Este el primer fic que escribo de Bleach, es una idea que se me ocurrió un día y comencé a pensar en como podía elaborarlo. Esta sería una pequeña introducción de Sin decirle nada.
He puesto de género romance y drama, pero este capítulo es más bien angst.
Un hombre de tez pálida, pelo largo oscuro, con unos mechones situados sobre el lado izquierdo de su cara, y con los ojos de color violeta se encontraba sólo en un pequeño apartamento.
Le invadía el fuerte silencio de aquel lugar, que lo único que hacía era que su frustración aumentara cada vez más. En otras condiciones, y sobre todo en otro lugar, aquel silencio no le hubiera molestado, es mas, lo prefería. Siempre le gustaban los lugares tranquilos, donde apenas se escuchara ningún ruido. Pero en aquella casa, era todo lo contrario. Aquel lugar lo caracterizaba por los gritos de ella, por la risa de ella, por su forma de cantar, la música, e incluso cuando podía escucharla hablando sola como una loca.
Pasaba la mirada por toda la casa. Observando detenidamente cada rincón. Los dos sofás oscuros, la mesilla donde dejaba las bandejas de comida, la televisión, las estanterías con una infinita cantidad de libros.
La cocina, abierta al salón, era muy simple. Tenía un frigorífico con una gran cantidad de imanes sujetando los papeles de comida a domicilio y números de teléfonos. Junto a ello se encontraba la encimera, donde ella siempre cocinaba animadamente, e incluso cantando, mientras él la observaba admirado. Admirando su facilidad para conseguir sonreírle a cada momento díficil. Admirando su positividad a la hora de enfrentarse a cualquier cosa. Pero nunca se lo admitiría.
Ahora la podía ver tan vacía y triste como se encontraba su corazón.
Sobre la encimera, había una gran cantidad de botellas de sake vacías. No estaba nada orgulloso de aquello, pero la noche anterior sintió que aquella era la única manera de aliviar el dolor que sentía en lo más profundo de su corazón, y suponía que aquella noche no iba a ser diferente.
Camino hasta la única habitación de la casa. Al igual que todo su apartamento, no era característico por la gran cantidad de muebles. Solo había un armario, una cama grande y dos mesillas de noche a su lado. El hombre encendió las luces. No era necesario para él, puesto que conocía aquella habitación a cada centímetro. Pero necesitaba buscar un objeto. Algo que si ella hubiera sabido que él simplemente pensaba en cogerlo, sin duda le mataría. Él lo consideraba como una violación de su privacidad. Incluso cuando alguna vez se le paso por la cabeza hojearlo, descartaba la idea casi de inmediato. Pero en esos momentos estaba fuera de sí.
Abrió la mesilla y saco un pequeño cuaderno donde estarían todas sus deseadas respuestas. Era un cuaderno grande, con las hojas gastadas de tanto usarlo. Recordaba las numerosas noches, mañanas y tardes que ella podía estar escribiendo. Ella siempre estaba absorta en su escritura, ante la atenta mirada de él. Siempre observándola en silencio, sin querer molestarla. Era como ver a un niño estrenando un nuevo juguete.
Abrió la primera página, asombrándose de cómo estaba aquello escrito. Podía ver su pequeña y fina letra, la reconoció al instante por numerosas notas que le había dejado con el paso del tiempo. Pero sabía que aquello sería diferente. En ese pequeño cuaderno, por fin encontraría sus deseadas respuestas. ¿Por qué ella se fue de su lado? ¿Por qué no le conto nada? ¿Por qué le dejo sin decirle nada?
Hace unos meses…
