Combinación de AU, diferentes edades, shipps varias.

Los personajes no me pertenecen, este fic es sólo para entretener y sin fines de lucro.

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Su vida era sencilla, solamente debía obedecer a toda indicación y tendría como recompensa el alimento, simple, dejando de lado los insultos, los golpes y el suelo duro en donde dormía, agradecía su situación.

- Osomatsu, ¿Ya has limpiado el baño de arriba? –

Un joven de traje azul marino entró a la cocina mientras acomodaba su corbata de tonalidad amarilla.

- En seguida Atsushi, solamente terminare con estos platos – respondió el nombrado estando frente al lavabo. Vestía un pantalón café, sudadera gris y delantal blanco.

Osomatsu no observó al otro asentir en respuesta y marcharse, seguramente Atsushi se dirigía al trabajo, para su corta edad el otro ya tenía grandes responsabilidades en una empresa de su padre. El joven que siempre vestía de traje acostumbraba ser bueno con él, intervenía cuando llevaba mucho tiempo sin comer y en ocasiones se oponía a que lo golpearan, era un buen chico.

Osomatsu finalizo su tarea con los trastes y se encamino al baño para su siguiente labor.

- Hey idiota, ¿Has visto a Kami? – un chico de prendas oscuras se acercó al marco para cuestionar.

- Creo que estaba en el jardín – respondió el otro mientras continuaba tallando el piso.

Quien había preguntado se retiró sin siquiera agradecer el dato. Osomatsu sonrió levemente, Akumatsu era bastante seco y acostumbraba insultarle, pero al menos había dejado de lastimarle, aquel cambio se debió a la petición de su gemelo Kami, quien era totalmente opuesto y tan bondadoso que le parecía irreal. Finalizó la limpieza del baño y repaso mentalmente las tareas faltantes, si se apresuraba a terminar antes de la hora de dormir, quizá podría obtener un poco más de porción en su plato.

Limpiar, lavar, barrer, cocinar y demás tareas que parecían interminables era el día a día de Osomatsu en aquel gran hogar de más de ocho habitaciones.

- Osomatsu nii san, ¿Necesitas ayuda? – cuestionó con una suave voz un chico de ropa blanca.

- No es necesario Kami, ya termine la cena – contestó con una gran sonrisa al mayor de los gemelos. La cena era la parte favorita de Osomatsu porque esta era la última actividad del día.

Ante una gran mesa tres lugares eran ocupados, Osomatsu terminaba de llevar una jarra con agua justo en el momento que una quinta persona se hacía presente en el lugar, los cuatro jóvenes saludaron con una leve reverencia.

El adulto de traje a cuadros en tonalidad beige simplemente siguió su camino hasta su lugar.

- ¿Mal día? – cuestionó Atsushi al observar el ceño fruncido que parecía remarcarse más de lo normal.

- Sólo un infeliz que me estorba de momento – refunfuño mientras Osomatsu colocaba un plato frente a él.

La cena transcurrió en silencio, Osomatsu simplemente aguardaba en una esquina, atento a lo que necesitaran. En ocasiones no lograba evitar divagar, imaginando lo que sería compartir la mesa con aquellos con los que vivía, tener una conversación casual y quizá, lograr llenar el vacío que a veces se instalaba en su pecho.

- ¡¿Acaso estas sordo?!

Osomatsu se sobresaltó ante el grito, sin comprender el momento en que Tougou se había levantado hasta quedar frente a él. Aquel hombre se notaba molesto, más de lo usual y no lograba entender que había hecho para enojarle, desvió un momento la vista hacia el resto de los presentes sólo para percatarse que los tres evitaban mirarle, con aquello confirmo que se encontraba solo.

Se filtraba un poco de luz de la luna a través de la única ventana de aquel sótano, iluminando el cuerpo del pobre chico que no hacía más que lamentarse ocasionalmente. Osomatsu todavía sentía un ligero sabor metálico en la boca y podía apostar que un gran número de moretones se harían visibles en poco tiempo. Acorde a su experiencia de vida, sabía que su castigo era merecido, después de todo no prestó atención a las órdenes de Tougou, debió ser más cuidadoso al saber que aquél hombre había tenido un mal día.

Se recostó con la única idea de intentar dormir, después de todo, le esperaba la rutina de siempre al amanecer; sin embargo, algo llamó su atención, un sonido lejano parecía aumentar a cada segundo, curioso, se levantó para acercarse lo más posible a la ventana, la música era hipnotizante, jamás había escuchado algo similar y la necesidad de oír más se acrecentaba.

