¡Hola!~ Les traigo un nuevo fic de mi Otp, pero a diferencia de los demás, este no será sólo un one-shot y tendrá más capítulos. Largo no será, pero algo es algo.~ Bueno, sin nada más que decir, ¡espero que lo disfruten!

Disclaimer:

Haikyuu y sus personajes no me pertenecen a mí, sino a su respectivo autor Haruichi Fuurudate.

La historia me pertenece totalmente a mí.

Pelotas rebotando contra el suelo de la cancha, risas y muchas bromas, zapatos chirriando y gritos demandantes de parte del entrenador. Aquello hacía que esa tarde en la cual se encontraban practicando, pareciese normal incluso un tanto aburrida. Después de todo siempre hacían lo mismo, la única diferencia era que aquella tarde todos se encontraban más cansados de lo normal y sólo querían llegar a su dulce hogar a dormir como rocas.

—La práctica ya terminó, recojan todo y váyanse a sus casa. —El entrenador dio la orden y todos se dedicaron a cumplirla. Una vez ya recogido todo se dirigieron a cambiarse y a deshacerse de todo el sudor que los cubría.

—Mierda, hoy sí me canse. — Replicó para sí mismo mientras se secaba el sudor del rostro. Aquel día en especial no se encontraba con muchas ganas de hacer gran cosa, sin embargo nunca era buena idea faltar al entrenamiento, por lo que al final se decidió a sí ir. Y en ese preciso momento se arrepentía enormemente. Después de despedirse de sus compañeros de equipo se dirigió a su casa para por fin poder descansar.

Al llegar a su casa saludó a sus padres y subió las escaleras ya esperando poder dormir con tranquilidad. Para su mala suerte, al entrar a su cuarto no se encontró con la tranquilidad que esperaba, sino, se encontró con un cuarto hecho un desastre: En su cama se encontraban regadas miles de fotografías y gracias a que la ventana se encontraba abierta, las hojas de los árboles próximos se encontraban sobre el suelo. Suspiró pesadamente dejando sus cosas en el suelo para después dirigirse a quitar las fotografías de su cama. Pero, algo le llamó la atención de estas. No eran fotografías normales, eran fotos de él. En cada una de ellas él aparecía y no recordaba haberse tomado ninguna de esas fotos. No obstante, lo curioso era que en ninguna de las fotos se encontraba viendo hacía la cámara, era como si se las hubiesen tomado sin que él estuviese consciente de la cámara que lo vigilaba. Pero, al parecer las cosas iban empeorando, en la pared donde originalmente se encontraban sus posters, ahora estaba escrito con grandes letras: ''Tú serás mío.''

Hajime sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal al leer aquel pequeño pero muy significativo mensaje que le habían dejado, era cierto que habían muchas posibilidades de que fuese una broma de muy mal gusto, pero algo le decía que aquello no era más que una advertencia y que debía tener cuidado.

—Papá, mamá es mejor que vean esto…— Lo pronunció con un tono de voz lo suficientemente alto para que lo escucharán, pero sin llegar al grito.

—¿Qué paso, Hajime? — Preguntó su madre mientras subía las escaleras hacía el cuarto de su hijo. Al llegar a la puerta soltó un grito agudo observando las letras que adornaban la pared del cuarto de su hijo. Finalmente, su padre, al escuchar aquel grito se decidió a subir las escaleras, pero al igual que su madre, se quedó parado enfrente de la puerta observando el cuarto de Hajime.

—Hijo…¿qué es esto? —Preguntó mientras se acercaba a las fotografías, en eso tomo una de ellas para verla fijamente. En aquella fotografía estaba Hajime caminando a un lado de sus compañeros de equipo, pero sus compañeros estaban tachados con plumón rojo mientras el rostro de Hajime estaba rodeado por un corazón que debajo decía ''Mío''.

—Yo… yo no sé. Cuando subí vi todo esto y la ventana abierta…— Su padre suspiró pesadamente mientras soltaba la fotografía, no sabía qué hacer.

—Quita las fotos y mañana yo quito la pintura. No creo que sea nada grave, seguro y es una broma de mal gusto.

