Este Oneshot está dedicado a Akio, conocido también como Eratia aquí en Fanfiction. Este es mi regalo de navidad/reyes atrasado, a mala hora me quedé sin ordenador y sin inspiración.

Gracias por estar pendiente de Arcobaleno Carnival, por tus ideas macabras y tus maravillosos personajes =) eres amor.

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Título: Feliz cumpleaños.

Género: Amistad/Angst.

Personaje: OC, Aleena von Gerard de Arcobaleno Carnival.

Disclaimer: Ni KHR, ni sus personajes, ni el personaje en el cual está basado este oneshot me pertenecen. Katekyo es de Amano Akira, Aleena es de Akio y la trama en general es mía.


Feliz Cumpleaños

Aleena pensaba que las cosas no podían ponerse peor ahora.

Justamente eso sucedió.

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El frío de la cubierta no conseguía adormecerla, el sopor no llegaba nunca y el descanso tampoco. Su mente no se hallaba trabajando, solo arrojaba una imagen blanca, tan blanca como las nubes de ese día, tan blanca que su imaginación no daba para decirle el porqué. La manta que muy amablemente le había facilitado Euphy apenas conseguía mitigar la temperatura y hacer soportable la travesía por mar, y sin embargo ni ese pequeño gesto de compañerismo hacía que se sintiese mejor. No. Nadie de los que estaba allí estaba cualificado para hacer que Aleena von Gerard sonriese después de lo sucedido en Namimori.

Maldita sea Lal… ¿Por qué demonios tuviste que ir tú también?

Reunió un poco de la tela entre sus manos y la apretó firmemente, desde su rincón estaban como ella otros que decidieron venir por sus propias razones a invadir el país enemigo; veía a Squalo Superbia, a quien no soportaba, pero dada la situación tuvieron su tregua, se encontraba a su frente, recostado de una caja de tablas con una manta como la suya, tenía los ojos cerrados pero no dormía, sabía que era así. Todavía le resultaba increíble que estuviesen cara a cara y uno de los dos no hubiese acabado durmiendo con los peces.

Veía también a Xarius, que hace unas horas dejó durmiendo a Euphorsyne en el camarote del barco, sobre una colcha tapada por una sábana de algodón y unos cojines. Lo más probable es que fuese la que se encontraba más cómoda en el grupo, y es que ese idiota siempre es así con las mujeres, sobre todo con Euphy a quien siempre vive aguantando insultos tras insultos, más de los que la misma morena suele decirle cuando el chico la lía. Pero sabe que en el fondo tiene buen corazón, y aprecia mucho a esa niña, por eso es un idiota y no tendrá remedio nunca. Está parado junto a la baranda mirando el mar, seguramente pensando en su maestro, la persona a la cual está más interesado en rescatar.

Y ella… ¿Solo estaba ahí para rescatar a Lal?

Sabe que eso no es totalmente cierto, pero tampoco totalmente falso, también quiere salvar a los otros arcobalenos, y comprobar… si las palabras de Ren eran ciertas.

—"Ellos tienen a su servicio varias familias de la mafia dedicadas a esa clase de experimentos, si quieres respuestas es probable que Hemera las tenga"

No salía de su cabeza, la horrible sensación que siempre le provocaba evocar esos recuerdos encerrados en el baúl de su subconsciente, bajo llave y enterrado en lo más hondo donde no pudiese verlos. Pero sabe que están ahí, asechándole, y la niña que en su interior se refugió clama justicia, exige que se pague el precio de su sufrimiento.

Venganza…

—"Si vienes aquí a vengarte entonces busca otra forma más digna de morir y no me hagas perder el tiempo, la espada no está hecha para los resentidos"

Las palabras de Squalo dichas esa vez volvieron a su cabeza, provocándole una molesta sensación de estrés que le obligaba a reflexionar. Tendría cuidado, no iba a actuar con las emociones sino con la cabeza bien fría, eso ya lo tenía presente, pero eran demasiadas cosas, más de las que podría soportar a la vez.

Cerró su único ojo visible e intentó pensar en algo más tranquilo, algo donde no hubiese ninguna razón para empuñar su arma, donde esa sensación de que la sangre te hierve por la rabia y el enojo desaparezca. Sacó su móvil, recordaba algo que había en él. Retiró la tapa y lo vio… la imagen que ponía el fondo de pantalla. Eran Lal y ella cuando solo llevaba unos meses en el CEDEF, estaban sentadas en la parte de atrás del bunker, Lal con cara de pocos amigos obligada a salir en la foto y sin los lentes, Aleena sonriendo casi forzadamente para no acompañar a su amiga en plan regañadientes. Fue Xarius quien sacó la foto, el mismo día que se conocieron para bien o para mal.

