La bajada de Athena

Fecha de Publicación: 7 de mayo de 2017

Género: Well… e_e Yaoi... no mucha trama...

¡Ubicada en The Lost Canvas baby! Tiempo antes de que estallara la guerra contra Hades, pero con Sasha ya grande, you know. Como principales a los Dorados (tan sensuales y apasionados como solo ellos pueden ser) y a la Sasha Grey, digo… solo Sasha.

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En lo más alto del inmenso cielo nocturno la luna brillaba en su máximo esplendor. Mi hermana, siempre imponente, derrochaba toda su esplendorosa belleza en la inmensidad de su luz. Tan orgullosa como de costumbre, es lo menos que puede esperarse de a la que se le considerada la más brillante entre los olímpicos. Yo aún comparto esa opinión, por más soberbia que ella pudiese resultar.

Aquí desde la tierra, viviendo en un cuerpo de carne y hueso, tan pequeña como cualquier otro humano, su luz me resulta verdaderamente reconfortante. Estoy segura que no soy la única, es por ello que los humanos aun la idolatran a la par que le temen. ¿Y cómo no temerle? Incluso yo en mi posición a veces me siento sobrecogida.

En lo alto de mi Santuario, aquí junto a mi armadura, puedo percibir la leve brisa salada del Egeo. Así de alta debe estar la marea. Artemisa sí que era una Diosa maravillosa, lástima que careciera tanto de sensibilidad por la raza humana, de otro modo le consideraría incluso una buena regente de la tierra, solo con su luz ya era toda lo que una Diosa majestuosa podía ser, una que iluminaba los caminos de muchos, pero que, siempre mantenía un lado oculto.

Los luceros, pequeños discípulos de la luna, acompañaban su derroche de poderío decorando el cielo como salpullido. El universo en sí, allá en las profundas dimensiones de su infinidad, era desolado y vacío, no apto para la vida humana, pero observarlo desde la tierra, tal y como los seres vivientes lo hacían era siempre una maravilla. Como si jamás hubiera visto semejante cosa, semejante inmensidad, aunque de allí sea de donde provengo. Sin embargo, siempre preferiré gustosa estar junto con mi gente.

Aun como Diosa de la Tierra que soy, no poseo dominio único sobre ella. Soy su guardiana y protectora, eterna vélate de la paz. Reencarnar en ella cada 253 años en un cuerpo de carne y hueso me hace una diga regente de la raza por la que guerreo. Pero en noches como estas, en tiempos en los que aún prevalece la paz, diversas deidades viajan por los caminos interdimensionales y cruzan por los pasos de los Dioses, atravesando galaxias a miles de millones de años luz tan solo para llegar a esta tierra fértil y desplegar en ella su poder.

Y esta noche en especial, cabe destacar, que no solo Artemisa se manifestaba con prepotencia.

Allá arriba las constelaciones se mantenían igual que desde hacía años, serenas, simplemente permitiendo que algunos luceros brillasen con mayor intensidad, pero Venus, desde que la noche había caído, se posiciono en su máximo punto. Brillando poderosamente, anunciando que esta noche seria solo para ella y advirtiéndole a Artemisa que se hiciera a un lado y yo en mi forma humana no es mayor cosa la que puedo hacer.

Mis ojos brillan con luminosidad, reflejando en ellos el cosmos divino que se encierra en la conciencia de este cuerpo mortal. Esta noche se proyecta una intensa energía astral que me permite permanecer más consiente que nunca, equilibrando mi cosmos y mi alma con la de Sasha, esta dulce joven que nació siendo parte de mí. Nuestra unión aún no está consumada, así como mi hermano Hades aún no ha despertado del todo allá donde este, no seré capaz de ser Athena hasta que Sasha esté completamente lista.

Eso no ocurrirá sino hasta que llegue el momento indicado, el pautado en el calendario astral. Pero por hoy… por hoy yo seré quien guie a Sasha. Hoy quiero que ella sea capaz de entender que su destino como Diosa en la tierra no es solamente luchar.

Mi deber es y será siempre proteger a los míos, pero cuando no hay peligro verdadero que amenace, no hay nada que proteger. Solo es un juego de Diosas y lo único que puedo hacer tan solo es dejarme llevar. Después de todo, esta noche no es mía y yo solo soy una humana.

Vistiendo mi cuerpo con un ligero peplo, dejo que mi cabello suelto se contonee apaciblemente con la brisa de la noche, y sosteniendo a mi inseparable Nike en mi mano derecha, emprendí el inicio del largo descenso desde el templo de Athena, el punto más alto de todas las 12 casas.

En mi recorrido, el primer punto por atravesar es la cámara del Patriarca. Toda la estancia se mantiene silenciosa y casi completamente en penumbra. Es media noche, a estas horas todos yacen arrullados en los brazos de Morfeo.

O al menos así debería ser. Puedo –aunque tenuemente– sentir la esencia del cosmos de Sage. Mi querido Sage… tan solitario y pensativo como de costumbre. Logro vislumbrarlo en una sala apartada de la cámara principal, apoyado en la baranda del balcón del gran ventanal. Tal como yo hace unos momentos, se encuentra ensimismado, con la vista fija en el inmenso cielo estrellado y la mente seguramente en otro lugar, uno incluso más lejano.

Cuanta soledad se respira alrededor de él. No puedo evitar sentirme culpable de su pesadumbre, por más que demuestre ser un hombre fuerte, está cansado de sostener tantos años a cuestas. Dos siglos con seis décadas y varios años más cumpliendo la misión que yo tan egoístamente le encargue, castigando su milagrosa supervivencia en la última Guerra Santa contra el Dios del Inframundo.

