Atención: Ni Shingeki no Kyojin o sus personajes me pertenecen, son propiedad de Hajime Isayama.

Primer Caso: Annie Leonhart.

Como todos los días, Mikasa se levantó temprano y se vistió para ir al colegio. Era natural en ella ayudar a Carla antes de irse, pero ese día se había retrasado un poco. Se alistó y bajó las escaleras con paso rápido, repasó la mesa del comedor con la mirada, dándose cuenta de que Eren aún no había bajado a desayunar, se encogió de hombros y dejó la mochila en el suelo junto a su puesto en la mesa, se sentó y les dedicó los buenos días al matrimonio Yeager.

-Oh, buenos días Mikasa -contestó Carla con gentileza-. Te levantaste algo tarde hoy, ¿a qué hora te dormiste ayer?.

Mikasa la miró y distinguió su sonrisa. Carla era una mujer muy amable y gentil, alguien a quien fácilmente podría mirar como una segunda madre.

Hace ya un año que estaba viviendo con ellos porque sus padres tuvieron que salir en un viaje de negocios por la empresa familiar, debido a que ésta estaba tomando gran éxito y tuvieron que expandirse, dejándola bajo el cargo de Carla y Grisha (ya que no querían que ella se viera envuelta en el estrés que ocasionaba los cambios bruscos consecuentes de los negocios y el trabajo, además, ambas familias eran amigas desde hace algunos años y Mikasa estaba muy atada con Eren y Armin como para alejarla de ellos tan repentinamente). Por supuesto, los Ackerman no la habían dejado desamparada, siempre estaban pendientes de cubrir sus gastos y enviarle regalos y de vez en cuando sus padres se permitían volver a Japón e ir a visitarla, pero aún así el lapso de tiempo en el que podía convivir con ellos era insuficiente.

Mikasa, por su parte, no se quejaba. Sabía que la empresa era muy importante y que sus padres estaban haciendo todo eso por su bien, para que ella no tuviera que pasar necesidades y pudiera tener una educación de primera; además, había podido quedarse con sus dos mejores amigos de toda la vida... pero tristemente eso no cubría la falta que le hacían sus padres.

-A media noche, ya que tenía que terminar un informe para biología -contestó a su pregunta con sinceridad-.

Carla la miró con preocupación y le acarició el cabello con mimo.

-¿Hum?, te estás exigiendo demasiado Mikasa. Deberías tomarte las cosas con mas calma, casi no duermes y aparte de eso me ayudas con la limpieza, aún cuando te digo que es innecesario... ¡¿Por qué Eren no puede ser como tú ni un poquito?! -exclamó de repente mientras fruncía el entrecejo y comenzaba a servir el desayuno en los platos-.

Mikasa y Grisha se sobresaltaron ante el repentino cambio en el tono de voz de Carla pero ninguno dijo nada. Sonrió imperceptiblemente y un leve rubor se extendió por sus mejillas. Miró a Carla refunfuñar y luego observó como Grisha trataba de no reír ante los comentarios de su esposa. El doctor la miró por un momento y le pidió con amabilidad que fuera a ver si Eren ya estaba listo para que bajara a comer. Mikasa asintió y se puso de pie.

-¡Ah, esa es otra cosa! ¡Eren es incapaz de levantarse temprano el solito!...

Mikasa subió las escaleras y se detuvo frente a la puerta de Eren, cubrió su rostro con la bufanda que él le había regalado y cerró los ojos a la vez que soltaba un largo suspiro para tratar de que su corazón volviera a su ritmo natural. Cuando se hubo serenado un poco de su emoción por verlo durmiendo, entró silenciosamente y lo admiró en silencio por un momento. Tenía algunos mechones de cabello cubriendo su rostro, sus espléndidos ojos verdes estaban cerrados y sus cejas no estaban fruncidas como de costumbre. ¡Era tan tierno!... Aunque la imagen quedaba quebrada por los estruendosos ronquidos que casi hacían romper las ventanas, o el hilo de baba que bajaba por su barbilla y se acumulaba en su almohada, donde, justamente sobre el "charco" reposaba su mejilla.