Hajime sólo asintió para después dedicarse a retirar las fotos de encima de su cama. Él quería creer que aquello sólo había sido una broma, como había mencionado su padre, pero en su mente no dejaban de pasar ideas descabelladas que sólo serían tema de una película de horror con bajos presupuestos. Sin embargo, algo lo seguía trayendo terriblemente nervioso, algo le susurraba al oído que voltease hacía la ventana, algo le pedía que estuviese atento a cualquier movimiento.

Al final, Hajime no pudo dormir en toda la noche. Siempre dormía viendo hacía la pared, sin embargo, ahora no podía. Cuando abría los ojos en la penumbra de la oscuridad de su cuarto, lo primero que veía eran aquellas grandes letras pintadas con rojo, aquellas letras que le causaban un nudo en la garganta, que le ordenaban que fuese suyo. Porque en aquellas palabras no había sutileza, sino un simple ''Tú serás mío'' como si Hajime fuese un objeto que alguien simplemente podía poseer.

Al cabo de un rato, Hajime pudo caer en los brazos de Morfeo a gusto. Aunque sólo hubiesen sido unas pocas horas, pudo descansar y borrar toda esa preocupación que lo embriagaba. Lamentablemente, el fuerte pitido de su alarma lo levantó de mala gana recordándole que tendría que ir a la escuela cuando lo único que quería era dormir.

Se levantó de mala gana ignorando todo lo que lo rodeaba, si bien, en esos momentos se encontraba demasiado cansado como para prestarle atención a aquellos detalles. Se vistió para después bajar por las escaleras y poder desayunar como se debía.

Bajó las escaleras y se dedicó a sentarse y a tomar su desayuno. Claramente, su madre lo veía con rostro de preocupación y aunque no la culpará por estar preocupada, no le gustaba el sentimiento de ser observado, así que se limitó a sólo saludarlos con pesadez y sueño. Ambos lo miraban de forma curiosa, como si estuviese a punto de darles una noticia que los dejaría helados, sin embargo Hajime no tenía ganas de hablar.

—Y bueno…— Su madre se aclaró la garganta antes de seguir hablando, al parecer estaba a punto de decir algo de suma importancia. —…¿Cómo dormiste, hijo?

—Bien.

—¿Bien, estás seguro?

—Sí.

Su madre pudo notar que Hajime no ansiaba iniciar una conversación, por lo que sus únicas respuestas se acortarían a: ''Sí, no, ok, bueno, aha.'' Así que ella bien sabía que no valía la pena esforzarse por saber que estaba pensando su hijo.

Minutos después Hajime se levantó de la mesa y se dirigió a la puerta para después salir de su casa e ir a la escuela. En el trayecto de su casa a la escuela, en su mente pasaban demasiadas cosas y lo atormentaban muchas preguntas, ¿La persona que tomó las fotografías se encontraría cerca de aquí en ese instante? ¿Va en la misma escuela que yo? ¿Estará tomando fotografías en este mismo instante? Todas esas preguntas inundaban su mente y lo atosigaban.

—Iwaizumi…Iwaizumi…!Iwaizumi! — Instantáneamente, volteó hacía donde creía que provenía la voz que gritaba su nombre, a lo que no se sintió sorprendido cuando visualizó a sus dos compañeros de equipo unos pasos atrás de él.

—Por fin volteas, llevamos llamándote un buen rato.

—Lo siento…es que ayer me ha pasado algo muy extraño. —El semblante de ambos chicos cambió con aires de preocupación, después de todo Hajime no era de las personas que contaban todo lo que pasaba en su vida diaria, y si lo contaba era algo de suma importancia.

—¿Extraño? ¿A qué te refieres con eso?

—Bueno…—Dejó salir un suspiro de frustración mientras se pasaba una mano por su cabello castaño. — Ayer al llegar a mí casa he encontrado fotografías mías regadas en mi casa, pero el problema es que ninguna de esas fotos me las he tomado yo. Lo peor es que en la pared estaba escrito ''Tú serás mío.'' Mi padre me ha dicho que seguro y es una broma de mal gusto pero no sé… —Issei le dio una leve palmada en sus hombros mientras volvía a poner su mismo semblante serio de siempre.

—Ya tranquilo. Seguro tu padre tiene razón.

—Sí, no te preocupes. —Hajime asintió levemente.

