Rated: T (Por el Shota y el Incesto que se incluye)
Género: Romance/Familia
Aclaración: ¡Colonial! Times/drabble. Mención de FrUK
palabras: 616 más título.
Beso infantil
Arthur no estaba en casa, y los pequeños Alfred y Matthew estaban solos, jugando aunque intranquilos in su hermano mayor. Tenían miedo, pues esa noche había una tormenta fuerte, que asustaba a Matthew hasta tal punto que lo hacía llorar, cosa que Alfred calmaba arrullándolo un poco y diciéndole que todo estaría bien, que él era un héroe y no permitiría que nada le pasara. Matthew no le creía, pero era suficiente para hacerlo calmarse, no era fácil estar tranquilo si estaban solos, de noche y con tormentas fuertes.
Alfred estaba jugando con sus soldados de juguete, los cuales Arthur había hecho a mano para él, hasta que recordó una charla entre el francés y su hermano que había oído en secreto…
"- Saben a miel, te lo juro –Decía el Francis con su típico acento afrancesado. - Ya, sí claro, así saben cuando estás muy enamorado, porque luego te saben amargos de traición. – Respondió el inglés con un tono algo deprimente. - ¿Quieres probar que los besos sí saben a miel? – El francés se acercó peligrosamente a Arthur, rozando sus labios, para luego proceder a besarlo, siendo correspondido tímidamente por el inglés. - ¿Y bien? - C-Calla, bastardo. –apartó la mirada sonrojado el de cejas pobladas, dejando ver apenas el leve sonrojo que tenía en sus mejillas."
- N-No lo sé, Alfred… A-Arthur podría enterarse… - Dijo tímidamente el pequeño rubio, sonrojado por la propuesta de su hermano.
- ¡Anda! ¡Aunque sea uno cortito! – Alfred estaba decidido a probar, ¡No se quedaría con la duda!
- Y-Yo… OK… - Matthew se acercó con timidez a su hermano, y le tomó la mano para sentirse tranquilo, y comenzó a acercarse lentamente, mientras esperaba que su hermano correspondiera.
Alfred se acercó también, sonrojado y apretando la mano de su hermanito, mientras comenzó a notar que sus narices se rozaban de cercanía. Sus respiraciones se mezclaban, sus sonrojos competían, y los nervios estaban a mil, hasta que por fin lograron rozarse en un tímido e inocente beso. Pero Alfred no quería dejarlo así, con su mano libre, acarició la mejilla de su hermanito y atrajo su carita más hacia él, profundizando el beso cada vez más, comenzando a introducir tímidamente su lengua, a lo que Matt se sonrojó y correspondió. Ambos hermanos estaban nerviosísimos, sus lenguas se entrelazaban con inocencia y timidez, y sus mejillas pasaban de un tierno rosado a un rojo tomate. Estaban en el cielo, los labios del contrario realmente les sabían a miel, pero ese momento se vio interrumpido por una puerta que se abría de golpe, provocando el abrupto final de aquel tierno beso. Los chicos casi parecían tener tomates por cara, su sonrojo era gigante, Arthur había entrado empapado, y había alcanzado a ver la escena. Luego de un largo sermón, los niños se fueron a dormir, y esta vez, el beso que se dieron tan inocentemente pasó a durar mucho más tiempo, quedando así de costumbre. Cada noche, antes de irse a dormir, un besito de miel los ayudaría a caer poco a poco en un mundo de sueños.