Mikasa lo miró embelesada, con las manos sobre su pecho y la cara sonrosada. Trató de grabar esa imagen en lo mas profundo de su mente, ignorando olímpicamente el lado real de la escena. Su corazón se volvió a acelerar y se acercó un poco. La boca de Eren estaba entreabierta y una mosca volaba muy, muy cerca de ella; Mikasa se alarmó y trató de espantarla sin despertarlo, pero el bendito animal era muy persistente y trataba de entrar en la boca del chico. Mikasa apretó los dientes con ira y dirigió su mano con fuerza hacia la mosca, pero al último segundo, el molesto insecto abrió sus alas y voló lejos de su mano, haciendo que esta se impactara con rapidez sobre la mejilla de Eren y se oyera un gran golpe seco en la habitación. Eren abrió los ojos de golpe y soltó un aullido de dolor, mientras que la zona en la que Mikasa lo había golpeado adquiría un gran tono rojo.

-¡AHHH! ¡¿Pero qué demonios...?! ¡Mikasa! ¡¿por qué me golpeaste?! -preguntó con irritación y con los ojos llorosos, dirigiendo su mano a su maltratada mejilla-.

Mikasa extendió una mano hacia él, pero sin tocarlo, y hundió su rostro avergonzado y lleno de culpa entre su bufanda.

-Lo lamento Eren, es que tenías una mosca y bueno, quería apartarla -contestó con un sonrojo en su rostro-.

-Oh, mierda ¡como dolió! ¿Es que acaso tienes la mano de hierro, Mikasa?.

Mikasa bajó el rostro y miró sus pies. Eren suspiró y se acercó a ella con calma.

-Ya, no te pongas así, es solo que me sorprendiste, ¿bien?. Ahora... ¿por qué viniste a mi habitación? -le preguntó confundido-.

Mikasa abrió los ojos de golpe y le dijo mientras le buscaba el uniforme en el armario con la velocidad de un tornado. Un viento fuerte salió de sus pies y el polvo del piso los inundó mientras se movía por la habitación frenéticamente y Eren la miró sin decir o hacer nada.

-¡Eren, vístete rápido o llegaremos tarde al colegio de nuevo!.

Eren abrió los ojos y gritó un "¡¿Que?!, ¡otra vez no!" y aún mas veloz que Mikasa se metió en el baño y ella salió de su cuarto para que él se vistiera. Bajó corriendo hacia la cocina y tomó dos panes tostados y bebió un poco de jugo, tratando de no atragantarse con él, buscó su mochila y se la colgó al hombro, luego tomó la de Eren y abrió la puerta, quedándose muy quieta al lado de ésta. Carla y Grisha continuaron hablando como de costumbre, sin prestarle mucha atención a la adolescente, de pronto el doctor miró la hora en su reloj de muñeca y dijo con diversión:

-Tres... dos... uno...

Un golpe seco proveniente de las escaleras y el grito de Mikasa los alertaron de que Eren se había caído.

-¡Ahh, rayos!... ¡Adiós mamá, adiós papá, nos vemos mas tarde! ¡Demonios no desayunaré! -exclamó Eren con irritación, poniéndose de pie y corriendo hacia la puerta que Mikasa le abría-.

La muchacha lo siguió y cerró la puerta para luego volver dos segundos después y tomar los almuerzos que Carla le extendía.

-¡Gracias! Nos vemos mas tarde -dijo saliendo de nuevo de la casa y gritándole a Eren que tomara su mochila y su almuerzo-.

Carla negó con la cabeza y sonrió.

-Estos niños no tienen remedio -le mencionó a su esposo-.

-Si, bueno, aunque no hay que negar que harían buena pareja.

-¡Ja! Eren es demasiado distraído como para darse cuenta de lo que siente Mikasa.

-Carla, no culpes siempre a Eren, él es solo...

-¡Querido!, no te pongas siempre de su parte. ¡Ya Eren tiene dieciséis años y aún no tiene novia!.

-Si, pero...

Mikasa corría junto a Eren con tranquilidad, mientras que él comenzaba a respirar con dificultad; le extendió uno de los panes que había logrado tomar de la mesa y él lo aceptó de buen grado, le dio un mordisco y siguió con su carrera. Mikasa observó el golpe en su mejilla y sintió una punzada de culpa en su pecho. Eren la miró cabizbaja y le dijo mientras trataba de masticar un bocado del pan.

-Amosh a quida eja cada, me hasd ado volpes peodes.

Mikasa le lanzó una mirada de disculpas y no dijo nada mas. Llegaron al colegio a último minuto y se dirigieron a su salón; inmediatamente Mikasa fue interceptada por Jean y una sonrisa deslumbrante por su parte.

