Hola a todos, en comemoración al mes de los muertos, Hallowen o lo que celebren les traemos una gran historia de suspenso, fantasmas y misterios. OK sólo una historia un poco extraña. El exceso de soda, y un poco de insomnio (provocado por un maraton del horror) me dieron la idea.

¿De qué va la historia? La mansión de los Ceresos siempre fue el lugar más mágico y hermoso para Michiru así que el día en que no hizo su tarea no le parece tan mal inventar una gran historia sobre su mansión favorita, pero qué pasa cuando se da cuenta que la Mansión no está embrujada y lo más tétrico que posee es el costo. Ahora debe encontrar un fantasma y quizá en su lugar encuentre el amor. Una hermosa historia que nos enseñará sobre la honestidad, las consecuencias de mentir y los fantasmas del caño.

"La Mansión de los Cerezos"

Un nuevo rayo de sol que ilumina la existencia humana, un nuevo día en nuestras vidas y la marcha del tiempo continúa su largo trayecto dejando estragos sobre nuestra existencia. Amanece, anochece, se vive, se muere. Y la vida en sí es sólo un largo peregrinar en busca de un sueño final. Y mi vida era así, vivir intensamente y sentir sólo por buscar existir, eso hasta esa fría mañana.

No recuerdo el día en que la conocí, n siquiera sé cuánto tiempo ha pasado de aquel día pero sí puedo detallar ese momento pues me perdí en sus ojos verdes encontrando la gloria de los privilegiados que aman. Cada instante de ese primer encuentro aún está grabado en mi memoria con tal precisión que me parece fue ayer y es que sus ojos tienen ese poder. Y me rió de pensar lo que una mujer, la mirada de una mujer puede causar.

Como dije mi vida era común, nada memorable había en mi existir, sólo era una jovencita más. Era un día nublado, hacía frío y yo tenía que entregar un reporte sobre las tradiciones de la muerte. A pesar que ese informe lo habían dejado desde el mes pasado yo no tenía nada hecho, la verdad es que era un poco perezosa para el colegio y esa mañana estaba preocupada pues a una hora de iniciar la clase sólo tenía en la hoja escrito el título y mi nombre: Michiru Kaioh.

"Esta vez sí la enfadarás" se rió mi amiga de mí "Es la quinta vez en el mes"

Sí pero tuve tanto qué hacer. Cuando la profesora pidió la tarea era evidente que yo de nueva cuenta no la tenía, así que comencé a inventar, mentir me salía tan bien. Pero ella estaba cansada de las mismas tonterías que esta vez ya no me daría otra oportunidad

"De verdad la dejé en casa de mi abuelita… Es más puedo contarle sobre qué es mi informe"

"¿De verdad?" preguntaron la profesora y mi amiga a coro

"De verdad" confirmé algo molesta

No me tomó mucho pensar un buen tema, cosa que si hubiera hecho hacía un mes no me tendría en ese problema. Como pude relaté mi informe y la exhaustiva investigación que hice a una de las casas más antiguas de la ciudad, esa que tanto me gustaba. Se trataba de la Mansión de los Cerezos, así la llamábamos todos por la cantidad de cerezos que allí había. Era un dulce aroma el que esos árboles despedían, en primavera podíamos ver los árboles tupidos de flores blancas. Parecía el edén y por la magia que yo sentía allí creí que debía estar embrujada o por lo menos tener una gran historia.

"Está bien" sonrió la mujer "El lunes sin falta quiero ese informe"

Y yo sonreír, acaba de librarme de un gran castigo y que mi padre enfureciera. Cuando el día terminó me di cuenta que no sería tan sencillo entregar lo que dije que tenía listo ¿Cómo iba a terminar? Fui a la famosa casa, su construcción no era hermosa ni mucho menos interesante, de hecho ni siquiera tenía historia ¡Era mejor lo que yo inventé! Esa historia de una rica familia que cayó en desgracia, un marido asesino, una esposa muerta por celos y un amante que escapó por la ventana. Sí, mi historia era mejor.

