¡Hola!^^

Desde hace mucho tiempo quería escribir esta historia así que estoy muy emocionada ahora que por fin la empecé; de hecho hay una historia personal con este fic que ya les contaré más adelante, si les gusta esta este fic, puede que lo que les voy a decir les agrade.

Espero de verdad que les guste. n.n

La saga Cazadores de Sombras pertenece a Cassandra Clare, yo solo adoro y utilizo a sus personajes.


Encuentros en el Dumort

-¿Me podrías repetir por qué demonios tengo que ir yo solo al Dumort?- Le decía Alec a su hermano menor mientras este se reía al ver la cara que el ojiazul tenía.

-Te lo he estado repitiendo desde ayer. Izzy tiene una cita con el chupasangre y yo tengo una con Clary.- Le dijo por sexta vez el rubio cruzando sus brazos detrás de la nuca. Estaba recostado en la cama de Alec con la espalda recargada en la cabecera mirando a su hermano que parecía estar a punto de echar humo.

-¿Y a ti quién te dijo que yo no tengo una?

-Si tomamos en cuenta que te la pasas lloriqueando desde que tú y Magnus terminaron, no creo que la tengas.- Le respondió despreocupado hasta que vio la cara que el morocho ponía. –Me refiero a que… eh… tú no eres de andar con cualquiera. Si estuvieras saliendo con alguien nuevo lo sabría.-Trató de corregirse.

-Claro… como digas...-Sabía que su hermano había tenido algo de razón en lo que dijo. Ya habían pasado dos semanas desde su ruptura con Magnus y todavía no podía dejar de llamarlo solo para poder escuchar su voz en la contestadora.

-Además a mi me va a tocar ir mañana con la manada de Luke.

-Bien sabes que eso no es nada comparado con que me manden solo con el clan de Santiago. En cualquier caso, no tiene que ser hoy, ¿por qué no solo vamos mañana?

-Porque en realidad si tiene que ser hoy, se suponía que lo haríamos ayer pero como tardamos demasiado en la Corte Seeli ya no pudimos llegar.

-Querrás decir que tardaste demasiado- recalcó Alec- no sé qué necesidad tenías de quedarte a ver el baile, a veces de veras siento que haces esas cosas solo para fastidiar.

-Bien sabes que no es eso- le respondió mosqueado Jace. –Estaba investigando. Quería ver si encontraba algo.

-¿Qué cosa?

-Ya nada. Igual no lo encontré. –Le respondió al tiempo que se levantaba de la cama para ir a su habitación.

Las últimas semanas habían sido muy difíciles para todos. Desde el mensaje que Sebastián había dejado en la biblioteca del Instituto, no había ocurrido gran cosa, pero todos se sentían constantemente estresados y alerta a sabiendas de que en cualquier momento podía desatarse una batalla con los cazadores oscuros de Sebastián.

Estaban en semejante estado de alerta que les habían mandado a avisar del peligro a todos los subterráneos de la ciudad. Pero con Izzy muy entretenida en su ahora oficial relación con Simón, y Jace que no se podría decir que fuera muy bien visto por el clan, no podían acompañarlo. Quizás Clary iría si se lo pidiera pero con lo mal que había estado Jace los últimos meses prefería dejarlo darse un tiempo al lado de su novia.

-Solo cuídate de las mordidas- Jace le guiñó el ojo divertido y salió de la habitación.


Alec recorría con paso lento las calles de Nueva York. En noches como esas no soportaba a su familia. Sabía que no debía tomarse esas cosas tan enserio, pero simplemente había momentos en los que sentía que no podía con ellos.

No estaba seguro de qué era lo que lo tenía más susceptible de lo normal, si era todo el asunto de Sebastián y los cazadores oscuros, el saber todo por lo que su hermano había sufrido recientemente o el término de su relación con su amado brujo. Algo le decía que era más que nada por esta última. Era simplemente imposible. Después de todo lo que habían pasado, de todo a lo que él se tuvo que enfrentar, todos los desplantes, burlas y malas caras que le recordaban lo indeseable que le resultaba a la gente a su alrededor su orientación sexual… y sus gustos a la hora de escoger pareja.

Si había aguantado todo el remedo de Romeo y Julieta en el que se convirtió su vida desde el momento en que aceptó abiertamente su relación, había sido por él. Y todo eso ¿para qué? Para nada. Para que su Romeo -¿o tal vez su Julieta?- le sirviera él mismo su veneno y lo dejara sentir cómo moría mientras su corazón se hacía pedazos.