Me gustaría tanto poder acercármele y decirle cuanto lo siento. Pero en este punto no importa ya que tanto me disculpe, él nunca quiere oír nada al respecto.

A medida que fui despertando mi alma de Diosa en el cuerpo de una pequeña niña llamada Sasha, ya viviendo aquí en el Santuario junto a mí orden, pude recordar tantas cosas…Y entre ese océano interminable de recuerdos, fui testigo con horror de lo egoísta que había sido con Sage y Hakurei. En vez de dejarlos descansar en paz junto al resto de sus compañeros, les impuse aún más penurias.

Recuerdo que inmediatamente corrí hasta él, bañando aquel rostro infantil en lágrimas amargas, aquellas que Saha no podía contener y me arrodillé junto a él sujetándome de su impoluta túnica, solo para pedirle perdón. Se veía tan desconcertado, hasta el día de hoy no recuerdo haber visto en aquel rostro una expresión tan confundida como aquella. Pero en cuanto se recompuso, me dedico una esplendorosa sonrisa y me dijo que no llorara más, y que jamás me atreviera a pedirle disculpas por nada.

A medida que el tiempo pasaba, que me instruía y me… nos enseñaba a Sasha y a mí a controlar nuestro cosmos, no podía evitar notar lo solitario que era su existir en este frio templo, tan alejado de los demás humanos que yo misma protejo.

No lo podía soportar, el acongojo me hundía el pecho, así que fui nuevamente hasta el, cargada de determinación, esta vez sin lágrimas que enrojecieran mi rostro o hicieran trastabillar mis palabras. Pero el, siempre un paso delante de todo leyó mis intenciones y cuando intente abrir la boca para buscar las palabras correctas y disculparme nuevamente, su enojo fue tal, que de un manotazo que partió en dos la mesa de su despacho, dijo que no quería volver a escuchar nunca más del asunto.

Así que ya no tiene caso, sin embrago, esa tristeza que guarda en el fondo de su viejo y duro corazón, también es algo que comparto y compartiré con él por siempre, eso no hace falta que se lo diga. Ya no está solo.

Mientras que la luz que irradiaba Artemisa entraba desbordante por el gran ventanal Sage estaba tan ensimismado en lo que fuera que estuviera ocupando su mente, que ni siquiera fue consciente de que yo lo observaba desde la penumbra del salón. Entonces, cuando ya me disponía a proseguir con mi camino y dejarlo meditar en la misma tranquilidad en la que lo había encontrado, puede ver con mis ojos resplandecientes, como de sus labios escapaba un susurro al viento, una palabra… no, era un nombre convertido en suspiro.

Tan cargado de pesar y tristeza que el corazón se me apretó en el pecho. Aquel nombre era el de una mujer, era un nombre que segura estoy de haber escuchado antes, hace ya mucho tiempo, en mi vida pasada. Aquel había sido el nombre de la amazona de Casiopea.

Tan devastadora era la desolación de su mirada que fui incapaz de seguir mirándolo… Oh Sage… cuanto lo siento.

En medio de mi abatimiento pude sentir otra presencia. Él no manifestó ningún cambio en su semblante, ya la había sentido venir, pero asombroso fue que no hiciera ningún esfuerzo por ocultar su tristeza ante esa nueva presencia. Era una mujer, la reconozco de entre las doncellas que sirven al templo.

Ella era la mayor de todas, alta, bella y esbelta, era la protectora de todas las doncellas del Santuario. Erazma es su nombre. Ya había notado que entre ellos existe una intensa confianza, pero nunca antes había sido testigo de una muestra de afecto entre ambos. Ahora que la veo sujetando amorosamente las manos de mi Patriarca y depositando en ellas besos tan delicados como la brisa, pero de sentimiento tan intensos como la luz de la luna.

Ella suavemente sujeto su mentón, conectando sus miradas, diciéndole con ella algo que solo él entendería, pues con gesto solemne asistió y la sostuvo fuertemente entre sus brazos.

Vaya… creí que no me alcanzaría la vida para atestiguar con mis propios ojos una muestra de afecto en el regente de mis 88 constelaciones guardianas. Eso le brinda algo de paz a mi alma. Él merece que alguien más lo quiera, lo cuide y acompañe.

Tan silenciosa como había llegado me dispuse a continuar mi camino, inicie mi retirada y no culpo a Sage de no ser capaz de detectar mi cosmos en huida por el templo, lo había agazapado a tal punto que ni mi olor dejaría rastro alguno.

Esta noche, no necesito que nadie sienta mi presencia, que nadie intente protegerme resguárdame o confinándome en mi habitación. Esta noche solo soy el alma renuente de una Diosa que comparte su conciencia y memorias con una humana. Solo una mortal que transita este largo camino en bajada, buscando una salida, solo eso.

Y tal vez una casual, pero muy atenta observadora…

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¿Qué es esto? ¿Una nueva historia? Pero si aún no he terminado ninguna… bueno… detalles, detalles… Quizá necesite ver algunos capítulos de The Lost Canvas por nonagésima cuarta vez. O tal vez mi salvación sea el manga…

En fin, disculpen que la narración sea tan basura, espero remediarlo algún día, pero no sé, algo me falta, puede que sea inspiración divina, quizá que mi Musa trabajé mas o simplemente talento.

Si aún hay alguien que lea de este fandom, y es que ultimadamente todo el mundo ha perdido la cabeza por Yuri on ice (yo incluida) le doy las gracias por perder el tiempo conmigo y lo animo a comentar, que mira que es gratis y rico en vitamina ^^

*~Alhaja~*