Hola :) este pequeño drabble va dedicado para mí chola; MicAgatha.
Mica, cariño, como no puedo estar contigo esta es una de mis maneras para apoyarte. Te quiero y sabes que el día que vengas para acá hago que mis papas te adopten, a punta de pistola si es necesario, cualquier cosa que pueda hacer por ti, ya sabes. Nos estamos leyento, muak, mon amour.
Disclaimer:
1. InuYasha y compañía no me pertenecen, son propiedad de R.T.
2. Historia hecha sin fines de lucro.
3. Pásense por la historia de "You and I", creada por todas las chicas del foro,
bajo la cuenta de "Sientate Inuyasha Forum" (sin acento).
"Hoy por ti."
Por Mlle. Janusa.
• Drabble•
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El aire era espeso, casi se podía cortar, y ni que decir de la tensión en el lugar; InuYasha se había ido a ver a Kikyō, de nuevo y Kagome tenía una expresión que de sólo verla dolía.
Miroku no hacía más que observar la situación en silencio y ella más que abrazarla, como siempre.
Pero hoy habría algo que no sería como siempre, ¡ah no, Señor! Ese hanyō imbécil las pagaría como que se llamaba Sango.
Todos estaban dormidos, menos ella; probablemente faltaba un par de horas para que amaneciera pero ni la sombra del albino.
Unos momentos después sintió como la presencia del hanyō se acercaba, se alejó un poco del campamento; no quería testigos.
—Eh, Sango, ¿qué haces aquí? — preguntó el ambarino con la expresión más inocente y dirigió la vista al hiraikotsu — ¿pasó algo malo?
— No, ¿por qué lo preguntas? — dijo la muchacha como si nada.
— Traes tu hiraikotsu. — señaló el arma y la volvió a mirar.
— Oh, ¿esto? Ya sabes, sólo es por si acaso. —musitó la muchacha, pero aun así el joven escuchó perfectamente, con una sonrisa extraña en el rostro mientras se acercaba él con paso lento.
Kagome se estiró dentro de su saco de dormir, desperezándose, era hora de comenzar el día. Los demás estaban despiertos, al parecer solo faltaba ella. Llegó con los demás, tratando de borrar un poco la cara de muerte que traía pero no fue necesario esforzarse mucho porque la imagen frente a ella habría hecho reír al mismísimo Naraku; allí estaba InuYasha con un bonito ojo morado, el cabello platinado hecho una maraña, en las mejillas un par de marcas de manos y uno que otro arañón en el cuello y brazos.
— ¿Nos atacaron? — interrogó la miko a los presentes, conteniendo una risa. El hanyō sólo le mandó un mirada fulminante que en lugar de intimidarla únicamente le causo más gracia.
— Ya ve, señorita, los peligros de salir en la noche. — comentó como por casualidad el monje.
— Claro… — dejaron el tema allí, por el momento, pero Kagome intuía algo acerca de lo que seguramente había ocurrido.
Más tarde partieron con cierto hanyō magullado, que caminaba con las piernas curiosamente abiertas, liderando al grupo y las muchachas se quedaron atrás.
— Sango, tú sabes lo que le ocurrió ¿o me equivoco? — la cara de Kagome le dio a entender que quería que le explicara.
— Sí, sí sé pero… — rodó los ojos, viendo al líder del grupo — las damas no tienen memoria.
—¿Qué no eran los caballeros?
—Oh, bueno, entonces digamos que hoy fue por ti y mañana por mí — dijo viendo como el monje se paraba para proponerle, a otra, muchacha tener un "descendiente".
Ambas rieron y siguieron caminando, esta vez abrazadas. Quizá no sería tan malo darle un buen escarmiento también al pervertido de Miroku.
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¡Gracias por leer!
Au revoir, Jan :)