Se suponía que él había tenido la culpa de su rompimiento, y sin embargo no podía dejar de sentirse traicionado. En el fondo sentía que no todo era su culpa, y no sabía si era porque realmente tenía algo que culparle a Magnus o si era solo porque no podía digerir el hecho de que lo hubiera dejado así nada más.

¿Era normal sentirse así de mal tras un rompimiento? Ya que Magnus había sido su primer novio no tenía idea de qué se suponía que debía sentir, ni cuanto tiempo duraría. Esperaba que no mucho. Casi le parecía ridículo pasarse las noches queriendo llorar por culpa de un exnovio siendo que tenían por delante una guerra que estaba a punto de desatarse. No se había permitido llorar por él, pero no soportaba sentirse tan débil. Él era un nefilim, no había motivo para que una pérdida, sobre todo la de un subterráneo, le afectara tanto. O al menos eso le habían dicho toda su vida. Pero es que no era que se hubiera muerto, ni la vida ni el destino los separó, fue él. Él fue él quien decidió alejarlo para siempre. Eso era lo peor de todo.

Observó el antiguo hotel Dumort alzarse frente a él al final de la calle. Traía bajo el brazo algunos papeles que debería entregarle a Raphael Santiago y algunos otros que él tendría que firmar. Casi parecía una broma que estuvieran haciendo eso, pero con un lunático a punto de entrar en batalla, la Clave había decidido tomar todas las medidas necesarias para que no se les sumara algún problema con algún grupo de subterráneos que pudieran aprovechar el momento de debilidad.

Básicamente tenían que informarles del problema y dejar el punto más importante bien claro: mientras se mantuvieran al margen, los Cazadores de sombras garantizaban su seguridad, si se aliaban con Sebastián, eran enemigos declarados y los asesinarían a la primera oportunidad.

Ya más de uno les había tirado los papeles en la cara y había estado a punto de ceder a sus deseos de arrancarles la cabeza, pero la –ya conocida- violenta y mortífera elocuencia de Jace había terminado convenciéndolos.

Llegó al frente del Dumort y se detuvo. Siempre se tomaba sus precauciones cuando realizaba cualquier misión que le asignaran. Si cada uno de sus hermanos llevara un papel en la familia, podía decirse que el suyo era mantenerse alejado de cualquier peligro innecesario, aunque claro, cuando tu parabatai busca ese peligro innecesario para usarlo como mero entretenimiento, la cosa ya no va tan bien.

En parte se alegró de que Jace no lo hubiera acompañado. Si él hubiera estado aquí, ya se habría lanzado por una ventana y cien vampiros les hubieran caído encima. En realidad bien habrían podido ser quinientos y Alec sabía que Jace, con todas sus habilidades, habría podido con ellos.

Pero él no era Jace, y no tenía la sangre de ángel extra que le aseguraba una victoria en cualquier pelea. Así que se acercó a la puerta y decidió solo tocar el timbre sintiéndose como un patético mundano.

Resonó el sonido de unas campanadas desde adentro del hotel, y esperó.

Con su mano derecha palmeó el costado de su chaqueta para asegurarse de que sus cuchillos serafín estuvieran ahí. Estaba preparado para cualquier cosa. Ni con todo el contacto que había tenido últimamente con subterráneos se fiaba de los chupasangres.

Unos segundos después las puertas de hotel se abrieron. Esperó a que alguien saliera pero no fue así.

-Ehm… ¿hola?- Llamó no esperando realmente que alguien respondiera. Debían pensar que era un estúpido si creían que iba a entrar al hotel estando solo. Ese era su territorio, una vez adentro, nada los detenía de matarlo.

-Necesito hablar con Raphael Santiago- Se asomó un poco más hacia adentro del hotel.

-¿Y acaso el pequeño nefilim tiene miedo de entrar a hacerlo?- Alec dio un pequeño salto por la sorpresa. Se dio la vuelta y frente a él estaba una chica. Tenía rasgos asiáticos y cabello azul, y la piel tan pálida que la hacía parecer estar muerta. O más bien, que demostraba que estaba muerta.

Alec se recuperó rápido de la sorpresa y habló firmemente. –La Clave me envía, necesito darle información a tu líder, ¿podrías hacer que salga?