"La última familia que ocupó la casa fue" pensó un rato el hombre al que interrogaba "Los Ligan… buenas personas…"

"Y se mudaron porque…" estaba encantada ahora vendría el misterio y el secreto que esos cerezos guardaban para intrépidos como yo

"Se mudaron dos cuadras adelante por las goteras… es una casona vieja que no tiene remedio y la dueña no ha podido venderla porque es muy tacaña y pide demasiado por una propiedad inservible" Y mi decepción se dejó ver de inmediato ¡Cómo iba a respaldar mi cuento de horror! Claro podría decir que la tubería estaba hechizada… ¡El fantasma del Caño! No, debía apegarme a la historia original o despedirme de mi existencia. Además, quién se atemorizaría de un fantasma con tan ridículo nombre.

Tal vez si conseguía unas fotos de la casa de noche, un poco de mi inventiva y otro tanto de falsificación podría respaldar mi mentira. Mi amiga sugirió que era tiempo de confesar

"¿Te costará mucho decir que no la hiciste? Cada que intentas librarte de un castigo te hundes más y terminas en peores problemas… Aún es tiempo, ve a casa de la profesora y dile la verdad…"

"¿Y arriesgarme que llame a mi padre?" él era un hombre muy severo y duro, sobretodo desde que murió mamá, a veces creo que se siente tan frustrado y culpable que no encuentra cómo liberarse de su ira irracional. No, no podía arriesgarme "Si lo piensas no es tan difícil…" le dije

"Como quieras" y riendo se marchó dejándome a mi suerte

Escapé esa tarde de casa, iría a pasar una encantadora velada en la vieja casa y tal vez pudiera salir airosa del lío. No fue difícil entrar a la mansión, como dijo el vigilante la propiedad se caía a pedazos. Esperé durante largas horas por una aparición, un ruido anormal, cualquier cosa que me diera luz pero nada sucedió, el fantasma del Caño seguro se desmayó por el olor. El cansancio me venció y me quedé dormida.

Durante mi sueño mi conciencia salió a flote, soñé con ese fatal lunes, cómo ya no pude sostener mi mentira y mi padre enfurecido me castigaba de por vida, sin contar que mi profesora me reprobaba y como en toda pesadilla, descubría que estaba desnuda en medio de un examen final para el cual no estudié. Desperté agitada y temblando. Salí a tomar un poco de aire y a cerciorarme que nadie hubiera notado había traspasado propiedad ajena.

La noche era muy hermosa, tan tibia, tan suave. El viento me dedicó una caricia. Cerré los ojos y comencé a meditar sobre el cómo llevaba mi patética existencia. No pude pensar mucho pues un ruido me hizo sobresaltarme. El ruido provenía del traspatio, fui hasta allá y vi que una pequeña luz se encendía en lo alto de lo que parecía la casita de un árbol

"¡Un fantasma!" grité realmente emocionada. Volví a la casa por mi cámara y regresé al sitio. Debo admitir que le tenía más terror a mi padre que a un muerto, así que no me importó el pavor que sentía a las alturas pues pesaba más lo que me esperaría si no llevaba ese informe. Trepé a gran velocidad y con la agilidad que sólo la adrenalina te puede brindar llegué allí sana y salva.

Por fin estaba en la cima, apreté el botón de la cámara tantas veces como pude hasta que una pequeña vocecita me hizo caer en al cuenta que los fantasmas no eran cosa de risa.

"¡El fantasma del Caño!" grité aterrada. Vi con horror que no se trataba de un muerto sino un muchacho vago que usaba aquel sitio de refugio.

"¿Qué haces niña?" tartamudeaba el pobre chico arrinconado por mi sorpresivo asalto.

"Creí eras un fantasma" dije decepcionada

"Lamento no ser el fantasma del caño" a pesar que tartamudeaba nervioso notaba en sus gestos un dejo de burla que me enfadó.

Estaba por bajarme y volver a la casa cuando noté la altura a la que me hallaba, me mareé y casi caigo pero el muchacho me jaló con fuerza para ponerme a salvo. Pensé en todas las tontería que uno hace por salvar la vida, tantas que terminas poniéndote en un peligro peor.