Probablemente la paliza de Tougou terminó por afectar su cerebro, porque en ese instante no pudo más que pensar en salir directamente a buscar el origen de la música.

Simplemente requirió apilar algunos de los periódicos viejos que ahí se encontraban para lograr alcanzar la ventana, pese al dolor en su cuerpo salió sin problema alguno, inhaló profundamente y tuvo un ligero cosquilleo en los pies al sentir el frio del concreto. Una sonrisa se dibujó en su rostro al escuchar con mayor claridad la llamativa melodía.

La ansiedad de descubrir algo nuevo aunado a una extraña emoción de escapar de su hogar le inquietaba, sin embargo, ya estando fuera de la propiedad no había nada que lo detuviera, agradecía que fuese tarde y que el resto estuviese durmiendo, así podría regresar sin dificultad alguna. No le tomó más de dos cuadras dar con el lugar de donde emanaba la música, un gran establecimiento con un letrero luminoso capturaba de inmediato la atención, en la entrada una gran fila de personas aguardaban.

Osomatsu se acercó emocionado, pero no logró llegar al inicio de la fila cuando un hombre ya se había postrado enfrente cerrándole el paso inmediatamente.

- Fuera de aquí vagabundo, no hay comida en este lugar – indico el fornido guarura con un leve empujón hacia el chico.

- No soy un vagabundo – corrigió a la par que le mostraba la lengua.

- ¡Lárgate! – reitero el hombre con un firme paso al frente, levantando el puño en una clara amenaza.

Osomatsu rechisto y fingiendo no haber notado las muecas burlonas de los presentes se dio media vuelta; claro que, su intención no era regresar, sólo requirió un poco de astucia para dar con un callejón que le facilitara otra entrada, se podían apreciar varias ventanas que daban al piso superior, tras subir en un contenedor de basura y escalar un poco logró llegar a su objetivo. En cuanto ingresó su corazón comenzó a acelerarse, se hallaba en un pequeño pasillo desde el cual se tenía acceso a las coloridas luces que danzaban por doquier, se acercó con cautela a la barandilla para observar mejor a la multitud que en el piso inferior saltaba al ritmo de aquella música.

Dirigió su vista al mismo punto que el resto de personas, sobre una especie de escenario un joven se movía rítmicamente mientras sus manos paseaban por un panel lleno de botones y tenues luces. Aquel chico vestía una chamarra negra, pantalón gris y sobre el rostro una mascarilla que simulaba el pico de un cuervo.

Osomatsu se quedó contemplando la forma en que el chico creaba tan atrayente melodía, el sonido retumbaba en todo el lugar y las personas parecían cada vez más animadas, no había letra, simplemente una combinación de sonidos que le provocaban un sentimiento cálido.

Las personas comenzaron a corear "Karasu" mientras agitaban varas luminosas azules. Osomatsu sonrió ampliamente – Karasu… - susurró sin despegar la vista del chico de mascarilla y con una inexplicable felicidad acrecentándose en su interior. Cuando asumió que había estado suficiente tiempo en aquel lugar, salió por la misma ventana y se apresuró a casa, con suerte dormiría un par de horas más antes de tener que levantarse para hacer las labores.

Osomatsu se acostumbró a escapar del sótano cada que escuchaba la música de Karasu, aunque no era algo seguido, si tenía suerte podía verlo al menos dos veces en una semana. Le fascinaba ver al chico que parecía gustar de usar un disfraz diferente en cada ocasión, pirata, tengu, caballero, vampiro y preso eran solamente algunos de los trajes que podía recordar, noche a noche parecía una fiesta temática en aquel lugar donde en ocasiones los visitantes portaban accesorios acordes al DJ, justo como en aquel momento que algunas personas tenían pequeñas coronas que combinaban con el disfraz de príncipe que galantemente portaba en tonos azules el DJ; envidiaba a quienes estaban más cerca del escenario, a él también le gustaría estar entre la multitud saltando y divirtiéndose, quizá, si se acercaba un poco nadie lo notaria. Observó un momento las escaleras que le permitirían cumplir tan arriesgada idea, sólo sería un poco, lo suficiente para apreciar mejor el rostro del príncipe.

