¡Hola! Anoche me dio la inspiración para terminar el primer drabble de esta pequeña historia.
Sí, para los que se preguntan este es un antes, la historia detrás de Hiro & Miguel porqué tenía muchas ganas de escribir ésto.
Espero que lo puedan disfrutar, muchas ganas por leerme.
El primer encuentro.
By KellenHakuen
Sus párpados se encontraron en un choque fuerte cuándo sus pies tropezaron contra una grieta de la calle, Hiro maldijo recuperando de inmediato la postura orgullosa, aunque una voz parecida a la de Tadashi repitió lo mismo que toda la mañana: debes descansar, genio.
Genial, hasta en su mente Tadashi estaba sobre él.
Dio un parpadeo y aquellos ojos entrecerrados se volvieron las cortinas más pesadas que pudo resistir en todo estas semanas del semestre universitario. Su boca se abrió, y el intentó cerrarlo, pero no pudo hacerlo.
Un bostezo enorme se coló desde su interior, Hiro no pudo evitar sentirse más liberado que antes, mientras la mochila en sus hombros colgaba más gorda que de costumbre, o quizá eran sus propios hombros que se encontraban más decaídos que siempre.
Los ojos se le humedecieron con pequeñas gotas que se orillaban tratando de resbalarse, las limpió con su brazo, otro bostezo involuntario fue expulsado de él. Maldiciendo su enorme debilidad cuándo intentó disfrazarlo con una pésima tos.
Combinar tareas, una semana de exámenes y poca cafeína en sus sistemas fueron la explosión necesaria para él y su rendimiento. Por más que estuviese acostumbrado a las largas noches, él necesitaba llegar a su habitación, hundirse en las pesadas camas y dormir hasta dos días.
Su cuerpo le estaba exigiendo el pago de sus acciones descuidadas, sintió escalofríos con el último bostezo que esta vez dio otra vez involuntario de su sistema.
Hiro estiró los brazos para intentar despertar aquellos adormilados músculos, suspiro gustoso después de aquello. Era un mar nuevo para él.
Las personas se alejaban, el alrededor parecía olvidarse y los murmullos de la gente no era más que simples bufidos que entraban en su espacio. Esto lo estaba venciendo, ni siquiera tenía el pleno conocimiento si estaba caminando por la calle correcta.
Podría perderse, debió pedir direcciones a la amable señora del abarrote.
Pero no, él debía mantenerse fuerte y sobretodo despierto.
Hiro Hamada era lo suficiente resistente para resistir hasta su hogar, se tenía su propia fé (necedad). El héroe de San fransokyo podía luchar con unas cuantas horas perdidas de sueño.
Tal vez no.
Otro resbalón por una abertura de cemento le hizo saber que esto no era para él. Un gruñido exasperado y el equilibrio recuperado le hicieron cambiar sus mejores conclusiones. Dormir mientras caminaba sería buena idea, podría cerrar los ojos y dejar que su cuerpo siguiera su rumbo.
De nuevo casi pierde el equilibrio, pero esta vez el culpable fueron sus propios pies que se pisaron mutuamente.
Hiro perdió ante su propio orgullo, debido al que el no fue consciente de cuándo había cerrado sus ojos, pero si lo fue de un grito desafortunado.
Al demonio, dormitaría mientras caminaba, ¿qué tan malo puede ser?
—¡Cuidado!
La respuesta vino con un dolor agudo de la nariz hacia abajo. Algo impactó contra su rostro, era fuerte, era rápido y estaba lo suficiente duro para aplastarle la nariz y romperle el labio de un golpe.
Tan rápido como cerró sus ojos éstos se abrieron acompañados de un enorme bufido de dolor, Hiro de inmediato se sobó la nariz puesto que la zona de dolor estaba más fuerte en ese lugar.
El sabor a sangre se entremezcló con su propia saliva, le dejó una sensación de sabor a metal, el universitario sintió su propia quijada doler y un hilo húmedo que ahora descendía por la orilla de su boca.
Maldita sea, estaba sangrando.
El culpable cayó al suelo, empezó rebotando suavemente hasta quedarse quieto, su ceja tembló con ira al juzgarlo con sus propios ojos y su mente viajó a miles de insultos en su idioma.
Hiro tuvo la tentación de patear ese balón hasta el próximo extremo y darle algún otro infeliz para que compartiera la misma suerte que él. Preparó la punta de su tenis para patearlo.
—¡Hey! —oyó algo que detuvo su endemoniado acto — ¡Hey amigo!
¿Qué?
Esas palabras fueron difíciles de descifrar al menos para él, Hiro entrecerró los ojos para encontrar el siguiente mensaje de quién le llamaba y se relamió la sangre que todavía brotaba de su pequeña herida.
Su ceño se arrugó más al escuchar una chirriante voz frente de él, los ojos negros pudieron identificar una figura al otro extremo de la calle; Era moreno, estaba ahí perdiendo el tiempo, estaba alegre y al parece por la enorme sonrisa que lo obsequiaba se percató de que tenía una bonita sonrisa, muy radiante en realidad.
Le revolvió el estómago con tanta alegría.
Él tenía que arrastrar el alma y el otro infortunado estaba que hasta el sol se cegaba de su presencia.
—¡Pasame el balón! ¡Pasame el balón! —con maniobras a las que Hiro asimilaba a las de un mono empezó a puntar abajo de sus botas.
A Hiro todavia se le dificultaba entenderla un poco más allá de esos movimientos, sin embargo quiso creer que entendió el mensaje transmitido, el nipon hizo caso y decidió bajar un poco más el rostro hasta la punta de sus pies a los que eran golpeteados por el dichoso objeto, ese que el extraño estaba tanto farfullando.
Sus labios se torcieron una seca línea al ver el arma blanca que lo había lastimado con anterioridad y ahora estaba su disposición.
Hiro sujetó el balón y una vez en el aire empezó a girarlo entretenido entre sus dedos, unas cuantas vueltas más y éste se detuvo con una idea brillante en mente. Miró la pelota, luego al chico moreno que hondeaba su mano en espera de que pudiera regresarsela.
Todavía sentía la cara palpitante de recordar el hule contra su nariz, ofendido, le dio una segunda mirada de escrutinio, todavía se veía feliz y él estaba lastimado goteando sangre del labio.
No era justo.
Y después, una idea muy vengativa se le cruzó como un rayo que se desfiguró en una sonrisa divertida.
El chico de cabello negro se despidió del otro, con ese gesto maldoso todavía plantado en su cara, y regresó a su camino casual hacia la cafetería de la tía Cass, necesitaba poder recuperar sus horas de desvelo.
El moreno en cambió, miró desilusionado su balón y como éste no había regresado de la forma correcta a cómo fue enviado a la otra banqueta; ahora se hallaba desinflado.
Encogió los hombros restándole más seriedad de lo que era.
Tal parece ser que ese chico tenía un carácter del demonio.
Bueno, al menos era lindo.
Notas finales.
¡El pueblo lo pide! ¡El pueblo lo tiene! (?)
De acuerdo no, pero también me moría de muchas gana de escribir las ideas de cómo se conocieron, cómo se llevaron y cómo se enamoraron.
De nuevo agradezco a Elsa (Ureshi), quién es la que más me ha estado ayudando a darle estructura a ésto. Quiero incluir la comedia, lo random y el amor que se mezcla al descubrir poco a poquito del otro /3.