La vampiresa entornó los ojos. -¿Te parece que voy a seguir órdenes de un nefilim en nuestro propio territorio?

-No te lo estoy ordenando, solo te lo pido. En cualquier caso, igual sí tienen que seguir nuestras órdenes ¿te recuerdo los acuerdos?

-Esas son solo idioteces para evitar que nos matemos entre nosotros. No tengo porque permitirte hablar con nuestro líder, cazador de sombras.

-¿Me lo vas a negar entonces? Lo que tengo que decirle es más beneficioso para ustedes que para nosotros, créeme.

-Tratándose de la Clave nunca es más beneficioso para nosotros.- Dijo encaminándose dentro del hotel.- ¿Vas a venir o no?

Alec la maldijo en su mente y entró al hotel. Esperaba que por lo menos estando con ella no lo atacaran de inmediato.

Pasaron por el recibidor del hotel y Alec podría jurar que sintió varios ojos sobre él aunque no pudo ver a nadie. Los demás debían de estar escondidos. No estaba seguro de si eso lo hacía sentir más confiado o más alerta.

Pasaron por una puerta que quedaba debajo de donde debería de haber estado alguna vez la escalera principal y entraron por una puerta. El ojiazul intentaba memorizar todos los pasillos y las puertas por las que pasaron antes de llegar a un pequeño cubículo donde había unas escaleras.

-Son las escaleras de servicio-explicó Lily- decidimos mantenerlas por las visitas que podamos tener.

Le hizo señas a Alec y él empezó a subir detrás de ella. Recordaba que Jace le había contado de estas escaleras cuando le habló de la noche en que fueron a rescatar a Simón. Había dicho que habían tablas de madera por todos lados y que parecían estar a punto de romperse mientras escapaban y así era exactamente como éstas lucían.

Casi podía ver a Jace corriendo escalones arriba con Clary del brazo intentando salvarlos a los dos. A veces no entendía cómo era que se metía en esas cosas sin importarle nada. Suponía que ese era el lado bueno de su relación con Clary, desde que estaba con ella era más cuidadoso, no porque le hubiera empezado a importar su vida, sino porque le importaba la de ella.

Subieron lo que parecieron once pisos antes de que Lily se detuviera frente a una puerta y entrara por ella. Alec salió también y llegaron a un pasillo como los que ya habían recorrido. Doblaron a la izquierda y llegaron a otro pasillo más ancho y con menos puertas. Había una doble en medio del corredor que tenía a dos vampiros custodiándola a cada lado. Se detuvieron frente a ellos.

-¿Saben si Raphael ya se desocupó?

-No, el brujo sigue hablando con él.

¿Brujo?

-¿Quién es ese Lily?- El vampiro miró a Alec con recelo.

-Un nefilim. Quiere hablar con Raphael.

Ambos vampiros se miraron y después miraron a Alec un poco amenazantes.

-Raphael ya lleva más de una hora con él, le voy a avisar que quieren hablar con él.- Miró a Alec- Quédate aquí.

Lily entró por las puertas dejando a Alec solo con los dos vampiros. Uno de ellos era rubio y tenía un arete en la oreja, si no mal recordaba Jace le había dicho que su nombre era Jacob. El otro tenía el cabello y los ojos negros y un collar de pinchos alrededor del cuello. Ambos miraron a Alec incomodándolo los dos minutos que tardó Lily en regresar.

-Entra- Le dijo y dio la vuelta de regreso a la sala.

Alec enseguida fue tras ella y se quedó congelado unos cuantos pasos más allá de la puerta. En la orilla de la habitación, frente a él, estaba Raphael Santiago recargado en un escritorio con los brazos cruzados cómodamente en su pecho y frente a él se hallaba nada menos que Magnus Bane.

Él y Raphael habían estado hablando hasta el momento en el que Alec cruzó la puerta y se quedaron callados.

Magnus le había dirigido una mirada de sorpresa cuando lo vio, pero ahora lo miraba serio, casi con frialdad. Alec sintió que se le partía de nuevo el corazón.

-Entonces- dijo Raphael regresando su atención al brujo, su tono era serio mientras hablaba- te agradezco que hallas venido Bane. Te enviaré mi pago esta semana con uno de mis vampiros.

-Haré una fiesta el viernes- dijo Magnus intentando recuperar su tono normal- envíamelo ese día.