-¡Hola Mikasa, buenos días! ¿cómo has despertado hoy?.

-Hola Jea...

-Se despertó con los ojos abiertos, tarado -interrumpió Eren con una sonrisa-.

Jean le lanzó una mirada irritada y una vena saltó de su frente. Se acercó a Eren y lo tomó de la camisa del uniforme.

-¿Por qué siempre tienes que meterte cuando estoy hablando con Mikasa?.

-Porque sé que un inepto como tú nunca podrá llegar a ser de su nivel -contestó con burla-.

Jean apretó la mandíbula y Eren apretó sus puños. Jean le lanzó un puño certero en el rostro y Eren se lo devolvió. El salón se llenó de gritos emocionados y Armin se acercó a Mikasa para saludarla.

-Hola Mikasa, buenos días.

Mikasa lo miró y le sonrió con calidez.

Armin era su amigo desde que tenía cinco años. Era un chico muy tímido, sincero e inteligente, lo que lo llevó a ser el presidente de la clase. Los demás chicos siempre se metían con él por eso y ella y Eren se encargaban de "arreglar el asunto pacíficamente". Para ella no era muy difícil dar unos cuantos golpes de "amabilidad", y eso la convirtió en la chica mas fuerte de la escuela, así como la mas temida.

-Hola Armin, buen día -contestó mientras ponía su mochila en el suelo, al lado de su asiento-.

-¿Otra vez Eren se ha levantado tarde?... No tiene remedio -dijo negando con la cabeza-.

Ambos miraron hacia el chico y una alarma se activó en la cabeza de Mikasa; ¡Eren! ¡Sangre! ¡JUNTOS!... Armin miró hacia donde estaba su amiga, pero antes de que dijera algo al respecto, ya ella no estaba, volvió a mirar hacia donde se encontraba Eren y observó como Mikasa se abría paso entre los alumnos, cargándolos y aventándolos en todas direcciones hasta que por fin llegó hacia Eren, apartó a Jean de él con un golpe suave en su espinilla, lo que lo hizo flaquear y luego cargó a Eren como un costal de papas (haciendo oídos sordos de los gritos y reclamos por parte del chico para que lo soltara), y lo bajó solo cuando estuvo junto a su asiento.

Eren se cruzó de brazos con el ceño fruncido y la cara roja por la vergüenza que sintió al verse expuesto de la peor manera por la fuerza de su amiga. Mikasa abrió su mochila y de él sacó un botiquín de primeros auxilios del cual extrajo una bandita para las heridas, quitó el papel que la cubría y la colocó sobre el labio roto del chico, luego volvió a guardar el botiquín y colocó su mochila de nuevo en su sitio.

Armin y Eren la miraron con incredulidad y ella como respuesta solo se encogió de hombros, contestando un simple "hay que estar preparados para todo".

La clase pasó con normalidad y a la hora del almuerzo el trío salió del salón y fueron a comer al jardín. Mikasa sacó su almuerzo y empezó a comer mientras escuchaba la conversación de los dos chicos sin intervenir, de pronto sintió el peso de una mirada sobre ellos y volteó el rostro, topándose con la mirada azulada de Annie Leonhart, la rubia que competía con ella por el título de la mas fuerte, sobre Eren de manera pretenciosa. Mikasa entrecerró los ojos y le lanzó una mirada de advertencia, luego giró el rostro violentamente y su cabello ondeó, haciendo que Jean escupiera su bebida y la mirara con adoración, y se sentó mas cerca de Eren, casi haciendo que sus brazos rozaran. Eren y Armin no se dieron cuenta el gesto de Mikasa (y eso fue un alivio para nuestra heroína), giró de nuevo y esta vez Annie la miraba directamente a ella, le sostuvo la mirada con la misma fuerza y veneno con que la recibía y dos auras (negra y roja independientemente) las rodearon, mientras que de fondo solo se vieron rayos y relámpagos. Su rostro se ensombreció y apretó con tanta fuerza sus palillos para comer que estos terminaron rompiéndose, sobresaltando con el ruido a sus amigos.

En el mismo instante que Eren la miró, se fueron las auras y los rayos, y a cambio recibió la misma inexpresividad y frialdad de siempre.

-Mikasa, ¿de nuevo rompiste tus palillos, ahora con qué vas a comer? -le preguntó Eren con reproche-.

