Este es un fic para la unión oficial del foro " Mansión Phantomhive"

Que después de años, por fin lo he escrito

¡Disfruten!

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Desde aquella noche

En medio de la oscuridad de la noche en la alcoba de la condesa. Iluminados solamente por la tenue luz de una vela. Se encontraban ellos, el mayordomo y su ama, refugiados en la intimidad de la noche.

Ciel llevaba puesto un elegante vestido azul marino que llegaba hasta sus rodillas, y su largo cabello oscuro estaba peinado en dos simples coletas. Por otra parte, el demonio usaba su usual traje negro de sirviente, mientras que en sus brazos llevaba el fino camisón de noche que la muchacha utilizaba.

Como era usual, el mayordomo bajo con indiferencia la cremallera del vestido y desató el listón que se encontraba atado en su cintura. Luego, deslizó lentamente la prenda por los frágiles hombros desnudos de la Phantomhive, dejando al descubierto su delgado cuerpo de niña.

Tras quitarle el vestido y posteriormente el corsé, le colocó su traslucido camisón y despeinó las coletas.

Cepilló hilo a hilo la azulada y suave cabellera de su ama, con la misma habilidad y maestría de siempre había demostrado, hasta dejarla lista para dormir.

Sin embargo, sin necesidad de decir ni una sola palabra, el brillo en los ojos de Ciel decían claramente que algo quería.

Como buen sirviente que era el demonio, sonrío fríamente como acostumbraba y se inclinó ante la muchacha para escuchar su petición.

La condesa sin ni siquiera inmutarse por la astucia de Sebastian, le devolvió la sonrisa con arrogancia. Después de todo, como mayordomo de los Phantomhive lo mínimo era saber descifrar a su enigmática persona.

"Bésame"

Pese a su prematura madures, y su constante contacto con el mundo adulto. Ciel no era más que una niña que estaba entrando a la adolescencia, y como toda muchacha de su edad, sentía curiosidad por las muestras de afecto de los seres humanos.

Era cierto que algún día se casaría con su prometido, y podría experimentar todo tipo de emociones. Pero el amor no era algo que le importara demasiado, y aquello solo era un mero capricho que nunca se atrevería a pedir a su futuro esposo dado a su orgullo.

El mayordomo observó con una pizca de sorpresa a su ama, sin embargo, su impresión desapareció inmediatamente, y en su lugar apareció una sonrisa retorcida.

Con sus manos sujeto el pequeño rostro de Ciel, quien lo observaba expectante. Poseía una dulce y hermosa cara que incluso el demonio había llegado a considerarla como tal, y hubiera sido digna de un ángel de no haber sido por el sello del contrato en su ojo derecho. Cuya simple existencia, destruía toda pureza posible en aquel cuerpo.

Sebastian contempló gustoso a su inexpresiva ama, y lentamente comenzó a encorvarse, para estar a una altura similar a la de la condesa y así saborear sus labios dándole el primer beso.

Una sensación fría pero seductora la recorrió de pies a cabeza. Era un carente de emociones y afecto, pero ambos la disfrutaron en secreto.

Sus bocas se separaron para dejar que la joven noble tomara algo de aire y retomara la compostura, para luego volver a besarse. Lo hicieron una y otra vez, cada beso más intenso que el anterior.

El mayordomo acariciaba la cabeza de la Phantomhive y la atraía hacía él, con el fin de profundizar más el beso. Pero no eran caricias de un dulce amante, sino de alguien quien tan solo deseaba devorar a esa frágil muchacha entre sus brazos.

Cuando ya Ciel estuvo satisfecha, Sebastián termino su tarea mordiendo su cuello. Luego se retiró de la habitación como si nada hubiera pasado entre los dos.

Al día siguiente, nada entre ellos cambio. Su relación seguía siendo exactamente la misma de siempre, sin embargo, todo se transformaba cuando la hora de dormir llegaba.

Ya seguros de que nadie los molestaría, Sebastian vestía como de costumbre a Ciel con su fino camisón. Y tras esto, sin siquiera preguntarle, le enseñaba con gusto nuevas experiencias que los humanos solían disfrutar.

Después de todo, como sirviente de la casa Phantomhive. Su deber era convertir a la condesa en una excelente esposa que pueda satisfacer a su futuro marido, si es que para entonces el contrato aún no era completado.

Pero ahora, y con aún más fervor que antes, el mayordomo deseaba devorar el alma perdida de aquella muchacha, y así evitar que otro hombre (encima un simple humano) tocara y saboreara aquel dulce fruto que desde aquella noche, solo le pertenecía a él.

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Bueno y aquí termina

Puede que no sea muy bueno, pero es la primera vez en la vida

Que no escribo y rescribo como mil veces el fic (se puede decir que es la versión 1.0)

Espero que les haya agradado

y cualquier comentario, critica, etc. Son libres de hacerlo :)

Gracias por leer!