Hola, gente! Hacía tiempo que no publicaba y ya iba siendo hora. Se me ocurrió esta idea viendo la tele, no sé si les gustará.

Advertencias: Habrá OC y algo de OoC. Trataré de que sea lo menos posible.

Bueno, empecemos...


Capítulo 1: Akatsuki y el deseo de Itachi

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Una noche como cualquier otra, cerca de la guarida de Akatsuki...

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Itachi caminaba por el bosque, camino hacia su escondite secreto.

Hacía tiempo que, buscando algo de tranquilidad de la que no había con los Akatsuki, el azabache encontró una pequeña y tranquila laguna en la que se solía reflejar la luna. Desde entonces, Itachi se acercaba a ese lugar todas las noches y se sentaba frente al pozo abandonado de allí, mirando la tranquilidad que la laguna transmitía hasta que se dormía.

Sabía que tarde o temprano alguno de los Akatsuki descubriría aquel paraiso de paz y tendría que tener la paciencia de compartir aquel lugar, pero aprovecharía hasta entonces en soledad.

Después de caminar durante diez minutos, Itachi por fin llegó al lago. Inspiró profundamente aquel olor a naturaleza que tanto le agradaba y bordeó lentamente la orilla dirigiéndose hacia el viejo pozo. No parecía muy seguro, pero se sentó en el borde mirando hacia el cielo.

Aquella era una noche de luna nueva, por lo que las estrellas brillaban con más fuerza que de costumbre y se reflejaban mejor en el agua de la laguna.

Empezó a pensar en su día, como de costumbre. Aunque huía del escandalo de la cueva, siempre pensaba en ellos. No podía olvidarlos, eran como su familia y conocía a todos como la palma de su mano, y cada uno tenía su detalle secreto que él se había encargado de averiguar.

Había veces que deseaba que algo cambiara, que la gente dejara de rechazarlos por ser renegados. ¡Si los conocieran como él (y no fueran Akatsuki), todos querrían estar con ellos! El líder debería unir a alguien más a la organización, alguien que no saliera como Tobi.

De pronto, el reflejo de algo brillante cayendo desde el cielo interrumpió sus pensamientos.

Una estrella fugaz.

El nunca en la vida había creido en aquellas leyendas de los deseos y las estrellas, pero... tampoco estaba de más probar.

Cerró los ojos un segundo.

-"Deseo... que alguien llegue a ver algún día como somos en verdad".

Volvió a abrir los ojos, esta vez con el ceño frucido. ¡¿Por qué había hecho tal tontería?! ¡Era imposible que una estrella le concediese un deseo! Además, seguro que ni era una estrella fugaz. Con su vista tan mala, seguramente era una luciernaga.

Y así estuvo, martirizándose con la estupidez que había cometido hasta que se quedó dormido sobre el borde del pozo.

Sin saber que su deseo tal vez se haría realidad.

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A la mañana siguiente...

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Ya era de día. La luz del sol comenzaba a alumbrar la laguna y los pájaros cantaban alegres. Itachi, despierto desde hacía un rato, seguía con los ojos cerrados, disfrutando del momento de tranquilidad que le brindaba aquella orquesta de aves.

Dulce tranquilidad.

-¡Tobi encontró a Itachi-sempai!- escuchó desde muy cerca, haciendo que los pájaros volasen muy lejos.

Itachi, sobresaltado por haber escuchado el grito prácticamente en su oido, abrió las ojos con fuerza y se echó bruscamente hacia atrás al ver la máscara de Tobi justo frente a su rostro.

Mal momento para olvidarse de donde estaba sentado.

El borde del pozo abandonado cedió ante el movimiento de Itachi e hizo que él y parte del muro cayesen hacia el interior del hoyo.

-¡AAAHH!- exclamó Tobi viendo al Uchiha caer- ¡Sempais, ayudad a Itachi-sempai!- exclamó lanzándose hacia sus compañeros, que acababan de llegar de buscar a Itachi por los alrededores.

-¿Dónde está Itachi, hum?- preguntó Deidara sin mucho interés.

