Joan maldijo mentalmente a su hermana Harry mientras sacaba el pie empapado del charco que se había formado en la acera. Lo sacudió ligeramente, intentando por todos los medios librarse de parte del agua que sus medias habían absorbido. Cuando retomó el paso, su manoletina hacía fch, fch cada vez que era apretada contra el cemento por su pie. La niña emitió un quejido largo y lastimero.

Una hora y media antes, Joan y su hermana habían tenido una fuerte discusión-nada que no ocurriera varias veces a la semana en la residencia de los Watson-. Como casi siempre, Harry había dado por zanjada la riña cuando vio que saldría perdiendo, y luego, animada por la rabia que le provocaba el saber que era Joan quien llevaba la razón, había dejado abierta la ventana de la habitación de la niña, dejándole vía libre a Mary.

Mary era considerada "la gata de la familia" por el simple hecho de que ocupaba la misma residencia que los Watson pero, si uno quería especificar, tendría que denominarla "la gata de Joan", ya que ella era la que la alimentaba, cambiaba la arena del cajón y prestaba atención. De hecho, fue ella quien encontró al felino dos años atrás, asustada y empapada en un callejón.

Y también era ella la que ahora vagaba por las calles húmedas y frías, esquivando a viandantes que le dedicaban miradas escépticas mientras llamaba a su mascota de vez en cuando. Eran las doce del mediodía, pero aún quedaban residuos de aquel frío típico del amanecer, cuando el sol aún no había subido a lo alto del cielo para calentar la ciudad. Joan se subió hasta arriba la cremallera de su gastada cazadora de cuero marrón y hundió las manos en las profundidades de los bolsillos, echando en falta sus guantes de lana. No tenía ni la más mínima idea de dónde podía encontrarse Mary, y tampoco quería volver a casa, donde estaba segura le esperaba una monumental bronca sin razón, así que siguió caminando con paso lento, evadiéndose casi por completo de la realidad, evitando chocar con la gente por puro instinto. Eso tampoco le salió muy bien.

Tiempo después, cuando hubo decidido que ya había pasado suficiente tiempo en las nubes, se encontró con que no estaba segura de dónde estaba. Ya no había tantas personas caminando por las aceras, ni tampoco circulaban tantos coches como en las otras calles. La joven frunció el ceño profundamente-gesto habitual en ella-y se dispuso a girar sobre sus talones y volver sobre sus pasos. Fue en ese momento cuando oyó un maullido familiar. Giró la cabeza y divisó a Mary unos metros más adelante, serpenteando entre los barrotes de la interminable valla que se extendía por toda la calle.

Llamó a la gata y corrió hacia ella tan rápido como pudo, estando a punto de caer en un par de ocasiones cuando sus manoletinas no fueron capaces de adherirse al cemento mojado. Mary alzó la cola, meneándola parsimoniosamente de lado a lado al ver a su ama, pero tan solo permaneció quieta unos instantes antes de introducir su fino cuerpo entre dos de los barrotes, pasando al otro lado de la valla y echando a correr casi de inmediato.

Joan se detuvo y dejó caer los brazos a los lados del cuerpo con un gruñido de frustración y cansancio. Esa maldita gata desagradecida… Si no fuera porque la quería con locura y era prácticamente su única amiga, ya se habría marchado a casa sin ella hace tiempo. Pero no era así, y la niña comenzó a inspeccionar sus alrededores en busca de algún tipo de puerta. No vio nada parecido. Puede que si caminara calle arriba siguiendo el entramado de barrotes… No. Mejor no perder de vista el punto por el que Mary había entrado. Suspiró, se frotó los ojos con el dorso de la mano y centró su atención en el obstáculo que se erguía ante ella. No era muy alta y tenía ornamentos metálicos de los que podía ayudarse para trepar. No le gustó el aspecto de las puntas de flecha que sobresalían al final, peligrosamente puntiagudas, pero bueno, no serían amenaza alguna si tenía cuidado.

Se enderezó la chaqueta, maldijo una vez más el cariño que sentía hacia su gata y rodeó dos barrotes cercanos con las manos.

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Bueno, fin del primer capítulo. Esta es una idea que lleva rondando mi cabeza bastante tiempo, y la verdad es que no sé hasta qué punto la desarrollaré, así que de momento subo un capítulo (bastante corto, muy a mi pesar) y luego ya veremos qué pasa. ^^

No sé si a otras personas les pasará lo mismo, pero a mí siempre me ha parecido que una versión femenina de Watson sería lo más tierno del mundo (en el exterior, claro) y, si reducimos la edad a unos 12 años, el efecto se multiplica por diez.

En fin, toda crítica constructiva y/o comentario será bien recibido. ¡Gracias por leer! (Incluso si no escribes ninguna review)