"¿Te ayudo a bajar?" sonrió él

"Por favor"

"¿Y no tienes un poco de comida en tu casa?" miró la destartalada mansión

"No ni doy caridad… ahora bájame"

"Qué mandona" se rió pero me ayudó

Cuando estaba por fin a bajo pude contemplarlo mejor. Su rostro era muy dulce, tenía el cabello rubio corto y desaliñado, él estaba muy sucio, su ropa se veía vieja y desgastada. Tenía una pequeña herida en la ceja derecha y constantemente soplaba a sus manos

"¿Tienes frío?" pregunté observando sus labios azulosos

"Sí, siempre tengo frío" me sonrió

"Ven… Traje algo de comer y un poco de té…"

Él me obedeció. Debí estar loca pues podía tratarse de un loco, o un asesino, pero ese rostro tan angelical me decía que no me haría ningún mal. Nos sentamos uno frente al otro, le di un poco de té y me sentí nerviosa ¿Y si me hacía algo? Como expliqué anteriormente el temor a mi padre me hacía realizar más tonterías de las debidas. Sólo que había algo diferente en mi nerviosismo, no había temor, había… había ¿Atracción?

"¿Y no sabes si la casa está embrujada?" pregunté buscando deshacerme de mis ridículas conjeturas

"No" se rió alegremente "Claro que no, es una casa vieja y punto… vengo muy seguido aquí y nunca he visto un solo fantasma… lo más especial son los cerezos"

"Entonces estoy muerta" susurré y él me miró intrigado "Me refiero a que…" meneé la cabeza "Debí hacer un informe sobre la muerte, se suponía que escogeríamos una cultura y luego contaríamos algo sobre la muerte y yo no hice nada… Creí que esta casa sería tétrica y con un secreto oscuro…"

"De eso nada" se rió alegremente "Todos lo saben… aquí no hay casas embrujadas"

"Pues yo no lo sabía" gruñí molesta. Y ahora entendía por qué mi profesora me dio otra oportunidad, porque sabía yo no llevaría nada para el lunes

Mientra le platicaba sobre mi mentira mi mirada se topó con la de él. Me perdí en sus ojos, en esas perlas hermosas que parecían un mar de ensueño, no podía ver mi reflejo en ellos, no podía sentir, sólo estaba a la deriva en un mundo ficticio. No supe más de mí hasta el otro día que desperté sola en medio de esa casa vacía. Por un segundo me pareció había sido una pesadilla, pero con horror descubrí que había dos tazas de té servidas.

"Yuri" grité en la puerta de la casa de mi amiga "Yuri" ella por fin salió, soñolienta y algo irritada por mi presencia, dijo algo sobre la hora pero yo no tenía tiempo de escuchar sus reclamos ¡La casa estaba embrujada!

"O tú loca… Pudo ser un vagabundo y punto"

"Pero desapareció y no se llevó mis cosas y… y… ¡Está embrujada! Ahora sólo debemos descubrir cómo murió…"

"Hasta el lunes Michiru" me dijo regresando a su casa

"¿No vas a ayudarme?"

"No niña… ya es hora que aprendas la lección… y esa es ser responsable" agitó la mano para despedirse y me dejó sola con mi fantasma y mi suerte

Fui a la biblioteca y busqué información pero todo parecía estar en mi contra esa mañana. Cansada decidí buscar asesinatos y cuál fue mi sorpresa al descubrir que nuestra pequeña ciudad era más aburrida y común que cualquiera del país.

"Asesinato por robo, homicidio involuntario" leí "Tonterías, más tonterías"

"¿Qué buscas?" la voz de mi profesor de arte me asustó "¿Asesinatos? ¿No es muy pronto para Hallowen?"

"Es para una tarea" expliqué lacónicamente

Él era un hombre muy guapo y dado que era el único profesor joven de la escuela siempre tenía a mis compañeras detrás de él, maravilladas por cada palabra que de su boca salía, cualquier acto o movimiento bastaba para emitir un suspiro. Por desgracia a mí esas cosas no me interesaban.

"¿La Mansión de los Cerezos?" se rió a carcajadas "Esa casa no tiene nada de extraño, a menos que esa anciana avara cuente"

"¡Hay un fantasma!" me volteé y seguí con mi investigación, después de todo qué otra explicación tendría a lo que me sucedió

"Tensión" respondió él "Es tensión Mcihiru"

"Es un fantasma" bramé molesta y media biblioteca volteó "lo siento profesor Shiro"

"Estás muy irritable esta mañana" me dijo dedicándome una encantadora sonrisa "Deja te ayudo" tomó un par de libros "¿Y si escoges otra casa? Yo me sé muchas leyendas sabes…"

"No" lo interrumpí con brusquedad, definitivamente mi respeto por él esa mañana no existía "Es que" me mordí el labio "ya casi termino y… y echaría a la borda mi trabajo de un mes…" mentí

"Como quieras"

Volví a medio día, buscaría una seña de ese fantasma. Entré a la casa y recorrí las habitaciones. Aunque la propiedad era muy grande, no había mucho qué buscar pues la casa estaba completamente vacía. Resignada decidí que era tiempo de admitir mi grave error. Entonces escuché un pequeño ruido y de inmediato bajé llevando la cámara.

