Advertencia: OC, ¿drama?, detalles históricos, mención de personaje no-ficticio, sin betear, nonsense, fic random.

Culparé de esto a los documentales domingueros. Btw, perdonen que sea RANDOM (con mayúsculas, vamos), pero lo hice en 30 minutos mientras veía History.

D: Hetalia no me pertenece. A Pedro tampoco lo creé yo, pero me gusta pensar que es un tantito mío.

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Trotsky

Fue curioso notar que, a pesar de ser un expatriado, la muerte de Trotsky se había dejado sentir bastante más que la de cualquier leal soldado comunista dedicado al enorme aparato político ruso actual.

Ivan sabía que tenía que pasar en algún momento (conocía bien a Stalin, y sabía cuál era el alcance de su poder), por lo que no esperaba una disculpa ni nada parecido. Había aprendido a no esperar nada de nadie porque así se manejaba el mundo. Así era la gente, y así eran los países.

De todas formas, León no era del todo un buen líder (porque en realidad ningún humano podría serlo) y quizá no había sido el tipo de persona por la que los demás deberían dar su vida. Puede que, incluso, se hubiese ganado lo que le pasó.

Pero a Pedro no le importaba.

-Lo lamento mucho, Rusia…-murmura, y no son las palabras lo que le sorprende, sino la sinceridad con la que las dice. Hacía tanto tiempo que nadie era sincero con él…

Le resulta incómodo porque no sabe cómo reaccionar. No sabe qué decir.

Ivan lo esperaba desde que el antiguo líder había salido del país. Su asesinato era un hecho, sin importar el tiempo que tardase en llegar. Sin embargo, Pedro había tenido esperanzas, había juntado sueños e ilusiones de ayudar a otras naciones, de proteger a alguien que podría haberlo cambiado todo. Su gente había amado a Trotsky en algún momento, de alguna forma.

Y ahora estaba muerto.

-Perdóname, yo…-A pesar de lo que México buscaba reflejar al mundo, ahora mismo parecía tan frágil e infantil que Rusia sintió ganas de reírse. Era tan joven, tan pequeño.

-Está bien. Era inevitable.

El latino le miró directamente a los ojos. Su tristeza parecía tan intensa como la quemazón que invadió el pecho de Ivan en el momento del incidente. Tal vez porque al final ese hombre también había sido parte del pueblo mexicano y había albergado un amor especial por el país que lo había acogido con agrado, dándole lo mejor de su cultura y su gente en el poco tiempo que vivió.

-Debí haberle cuidado mejor…

-Está bien-repite lentamente.

-De verdad lo siento.

Entonces se quedan callados y Pedro se muerde el labio. Ivan siente ganas de besarlo, pero sabe que no es el momento, ni el lugar, ni la persona. Y no lo será nunca.

No debe aferrarse a este tipo de momentos por ningún motivo.

No importa si Pedro es el primero en entender, por lo menos un poquito, su dolor.