Prologo
El dolor me invade fuerte como un golpe sordo. El ardor ya es familiar mientras el liquido entra en mi torrente sanguíneo. Aprieto los dientes intentando que el dolor retroceda de mis facciones, no le daré la satisfacción de verme emitir ni un sonido.
Siento sus ojos sanguinolentos aguijonearme, rastreando el mínimo signo de dolor. Su sonrisa se ensancha al reconocer mi postura rígida, mi mandíbula apretada, el dolor reflejado en mis ojos. Disfruta verme sufrir, encuentra placer en mi dolor.
Por fin retiran la aguja de mi piel, sin ninguna delicadeza. Empiezo a preguntarme si cada una de estas personas disfruta con cada demostración de dolor, ya sea de un aliado o un enemigo.
El dolor ya no es tan fuerte, ni el quemazón tan insistente. Pero aun así todavía es molesto.
Siento el cuerpo débil, cada sesión es peor que la anterior. Mas dolor, mayor sensación de debilidad una vez terminada. Me pregunto si podre aguantar hasta el final o simplemente mi cuerpo desfallecerá como ha ocurrido con cada sujeto en pruebas.
-Es un gran avance milord-el buen doctor parece contento, no lo estaría tanto si tuviera que probarlo en si mismo.
-Sera un gran avance si resiste por completo-no se como lo hace pero cada frase que dice es como una amenaza de muerte encubierta.
-Lucius, recoge a tu hijo-vuelve a mirarme, con eso ojos que siempre consigue arrancarme un terrorífico escalofrío- Y reza por que todo salga bien, si el muere tu y tu familia seguiréis sus pasos.
Ahí la razón de prestarme a toda esta locura, la ultima oportunidad de redención de mi familia.
Mi madre se acerca a mi con las lagrimas surcando sus pálidas mejillas, ha perdido mucho peso en los últimos meses. Desde que empezaron mis sesiones. Odio verla llorar y mas delante de esa serpiente rastrera, la obliga a ver cada segundo de mi tortura. Disfrutando de verla llorar.
Apenas puedo mantenerme en pie, mis padres consiguen llevarme casi a rastras. Me cuesta mantener los ojos abiertos, con cada parpadeo se hace mas difícil volver a abrirlos. Si solo pudiera dormir para siempre.
Abro los ojos y veo la luna, tan redonda y perfecta. Noto el cuerpo ligero, consigo ponerme en pie con facilidad.
Miro alrededor, estoy en un claro rodeado de altos arboles de espeso follaje negro.
Hay un ruido extraño a mis espaldas, con rapidez me giro y veo entrar en el claro una figura animal grande, solo puedo ver sus ojos con claridad.
Grandes ojos de un amarillo deslumbrante, entra en donde la luna enfoca sus rayos iluminándolo todo.
Su piel es pálida de un blanco impoluto, surcada por gruesas lineas de un negro brillante.
Su posición es rígida, con cada uno de sus potentes músculos en tensión. Abre una boca enorme dejando escapar un sonido ahogado, amenazante. Pero me preocupa mas lo que guarda esa enorme mandíbula, relucientes colmillos. Cuatro de ellos de una longitud de mas de un dedo de largo.
Tengo la boca dolorosamente seca, con un movimiento cuidadosamente lento palpo los bolsillos en busca de mi varita, pero solo hay aire.
Con una tranquilidad que no se de donde saco, miro alrededor en busca de algo con lo que defenderme.
Nada, solo un manto de hojas cubre el suelo.
Cuando vuelvo la vista al animal solo me da tiempo a ver su cuerpo saltando sobre mi.
Después solo siento, su cuerpo sobre el mio, el dolor punzante de algo desgarrandome la garganta.
Intento gritar pero solo puedo emitir el gorgojeo de la sangre llenando mi boca.
Una gran bocanada de aire llena mis pulmones, me despierto sobresaltado. Solo ha sido un sueño
Instintivamente llevo mis manos al cuello. No hay nada allí, ni dolor ni señal de alguna marca.
Ha sido tan realista, todavía podía sentir el dolor en el cuello, mis manos apretadas en su pelaje, el sabor de la sangre en la boca.
Quise levantarme pero el dolor relampagueo por todo mi cuerpo, eso ya era normal. Después de cada sesión tardaba unos días y unas cuantas pociones revitalizantes en recuperarme.
-Speed-en décimas de segundo un "ploff" fue el antecesor a la aparición del viejo elfo domestico de la familia.
-¿Que desea el joven amo?-siempre me impresionaba como el viejo elfo podía doblarse de esa forma para conseguir una perfecta reverencia.
-Necesito una poción revitalizante-en un segundo y con un chasquido de dedos apareció una bandeja de plata con una pequeña botella de contenido azul oscuro.
-Y llama a mi madre-agarre la botellita y tome el amargo contenido de un solo trago.
-Como el amo desee-con otro "ploff" desapareció dejándome a solas con el recuerdo del perturbador sueño.
Lo que estaba claro es que no era solo un sueño. ¿podría ser un sueño premonitorio?
Tonterías, eso solo le pasaba a la desquiciada mental de Trelawney.
Madre entró como un remolino en la habitación, haciendo que cayera Rose, la elfa domestica de mi madre, que siempre seguía a su ama con total devoción.
-Oh, querido mio-madre se sentó en el borde de la cama y me acaricio el rostro con ternura, como siempre hacia cuando estaba preocupada por mi.-He estado tan asustada Draco, has tardado demasiado en despertar.
-¿Cuanto tiempo?-madre siguió acariciándome, esta vez comprobando que no tuviera fiebre.
-Tres días-sus ojos se llenaron de lagrimas sin derramar-Tenia tanto miedo de que te ocurriera como a los otros y no volvieras a despertar.
Los otros habían entrado en un sueño profundo y muerto días después sin que el doctor tuviera explicación alguna.
En el fondo de mi alma había tenido la esperanza de no despertar yo también.
Después de esperar impaciente una hora y media la reunión de mi padre con Voldemort, empezaba a concentrarse en mi un remolino de emociones que amenazaba con ahogarme.
Una puerta se estrello contra la pared con gran estruendo, gritos de palabras incomprensibles a mis oídos llenaron el silencio de la casa.
Mi padre entro, ahora mas que nunca notaba la delgadez extrema a la que había llegado mi padre, sus ojos estaban hundidos como pozos, los pómulos muy pronunciados en una piel demasiado pálida para ser normal.
-Mañana-parecía costarle hablar, note el leve temblor de su mano-El Lord empezara mañana a entrenarte.-sus ojos rehuían los míos, sabedor del destino al que me había condenado.
-Espero, Padre...-sus ojos, desde que había entrado a la habitación, hicieron contacto con los míos-...Que tus delirios de grandeza hayan merecido la vida de tu hijo-sus puños se cerraron con fuerza laxos a sus costados-Porque aunque salga con vida de esto, ya no soy tu hijo.
Con un débil cabeceo salio silencioso como un alma en pena, un condenado a muerte recorriendo el pasillo que lo conduciría a su ejecución.
Pero sin duda el condenado era yo.
