Disclaimer: Los personajes de ésta historia pertenecen al grupo CLAMP, yo solo los tomé prestados para narrar éste FanFic, el cual es de mi exclusiva autoría.
Summary: ¿Acaso el amor a primera vista realmente existe? No estaba seguro si se trataba de eso o si, en realidad, conocía a esa persona de toda la vida: una vida muy distinta a la actual, que juntos compartieron en un pasado lejano. De algún modo, estaban conectados.
"Aguardando por tu amor I"
Aquella mañana comenzaba mi etapa como estudiante universitario. Era el primer día de la larga carrera que tenía por delante. No sería para nada fácil, ya que cargaba una pesada mochila a mis espaldas, llena de responsabilidades y, principalmente, una empresa que continuar.
Me había matriculado en la disciplina de Ingeniería Civil, ya que Construcciones Li S.A. así lo demandaba. Tal vez, para convertirme en el CEO que mi familia tanto ansiaba, debía haber optado por algo más relacionado con la administración y los negocios, sin embargo, lo que a mí me apasionaban eran los trazos, los planos y las imponentes edificaciones que solo podía crear una mente humana capacitada para ello.
Mi padre, Hien Li, quien había puesto todas sus fichas en mí -su único hijo varón-, se mostró bastante decepcionado ante mi decisión. Mis cuatro hermanas y mi madre también tenían participación en los negocios, aunque proveníamos de una familia con costumbres bastante conservadoras y la herencia solo podía corresponderme a mí.
Fueron largas las charlas mantenidas con mi padre, intentando convencerlo respecto a mis verdaderos deseos. Al principio todo esfuerzo parecía ser en vano, sin embargo, la cuestión fue tomando forma con ayuda del tiempo y, claro, de la intervención de una de mis hermanas, Feimei, quien era la más interesada en continuar con la administración del negocio familiar. Por fin estaba confirmado, en unos años sería Ingeniero Civil, el más importante para la constructora.
Tuve que mudarme a Japón, más precisamente a Tokio, ya que asistiría a una de la mejores universidades de ésta ciudad. Sumado a que una dependencia japonesa de la compañía, requería mi dirección. Con tan solo dieciocho años ocuparía un cargo jerárquico, supervisado a la distancia por mi padre. Como era de suponer, muchos integrantes de la constructora se mostraban reacios a recibir órdenes de un "niño", aunque yo jamás me mostraría débil ante nadie.
En lo que respecta al ámbito académico, siempre había sido un alumno sobresaliente, obteniendo los mejores promedios año tras año. El deporte también se me daba a la perfección, durante mis épocas de preparatoria había sido capitán del equipo de fútbol. Quizás eso había logrado acrecentar un poblado aren femenino, que se empeñaba en llamar mi atención. Pero, pese a tener la oportunidad al alcance de mis manos, las chicas siempre me habían parecido una distracción, por lo que solía ignorarlas por completo.
Continuaba bufando y lanzando maldiciones entre murmullos, es que eso de tener que usar el transporte público, no era algo propio del gran Li Shaoran. Me había mudado hacía apenas una semana, y mi automóvil tardaría unos días en llegar a éste país, por lo que tenía que movilizarme como lo haría cualquier ser humano tipo de la sociedad, sin altos niveles de poder adquisitivo.
Pensarán que soy un presumido ostentoso. Para nada. Solamente me acostumbré a ciertas comodidades propias de la familia y, el hecho de no tenerlas, me hacía padecer por completo.
Por fin había llegado el maldito autobús, quince minutos de mi vida habían sido desperdiciados en una parada de ómnibus, el tiempo valía oro y no podía desaprovecharse. Como era de suponer, venía atestado de gente, seguramente la mayoría viajarían con destino a cumplir sus responsabilidades, como yo mismo. Me ubiqué como pude entre la muchedumbre, recorriendo con la vista todos los asientos ocupados ¿dónde habrían de subirse todos esos sujetos para conseguir un lugar?
"¡Maldición! Ni siquiera traje conmigo mis auriculares, ¿y ahora qué se supone que debo hacer?"