Conteniendo la impaciencia bajó poco a poco, en cuanto tocó el suelo se preparó para desechar el plan de discreción y correr hasta el escenario.

- ¡Detente!

El grito proveniente de uno de los guardias frenó todo pensamiento y acción de Osomatsu, aquel mastodonte se encontraba a poca distancia señalándole de forma amenazante; en cuanto el hombre dio un paso Osomatsu no lo pensó e inicio su carrera, entre empujones se abrió camino hasta el punto importante de aquel lugar, subió sin problema al escenario y con un ágil salto pasó por encima de la colorida consola; sin embargo, olvido momentáneamente que otra persona se hallaba al lado contrario, la caída fue inevitable.

Las personas retenían el aliento ante tal escena, sin comprender lo ocurrido se limitaban a observar al par de chicos en el suelo y la corona que yacía a un costado.

Osomatsu también se quedó sin aire al contemplar la mirada azulina del DJ que permanecía debajo de su cuerpo, un par de cejas gruesas y el ceño levemente fruncido le daban al chico un toque bastante masculino.

- ¿Estas bien? – preguntó el DJ con una expresión confusa.

- ¡Maldito vago! – se escuchó el grito del guardia a la par que tomaba de la ropa a Osomatsu y lo levantaba de forma brusca.

- ¡Suéltame! – Osomatsu intento zafarse pero en cambio fue sujetado del brazo derecho con fuerza.

- ¡Suficiente! – El DJ trajo nuevamente el silencio – arreglaremos esto en otra parte, no arruinen la fiesta para el resto – indicó con autoridad al darse vuelta y comenzar a caminar lejos de la pista. El guardia aun sosteniendo a Osomatsu le siguió mientras algún empleado ya colocaba música de fondo para los clientes.

Sentado en una silla frente a un escritorio, Osomatsu aguardaba en una pequeña oficina, mirando por décima vez la puerta esperaba que alguien llegara para dictarle sentencia, tenía un rato de haber sido encerrado en dicha habitación y no dejaba de pensar en posibles, y pesimistas, desenlaces para su situación, siendo la más aterradora aquella opción en la que llamarían a Tougou para contarle de su huida, de ser así seguramente lo mataría a golpes. No pudo evitar brincar cuando la puerta fue abierta, para su fortuna se trataba del DJ, quien ahora vestía una camiseta y pantalón en color negro.

- ¿Te encuentras bien? ¿Quieres algo de beber? – indagó el recién llegado con una suave sonrisa.

- Yo… ¿Iré a prisión?

- No debes preocuparte, no estás en problemas, ¿Cuál es tu nombre?

- …Osomatsu – respondió con cierta duda – y tú eres Karasu, ¿Cierto?

- Ese es mi nombre artístico, soy Karamatsu – se acercó para recargarse en el escritorio – y dime, ¿Cómo burlaste la seguridad?

- Suerte, supongo. ¿Puedo irme?

- ¿Tan pronto?

- Si no me voy ahora tendré graves problemas – rasco tras su cabeza con nerviosismo.

Karamatsu consideró gracioso aquel gesto y no evitó aprovechar el momento para pasear la mirada por el chico de polera gris, fue inevitable caer en cuenta de la falta de zapatos.

- Puedes irte con una condición – en cuanto Osomatsu le prestó atención, prosiguió – regresa en cinco días, volveré a estar en el escenario y me gustaría conversar un poco en cuanto termine mi show.

Osomatsu sintió un ligero calor en su rostro al escuchar la petición, asintió levemente al no lograr afirmar con su voz.

- Pero esta vez, entra de forma apropiada – le extendió un gafete dorado que traía en el bolsillo, el otro acepto sin duda.

La palabra "Destiny" resaltaba en la parte superior del gafete, aquello le hizo notar que antes no se tomó la molestia de ver el nombre de aquel club nocturno, al menos ahora lo sabía – Gracias, ahora si debo irme, te veré luego – se puso de pie y caminó hasta la puerta, una última vista al DJ y a la dulce sonrisa que le era dedicada para después marcharse aprisa.

Karamatsu simplemente le observó desaparecer, ¿Cuál sería la historia del chico?, ¿Por qué deseaba saber más de él?, esas y más preguntas rondaban por su mente, regresó a la realidad cuando un rostro familiar se asomó mostrando una gran sonrisa.

- ¡He llegado! – se anunció de forma estruendosa un joven de pantalón negro holgado, chamarra amarilla y portando unas gafas bicolor sobre la cabeza.

