Ella estaba tan cansada, triste y sola, gritó lo más que pudo a la oscuridad, ocasionando un sabor salado en su boca, sus ropas estaban manchadas de sangre, rasgadas. Su piel estaba abierta con pequeños rasguños tintineantes ante la caída lenta de líneas rojizas escarlata, sus anteojos se rompieron en mil pedazos, su cabello café estaba repleto de suciedad, polvo y mugre, había estado dormida por un buen tiempo. Trató de levantarse sin ánimos, los tacones de punta alta de sus zapatillas negras estaban rotos, andar descalza a través del húmedo suelo en aquella cárcel era una opción. Al salir de la oscura habitación repleta de tubos y paredes agrietadas, se aventuró a explorar aquella prisión a la que fue mantenida cautiva. Gina miraba con horror los podridos cuerpos apresados, todos movían sus extremidades lentamente, expresando dolor en la poca vida que les quedaba, tenía miedo, no quería ser uno de ellos.
Dolía, su estómago no aguantó y vomitó su dulce bilis que chocaba contra el podrido suelo, decorando este aún más de lo que ya estaba, miraba el interior, fierros oxidados, escaleras derruidas con el metal por el suelo, habían pequeñas celdas con criaturas dentro, todos pudiéndose mientras pedían ser liberados, listos para pegar un fatal mordisco a cualquier pobre que se cruzara, Foley no estaba preparada para tanto, tras sacar líquidos de sus labios rosas, se liberó, una carga menos que aguantar en su trayecto, no dolía tanto, ya había perdido mucha sangre, sólo esperaba cerrar los ojos otra vez y... reencontrarse en otro mundo.