Raphael lo miró con aburrimiento elevando los ojos- Bien, así será entonces. –Miró a Lily.- Lily, acompaña al señor Bane afuera.

La chica asintió con la cabeza y le hizo señas a Magnus para que la siguiera.

-Hasta luego Raphael.

-Nos veremos luego brujo.

Magnus pasó junto a Alec sin mirarlo y él tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no tirársele encima y besarlo. Sentía como si una fuerza imaginaria lo estuviera jalando hacia el ojiverde, pero se contuvo. Quería hablar con él y arreglar las cosas, pero Magnus no quería ni verlo.

Salieron y cerraron las puertas tras ellos. Alec se quedó solo con el líder del clan y nadie dijo nada mientras Raphael lo miraba serio con una ceja alzada hasta que por fin le preguntó:

-¿Y bien?- Lo miraba con frialdad-¿A qué has venido, nefilim?

Entonces Alec recordó para qué estaba allí y le mostró los papeles en sus manos.

-Vengo por parte de la clave, hay una información de la que necesitamos que tu y los tuyos estén al tanto.

-"Tu y los tuyos"- Raphael sonrió con sorna- Siempre haciendo divisiones, ¿no es así, nefilim?- Resaltó con asco la última palabra.

Alec no le hizo caso. Le pasó los papeles y Raphael los tomó.

-¿Es enserio?- se burló Raphael- ¿Me estas dando panfletos?

-Es el único modo que tenemos de ver que todos estén enterados de la situación por la que estamos pasando.

-¿Jamás has escuchado que los rumores vuelan en el submundo, Lightwood?

-Eso no basta. Necesitamos que todos conozcan la posición que tiene la clave en esto, no queremos malos entendidos.

-¿Y tú crees que no los habrá si les dices que cualquiera que decida apoyar al hijo de Valentine será asesinado?- Preguntó leyendo los papeles.

-Es solo precaución.- Le pasó más hojas- y necesito que por favor firmes esto.

Raphael le dirigió una mirada.- ¿Para qué?

-Solo para que quede constancia de que tú y tu clan están enterados de todo y están de acuerdo.

-No me digas, ¿y si no estuviera de acuerdo? Imagino que la tu preciosa clave me mataría, ¿me equivoco?

Alec se sintió un poco culpable sobre el asunto. Era cierto que la clave a veces se equivocaba con sus métodos. -No, eso es lo que van a hacer con todo aquel que no acepte el tratado de paz.

-Tratado de paz… bonito nombre le pusieron a algo que nos obliga a quedarnos indefensos en medio de un ataque. ¿Se supone que nuestra parcialidad en esta guerra suponga alguna ventaja para nosotros?

Alec se mostró avergonzado- No realmente. Solo les garantiza que nosotros tampoco los atacaremos.

-¿Y si el hijo de Valentine nos ataca?

-Siempre ha sido parte de los acuerdos que mientras haya paz entre nosotros los defenderemos en ese tipo de ataques.

-Y tú sabes tan bien como yo que los acuerdos nunca se han cumplido como deberían.

-Por lo menos nos ayudan a tener algo de paz. Es mejor que nada.

-Mejor para ustedes, querrás decir. Cuando esto haya acabado y la clave haya sido eliminada nosotros vamos a estar en total libertad como no lo hemos estado en años.- Le devolvió los papeles con una sonrisa.

Alec sólo lo miró.- Gracias por tu tiempo, me retiro.- Empezó a avanzar a la salida pero la voz de Raphael lo detuvo.

-Espera un momento, nefilim.

Raphael entrecerró los ojos.- Tu y el brujo… ¿Están peleados?

Alec se quedó sorprendido, no esperaba esa pregunta.- ¿Por qué preguntas eso?-preguntó confuso. No entendía a él qué podía importarle su relación con Magnus.

-Porque necesito hablar de un tema contigo, pero necesito saber que no le hablarás de ello a Bane.

-¿Sobre qué quieres hablar?

-Sobre la muerte de Camille Belcourt.

-¿Por qué quieres hablar de eso conmigo?

-Por que tú fuiste la primera persona que se enteró de su muerte.

Alec se sorprendió.- ¿Cómo sabes eso?

-Ya te lo dije, Lightwood, los rumores se esparcen por el submundo como agua.- Alec lo miró con desconfianza.- Te recuerdo que los vampiros solo salimos de noche, somos los primeros en enterarnos de todo.