El paisaje -visto desde ahí- no parecía muy entretenido. Los rostros de cada persona subida en el ómnibus parecían absortos en sus preocupaciones. Extrañamente, una muchacha de pelo castaño llamó mi atención. Y digo "extrañamente" ya que las mujeres no solían desviar mi vista, tal y como sucedía con la mayoría de los hombres de mi edad y sus hormonas alborotadas. Me quedé observándola casi atónito, viajaba sentada y llevaba entre sus manos un libro, el cual iba leyendo. Parecía muy concentrada, como sumida entre las tantas páginas impresas con letras pequeñas ¿Cómo le era posible sostener la lectura con tanto bullicio y multitud a su alrededor?
Fue durante todo el trayecto que, inevitablemente, desviaba la mirada hacia la joven. Tenía la piel blanca y algunas pequitas revestían su nariz respingada, su cabello castaño sobrepasaba un poco más de sus hombros, la había visto levantar su cabeza un par de veces para mirar a través del cristal, quizás para no dejar pasar su parada, sus ojos habían cautivado completamente mi atención, no es como que jamás hubiese visto unos de color verde, pero estos eran completamente diferentes, similares a dos esmeraldas que resplandecían en su delicado rostro.
Llegado el momento de abandonar el autobús, noté unos movimientos en ella, al parecer también llegaba a su destino. Cerró su libro y alcancé a leer la tapa antes que se pusiera de pie: "El misterio del faraón". Yo también lo estaba leyendo, incluso me quedaban unas cuantas páginas para darlo por terminado. Qué coincidencia.
Descendimos en el mismo lugar, y la vi encaminarse hacia la Universidad. Quizás no había sido tan malo usar el transporte público después de todo. El único problema fue que jamás notó mi presencia, ni siquiera había atinado a mirarme, ni por casualidad.
El campus era increíblemente enorme. Albergaba una extensa cantidad de disciplinas y modalidades. Yo me encaminé hacia los bloques de ingeniería mientras la vi perderse por quién sabe dónde.
Me sentía como un niño en su primer día de jardín, ocupando un pupitre, sin conocer a nadie a su alrededor. No esperaba hacerme de una cantidad de amigos, mi forma de ser no lo ameritaba, sólo iba con el objetivo de cumplir mis estándares académicos.
—Buenos días, estimado compañero, veo que tú también eres extranjero —escuché una voz dirigirse a mí.
— ¿De qué hablas? —interrogué ignorando su saludo.
—Déjame presentarme, soy Eriol Hiragizawa, oriundo de Inglaterra. Y tú eres…
—Li Shaoran, Hong Kong —respondí corto, extendiéndole mi mano.
—Bueno, al ver que la curiosidad no es lo tuyo, yo mismo te comentaré cómo me di cuenta que no eres japonés —agregó sin apartar esa sonrisa irritante de su rostro—. Verás, pude notar el símbolo chino en la banda que llevas amarrada en tu muñeca.
—Eso no significa absolutamente nada, podría haber sido por un simple gusto.
—Es cierto, quizás hubo algo de intuición.
El sujeto no me había hecho nada malo, aunque no quería que pensara que yo era una de esas personas carentes de amistades, esperando con emoción al primer idiota con quien pudiera entablar una conversación, ni mucho menos por el hecho de ser extranjero.
— ¿Te manejas bien con el idioma? —volvió a hablar sin importarle mi silencio.
—Nos estamos comunicando en japonés, ¿no? —respondí irónico.
—Lo sé Li —dijo tras una carcajada—. Pero, a ciencia cierta, ninguno podría estar seguro si es el diálogo más acertado, pienso que no somos los indicados para juzgar el dialecto.
—Realmente no me interesa.
Pese a mis indirectas para sacármelo de encima, resultó bastante persistente. Permaneció sentado a mi lado y, apenas encontraba oportunidad, volvía con sus comentarios absurdos o soltaba algún chiste realmente malo. Bien, quizás al final de la jornada le había tomado cierto tipo de simpatía.
Tendría que hacerme la idea de vivir como un tipo común, al menos por estos días. Había hablado con mi padre y me informó que el automóvil estaría en Japón la semana siguiente.
Nuevamente en la parada de ómnibus, exactamente al mismo horario que el día anterior. Otra vez la espera y la muchedumbre al subir. Sólo una cosa conseguía tranquilizar mi mañana que comenzaba agitada: la castaña del autobús.
Ésta vez viajaba de pie, pero no por ello dejaba de leer su libro, lo llevaba bastante avanzado en comparación al día anterior. Quizás le restaba un poco menos de la mitad, según mis cálculos.