- Oh, Jyushi, my friend, es un gusto verte, ¿No viene tu hermano contigo?

- Hoy no pudo venir, por cierto, ¿Quién era el chico que salió hace un rato?, ¿Amigo tuyo? – ladeo con curiosidad el rostro mientras tomaba lugar en la silla.

- Todavía no, pero espero conocerlo pronto, de hecho ya te había hablado de él, ¿Recuerdas?

El de amarillo movió las piernas de forma juguetona mientras miraba el techo en un intento de rememorar sus pensamientos – Podría ser… ¿Él de las luces? – cuestionó regresando la vista hacia su amigo.

- ¡Yes! – colocó una mano en su barbilla – justamente ese chico, resulta que no es un trabajador de aquí, al parecer logró colarse de algún modo, pero lo he resuelto, le di una entrada VIP para que pueda regresar a verme – finalizó con una gran sonrisa.

- ¿Por qué hiciste eso?

Karamatsu abandonó su pose al contemplar la respuesta inmediata que tenía – No lo sé.

- ¿Es para hacer enojar a tus padres? – Ante la mirada confundida prosiguió – últimamente haces muchas cosas locas para molestarlos, invitar a un delincuente suena a algo que haría estallar al Don, ¡Hará Kabom! – gritó alzando sus manos para dar énfasis a su punto, no pudo evitar reír ante la imagen mental que le proporcionaba su hiperactiva imaginación.

El DJ bajó la mirada, ¿Realmente hizo aquello para fastidiar a ese hombre? – Hey Jyushi, ¿No es ya tu turno en el escenario?

- ¡Cierto! Me voy primero – índico antes de salir corriendo.

Karamatsu sonrió un poco ante las acciones de su amigo, pero el gesto le duro poco al regresar el pensamiento hasta sus padres, esperaba que sus decisiones no se vieran influenciadas por ellos, pero al final, parecía que siempre estarían presentes de un modo u otro. Agito la cabeza para deshacerse de las ideas que siempre rondaban. Se encamino a la salida, listo para olvidarse de todo una vez más.

Osomatsu aguardó con gran emoción el día para regresar al Destiny, el gafete había quedado bien resguardado en un rincón del sótano, seguro de que nunca sería visto. Se esforzó para que su reciente felicidad no fuese notoria y trabajó extra en las tareas de la casa para poder atreverse a pedirle algo a Tougou; siendo consciente de que no podía pedir mucho, como ropa nueva o una cama, tenía en mente simplemente el solicitar un par de zapatos baratos.

- ¿Zapatos? – repitió el hombre mientras dejaba a un lado su teléfono.

Osomatsu tragó pesado y asintió lentamente, el deseaba pedir aquello días antes, pero el miedo lo llevo a atrasarlo hasta ese momento, justamente la tarde en que se cumplían los cinco días, quizá, con algo de suerte podrían dejarle un par de zapatos que Atsushi o los gemelos ya no usaran, cualquier cosa era mejor que tener que presentarse descalzo ante el DJ. Ahora estaba en el despacho de Tougou rezando por un milagro.

- No necesitas algo así – respondió sin dudar y con un tono severo. Acomodándose en su gran sillón sacó un cigarrillo y encendedor para disfrutar un poco de su vicio.

- Pero… - Osomatsu murmuró inseguro y no se atrevió a proseguir en cuanto la mirada del hombre se clavó en él.

- ¿Pero? ¿Acaso estabas por quejarte? – El más joven negó de inmediato - ¿No te es suficiente con tener un techo y comida? Parece que has olvidado nuestro trato, no puedes pedir absolutamente nada, estas aquí simplemente para servirme, ¿Lo has olvidado? – se levantó amenazante.

- N-no es así, sólo pensé…

La estruendosa risa de Tougou interrumpió la frase – No tienes derecho a pensar, eres una herramienta, un simple juguete roto del cual puedo deshacerme cuando me plazca – ante cada palabra dicha con odio fue avanzando lentamente provocando que Osomatsu retrocediera hasta chocar con la pared – Te haré recordar que no vales absolutamente nada.

Osomatsu no respondió, solamente escuchaba el fuerte latir de su corazón y apenas lograba mantenerse de pie mientras sentía el temblor de sus piernas aumentar. No debió olvidar su lugar.

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Gracias por leer n_n