"¿Me tomarás más fotos?" sonrió el muchacho rubio

"¿Qué haces aquí?" bramé molesta "¡Eres un fantasma y no lo niegues más!"

"¿Yo?" se rió de mí, tanto que me dio rabia "No, no soy el fantasma del Caño. Vine por las galletas que te robé" mostró la prueba de su delito "Si fuera un fantasma no tendría hambre ¿No lo crees?"

A la luz del día él se veía diferente, su piel tenía un color pálido que más que por una muerte denotaba enfermedad, estaba muy delgado y por su tos supuse sólo enfermo. Emitió un suspiro y le obsequié mi emparedado.

"Ayer te veías muy cansada" me decía con la boca llena "Y hoy te ves mal…"

"Estoy tensa" contesté con indiferencia

"Oh no" se levantó espantado "mira la hora… mi padre me matará" gritó y salió huyendo por la ventana

Estaba por hacer lo mismo cuando oí voces en el exterior. Era la policía y yo no tuve más opciones que esconderme. Subí a las habitaciones y me quedé dentro de un clóset rogando por no ser descubierta.

"Aquí esta la intrusa" sonrió el policía observando mi rostro asustado "Vamos niña, sal de allí"

Expliqué por largas horas que yo no era quien rondaba esos sitios y que era la primera vez que me colaba dentro de la casa, cierto que nos gustaba a mis amigos y a mí robarnos las cerezas pero no creía eso fuera un crimen. Hasta le dije que tenía una foto del culpable pero cuando me pidieron la cámara me di cuenta que la había perdido

"Como siempre" bramó mi padre enfurecido "Tienes pruebas en una cámara que te robaron… Michiru deja de mentir"

"No he sido yo"

"Este reporte lo tenemos desde hace dos meses" y por casualidad coincidía con el trabajo nuevo de mi padre por las noches "Los vecinos han dicho que aumentó la actividad en la casa, ruidos, música, voces, luces que se apagan y se enciende… ¿es una broma niña?"

"No es eso" dije entre dientes pero tal parecía que nadie me creería

"Y perdiste mi cámara" bramó mi padre "¿Tienes idea cuánto cuesta?"

"No papá"

"Es mejor que ponga en cintura a su hija" finalizó el hombre "Por esta vez la dejaré ir pero es mejor termine con sus jueguitos"

Al llegar a casa mi padre me miró con ira, no sólo me arrestó la policía por allanamiento de morada sino que aparte creían que yo lo había hecho por dos meses, y claro rematemos con perder una costosa cámara que mi padre pensaba empeñar esa semana

"¡Ya estoy harto!" se quitó el cinto y yo vi mi corta vida pasar ante mí. Cerré los ojos y esperé pero nada sucedió "No quiero castigarte, no quiero pegarte pero parece que no tienes remedio ¿Acaso eres un animalito para sólo entender a golpes?"

"No lo creo" sonreí y es que de verdad la violencia no funciona. Ya había perdido la cuenta de todas las veces que mi padre me pegó y aunque no puedo negar lo merecía nunca funcionó, no mejoré.

"No saldrás por un mes, no diversiones, no televisión, no nada que sea que te guste hacer"

"Me gusta ir a la escuela" y al ver sus ojos llameando me hundí en el sillón "Esta bien, no"

"Una más Michiru, una más y vas a conocerme enojado"

¿Una más? Eso quería decir que si lo llamaba de la escuela yo no tendría más salvación y recibiría la tunda que desde hacía dos semana bien me merecía. Necesitaba un fantasma urgentemente, o por lo menos una forma de salir airosa de tal lío. Así que pensé que lo mejor era ir esa misma tarde a casa de mi profesora y confesar mi delito, tal vez si lloraba mucho ella se apiadaría de mí y dejaría pasarlo como había hecho el último mes con todas mis tonterías.

Notas:

Se aceptan toda clase de comentarios. Hasta pronto