La primera página: hora de muerte
¿Es posible morir y seguir estando estando vivo? ¿Cuando nuestro corazón late sin deseo, cuando la sangre se agolpa en las muñecas buscando una salida? Si, es posible.
El cianuro reposa sobre mi mesita de noche, tentándome a la muerte, abriéndome las puertas del infierno... que es lugar a donde mi marchita alma irá a parar. Apenas un gramo y dejaré este cuerpo y con él estos remordimientos que me enloquecen, solo así descansaré. Mis manos están manchadas de sangre, mi katana apesta a muerte y yo soy un hombre condenado.
Enciendo las luces de mi habitación y el mortal líquido resplandece, luciendo sus reflejos de descanso eterno. Ahí está, como cada noche... y como cada noche me acobardo, temo enfrentar lo que haya después de la muerte, soy un asesino y no puedo matarme a mi mismo. Es patético.
La vida es un constante flujo de imitaciones, una coreografía, donde el más grande dice que hacer y como actuar. Para mi no existe la piedad, ni la misericordia... la palabra amor no está en mi vocabulario. Soy un ser insensible, ataco a mis víctimas desde la oscuridad en que vivo, tal y como un cobarde lo hace. Pero es mi trabajo y la sangre que mancha mis manos no es sangre inocente... todo lo contrario. Soy un error en esta vida y me dedico a reparar otros errores como si así pudiera repararme a mí mismo... una infantil fantasía. Pero al menos así puedo combatir este sentimiento de culpabilidad que me atormenta, solo así me siendo útil... protregiendo con mi afilada katana la sangre inocente que en estos momentos duerme esperando despertar en un Kyoto mejor. De eso me encargo yo.
Los números verdes del reloj indican que ya han pasado de las tres de la mañana, tal vez deba intentar dormir aunque dudo de poder cociliar el sueño, hace 7 años que no puedo, ni siquiera las ocho pastillas para dormir que tomo pueden ayudarme. Soy conocido como una leyenda viva entre la gente del bajo mundo, mis futuras víctimas me llaman Battousai.
No tengo amigos que puedan tocarse o sentirse, mis únicas amistades son el dolor, la soledad y el sufrimiento. Poseo una doble vida: de día un mediocre joven que se gana la vida dando clases de kendo a niños problemáticos y por las eternas noches un asesino imparable. Algún alma caritativa se ha apiadado de mi y me ha dejado un pequeño regalo de cumpleaños sin nombre en mi buzón usualmente vacío, este pequeño diario, que he decidido usar y guardarlo para la posteridad. Tal vez, algún día después de mi muerte, alguien lo encuentre y pueda comprender esta mente retorcida. Además, me estoy volviendo loco, necesito desesperadamente desahogarme con algo y además de la sangre esta es mi única opción.
Tengo 24 años y mi verdadero nombre es Himura Kenshin. Buenas noches.
H.K.
21/Junio/2002
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Los fuertes rayos del sol traspasaron las ralas cortinas blancas dejando al descubierto una cama vacía en mal estado, dos pequeñas puertas de madera del closet y una mesita de noche con un reloj de verdes números y un curioso frasco lleno de un líquido relampagueante.
Él ya se había levantado. El aire en el departamento de seis cuartos estaba cargada de un delicioso olor de huevos revueltos. Sentado solitario a la barra de la cocina, mientras los restos de su almuerzo reposaban sobre el sartén caliente. Su largo pelo rojo estaba peinado en una coleta baja y se pegaba humedo a la desnuda espalda de Kenshin.
Levantó la cabeza y miró distraídamente el techo, para esas horas, ya deberían de haber descubierto el cadáver... Prendió la pequeña y única televisión de su departamento. Deportes, Clima -siguió cambiando de canal-, programa infantil, noticias.
Una reportera de saco rosa y peinado grotesco informaba que el cuerpo de un buscado narcotraficante y asesino había sido encontrado a las afueras de la ciudad, adentro de un destartalado edificio que resultó ser el centro de operaciones, ahora esperaban realizar las pruebas correspondientes para identificar al asesino.
