Rated: K+
Género: Romance
Aclaraciones: One-Shot.
palabras: 609 + título.

Innocent

Francis amaba las rosas, realmente las amaba. Cada que lo veías traía una rosa consigo. La tenía de adorno, dibujaba rosas, plantaba miles de rosas en su jardín. En su casa, los floreros tenían más variedad, pero NUNCA faltaban las rosas. Un día, Matt fue a su casa, Francis lo había invitado a una merienda en su casa. Realmente se asombró al ver que en su casa había tantas rosas. Se sentó en un sofá de la sala de estar, sonrojado de timidez como casi siempre. Esperó unos minutos, observando la gran sala y todo lo que ésta tenía. Había gran variedad de novelas hechas por escritores franceses, entre ellas su favorita: Avellanas Silvestres. Se levantó entonces, se dirigió a la biblioteca del francés mayor, y tímidamente sacó el libro, para luego sentarse a leer. Minutos más tarde, Francis apareció con la bandeja de pastelillos y el equipo de té. Ambos salieron a la terraza, donde había una mesita que tenía un mantel rojo, bordado en el centro y los bordes con dorado, acompañada también por las sillas que el francés había hecho a mano. Se sentaron a disfrutar de la vista. Daban las tres de la tarde y el ambiente empezaba a refrescar un poco. Bajaron luego de la merienda a dar una vuelta por la plaza.
Francis se mostraba algo diferente a como solía comportarse habitualmente. Se encontraba más tranquilo, más seguro de sí mismo. Matt había notado eso, estaba algo confundido, no era muy "normal" que lo notaran, quizá sí de vez en cuando por Francis, pero no hasta tal punto de invitarlo a merendar. Se sonrojó al pensar en eso, no podía estar creyendo que el francés… No, eso no podía ser. Ese día no llevaba a Kumajirou con él, así que tenía ambas manos libres. Francis no desaprovechó la ocasión y tomó la mano de Matt con delicadeza, haciéndolo sonrojarse más de lo que ya estaba. El menor lo miró con ojos inocentes y brillosos, sentía su corazón latir con fuerza, no podía creer lo que sucedía.

- E-Etto… F-Francis… - Dijo el menor con su tímido tono de voz, tratando de llamar la atención del francés.

- Dime, mon petit~ - Le sonrió dulcemente al canadiense, provocando que este apartara la mirada, sonrojado.

- ¿P-Por qué de repente… m-me invitaste a salir? – preguntó sonrojado el menor, mientras se sentaba en una banca del parque. El francés sonrió, y se sentó a su lado para tomar su mano y mirarlo a los ojos.

Matt sintió su corazón latir con fuerza, estaba confundido, realmente confundido. No sabía qué decir. Se quedó mirando a los ojos al francés, sonrojado, y al ver que este se acercaba para besarlo, fue cerrando los ojos y acercándose también. Sintió los labios de Francis rozar los suyos, y pronto también sintió como se unían con dulzura. Los labios del canadiense le sabían a miel, sonrió en el beso con aquél pensamiento el francés. Y poco después de una serie de caricias y besos en el parque, decidieron mejor ir a casa del francés. Hablaron un rato de lo repentino que al canadiense le parecía. Más no era como si no lo deseara. Pobre e inocente Matthew, amaba a ese francés. Y ni hablar de Francis, que aprovechaba la inocencia del pequeño Matt. Sí, le amaba, le amaba por ser el país más inocente, por ser tan dulce y cariñoso, por ser tan fiel… claro, ese tema no pasó de largo, pues Matt le hizo jurarle fidelidad, y así fue… quizá con un par de copas le permitiría serle infiel, pero en su presencia y sin alcohol, se prohibiría estrictamente.