Los ojos se le cerraban. Hermione miró su reloj ("Ya basta por hoy" pensó), recogió sus libros de Aritmancia y salió de la biblioteca. Después de la cena había ido a terminar los ejercicios que la profesora Vector les había mandado (completar la tabla numérica de los hechizos convocadores) y no se había dado cuenta de la hora.

Cuando salió hacia el pasillo se tropezó con Neville que entraba a la biblioteca.

—Pero Neville, ¿qué haces a estas horas aquí?

—Olvidé devolver este libro sobre plantas curativas—. Susurró Neville con algo de miedo— Seguro que la señora Pince me mata.

—No te preocupes, no creo que te eche a los escregutos—. Rió Hermione. Se despidió de él y salió.

Iba caminando hacia la sala común cuando, de repente, oyó un ruido tras ella y se sobresaltó. Se quedó quieta un momento, antes de, instintivamente, darse la vuelta, pero cuando lo hizo no vio a nadie. Nada.

"Qué raro" se dijo, "Bah, Hermione, estás tan cansada que te imaginas cosas, eres tonta". Retomó el camino, un poco nerviosa y mirando de vez en cuando para atrás, pues notaba la extraña sensación de que alguien la observaba. Llegó hasta la sala común, dijo a la Señora Gorda la contraseña, entró y se fue a su habitación.

Una vez en la cama, le resultaba imposible conciliar el sueño: el caso es que ese ruido era tan familiar… era una especie de golpeteo, no sabría precisarlo más, pero raramente familiar.

A la mañana siguiente, en el desayuno, les contó a Harry y Ron lo de anoche.

— Os digo que fue un ruido que ya había oído antes—. Dijo Hermione algo alterada porque sus amigos no la creían.

— Venga ya Hermione, seguramente fuera un gato—. Repuso Ron.

— Bueno pero —dijo Harry rápidamente pensando que Hermione iba a explotar — ¿dónde dices que lo oíste? ¿Y a qué hora?

— Ya os lo he dicho; al salir de la biblioteca, sobre las doce y media. No sé por qué me tiene ese sonido tan absorbida, si en realidad es sólo eso, un sonido dichoso.

— No te preocupes, haremos guardia en la biblioteca cuando tú estés dentro—. Dijo Ron con voz socarrona.

— Ay, ¡mira qué eres pesado Ron!— gritó Hermione exasperada, y salió del Gran Comedor.

—Está chalada — afirmó Ron —. A saber lo que le enseña la profesora Vector.

"Maldito Ron- pensó Hermione- se cree muy listo". La primera clase del día era Cuidado de Criaturas Mágicas, y Hermione s e encaminó hacia la cabaña de Hagrid con paso rápido, ofendida y realmente enfadada, pues sus amigos la creían una pirada.

Cuando estos llegaron, Ron se acercó a ella, como para apaciguar la situación, pero cuando fue a hablarle se quedó repentinamente callado. En respuesta, Hermione le soltó: "¿Qué pasa Ronald? ¿Te ha comido la lengua el gato? Seguro que fue el mismo gato que me persiguió a mí anoche".

Harry soltó una risita y Ron se puso colorado, pero no dijo nada.

En las siguientes clases ni siquiera miró a Ron; se limitó a asentir cuando este le hablaba, o cuando le pidió que le pasara un bubotubérculo en clase de Pociones.

A la hora de la comida, ya estaban algo más animados y no se respiraba tanta tensión:

— Está bien —admitió Ron, que tenía la boca llena de ensaladilla—, te creemos. Has oído un ruido y no sabes de qué puede ser muy bien… pero ¿te has parado a pensar en la cantidad de criaturas que habitan en este castillo? ¡Podría haber sido Peeves mismamente!

— Ya te digo que me resultó muy familiar… pero bueno, dejemos el tema, creo que hay cosas más importantes de las que hablar: Harry, ¿ya os han dicho algo sobre la primera prueba?

— No; pero seguro que nos enfrentaremos a un escreguto de importantes dimensiones, o eso espero— Dijo Harry temblando.

— No te preocupes, te ayudaremos en lo que podamos —Dijo Hermione—. Cuanto antes lo sepamos mejor porque hay que ir adelantando trabajo. Eso me recuerda que esta noche he de volver a la biblioteca; la profesora Vector me está mandando mucho trabajo esta semana.

— Seremos tus guardaespaldas, no te preocupes —Dijo Ron con una sonrisa.

— Déjalo. —Repuso Hermione con los ojos entrecerrados, y comenzando a enfadarse de nuevo.

Por la tarde, mientras sus amigos se encaminaban a clase de Adivinación, ella se dirigió al aula de Aritmancia. Era su clase favorita y le encantaba participar siempre que podía (como en todas las clases en realidad), pero ese día estaba algo distraída pensando en lo de anoche… ¿alguien la observaba? Sintió un escalofrío. Por fin sonó el timbre; sólo quedaban dos clases más y el día habría acabado.

Tras una clase interminable de Historia de la Magia y otra de Transformaciones en la que Seamus hizo arder un cojín al intentar convertirlo en una tetera, llegó la cena: la siempre suculenta cena. Más animada, charló con sus amigos sobre la primera prueba que le esperaba a Harry. La verdad es que era toda una incógnita, aunque divagaron bastante sobre qué se podía encontrar.

Por la noche, Hermione se encaminó hacia la biblioteca tras dejar a Harry y Ron en la sala común "jugando con los juguetitos peligrosos de Fred y George", como ella decía. Se sentó en una mesa, sacó su libro de Aritmancia y un pergamino y comenzó a escribir, pero no podía concentrarse pensando en lo ocurrido: ¿Y si volvía a oír ese ruido esa noche? ¿Y si alguien la observaba?

Instintivamente, pensó en Malfoy; para nadie era un secreto que la odiaba por ser lo que él llamaba una "sangre sucia". ¿Y si estaba planeando algo contra ella? Pensó que se estaba volviendo algo paranoica.

Cuando se dijo que ya había hecho suficiente por aquel día, recogió todo y se fue. En realidad, pensó, no había hecho apenas nada, así que más le valía ponerse en serio.

Al salir al pasillo, se quedó quieta un instante como si esperara escuchar aquel ruido, pero no oyó nada. En parte aliviada, en parte decepcionada, se dirigió a la sala común, pensando que sus amigos tendrían razón.