-¡Sempai, se ha caido al pozo!- chilló colocándose detrás del rubio, que se acercó a mirar la profundidad- ¡Vaya a ayudarle!- y le empujó.

Deidara, debido a lo imprevisto del ataque, cayó sin más remedio al pozo.

-¡Sempai! ¡Hidan-sempai, ayúdeles!- exclamó apurado tirando fuertemente de la manga del Jashinista.

Hidan perdió el equilibrio y se agarró a la capa de Kakuzu para recuperar estabilidad.

Lo único que logró es que Kakuzu también perdiera el equilibrio.

-¡Wuaaaaaaaahh!- exclamaron los dos empezando a caer.

Pero Kakuzu fue listo y alargó su mano todo lo que pudo hasta agarrar el tobillo de Zetsu.

El peliverde, que no se esperaba aquello, cayó con el dúo de inmortales.

-¡Kyaaaaaah!- y se enganchó en Konan, llevándosela con él.

-¡Konan!- y Pain trató de rescatarla, tirándose tras ella.

De repente, todo quedó en completo silencio. Demasiado silencio...

Y Tobi se dio cuenta de que estaba sólo con Kisame. Todo había pasado muy rápido como para que fuesen del todo consciente, pero ahora no había nadie a su alrededor.

-¿Qué hacemos, Kisame-sempai?

-Bueno, o los seguimos o nos quedamos.

Ambos se miraron unos segundos a la cara/máscara y, tras encogerse de hombros, dijeron:

-¡Bomba va!

-¡Sempai, espere a Tobi!

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Lejos, muy lejos del mundo ninja...

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Deidara fue el primero en recobrar la consciencia. Abrió lentamente los ojos y examinó adormilado a su alrededor.

Estaba colgado en las ramas de un enorme árbol junto con sus compañeros, que andaban rama arriba o rama abajo.

Cuando trató de tomar impulso para incomporarse, notó algo en sus manos... Como que estaban menos humedas que de costumbre...

Se sentó en la rama sobre la que estaba inconsciente hasta hace unos segundos, al lado de Kisame. Confuso, se llevó una de sus manos a la cabeza, que le daba vueltas.

En ese momento, notó que era lo que faltaba. Sus bocas en las manos.

-¿Y... y mis...?- trató de preguntarse temblando. Por suerte, no se fijó en que su cabello ahora sólo le llegaba hasta los hombros y que su cola de había desaparecido.

Y su desconcierto aumentó cuando le dio por mirar a sus compañeros.

Algunos parecían muy cambiados.

Kakuzu no llevaba su típica máscara puesta y tampoco tenía ninguna de esas cicatrices que tanta grima le daban.

Zetsu ya no era bicolor, sólo permanecía su lado claro. Además, tampoco tenía esa especie de atrapamoscas a su alrededor.

Pain no tenía sus perforaciones.

Kisame no era azul, sino que tenía la piel color canela y el pelo un poco más oscuro que su anterior azul.

Pero más le llamó la atención el hecho de que, en vez de su máscara naranja de siempre, Tobi llevaba una bufanda naranja y negra que dejaba ver su rostro.

Deidara se quedó unos segundos mirando a su kohai con cara de creciente sorpresa. El azabache tenía el rostro pálido y bastante más maduro de lo que decía su personalidad. Tendría un rostro perfecto de no ser por una cicatriz que le atravesaba el ojo izquierdo, el cual siempre solía ocultar.

-Ya puedo morir en paz, hum- murmuró sin querer sin apartar la vista del azabache-. Pero, ¿qué hacemos en un árbol? Lo último que recuerdo es que estabamos buscando a Itachi y...

En ese momento, uno de los dos inmortales que estaban en la rama superior comenzó a despertarse.

-¿Eh...?- masculló Hidan abriéndo sus ahora marrones ojos- ¿Dónde...? Aaaah~, me duele hasta el alma- dijo sobándose la espalda.

De pronto se fijó en Kakuzu, que seguía sin despertar.

-¿Eing? ¿Y éste quién es?- se preguntó agarrando un palito salido de Jashin-sabe-donde y comenzó a pinchar con él al castaño.