-"Los expertos están realizando pruebas de peritaje, aunque se deduce de una profunda herida de arma blanca que el principal sospechoso es el popularmente llamado Battousai, un temible asesino que junto con su mortal espada lleva acumulados ya un total de víctimas que asciende a..."
Kenshin apagó el televisor y arrojó el control a un costado del mismo. No necesitaba saber a cuantas personas había dado muerte, sobre todo porque todas y cada una de ellas pasaban por su mente cada noche, a cada instante...
Sacudió su cabeza intentando alejar esos rostros angustiados de su mente, bocas que se abrían en un rictus de dolor al sentir el frío filo de la katana atravesar su cuerpo, ojos que rogaban silenciosos una misericordia, una pequeña esperanza que nunca llegaba. El bip, bip de su celular distrajo su atormentada cabeza y se apresuró a contestar:
-¿Si?
- ...
-¿Cuando?-Esta noche... si, me queda bien
.
-¿Tiene toda la información?-Perdón por poner en duda su profesionalismo, Katsura
.
-Si
.
-Lo sabe y lo sé bien
.
-No se preocupe, todo saldrá como usted lo ordenó
Suspiró y cerró lentamente su celular, otro trabajo más para él, otro cadáver abandonado en algún sucio lugar, otra voz de agonía para su ya fragmentada alma...
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Queridos mamá y papá:
¡Hola! ¿Como han estado las cosas por allá en Nara? Apenas llevo tres días en este departamento y ya siento que los extraño. Después de dieciocho años no es fácil remontar el vuelo y dejar el viejo nido en busca de una vida más independiente. Sin embargo me hallo muy cómoda en este cuartito que he de pagar con el empleo que me conseguí de instructora de kendo en la SUCK (es la escuela, se llama Supreme Universal College of Kendo). Es muy amplio, con cinco enormes cuartos y un balcón techado que tiene una vista hermosa de Tokio. (Tiene unos amaneceres hermosos). Espero que muy pronto puedan venir a acompañarme y conocer este que es mi humilde hogar.
¿Recuerdan los departamentos que solíamos ver en las películas antiguas? Bueno, pues se podría decir que vivo en una antiguedad. Es un edificio estrecho, de dos enoooooormes cuartos por piso y de siete de altura. Mi habitación está en el quinto piso.
Por lo que me tocó ver y escuchar el primer día que pasé aquí, en este departamento viven personas muy extrañas: la señora Puffy, una mujer amargada que vive con una veintena de gatos y que se la pasa diciendo que el edificio está maldito (me asusté bastante la primera vez que la escuché gritar que el fantasma de una chica estrangulada quería comerse mi alma...); el señor Kiyoto, al que el casero ha encontrado vestido con un negligé cuando va a cobrarle la renta (mmm... sin comentarios); el señor Stradivarius que se la pasa rompiendo nuestra paciencia y tímpanos con sus cantos gregorianos que pone a todo volumen en el estéreo; los hermanos Kaze, en cuya habitación siempre se oyen explosiones y sale humo de abajo de su puerta todo el día.
Pero de todos el más extraño y enigmático, es mi vecino de piso, casi nunca le veo y creo que se la pasa encerrado todo el día en su cuarto haciendo no sé que cosas. Nadie de aquí sabe su nombre así que le hemos apodado "el pelirrojo", por su peculiar color de pelo. Es algo bajito, pero está muy bien proporcionado, tiene unos ojos de color ambar y un atractivo rostro, es muy guapo (Mamá: No dejes que papá lea esa parte o le van a salir sus aires sobreprotectores).