Me planté a su lado, fingiendo indiferencia y actuando normal. Tal vez era el aroma que emanaba de su cabello, o de ella misma, el que llegaba hasta mí para embriagarme el alma ¿Cuál sería su nombre? ¿Cómo podría entablar una charla con ella? ¿Desde cuándo me volvía tan idiota por una mujer?
En qué estaba pensando. Era un completo desconocido, y si le hablaba, lo único que podía causarle era temor o desconfianza. Una vez más, opté por admirarla en silencio y seguirla con la mirada hasta que se perdiera en algún pabellón de la Universidad. Me pregunto en qué carrera estará apuntada, qué edad tiene, tendrá novio…
La tercera sería la vencida. "Mañana mismo me decidiré a hablarle, no puedo dejar pasar más tiempo". Pronto abandonaría el maldito transporte público, y el único lado negativo era que quizás no volvería a verla.
Pero, no fue al día siguiente mi oportunidad para acercarme a ella -ya que no la vi aparecer por ninguna parte- sino el posterior a ése. Por lo visto, correría con suerte. El ómnibus no iba atestado como de costumbre, incluso sobraban lugares para sentarse. Milagrosamente, el asiento junto a ella yacía vacío, como si esperara por mí.
No me importó lo que pudiera llegar a pensar de mí, me hice a su lado y respiré profundo, percibiendo su dulce fragancia.
¿De qué podría hablarle? El clima tal vez. Aunque de inmediato descarté la idea, no quería que me viera como un viejo aburrido tirando comentarios triviales. Atiné hacia su libro, ya casi lo terminaba. No estaba seguro si era correcto interrumpirla, pero una idea llegó fugaz a mi mente.
—Veo que disfrutas de la mejor parte de la historia —largué sin rodeos, haciendo alusión a su lectura.
Instantáneamente dio un respingo en un sobresalto, al parecer, no estaba segura si le había hablado a ella, incluso, ni siquiera sabía quién le platicaba. Hasta que depositó su mirada en mí. Me sentí estremecer ante aquel contacto visual, no es como si jamás hubiera apreciado el bello color de sus ojos, pero el hecho de que ahora se concentraran sólo en mí, me ponía la piel de gallina.
—Casi llego al final, lo empecé hace tres días y no he podido despegarme de él —respondió tímida— ¿Y tú cómo sabes eso de la mejor parte de la historia? —inquirió por fin curiosa.
—Terminé ese libro hace apenas unos días, y debo decirte que no te arrepentirás del tiempo dedicado.
—y… ¿Cómo sabes qué libro es?
"¿Que si cómo lo sé?... ¿Cómo lo sé?" No había pensado en ello al formular mi repentino plan ¿Qué se suponía que le diría ahora?
—V-verás… al instante reconocí algunos párrafos, ya sabes, aún está fresco en mi memoria —expresé no muy convencido de mi excusa.
—En ése caso, sólo te voy a pedir que no me cuentes cómo concluye, por favor.
— ¿Por qué habría de hacer tal cosa? —reí—. No soy tan malo como parezco.
La oí soltar una pequeña carcajada, y me regaló una hermosa sonrisa para cuando le dije aquello. Necesitaba saber su nombre, pero no quería sonar como un acosador.
—Nunca te vi de ése modo… hmm…
—Li Shaoran —completé su frase, sintiéndome victorioso por el trabajo que me había ahorrado.
—Mucho gusto Li, soy Sakura Kinomoto —"Sakura… como la bella flor del cerezo", pensé.
—El gusto es mío, Kinomoto —respondí embobado ante su cálido sonreír.
—Voy a suponer que acostumbras a leer buenos libros, ¿te molestaría recomendarme un par, a tu parecer?
—N-no, para nada ¿Vas a recordar los nombres o necesitas apuntarlos?
En ése preciso momento sacó una especie de agenda que llevaba entre sus pertenencias. Y me la extendió junto con un bolígrafo ¿Acaso me estaba pidiendo que yo mismo lo anotara? Era evidente.
Sin hacer esperar más me dispuse a escribir la petición. Entablamos una amena charla acerca de la lectura y mis recomendaciones. El tiempo pareció pasar mucho más a precisa cuando de la castaña se trataba. Y es que en algún momento de la conversación habíamos llegado a destino. Aunque sabía de antemano que ella bajaría en el mismo lugar que yo, debía disimular, se suponía que nada conocía de ella.
—En dos paradas más me bajo yo, fue un gusto charlar contigo Li —expuso tímidamente con un leve sonrojo—. Prometo que me haré de esos libros, y espero volver a cruzarte para así poder opinar juntos.