-¿Qué está pasando?- preguntaba una voz grave desde la rama bajo Deidara, haciendo que ahora él y Hidan mirasen hacia abajo.

Pain había despertado.

Y Konan y Tobi también estaban con él, aunque nadie parecía haberse fijado todavía en el azabache.

-Puto líder, le falta el Rinnengan- señaló Hidan sin mucha importancia.

-¿Eh? ¿Qué es el Rin-lo-que-sea?- preguntó Pain de una manera un poco absurda y con sus ojos azules brillando con confusión.

A los que estaban despiertos les recorrió un escalofrío por todo el cuerpo al escuchar ese tono de voz más parecido a...

Al de Tobi.

-¿Qué pasó...?- se preguntó Kisame adormilado.

-Tío... ¡Pesas!- exclamó Zetsu, que estaba atrapado entre el árbol y Kisame.

Kisame se quitó de encima de Zetsu algo asustado, espabilando de golpe.

-¿Dónde estamos, chicos, hum?- preguntó Deidara mirando todavía a Pain.

-¡Tobi cree que le deberíamos de preguntarle a Itachi!- exclamó Tobi señalando al otro azabache, que estaba inconsciente abajo en el suelo, a unos diez metros bajo ellos.

Todos miraron a Tobi y se quedaron impresionados, mirándole casi sin pestañear. Ver un Tobi sin máscara era sinónimo de apocalipsis.

Tobi, intimidado, se encogió en su sitio y miró con su único ojo, de color rojizo, a todos los Akatsuki.

-¿Tiene Tobi... algo en la cara?

-No, y eso es lo curioso, hum- le explicó Deidara, el único que ya no estaba muy interesado en Tobi.

Y el resto del grupo asintió hipnotizado, haciendo que Deidara se sintiera el líder.

-¿Eh?- masculló el azabache confuso, tocándose suavemente donde se suponía que estaba su máscara- ¡KYAAAAAA! ¡¿Y LA MÁSCARA DE TOBI?!- exclamó muy nervioso, dando vueltas por la rama y subiéndose a otras.

-¡Tobi! ¡No te muevas tanto, que nos vas a caer!- ordenó Pain viéndose ya estampado contra el suelo.

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Cerca, en el mismo campo que ellos...

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-¡Tobi, busca!

El perro negro de orejas tiesas llamado Tobi salió corriendo siguiendo la pelota que le acababa de lanzar su dueña, una chica de pelo naranja y largo y ojos azules llamada Sora.

-Tu también deberías buscarla, Katsu- le dijo Sora al zorro del desierto que estaba acurrucado en su hombro.

Katsu sólo se le quedó mirando con cara de aburrido.

Como cualquier otro día de verano, Sora estaba sacando a pasear a sus mascotas, Tobi y Katsu, por el bosque cercano a su casa. En días calurosos como ese, la pelinaranja llevaba a sus mascotas hacia una gran pradera y ella miraba como corrían de un lado a otro mientras descansaba bajo la sombra del árbol más alto del bosque.

No sabía que tal vez romperían con su rutina.

Ya estaba llegando al gran árbol cuando vio que Tobi ya había llegado y que estaba oliendo algo que había en el suelo.

-¿Tobi?- lo llamó de forma dudosa.

El perro alzó la cabeza y las orejas al oír su nombre y corrió hacia su dueña ladrando con nerviosismo.

-¿Qué pasa, peque? ¿Qué estabas oliendo?- preguntó comenzando a preocuparse.

Tobi mordió la parte baja de la camiseta de Sora y tiró de ella hacia la figura que estaba echada.

Era un chico de pelo medio largo y azabache y que llevaba una curiosa capa negra con estampados de nubes rojas.

Pero no le tomó mucha importancia a esto cuando notó que el joven estaba inconciente y que tenía una herida en la cabeza por la que había perdido bastante sangre.

Preocupada, Sora adelantó a Tobi para poder atender al joven.

Al llegar al lado del cuerpo, lo primero que hizo fue tomarle el pulso, quedando más tranquila cuando supo que seguía vivo. Una vez notado esto, cargó rápidamente al azabache y trató de llevarlo a su casa para curar la herida, pero una voz grave se lo impidió.