Soy muy curiosa (ustedes más que nadie saben las complicaciones que eso puede ocasionar jeje) y me decidí a saber más de mi enigmático vecino, le pedi al casero una copia de los registros de todos los inquilinos, al principio se negó diciendo incoherencias sobre la honradez y legalidad, pero luego cedió. Lo único que pude averiguar de él es que sus iniciales son H. K., y que su cumpleaños es el 20 de junio. Esperaba encontrar más y me decepcioné, pareciera como si no quisiera que la gente sepa quien es él ¿Que oscuro secreto puede guardar? No lo sé... aún. Pero bueno, así que ayer estaba cumpliendo taiocho años por lo que decidí hacerle un regalo, no lo conocía y no sabía que podía gustarle, así que salí de compras (ahora tengo unos bonitos zapatos nuevos jejje) y después de mucho pensar me decidí por un bonito diario encuadernado de piel negra (las pocas veces que lo he visto siempre está vestido de negro, supuse que le gustaría el color), lo envolví y lo deposité en su buzón.
Aún no hago amistades por estos rumbos (en parte porque me la he pasado encerrada en mi cuarto desembalando y acomodando todo) pero seguro pronto encontraré algún alma que pueda aguantar a esta loca muchachita. Saludos a todos. Espero encontrar un día libre en mi agenda para ir a visitarlos. (Casi toda la ocupan los horarios de mis clases... es triste saber que siendo viernes me la pasaré encerrada viendo televisión y comiendo comida congelada). Espero verlos pronto.
Con cariño....
.-·Kaoru·-. 21-Junio-02 -----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Kaoru levantó la cabeza y suspiró mientras doblaba la carta y la introducía en un sobre. Masajeó su cuello y bostezó. Estaba algo cansada, todavía no terminaba de desempaquetar sus cosas, comenzó a cabecear, antes de darse cuenta dormía profundamente.
El concierto de perros en la cuadra la sacó del mundo de los sueños. Se desesperezó y miró su reloj de pared en forma de gatito, con sus ojos amarillos y móviles que nunca paraban de escudriñar su cuarto, eran la 1:40 de la madrugada.
Se levantó y fue a la cocina tararenado una pegajosa melodía mientras se estiraba, se sirvió un vaso con agua y se dirigió a su recámara. Colocó el vaso de cristal en la mesita del rincón y se dejó caer sobre su blanda cama, rebotando.
-Ahh... -suspiró contenta-. Nada mejor que una buena cama y una buena película después de un ajetreado día
Agarró el control remoto y encendió la televisión que había colocado justo enfrente de su cama, algo aburrida comenzó a cambiar canales hasta que encotró un programa que llamó su atención. Un documental sobre tiburones y delfines. Resignada a no encontrar algo mejor se quitó sus pantuflas rosas con forma de conejo y mirando el interrumptor de las luces a kilómetros de distancia, tomó el control remoto y con certera precisión lo arrojó hacia la pared, apagando las luces con un ruido sordo.
-Espero no haber despertado a nadie -rió y se acomodó mejor en su cama, dispuesta a pasar una linda y tranquila noche maratónica de televisión.
Justo en ese momento una sombra negra pasó rapidísimo cruzando la ventana del cuarto, unos ojos dorados refulgieron en la oscuridad de la noche sin que ella se diera cuenta.
Battousai entró a un lote baldío, vestido de negro pasaba fácilmente desapercibido entre el oscuro callejón, su larga gabardina negra ocultaba perfectamente su katana y sus penetrantes ojos escrutaban todo alrededor minuciosamente, buscando el escondite de su objetivo: un narcotraficante de armas llamado Takeda Kanryuu. Una torva sonrisa curvó sus labios al encontrar lo que buscaba, una puerta secreta camuflada entre la basura y la maleza del lugar. Se dirigió a ella con el sigilo de un tigre acechando a su presa, los goznes rechinaron un poco al abrirse rompiendo el pesado silencio del corredor tras la puerta. Battousai se amaparó en los oscuros rincones, esperando inmóvil a los guardias que en breve irían a inspeccionar a fuente del ruido, no tuvo que esperar mucho. Dos hombres corpulentos, vestidos de verde, salieron de otra puerta al final del corredor. Ojos ambarinos los observaron al tiempo que evaluaba sus obstaculos temporales, no parecían muy ágiles y al parecer sólo iban armados con la pistola que colgaba al cinto... sería muy fácil acabar con ellos. Uno de los guardias sintió un cosquilleo en la nuca y volteó la cabeza sólo para encontrarse con el filo de una katana, el otro guardia también volteó al escuchar el sordo ruido del cuerpo al caer, lo único que vió fue un relámpago de luz y luego nada.
