Disclaimer: Hetalia no me pertenece.
Demons
Si había algo que odiase, era el sentirse débil.
Entre muchas cosas más, claro.
Detestaba el sentirse débil, vulnerable. Suceptible. Lo aborrecía de verdad.
Por ello, odiaba a Arthur.
Odiaba a su pequeño hermano de forma abrasadora.
Odiaba su voz, sus ojos, su rostro. Odiaba todo aquello que tuviese que ver con Arthur.
Odiaba a esa vulnerabilidad de la que se hacía víctima al ser involucrado su hermano de por medio, fuese cuál fuese la circunstancia. De cuando en cuando, Glen solía recordarle de que manera llegó a amar a Arthur cuando era sólo un mocoso. De cuando en cuando, le decía que bajo todo ese supuesto odio que sentía, su amor seguía vivo y con más fuerza que nunca.
Y eso lo detestaba por sobre todas las cosas.
Glen nunca entendería. Nunca, jamás comprendería la verdadera naturaleza de ese vórtice de odio hacía Arthur.
¿Cuando desaparece la línea entre el odio y el amor?
Esa pregunta se hizo mil veces tras haberse dado placer pensando en su pequeño hermano.
Esa pregunta la formuló incansable mientras ardía de rabia, imaginando a su hermanito entre los brazos de ese asqueroso traidor de lentes.
Esa pregunta se hizo, justo ahora mientras bebía en la soledad de su hogar.
Odiaba a Arthur.
Lo odiaba por haberlo convertido en un monstruo.
Lo odiaba por haber despertado a sus demonios más oscuros.
Lo odiaba porqué justo ahora, esos demonios rogaban salir libres, rogaban por Arthur, rogaban por aquel quién siempre estaría fuera de su alcance.
–Escocia...—La voz de Gales le llamó.
–¿Qué?
–Me marchó. Recuerda hermano...–Dijo Glen—No los dejes escapar.
No contestó.
Lo escuchó retirarse en el más profundo de los silencios.
¿Dejarles escapar? ¿Era idiota?
Jamás haría eso.
Sus demonios eran sólo suyos. No escaparían. Él no lo permitiría.
Y ese era más que nada, lo que más le descontrolaba.
¿Cuando fue tanto su amor, que incluso prefería agonizar en silencio antes que permitirse dañar a Arthur?
Arthur.
–A-Arthur..—Gruño, embistiendo contra su mano, mientras su mente creo una imagen lasciva de su pequeño hermano, gimiendo bajo suyo. Se corrió con abundancia, cayendo agotado en su lecho. Sus ojos cobalto estaban turbios de lujuria y en silencio, comenzó su eterna lucha. Esos demonios permanecerían ocultos. No los dejaría escapar. Se ataría con ellos si fuese necesario para evitar lastimar a Arthur.
Aunque quién sabe.
Tal vez, sólo tal vez unas habitaciones alejado, esa misma escena se repetía, ésta vez con Arthur suspirando de deseo por el cuerpo de su hermano.
Luchando de igual manera para que esos demonios que le instaban a ir en busca de Scott, luchando para seguir aparentando ese intenso odio que escondía un amor y un deseo profundos, cómo ese par de ojos tormentosos por los cuales suspiraba.
Hermosas Criaturas.
Ésta pareja es mi amor culposo. Adoro la relación de éstos dos. Son demasiado bellos.
Ojala y les guste.