-¡Espera, chica!

Algo impresionada, comenzó a girar la cabeza de un lado a otro, buscando a la persona que la llamaba.

-¡Arriba!

Al hacer caso a la voz, encontró a nueve jóvenes a de la misma edad más o menos que ella y el chico que cargaba. Todos portaban la misma capa que el otro joven.

Antes de que pudiera preguntar que era lo que hacían allí, el pelinaranja que parecía el líder saltó del árbol hasta tratar de quedar frente a ella.

Mala idea si tenemos en cuenta la altura.

El pelinaranja cayó de pie, pero una sacudida desde los pies hasta el último de sus pelos le hizo comprender que se había hecho daño.

Sora vio aquello asustada.

-¡¿Está loco?! ¡Como puede pasársele por la cabeza saltar desde esa altura! Tenga más cuidado.

-¿Dónde estamos, chica?- le preguntó mirándole fijamente a los ojos.

-¿Eh?- preguntó confusa por el cambio de tema- Pues en un bosque... ¿Por?

-Me refiero al país y a la villa.

Sora estaba todavía más confusa que antes.

-Estamos en Hokkaido, Japón.

-No nos mientas- gruñó haciendo un gracioso puchero y acercando la cara a la de la pelinaranja, que se sonrojó por la cercanía-. No existe ningún país con ese nombre.

Y Katsu, que seguía en el hombro de Sora, se lanzó a atacar al joven creyendo que su ama estaba en apuros. Tobi mientras ladraba furioso.

-¡Líder!- exclamaron algunos de los que estaban en las ramas.

-¡Hay que ayudarle!- dijo Konan comenzando a bajar del árbol con cuidado.

Mientras, Pain trataba de quitarse a Katsu de su cara, ya que el zorro estaba mordiendo su nariz mientras gruñía.

-¡Katsu, suéltalo!- exclamó Sora soltando a Itachi suavamente y comenzando a tratar de separar al zorrillo de Pain.

Después de una arduo intento de amansar a los animales, Sora y los Akatsuki (que habían bajado siguiendo a Konan) consiguieron separar a Katsu y tranquilizarlo.

-¡Lo siento mucho! No suele atacar a la gente- explicó con el animal en sus brazos.

-No te preocupes, ha sufrido cosas peores- dijo Konan en el lugar de Pain, que estaba enfurruñado con varias heridas en la cara y los brazos cruzados.

-¿Querrían venir a mi casa? No está lejos y podría curar las heridas de sus compañeros allí- ofreció mirando de reojo a Itachi, que estaba siendo cargado por Kisame.

La banda de asesinos se miró entre sí y formaron un corrillo, dejando a Sora todavía más confusa.

-¿Deberíamos aceptar?- susurró Kakuzu con una mirada astuta.

-Itachi necesita una revisión urgente y por aquí no parece haber alguien más dispuesto a ayudarnos- argumentó Konan.

-Tampoco conocemos el terreno- añadió Zetsu cruzándose de brazos-. Ni siquiera sabemos por donde se va a Amegakure.

-Podríamos interrogar a esta chica mientras atiende a Itachi-san- propuso Kisame.

-De acuerdo- aceptó Pain atisfecho con las respuestas de sus subordinados-. Haremos lo siguiente: acetaremos la propuesta de la chica y, mientras trata las heridas de Itachi, le sacaremos información sobre este lugar y su lejanía de Ame, además de tratar de averiguar cómo acabamos aquí.

El resto asintió en silencio, unos más convencidos que otros.

Sora observó como se giraban para mirarla muy seriamente, asustándola. Konan se adelantó un poco al resto.

-Hemos decidido aceptar la invitación.

Sora sonrió.

-De acuerdo. Síganme- dijo volteándose y comenzando a caminar, siendo perseguida enseguida por su perro.

Un instante después, escuchó los pasos del grupo siguiéndole.

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Media hora después, en la casa de Sora...

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-Con esto ya debería de estar- comentó Sora en voz alta mientras terminaba de vendar la cabeza de Itachi.

