una última mirada con la molestia reflejada en sus ojos ambarinos antes de darle la espalda y alejarse con paso lento pero firme. "¿Algo que proteger? No tengo que proteger a nadie" pensó "Tenseiga es un arma inútil, no la necesito. Tessaiga debería ser para mí, y la tendré aunque desobedezca tú última voluntad. Pero no por ahora, no soy tan cobarde para atacar a… un ser inferior como ese".

Escuchó como su padre también se alejaba. El sonido de sus pasos le indicaba que había tomado su forma real. Corría hacia esos seres débiles, a morir como si fuera uno de ellos.

"¿Imprimación?" fue su último pensamiento "Tonterías".

"Imprimación" volvió a pensar. ¿Acaso de verdad se había imprimado por esa pequeña? Como saberlo. Volvió a fijar su mirada nuevamente hacia la luna. Había cosas más importantes que pensar. Ella aun sigue aquí, y no se iría antes de que termine su tiempo en la vida.

Llegó la mañana. El sol ya se levantaba en el horizonte, Lin abrió lentamente sus profundos ojos achocolatados. A su lado Jaken roncaba con ganas. Un poco más allá, junto a Ah- Uh, se encontraba Kohaku. También se había despertado y miraba a Lin con sus grandes ojos cafés aun cargados de sueño.

¡Buenos días Kohaku! — saludó Lin amablemente — Despierte ya señor Jaken.

¡Buenos días Lin!, — le respondió Kohaku desperezándose — parece que el señor Jaken no durmió bien.

Lin buscó con su mirada y lo encontró. Allí estaba, tan imponente como siempre, alto, poderoso, imperturbable,… hermoso. Y como siempre, absorto en sus pensamientos, sentado a una distancia prudente sobre una roca.

¡Buenos días Señor Sesshōmaru! — le dijo Lin con su hermosa sonrisa y la felicidad reflejada en su rostro.

Por respuesta obtuvo un "Vamos, tenemos que continuar" pronunciado por el Daiyōkai sin siquiera voltear a verla. Así que los dos niños despertaron a Jaken, lo que no fue tan difícil cuando el aludido sintió por un momento la mirada de su amo sobre él, y montaron en Ah – Uh para seguir a Sesshōmaru.

¿Por qué el Señor Sesshōmaru andaba con esos pequeños humanos? Una pregunta que siempre se había hecho Jaken, y varios seres monstruosos más con los que se habían topado. Sobre todo después de la pérdida de su poderosa espada, Tōkijin.

Tal vez el hecho de llevar a Kohaku tenga un propósito. Acabar con ese maldito Naraku, ese ser inferior, el cual siempre ha querido utilizar al Gran Señor Sesshōmaru para resolver los problemas que tiene con Inuyasha y sus acompañantes humanos, especialmente con la extraña sacerdotisa llamada Aome. Y al parecer, el muchacho tiene algo que el engendro quiere y necesita.

Inuyasha… el despreciable medio hermano de su amo, un Hanyō; el que se quedó con la mejor parte de la herencia paterna.

Pero, ¿Lin? No encuentra razón aparente y justificable. Ninguna desde que ella esta presente. Aunque la actitud del gran demonio, varias horas atrás, lo había dejado más que sorprendido, de verdad. Su amo, el Gran Señor Sesshōmaru, nunca mostraba debilidad, siempre era implacable… y estuvo a punto de quebrarse y olvidarlo todo por ella, por su vida, por su pérdida.

Nota de la autora: Tal vez algo de OoC., pero no es intencional. Sesshōmaru es frío y muy apartado de las cosas… pero eso no quiere decir que no sienta o piense… especialmente en la adorable criatura que le sigue, ese pequeño y frágil ser humano que le enseñará lo verdaderamente valioso del sentimiento y la convicción de amar. Mi punto de vista, disfrútenlo. Lo de la imprimación me pareció adecuado porque se muestra como algo similar al amor pero sin llegar a serlo del todo… eso es enredado. Y la imprimación si existe… los conocedores sabrán a que me refiero.