Los recuerdos vinieron.

¡Aleena von Gerard! Es un placer y un honor conocerte.

No creo que sea para tanto.

¡Hablo enserio!, no todos los días se consiguen tías buenas en la mafia, menos que sepan hablar español —rezongó Xarius.

Hehehe, tías buenas, ¿eh?

Realmente eres un crío —habló Lal por primera vez tras limpiar su rifle automático—termina tu trabajo y déjanos en paz, Xarius.

Me pregunto qué hice para merecer tu odio Lal, ¿Se trata de mi maestro verdad?

Se trata de que eres un idiota y yo no soporto a los idiotas.

Y sí, recuerda que Xarius estuvo flirteándole todo el rato, buscando la forma en la cual hacerla quedar comprometida con una cita con él. Ya estaba harta, usar sus ilusiones contra de él no le parecía mala idea ahora, hasta que simplemente suspiró y se salió por la tangente, comenzando por preguntar lo primero que se le ocurría.

¿Qué signo eres Aleena?

No lo sé.

¿Cómo que no lo sabes? —La miró con extrañeza— ¿Cuándo es tu cumpleaños?

Recuerda la cara que puso Lal a esa pregunta, una cara de "has metido la pata y bien metida". Aleena dejó descansar la botella de cerveza a medio terminar en un lado del parachoques, suspiró silenciosamente y miró a Xarius con una sonrisa tocada por la ironía. Sabía que el pelirrojo se había dado cuenta.

No tengo, o mejor dicho, no recuerdo la fecha en la que nací… nunca lo supe.

Quería cortar el tema hasta ahí, no quería demostrarle a ese idiota que podía ponerse sensible por cualquier tontería. Pero él habló antes de que pudiese proponer cualquier cosa.

¡Hubieses empezado por ahí! ¡Lal! ¿A qué fecha estamos hoy? —la aludida hizo una mueca escéptica.

Veintisiete de agosto... —contestó con cierto recelo a esa pregunta, Aleena quería saber que sandez iba a ocurrírsele a ese loco personaje que hasta hace poco era un perfecto extraño para ella.

¡Desde hoy cumples el veintisiete de agosto, y tu signo es Virgo! ¡Así lo declaro yo, Xarius el dragón!— sentenció con tono solemne.

Hubo unos segundos de silencio que después fueron rotos por las carcajadas de Aleena.

¡De verdad estás más loco que una cabra hombre! —dijo entre risas hasta recomponerse nuevamente— pero no está mal, me gustan los horóscopos y ya tengo una razón para leerlos.

La sonrisa de satisfacción de Xarius y la apenas perceptible de Lal jamás las olvidaría. Ellos siempre se habían preocupado por ella, a pesar de que no soportaba que el pelirrojo la localizase en cualquier parte del mundo y le mandase cartas del largo de un diario matutino con puras estupideces que había hecho e invitándole constantemente a salir; y que a veces Lal fuese tan fría y no se permitiese relajarse un poco. Era su familia, su pequeña familia.

Al fin tenía una, y no iba a permitir que los mismos sujetos se la quitasen.

—Ahí está —murmuró Xarius de espaldas a Aleena. En el horizonte mientras amanecía se vislumbraba la silueta de su destino, la isla rotante Austrophenius. Se reincorporó dejando caer la tela que le abrigaba y se acercó a la baranda a un lado del heavy, quien tenía el semblante serio, incluso lo había notado de solo escucharlo.

—Llegaremos en poco tiempo allí —le dijo mirando la forma del territorio insular. Ya escucha a Squalo levantarse a sus espaldas, e imaginaba su sonrisa de satisfacción, porque había llegado la hora. —Iré a despertar a Euphy y veré como sigue Ren.

—Feliz cumpleaños, Aleena —se detuvo en seco al escucharlo, y le miró con sorpresa. Xarius volteaba a corresponder con una sonrisa bien abierta, que despedía mucha confianza —pronto Lal se nos sumará a la fiesta, e iremos a comer pizza después de que acabemos con ellos.

Solo se limitó a asentir y se volvió a la puerta del camarote, porque no quería encontrarse con los ojos y la sonrisa de su amigo con su rostro bañado en lágrimas. Esbozó una sonrisa, quizás la estupidez de Xarius se estaba haciendo contagiosa, porque tenía ganas de creerle.

Porque se sentía mejor.