Ensueño

Había pasado un año desde que los monstruos habían cruzado la barrera, un año desde que todo había terminado y ahora las cosas eran muy diferentes.

Frisk podía tomarse la libertad de mirar detenidamente a Asriel, ordenando flores para formar una corona con suma delicadeza.

— ¿Qué pasa Frisk? —preguntó el monstruo al saberse observado.

—Nada. Es muy lindo lo que haces—respondió sin apartar la vista de sus manos.

—Deberías intentarlo—Asriel aparto la corona que había formado y de entre el prado busco un par de flores que pensó, podrían servir—. Usa esto.

—Oh no, yo... no puedo—se negó con una risa nerviosa. Le gustaba ver a Asriel hacer ese tipo de cosas, pero no eran de su agrado, requerían más delicadeza de la que Frisk tenía.

—Claro que puedes—él sonrió con gentileza.

—No tengo tanta paciencia como tú—reconoció desviando la mirada, la vergüenza se acumulaba en sus mejillas.

Asriel se soltó a reír—. Vamos, Frisk—se escondió detrás de sus manos hasta que fue capaz de parar—. Debes ser el humano más paciente que conozco.

—Eso es porque no conoces muchos humanos—Frisk también sonrió.

—Bueno eso es verdad—meditó el monstruo—. Aún así sé que eres especial—afirmó enseriandose—. Pasaste por mucho y aún tienes el sentido del humor para decirme que no tienes tanta paciencia como yo.

—Es diferente—pasó saliva. Le encantaba estar con Asriel, pero cada que el pasado era un tema de conversación no podía evitar sentir una profunda tristeza.

—Oye, no pongas esa cara—Asriel bajó la mirada—. Lamentó haberlo mencionado, sé que no te gusta hablar de eso. Lo siento—repitió compartiendo el sentimiento de Frisk.

—Está bien. Creo que puedo intentarlo—tomó su mano.

— ¿Qué cosa? —alzó la mirada.

—La corona de flores—se levantó y le ofreció su mano como apoyo—Busquemos más flores.

Asriel sonrió y tomó su mano—Vamos.

Frisk comenzó a acelerar su velocidad entorpeciendo los pasos de Asriel por diversión.

— ¡Detente Frisk! —exclamó entre risas, luego sujetó al humano entre sus brazos al verlo como única forma de parar. Ambos perdieron el equilibrio y cayeron entre las flores.

Ambos rieron sin pensar en soltarse.

— ¿Tu no querías hacer una corona? —inquirió Frisk entre risas, fingiendo no haber iniciado el juego.

—No—escondió su cara en el hombro de Frisk—. No quiero soltarte—su voz sonaba repentinamente triste, exactamente igual que la primera vez que lo vio, siendo Asriel y no Flowey.

—Mi niño, se te hará tarde—la voz de Toriel interrumpió aquel momento desde la lejanía.

Frisk abrió los ojos de repente. Ya no estaba en aquel prado, ni sostenía a Asriel en sus brazos. Estaba en su cama como todas las mañanas, recordando los últimos momentos del sueño.

"No quiero soltarte".

Las palabras seguían retumbando en sus oídos desde la primera vez que las escuchó.

Sentía su estomago encogerse y las lágrimas acudir a sus ojos. Había pasado un año y aún no podía olvidar el sufrimiento en su voz. No podía dejar de sentirse inútil al no poder salvarlo y cobarde por no intentar un reinició más.

A veces pensaba que sólo un reinició más podría hacer la diferencia entre Asriel sonriendole una vez más y Flowey atrapado en Monte Ebott. Pero cada vez que lo pensaba terminaba abrazándolo un terrible tormento.