-¿Y qué podría preocuparte que le dijera yo a Magnus sobre eso?

-Todavía no lo sabe, me encargué de parar la noticia, no me conviene que nadie se entere.

El ojiazul sintió curiosidad por eso -¿Por qué?

Raphael solo lo miró- Asuntos políticos.

-Uno no habla de ese tipo de cosas así nada mas Santiago, creo que lo sabes.

-Te deberé una si me dices lo que necesito saber, y yo siempre pago lo que debo.

-¿Por qué me importaría que me debieras algo?

-Uno nunca sabe cuándo va a necesitar un favor del líder del clan de vampiros.

-Bueno, ¿qué quieres saber?

-Necesito estar bien seguro de quién fue quien mató a Camille. ¿Es cierto lo que dicen? ¿Qué fue la niña? ¿Maureen?

-Si, fue ella. Estaba en el túnel donde la mató esa noche y ella misma me lo dijo.- Alec se quedó pensando un momento- Ella se lo tomó casi como un juego, le agrada la idea de ser la líder del clan, pero… no lo es ¿o si? ¿Tú ya eras líder antes de que la mataran?, entonces… realmente su muerte fue en vano, no sirvió de nada.

-Estoy seguro de que tú quedaste más que complacido con eso.- Dijo Raphael con sarcasmo.

Alec se sonrojó.- ¿Es todo lo que querías saber?

-No.- Raphael lo miró más serio- Quiero saber qué más te dijo esa noche, hablo contigo ¿no? ¿Te dijo algo importante?

-Nada realmente.

-Pero fue intencionado ¿cierto? Lo que ella quiere es ser líder del clan.

-Si, quiere mandar al clan.

-¿Nadie le pidió que lo hiciera?

-¿Quién querría hacerlo? Dudo que haya alguien lo suficientemente estúpido.

Raphael se quedó callado. –Eso es todo, nefilim. Puedes retirarte.

Cuando Alec se giró de espaldas, Elliot ya estaba junto a él listo para escoltarlo a la salida. Volteó la cabeza hacia atrás y vio que Raphael ya no estaba en la habitación. Guardó en su chaqueta los papeles y siguió a Elliot fuera del hotel.


Los hermanos Lightwood estaban en la cocina cenando comida que Jace había traído de Takis que había recogido de regreso de su cita con Clary. Izzy discutía con él por haber traído pura comida grasosa, estaba decidida a que lo que él quería era hacer que engordara para que Cary pudiera verse mejor que ella.

Alec había estado pensando en lo que Raphael le preguntó. Le sonó un poco extraño en el momento el que pensara que Maureen habría podido estar siguiendo órdenes cuando mató a Camille, pero después de pensárselo bien le sonaba razonable, sobretodo tomando en cuenta que había una persona en especial a la que le encantaría poder controlar a una porción de subterráneos de Nueva York aunque fuera solo para matarlos después.

Había intentado no hacerlo, pero también estuvo pensando en Magnus. Era imposible dejar de pensar en él si solo unas horas antes lo había tenido de nuevo frente a él después de dos semanas enteras sin verlo. Y no podía olvidar la mirada tan fría que le había dirigido y cómo lo ignoró. No entendía por qué pero simplemente tenía esa mirada grabada con fuego en su cabeza. Después de todo lo que habían pasado juntos y de tanto haberle dicho que lo amaba, ahora simplemente lo ignoraba. No era justo. Quizás hubiera cometido un error al recurrir a Camille, pero no lo había hecho por ninguna de las razones que Magnus pensaba. Jamás habría hecho nada para dañarlo, aunque sí llegó a repasar la posibilidad, de lo que se sentía muy avergonzado. Él no merecía ser el único de los dos que sufriera. Magnus había decidido no escucharlo en lugar de dejar que se explicara. No podía seguir así por él. Tenía que reponerse. De algún modo intentaría olvidarlo; seguir adelante.

-…aguanta un momento Clary, vamos para allá.- Jace colgó el celular- Hay un par de demonios cerca de la quinta avenida.-Los hermanos miraron a Alec.- ¿Vienes?

-Si, voy.- Tomaron rápido algunos cuchillos serafín del cuarto de armas y salieron a la noche rumbo a la quinta avenida.


Bueno, así empezamos.

Les agradecería muchísimo un review para saber que opinan.

Nos leemos en el próximo capítulo.

Melopea.