Remus llora. No puede creer que sea verdad. No puede creer que James y Lily ya no estén. Que Peter se haya ido. Y que Sirius fuera el culpable.

Sale al bosque. Es de noche. Hace frío. No hay luna llena, pero él desea que la haya. Por primera vez quiere que la haya. Corre por el bosque hasta perderse. Y deja a rienda suelta la rabia y el dolor.

Grita, llora, golpea los árboles más grandes y altos. Se oye un crujido. Se ha roto un dedo, pero no le importa. Sigue golpeando el árbol con la misma mano. No pasa mucho y se oye otro crujido. Grita y cae al suelo de rodillas. Se abraza a sí mismo y llora. Llora hasta que se duerme.

Cuando se despierta ya ha amanecido, pero no se mueve. Tiembla de frío, pero no se mueve. Lágrimas silenciosas surcan su rostro. Y sigue sin moverse. No quiere, ni puede. No tiene fuerzas para ello. Solo quiere olvidar. Solo quieres ir allá donde estén sus amigos. Pero su valentía Gryffindor ese día brillaba por su ausencia. No se atreve a hacer el viaje al más allá. Quiere atreverse pero no puede. Recuerda y llora. Quiere olvidar. Sabe que no podrá.

Y sigue llorando.