-No te preocupes -contestó-, de todas formas no tengo mucha hambre. Creo que tengo que aprender a medir mi fuerza -mencionó mirando los dos palitos hechos añicos en su palma-.

Eren la miró y suspiró; comenzó a comer mas rápido que de costumbre ante la atenta y sorprendida mirada de sus amigos, y cuando terminó le extendió sus palillos a Mikasa.

-Toma, y ten mas cuidado la próxima vez -le dijo con un leve rubor en su rostro-.

Mikasa los tomó algo apenada y le sonrió.

-Si, gracias Eren.

-Hmp -fue lo único que contestó y desvió la mirada-.

Armin miró la escena con sorpresa, pero una curva se asomó en sus labios.¿Acaso Eren...?.

Después de comer, volvieron a clases sin problemas y al finalizar el día, cuando ya todos se estaban preparando para irse a sus casa, una voz fuerte llamó a Eren. Los tres levantaron la mirada y vieron a Annie de pie frente a Eren con las mejillas sonrosadas. A Mikasa le ensombreció el rostro y un brillo terrorífico detonó en sus ojos grises. Frunció el ceño y metió sus cosas en la mochila con mala gana mientras Eren se iba con la chica aparte. Armin miró a Mikasa con pena y sin saber qué hacer ante la molestia de su amiga. Mikasa apretó la mandíbula con fuerza y salió del salón sin esperar a Eren. Armin negó con la cabeza y chocó la palma de su mano contra su frente; a veces sus amigos eran tan tontos.

Cuando Mikasa hubo salido del edificio se escondió entre los arbustos que rodeaban el mismo y miró a Eren y a Annie a unos pocos metros alejados de ella. La rubia lo miraba con la cara roja y movía sus manos con nerviosismo, mientras que Eren la observaba sin comprender. Mikasa miró los labios de la chica que se movían frenéticamente, tratando de leerlos pero fallando en el intento. De pronto, Eren se puso tan rojo como Annie y se quedaron muy quietos y sin decir nada.

El corazón de Mikasa latió con fuerza dentro de su pecho y se mordió el labio con fuerza, casi haciéndose daño. Eren llevó su mano a su nuca y le dijo algo a Annie, ella lo miró fijamente y luego asintió, le sonrió y lo abrazó. Mikasa no soportó mas y se fue sin que se dieran cuenta.

Al día siguiente.

Mikasa estaba sentada en su lugar en la clase de biología sin hacer nada, no se movía y algunas veces daba la impresión de que ni siquiera respiraba. Su imagen era lastimera, tenía ojeras, y un aura negra la rodeaba. Eren y Armin se miraron algo asustados y sin entender el comportamiento de su amiga.

A la hora del almuerzo su semblante no cambió, ni siquiera probó su comida, y de pronto ¡PUM! abrió sus ojos y se puso de pie por unos minutos, seguramente pensando en algo, asintió y caminó con decisión hacia el baño de chicas. Ambos se miraron y un escalofrío recorrió sus espaldas.

Mikasa se asomó hacia el interior del baño de las chicas, miró a Annie lavándose las manos y se ocultó entre los arbustos mientras esperaba a que la rubia saliera; cuando lo hizo, Mikasa sujetó una soga que había sacado Dios sabe de dónde y se posicionó detrás de ella con una sonrisa psicópata en el rostro. Annie volteó el rostro al sentir la presencia de alguien a sus espaldas y miró a Mikasa fuera de si, con una sonrisa demoníaca y sus ojos desorbitados, debió admitir que se asustó un poco, luego guió sus ojos hacia las manos de la morena y distinguió una soga larga y gruesa, se puso en posición de defensa, lista para luchar contra ella. Mikasa se preparó también y se miraron fijamente a los ojos.

-¿Y a ti que te pasa? Te vez fatal -le preguntó Annie con un deje de burla-.

-No es nada de qué preocuparse, pronto se acabaran mis problemas -contestó, dejando la soga a un lado casi con ternura-.

