Holaaa genteee!! Tengo 18 años y vivo en Madrid, podéis llamarme Neferu...ah, y soy fan de Remus, Sirius y Severuuus :P Como soy nueva, pues no manejo las herramientas de rewies y todo eso muy allá xD Bueno, este es mi primer fic y mi primera aparición en Fanfiction, así que no esperéis demasiado... ;) Aún así, estaré encantada de recibir críticas y comentarios :) Ah, y esperad a leer algún capítulo más antes de despotricar contra el argumento jeje... es que no me apetecía hacer el típico James-Lily (me encanta experimentar con ideas extravagantes), así que me basé en lo que dijo Rowling sobre que Remus estaba enamorado de Lily, pero nunca peleó con James por ella. Una mini-historia un poco triste, pero muuuy romántica!! Y con el lobito de protaaa :)

1. Lluvia.

Odiaba sentirse diferente, pero aún así; había momentos en los que esa barrera que parecía separarle del resto de los mortales se interponía entre él y la utópica felicidad. Entonces, se ausentaba de la realidad para perderse en su mundo interior. Sus amigos siempre habían creído que ese carácter reservado y melancólico se debía sin duda a su triste condición de licántropo. A Remus también le gustaba pensarlo, pero en el fondo sabía que eso no era todo. Sabía que hay personas que están condenadas al eterno desarraigo, no por condiciones externas, sino porque, simplemente, son prisioneras de su propia mente. Y a la vez, era consciente de que algo así le ocurría, de que nunca sería capaz de encontrar su lugar.

Remus lanzó distraídamente una piedra a las plateadas aguas del lago, y su reflejo se vio distorsionado por unas ondas en la serena superficie. Unos segundos después, el lago volvió a parecer un cristalino espejo desde el que un desaliñado joven de dieciocho años le devolvió una triste mirada. Su cabello, peinado con mucha pulcritud, era de un color dorado oscuro, y unos arañazos desfiguraban su pálido y fino rostro. Todo en él parecía vulnerable, excepto sus ojos, que denotaban madurez y calma. Porque son del mismo color que la miel, y tan dulces como esta, eso decía Lily Evans. Remus sonrió a su reflejo, pero era una sonrisa teñida de melancolía. No, no iba a seguir pensando en Lily. Ella era, desde hacía más de tres meses, la novia de James Potter, uno de sus mejores amigos. Y él, Remus Lupin, no era más que un pobre idealista enamorado.

El último año de su estancia en Hogwarts, séptimo, ponía fin a la etapa más maravillosa de su vida. Y Remus lo presentía. Aunque a sus amigos no les gustara hablar de ello, todo el mundo sabía las dificultades que un licántropo encontraría en el mundo laboral. Pero eso no era todo, también dejaría de ver a sus amigos a diario. Y a ella. Le bastaba contemplarla para sentirse dichoso, aun sabiendo que su corazón jamás le pertenecería, porque ya era propiedad de James. Y así debía ser. Él jamás se hubiera atrevido a confesarlo¿quién se iba a poder imaginar que sintiera algo parecido? Y, aunque no había posibilidad alguna de que el sentimiento fuera recíproco, el solo hecho de confesarlo hubiera significado traicionar a James. Y James era su amigo. No, a Remus le bastaba verla a diario, hablar con ella y darle sus consejos, sentirse en las nubes si le dedicaba su sonrisa. No, su secreto era inconfesable… y así debía ser.

Arrojó otra piedra al lago, como si de esa forma pudiera alejar los fantasmas de sus pensamientos. Entonces, comenzó a llover. A esas alturas del año, era frecuente.

-Impervius-murmuró el muchacho, apuntándose con la varita. Al instante, pareció formarse un invisible velo que lo impermeabilizaba de la tormenta. Remus permaneció en el mismo sitio, contemplando la lluvia como telón de fondo en el melancólico escenario de su vida.