Notas: Hetalia y los personajes de Latin Hetalia, no me pertenecen.

Esta historia contiene Yahoi & Fluff. También uso los nombres humanos: Sebastián Artigas (Uruguay) y Luciano Da Silva (Brasil). Y es un poco bizarro (?)

Sebastián se encontraba bajo la sombra de un árbol, en su patio. Con la espalda apoyada contra el tronco, un mate en sus manos, y observando tranquilamente como las aves típicas de su país cantaban alegremente, antes de que el sol se ocultara y la soleada tarde de aquel domingo terminara.

Era una tarde muy bonita.

Unas suaves pisadas que se acercaban al uruguayo alertaron a este último acerca de que no se encontraba solo. Posó los ojos color miel sobre la inesperada visita y sonrió levemente.

El otro, sonrió aún más, mostrando sus dientes blancos que contrastaban contra la piel morena. Avanzó hasta donde se encontraba el uruguayo y se sentó a su lado. El rubio se movió un poco, dejándole un poco del tronco del árbol para usar de respaldo.

Se quedaron en silencio, y ninguno de los dos decía nada. Sólo admiraban el paisaje de la casa del uruguayo.

El brasilero le pasó un brazo por los hombros, atrayendo al rubio más contra él. El de ojos miel se limitó a apoyar la cabeza contra el hombro de Brasil y llevarse el mate a la boca.

Ambos estaban más que acostumbrados a la compañía del otro. Era normal que el otro se presentara sin avisar a visitar al otro. Llevaban así un tiempo, desde que "andaban" (En palabras de Argentina).

Cuando Uruguay se dignó a despegar el mate de sus labios, Brasil lo tomó del mentón suavemente y unió sus labios con los del uruguayo. Fue un beso pequeño, pero el morocho pudo sentir la cavidad bastante cálida y un poco amarga, a causa del mate.

Sebastián se separó un poco de Luciano. El último sonrió nuevamente. Incluso el rubio dejó escapar una sonrisa. La alegría del brasilero era contagiosa. Apoyó el mate en el suelo, y con las manos libres rodeó el cuello de Luciano. Este último trasladó las manos hasta la cintura de Uruguay, y volvió a juntar los labios, esta vez profundizando un poco más el beso.

Se quedaron así un rato, besándose lenta pero apasionadamente. Llegado cierto punto, el brasilero sonrió maliciosamente contra los labios del uruguayo. Sebastián se extrañó un poco, juraría que Luciano planeaba algo.

Dicho y hecho, Brasil se separó un poco de Uruguay, aunque sin dejar de abrazarlo. El rubio lo miró de forma sospechosa, y el brasilero, sin quitar la sonrisa de su rostro, llevó los labios al cuello del rubio. Éste se estremeció un poco al sentir el cálido aliento de Brasil contra esa zona tan sensible de su cuerpo. Un cosquilleo nervioso le invadió el estómago.

El de ojos color chocolate comenzó a besar el cuello del uruguayo, pero luego mordió y hasta succionó esa parte durante un rato.

Y al terminar, Sebastián frunció el ceño. No hacía falta mirarse al espejo para saber que Luciano le había dejado un chupetón. Y Brasil sonrió, mirándolo a los ojos y diciendo con esa sonrisa tan característica de él:

-Para que sepan que eres mío~

Y Uruguay se sonroja, mientras revuelve los suaves cabellos oscuros de aquél hombre tan importante para él.