Siempre le habían molestado las bromas que le hacían Issei y Takahiro, aunque sabía que sólo eran para pasar el rato las bromas lo sacaban de quicio, desde que era pequeño nunca había sido alguien bromista. Pero en aquellos momentos lo único que deseaba era que todo eso fuese una broma y que nunca más volvería a ver fotos suyas o mensajes raros.

Mientras pasaba el día, Issei y Takahiro se habían encargado que Hajime no pensase en eso ni durante un segundo, tal vez no de la manera que Hajime hubiese deseado, pero al menos lo mantenían con la mente ocupada. Lo cual era lo único que quería, no tener tiempo para pensar en el acontecimiento pasado.

Las clases habían terminado y los tres chicos se dirigían al gimnasio donde los esperaría un arduo entrenamiento, y como era usual los tres siempre eran los primeros en entrar, bueno, Hajime casi siempre era el primero en entrar. Habían varias veces en las cuales perdía de vista a Issei y a Takahiro, y para ser sinceros no quería saber donde se encontraban. Pero, lamentablemente, aquella entrada al gimnasio no fue más que una catástrofe.

Entraron los tres mientras los otros dos hacían bromas referente a como Hajime se había distraído en clase de historia y la manera en la cual la maestra lo habría reprendido, algo épico. Hajime sólo rolaba los ojos con una leve sonrisa en sus labios, para ser sinceros a veces si le causaban gracia unas cuantas bromas.

Se dirigieron hacia donde se encontraban los casilleros para poder cambiarse de una vez, pero al entrar un olor horrible impregnaba el aire. Tanto así que se tuvieron que tapar la nariz para poder adentrarse más.

—Huele a que algo se murió aquí dentro. —Se quejó Takahiro mientras miraba a su alrededor en busca de la fuente de aquel insoportable olor.

—Iwaizumi, abre tu casillero. Huele más fuerte por ahí. — Ordenó Issei señalando el casillero de Hajime.

—No creo que sea el mío. — Dijo mientras se acercaba a su casillero tapándose la nariz, en parte Issei tenía razón. El olor se volvía más insoportable mientras se acercaba.

—¿Qué está pasando? — Escuchó preguntar a algunos de los de primero y segundo, los cuales sólo se quedaban en la puerta debido al olor que había tomado todo el cuarto.

—Iwaizumi, apúrate. — Reclamó Takahiro mientras veía como el moreno se acercaba lentamente a su casillero.

Hajime abrió rápidamente su casillero encontrándose con una caja de cartón de tamaño mediana. La caja apestaba de una manera que tenía ganas de dejarla ahí y salir corriendo, sin embargo, la curiosidad de saber que era lo que había dentro de esa caja y el por qué se encontraba en su casillero fueron mayores.

—¿Qué demonios es eso y por qué apesta tanto? — Takahiro e Issei se acercaron a Hajime para descubrir lo que había dentro de esa misteriosa caja.

—No sé…—Admitió él más bajo de los tres mientras tomaba la caja en manos. La caja tenía una nota pegada en la parte de arriba, el moreno la despegó y la leyó en voz alta. —Te gustan los perros, ¿verdad?... —La expresión de duda no tardó en mostrarse en los rostros de todos y en especial en el de Hajime. Sí, claro que le gustaban los perros, pero, ¿eso a que venía al tema?

Con la duda en el rostro observó más detenidamente la caja, al parecer estaba escurriendo un líquido, pero no le puso importancia y se dedicó a abrirla.

Cuando la abrió se llevó una gran sorpresa, y no especialmente una linda. Dentro de la caja yacía la cabeza de un can. Parecía fresca, después de todo la sangre seguía corriendo.

Hajime dejo caer la caja mientras veía atónito el suelo, pudo escuchar como algunos gritaban de horror y como sus dos amigos lo veían horrorizados cuestionándolo con la mirada. Pero, en esos momentos no le importó que todo mundo lo observase y lo cuestionase, simplemente quería salir de ahí. Corrió fuera de aquel lugar y como se esperaba, lo primero que hizo fue vomitar. El olor lo había seguido y ahora tenía sangre en sus manos y en sus zapatos. ''Te gustan los perros, ¿verdad?'', las fotografías, ''Tú serás mío.'' Su cabeza daba vueltas y se empezó a sentir mareado, las piernas le temblaban. Y como era obvio, volvió a vomitar.