Cumpleaños feliz

Este fic participa en el Minireto de mayo para el "Torneo entre Distritos en la Arena", del foro "Hasta el final de la Pradera". Lukas es mío, el resto, todo Collins.


Si a Lukas le hubieran dicho que iba a encontrarse en una especie de centro de belleza, medio en pelotas y rodeado de tres mujeres del Capitolio, se le habrían saltado las lágrimas de risa. La escena es tan absurda que no está seguro de estar despierto. Una de ellas lo evalúa como si fuera a comprarlo, la otra lo mira con lástima, y la tercera, la única a la que conocía antes de esa mañana, no hace más que fijar la vista en su mano incompleta, para luego apartarla avergonzada.

No puede evitar tomarse la situación a broma. De vez en cuando alza la mano derecha, a la altura de los ojos de su acompañante, y agita los dedos que le quedan. Lis se gira de espaldas cada vez que lo hace. Lleva un vestidito que le deja esa zona al descubierto y Lukas ha empezado a desarrollar una extraña fascinación por esa parte de su anatomía, muy pálida y cubierta de pequeñas pecas.

—¿Alguna sugerencia? —pregunta su mentora de oficio a nadie en concreto.

Tiene una suerte increíble. Nadie en cerca de una centuria ha ganado los Juegos en su distrito, por lo que carecen de mentor. Cada año les asignan uno distinto, normalmente bastante inmune a la suerte de los participantes.

—Las mallas de cuerpo entero siempre son resultonas —aporta Lyla.

Lyla, al parecer, es la encargada de sus atuendos. De momento les ha mostrado un sinfín de trajes en los que Lukas está seguro de no caber.

—No podemos plantarle unas mallas sin más —dice la mentora, cuyo nombre es tan impronunciable que no ha hecho intentos de aprenderse; con más consonantes que vocales y la misma resonancia que una lengua muerta. Vista su actitud, tampoco va a servirle de mucho dirigirse a ella con propiedad.

—Tú, di algo —le insta jrdfhgdr.

—Hoy es el cumpleaños de mi hermano —dice Lukas.

—Eso a nosotras nos da igual —replica Lyla, comprobando como de elástico es el tejido que tiene entre manos.

—¿Qué le gusta a tu hermano? —pregunta Lis, haciendo un esfuerzo por mirarle a la cara.

Lukas levanta la mano, pero curiosamente esta vez ella no se espanta. Piensa un momento en qué es lo que le gusta a Deacon, qué le obsesiona a Deacon. No sabe muy bien la razón por la que responde. Cualquier cosa podría ser usada en su contra.

—Le gusta el mar. Nunca lo ha visto. Quiere verlo. Nuestra familia…

—Descartada cualquier cosa marina —interrumpe Lyla—. Eso es dominio del Cuatro.

—¿Qué hacéis en tu distrito en los cumpleaños? —vuelve a inquirir Lis.

—Por lo general, trabajar por el día y dormir por la noche. A veces trabajamos día y noche —responde intentando una sonrisa tierna para Lis. Espera que ella capte el sarcasmo. La ha tratado tres días, pero todavía conserva la esperanza de que no sea imbécil del todo.

La cosa desemboca en lo siguiente: Lukas sale al desfile embutido en una especie de malla escamada. Porta en la mano izquierda una horca de las que usan para esparcir el grano, pero la sujeta a modo de tridente de rey del mar. Han convertido el carro en una barcaza realizada con una patética reproducción de lo que sería un trillo. La idea es que parezca que se desliza por una superficie de sacos de grano pintados de blanco y azul, imitando la espuma de mar.

Cuando lo enfocan las cámaras, Lukas decide gesticular un saludo:

—Felicidades Deacon.

Y en un momento de lucidez, se le ocurre articular un símbolo de la victoria con los muñones de sus dedos amputados.