Mikasa se preparó y le lanzó un puñetazo directamente a su rostro con una rapidez sorprendente, Annie abrió los ojos con sorpresa y lo esquivó, regresó el golpe, Mikasa se agachó y giró con una pierna extendida, Annie saltó y tomó velocidad en el aire y cuando comenzó a caer, lo hizo con una pierna al frente para golpear a Mikasa, ella vio sus intenciones y se puso de pie rápidamente, dio un par de saltos hacia atrás y volvió a atacar. La pelea siguió muy reñida por unos minutos mas, y cuando ambas comenzaron a caer en el agotamiento, Mikasa tuvo que hacer lo que no quería. Le lanzó un puño hacia su estómago y antes de que Annie la bloqueara con una de sus famosas llaves, se agachó y tomó su tobillo, jaló de él e hizo que la rubia cayera al suelo. Aprovechó la incapacidad de lucha de su oponente y la ató con la soga, se agachó a su altura y le sonrió malignamente mientras se limpiaba un hilo de sangre que brotaba de su labio inferior, la cargó y la llevó hacia los pasillos de la escuela sin que nadie se diera cuenta.

Cuando sonó el timbre que indicaba el final de las clases, Mikasa salió extrañamente muy... feliz, acompañada de sus confundidos y temerosos amigos. En la puerta del edificio se detuvo y se volteó a mirar a Armin y se despidió de él con un fuerte abrazo y una sonrisa de oreja a oreja, el chico la miró con confusión y se fue de allí rápidamente. Eren palideció al verse solo con su voluble amiga y comenzaron a caminar hacia su casa. Mikasa iba dando saltitos por todo el camino, haciendo que la falda de su uniforme y su cabello se moviera de arriba hacia abajo, mientras tarareaba algo desconocido para él.

De pronto se detuvo y jaló la manga de la camisa de Mikasa para que ella también parara. La chica lo miró confundida y él le preguntó con calma.

-Mikasa... ¿te sientes bien?.

Ella abrió los ojos con sorpresa y le sonrió.

-Claro, no te preocupes -contestó-.

Mikasa bajó el rostro, haciendo que su cabello lo cubriera como dos cortinas oscuras y le preguntó con algo de color en sus mejillas.

-Hum... ¿Eren? -él la miró con curiosidad y ella siguió-... Hum, Eren tú y Annie... pues, ¿son novios?.

Él la miró con la cara roja y miró también el suelo.

-Ah... ¡Mikasa de donde sacas eso! Annie y yo solo somos amigos -respondió con una exclamación y el ceño fruncido-.

Mikasa subió el rostro y lo miró fijamente.

-¿De verdad? -Eren asintió y ella sonrió, dejándolo confundido-... Hum... bien. Ahora, será mejor si nos vamos a casa antes de que Carla se preocupe.

Mikasa lo tomó de la mano y comenzó a correr. Eren no entendía lo que le pasaba, pero si ella decía que estaba bien, entonces no había que decir lo contrario. Él también sonrió y empezó con la carrera.

En la escuela.

Annie pataleaba y se removía tratando de zafarse del amarre de la soga. Su cabello estaba pegostoso por culpa de la pintura azul y su rostro estaba pintado graciosamente con marcador permanente. Siguió pataleando, pero al mover un pie en la dirección equivocada, golpeó una escoba y esta cayó hasta aterrizar en su cabeza, dejándola inconsciente y con estrellitas sobre su cabeza.

Moraleja #1: "Nunca te metas con el chico del que una mujer celosa está enamorada, porque si lo haces, te encerrará en el armario de las escobas de tu colegio, con llave en la puerta y pintura en el cabello, la cara pintada como un payaso y probablemente nadie te encuentre en varios días". Referencia: El libro de las celosas, por Mikasa Ackerman.

Notas de la autora:

¡Hola! De nuevo yo con una nueva historia de estos dos (espero que les haya gustado). Esta idea se me ocurrió hoy mismo desde que me levanté, y es que quería hacer a Mikasa celosa, celosícima, capaz de hacer cualquier cosa por alejar a las pretendientes de su Eren, y a la vez quería que la trama fuera cómica (¿hice reír a alguien por ahí? Si es así ¡COMENTEN!). También quería dar inicio con Annie porque es la otra chica con la que emparejan mucho a Eren, así que aquí está.

Para el próximo capítulo estará... ¡Historia Reiss! Ajá, ajá; ya veremos que clase de método utilizará nuestra "celópata"... Muajajaja (risa malvada). Creo que ese capítulo lo subiré entre el miércoles o el jueves, si es que no lo hago mañana mismo, así que estén atentos. Bueno, ya me despido antes de que esto se extienda. ¡Gracias por leer y comenten si les gustó!.

Katy0225