Era interesante y un poco curioso, pero comenzaba a transformarse en algo molesto. Shisui, ahí, al lado suyo; con una sonrisa demasiado pacífica en el rostro y una mirada que te invita a hacer cosas a oscuras, mas nadie más podía ver aquel brillo casi demoníaco en los ojos negros como el carbón. Itachi no pudo entender muchas cosas respecto a Shisui y justo ahora volvía a cuestionarse lo mismo. Ahora que era Anbu, justo en el momento en donde se supone que le deben respetar aún más por el hecho ser un genio, por ser el orgullo de la familia y por ser el prodigio que dirigiría el clan en un futuro.

Ahora, justo ahora, Shisui decidía mirarle de esa forma.

Itachi tenía trece años, aún era un niño. Un niño que sabía demasiadas cosas. Algunas buenas, otras no tanto y un pequeño puñado de cosas que ningún chico de su edad se imaginaría hacer. Y no, no me refiero exactamente al hecho de asesinar sin ningún tipo de compasión.

Su padre, Fugaku, solía decir que el ninja no debe mostrar sentimientos, que no es cuestión de ser el mejor, sino llegar a rozar la gloria con los dedos y que es todo o nada. Que el amor nunca sería una prioridad, que la amistad no era siquiera un recurso y que el afecto era para los moribundos.

Mas Fugaku nunca le habló a Itachi acerca de un conjunto de palabras cuyo significado no había logrado descifrar...

"¿Quién ha dicho que tú me tienes que amar?"

Eso, justo eso. Cuando Itachi le había dicho a Shisui que no podía seguir teniendo esos encuentros porque lo hacían débil, su primo había dicho esa frase, sus palabras habían sido bastante claras. Pero no entendía.

"Tu padre cree que no debes amar, bien, harás lo que dice. Pero no por eso no te puedo tocar, ni sentir. Porque tu no me amarás, pero yo sí a ti."

Fugaku nunca habló de ése lado de la moneda e Itachi creía un desperdicio buscar más explicaciones de las necesarias en su padre. Pudo haberle preguntado a Mikoto. Su madre quizás pudiese explicar tan complicado juego de palabras, pero ella parecía demasiado ocupada en su hermano menor y no quiso molestarla.

Y ahora, cuando sentía aquellas manos recorrerle debajo de la camisa de Anbu, a escondidas en el cuartel, pero igual casi a la vista de todos y con la incertidumbre de que los podrán descubrir, pero es emocionante y Shisui dice "Quiero hacerlo ahora".

Pero se niega, siempre se niega. Lo curioso es que al final accede, a duras penas, pero lo hace.

—No podemos.

—No hay nadie.

—No quiero.

—Mientes.

Itachi nunca logró entender. No lo logró aún después de que sus manos fuesen bañadas con la sangre del que fue su amante y mejor amigo.

Pero él nunca olvidaría cada palabra, cada corriente eléctrica y por sobretodo, aquella calidez que sentía cuando Shisui estaba dentro de él. A oscuras y siempre con el peligro de ser descubiertos.

Itachi pudo haberlo matado, mas nunca pudo olvidarlo.