Desde que llegaron a la casa y entraron en la sala de invitados, Kisame le había ayudado a atender al azabache, ya que el hacho de que estuviera inconsciente le complicaba la revisión. El resto de los Akatsuki observaban aquello desde la puerta, no atreviéndose a entrar.

La pelinaranja se giró a ver a los Akatsuki.

-Yo creo que no es más que una brecha pequeña, no necesitá puntos. Si no despierta de aquí a mañana, ya prodríamos preocuparnos, pero por el momento no es nada.

Algunos como Kisame suspiraron aliviados al escuchar aquello.

-Ahora, ¿podríamos hacerte unas preguntas?- preguntó Pain sonriente, tocándose una de las tantas tiritas de su cara.

-Claro, pero mejor vayamos al salón, que hay más sitio- dijo sonriente.

El líder asintió y se giró para dirigirse hacia donde había visto el salón de la casa.

Poco a poco, los Akatsuki le fueron siguiendo, siendo Tobi y Kisame los dos que se quedaron hasta el final con Sora, preocupados ambos por el estado de Itachi. Sólo el perro Tobi se quedó sentado frente al cuarto, quedando el estado de vigilia.

Antes de salir, Sora le echó un ultimo vistazo al azabache que descansaba tranquilamente. Le habían quitado la capa llena de sangre y ahora dormía arropado con un pijama celeste que le quedaba un poco pequeño, pero que hacía el apaño.

Sonrió.

Algo le decía que ellos cambiarían su vida.

.

.

.

Continuará...


Extra I

Confusión en las ramas

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Mientras que los Akatsuki seguían entre las ramas de los árboles, corría una tensión entre ellos que se podría cortar con un hilo.

Hidan y Deidara, que ahora estaban los tres en una rama, miraban a sus compañeros con mucha extrañeza. Ninguno parecía tener claro quién era quién.

-¿Alguien me puede decir qué ha pasado?- preguntaba Pain de brazos cruzados- Y ya de paso por qué estáis tan cambiados.

-Yo sólo recuerdo que Tobi comenzó a empujarnos hacia el pozo para que salvásemos a Itachi- dijo Zetsu con una mano en la nuca.

-Tobi lo siente- se disculpó el azabache haciendo una reverencia, aunque eso no disminuyó las ansias asesinas de parte de sus compañeros.

-¿Y por qué hemos acabado en un árbol, ehm... Zetsu?- volvió a preguntó Pain.

Todo quedó en silencio unos segundos.

Hasta que Hidan se hartó.

-A ver, ¿cuál de vosotros es el puto avaro de la guarida?

Kakuzu, molesto por lo dicho, se acercó a Hidan con paso de elefante y comenzó a patearle.

-Hidan, eres imbécil, pero no es mala idea, hum- dijo Deidara pensativo-. A ver, ya sabemos que él es Kakuzu, pero, ¿quién eres tú, hum?- preguntó señalando a Kisame.

-Cerebro de mosquito, piensa- replicó el peliazul-. Ni hay muchos peliazules en Akatsuki ni quedan muchos por decir.

-Ah, Kisame, hum.

Todo quedó en silencio unos segundos.

-Por cierto, bonito peinado, sempai- comentó Tobi.

-¿Eh? Gracias, pero...- entonces le dio por pasarse la mano por el pelo y...- ¡WAAAAAHHH! ¡¿QUÉ LE HA PASADO A MI HERMOSO Y LARGO CABELLO?! ¡¿Y MI COLA?!- exclamaba comenzando a correr desesperado de un lado a otro.

-¡Deidara! ¡¿Ahora que ha parado Tobi empiezas tú?!- decía Pain volviendo a verse estampado contra el suelo.

De pronto, Kisame se fijó en algo y paró la discusión.

-Oye, líder, quieren secuestrar a Itachi-san- dijo señalando a abajo.

Pain miró hacia donde le señalaba Kisame y vio a una chica pelinaranja con un perro negro y una especie de zorro examinando a Itachi.

-¡Sí, ella a lo mejor sabe donde estamos!- dijo el líder alegre- ¡Espera, chica!


Gracias por leer. Según lo que me digais sobre el fic, decidiré si continuar o no.

Que sean felices y que Jashin-sama los bendiga!