Battousai comprobó el pulso en las muñecas de los guardias pues no quería cadáveres de más, se había excedido un poco al atacar pero no era su culpa que los hombres fueran más débiles de lo que había pensado. Libre de obstáculos se dirigió a la puerta de donde los hombres de verde habían salido, era una puerta de madera común y corriente, tocó suavemente con los nudillos y un constante murmullo acabó.
-Koge -llamó la aguda voz de Kanryuu-. Ve a ver que pasa
Un joven asintió y fue trotando torpemente a cumplir con la orden de su jefe. ¡Jamás lo hubiera hecho! Apenas un segundo después de salir, un fuerte golpe en la nuca le hizo perder el sentido. Battousai volvió a llamar a la puerta.
-¡Koge! ¡Tou! ¡Sota! -llamó el rufián. Golpeó la mesa con los puños al no obtener respuesta-. ¡No les pago para que se pongan a jugar! ¿Donde se han metido?
Pero el insistente llamado a la puerta continuaba. Kanryuu se separó de la mesa en donde hacia cuentas y a regañadientes se acercó a la puerta. La abrió. Unas poderosas manos se cerraron sobre su cuello y lo alzaron en el aire.
-A-auxi-lio -masculló, asfixiándose
Battousai lo arrojó contra la pared y se acercó a la luz, dejándose ver por su inminente víctima. Kanryuu aulló como lobo herido al reconocer a su apresor: el temible asesino de la noche, el cruel Battousai. Kanryuu, al adivinar su destino, intentó salvar su vida ofreciéndole dinero, proprosición que fue negada.
-Te daré lo que quieras... sólo pídelo... puedo darte lo que sea -lloriqueaba Kanryuu
-Lo único que ansío, es lo único que el dinero no puede pagar
-Onegai... -suplicó llorando
-¿Sabes que hora es?
-La- las 2:02 -contestó algo desconcertado, con la voz entrecortada
-Feliz tú porque sabes la hora de tu muerte
Kanryuu abrió los ojos con espanto, su boca se contorsionó en un rictus de terror... mismo que permaneció en sus labios cuando su cabeza rodó por el suelo.
Continuará.
Próximo capítulo: Triste historia sin final feliz
Éste es el primer fanfic que publico, no es el primero que escribo pero si el primero que pienso (y tengo que) terminar. Espero que les guste porque es el resultado de una idea que me gusta mucho. Al principio, los narradores iban a ser Kenshin y Kaoru, por medio de sus diarios, pero... se me secó el cerebro con el de Kenshin, él no se pondría a escribir sus asesinatos con lujo de detalles, cosa que a mí me gusta escribir y después con Kaoru me di cuenta que lo único que hacía era repetir lo mismo que decía yo como narradora. Así que lo dejé con diario de Kenshin, una que otra aportación de parte de Kaoru y yo como narradora. A propósito de esto, traté de esmerarme en que se notaran las diferentes personalidades de ambos, es decir, Kenshin algo trastornado, de mente un tanto oscura y con sentimientos de culpabilidad y Kaoru, totalmente alegre, sin más preocupaciones que la de pagar el alquiler de su departamento y asistir a sus clases. Espero que la diferencia sea más que notoria. Otra cosa: ¿Existen los departamentos como el que describí? Porque no estoy segura, quería que vivieran juntos pero sin vecinos entrometidos que me dificultaran la tarea de juntarlos. Así que me inventé la idea del departamento con dos habitaciones en cada piso... espero que en un futuro me venga bien.
Creo que eso es todo por decir.
Matta ne! . Karura Himura