— ¿Dices que te bajas donde la Universidad? —Cuestioné falsamente sorprendido, ella simplemente asintió—. Yo también voy hasta allí, que coincidencia.
Descendimos juntos y emprendimos la cuadra de distancia que nos restaba hasta la entrada del campus.
— ¿En qué carrera estás inscripto Li?
— ¿Ingeniería civil, y tú? —adoraba que fuese ella misma quien me permitiera sacarle información.
—Arqueología, por lo visto nuestras facultades están bastante alejadas —se lamentó—, pero de seguro nos seguiremos cruzando en el autobús.
—S-sí —afirmé nervioso y consciente de que pronto dispondría de mi propio automóvil para trasladarme.
— ¿Qué edad tienes? ¿Eres un estudiante avanzado en la disciplina?
—Tengo dieciocho años, apenas ingresé éste año a la universidad.
—Vaya, tenemos la misma edad. Yo también soy ingresante.
Sakura era realmente hermosa, e incluso la única mujer que había llamado mi atención desde la primera vista. Para cuando terminaba de hablar, una sonrisa angelada se desplazaba formando unos lindos hoyuelos en sus mejillas mientras sus ojos se achinaban tiernamente.
—Bueno, yo debo seguir por aquél pasillo, creo que hasta aquí caminamos juntos —dijo cuando llegamos a la bifurcación de nuestras respectivas facultades.
—Fue un placer conocerte, Kinomoto.
—Puedes llamarme Sakura, ¿de acuerdo? El placer fue mío Li. Espero verte pronto, ¡adiós! – se despedía sonriente y agitando su mano.
—Adiós, Sakura —fue lo único que atiné a responder. Ni siquiera le dije que también podía llamarme por mi nombre, esperaba con ansias verla al día siguiente y hacérselo saber.
—Pero si es el gran Li Shaoran, y qué cara trae hoy, si hasta parece que censuraron su novela favorita —decía el idiota de Hiragizawa con una sonrisa burlona en su cara. Me topé con él cerca del mediodía, cuando aguardaba en el salón -aún poco poblado- el comienzo de mi segunda clase.
—Cállate Hiragizawa, ni siquiera veo novelas —rezongué con fastidio.
—Bueno, entonces quizás fue tu programa porno favorito.
—No necesito ver esas bazofias.
—Ah, ya veo… Te refieres a que tienes a alguien con quien pasar el rato. Pero por lo visto no te atendió bien anoche.
— ¡Basta! —Solté molesto–. Déjate de estupideces.
—Bien, no te alteres —intentó calmarme— pero dime, ¿por qué traes esa cara tan depresiva?
Ni loco le contaría que me había enamorado de una chica que ni siquiera conocía, a la cual había visto tan sólo tres veces en el transporte público y que, milagrosamente, ése día pude averiguar algunas cosas sobre ella. Ese sujeto no me inspiraba ningún tipo de confianza, incluso parecía buscar la oportunidad para largar sus comentarios envueltos en sorna.
—No dormí bien anoche, nada más eso —mentí.
Esa misma mañana recibí una llamada desde Hong Kong, era mi padre. Quería darme la gran noticia de que mi automóvil estaría en Japón a horas de la tarde. Era irónico, hacía días atrás mascullaba y maldecía el hecho no disponer de mi carro, sin embargo, algo me había hecho cambiar de parecer, o quizás, alguien.
What's up people? Hoy me animo a publicar una nueva historia, la cual, espero sea bien recibida y de su agrado, claro.
Les comento un poco… la idea original era un OneShot, pero como me extendí más de la cuenta la dividí en tres partes. Tres partes desproporcionadas jaja, y es que la primera quedó bastante cortita, pero bueno, tenía que cortarla ahí sí o sí.
En teoría ya está escrita, pero no la subiré de una vez porque necesito volver a chequear bien los siguientes "capítulos".
Una cosa más, ADVERTENCIA LEMON en la próxima actualización! Aclaro para quienes no sea de su agrado el contenido de éste tipo. El que avisa no traiciona…
Con respecto a "Locas Causalidades del Destino" sigue en edición, OBVIO jaja. Es más! El capítulo 9 ya está escrito pero necesito darle una revisada más y listo! Será publicado.
Espero sus opiniones al respecto, serán todas bien recibidas! Nos estamos leyendo.
¡Saludos gente linda!
