Esta es una historia que publiqué hace muchos años, pero quedo sin terminar y sin pulir. Estoy publicándola una vez más en una versión corregida y junto al epílogo que nunca mostré por acá. Ocurre un año después del final de Slayers Try y omite los eventos de Revolution y Evolution-R.

Lobo Palabragris

Capítulo 1: El Concilio

"Casi un año ha pasado, mi amor. Si, casi un año ha pasado desde que partí, desde que me alejé de tu lado. Nunca dijimos realmente lo que sentíamos el uno por el otro. ¿Por qué?, no lo sé Amelia, aún no lo entiendo. Sé lo que estas pensando: "ya se ha olvidado de mí, ha de haber vuelto a caer en su acostumbrada soledad y martirio autoinfligido, quizás ya se olvido de su promesa". No Amelia, aún no lo he olvidado, aún cargo el único recuerdo que me llevé al partir, tu brazalete. Todos los días pienso en ti, con este amuleto puedo recordarte como si estuvieras conmigo, como si estuvieras a mi lado. De nada sirve la magia, de nada sirve el poder si no estas con la persona amada y yo no estoy contigo aún, pero lo estaré.

Te envío esta carta desde un pueblo en las arenas del Desierto de la Destrucción, lejos al este de Seyruun, donde me ha llevado esta larga jornada. Pronto partiré a las tierras de Elmekia y desde ahí continuaré hacia el oeste. En estas tierras he encontrado a la maestra Ivanna, una anciana sacerdotisa de dioses olvidados que me ha ayudado a encontrar mi destino. Lo entiendo ahora Amelia, he renunciado a mi búsqueda. Soy hombre y quimera, eso es lo que soy. Si aún me recuerdas cuando regrese, si aún me quieres cuando regrese, estaremos juntos, porque he decidido regresar a Seyruun y si no he perdido mi oportunidad contigo, la aprovecharé. Estaré ahí pronto.

Con esperanza, Zelgadis Greywords."

Una lágrima corrió por el rostro de la joven al terminar de leer. No sólo porque su amada quimera tenía razón, Amelia creía perdidas las esperanzas y perdido también a su amor, sino por la felicidad de que regresaría, cumpliría su promesa. La princesa secó en silencio la lágrima de su mejilla.

— Eres un tonto... no sabes lo preocupada que he estado — pensó en voz alta.

— ¿Hay algún problema princesa? — preguntó una criada a la joven.

— ¡Si!... ¡No!, yo... los sueño se cumplen... — dijo la princesa dejando a una desconcertada criada mientras corría hacia su cuarto.

En el interior de una caverna en medio de Desierto de la Destrucción, a muchísimos kilómetros al este de Seyruun, un hombre de piel azulada con el aspecto de la roca y ropajes grises, se sentaba de piernas cruzadas con las manos juntas y los ojos cerrados. Frente a él, una pequeña anciana de piel arrugada y vestida con una túnica blanca se sentaba frente a él en la misma posición. Ambos parecían estar perdidos en un sueño profundo, incluso su respiración era casi imposible de percibir.

[ Ya te vas ] — pensó la anciana que parecía mirar fijamente a Zelgadis, pese a mantener los ojos cerrados.

[ No puedo ocultarte nada, ¿Verdad? ] — respondió en un pensamiento la quimera.

[ Soy una vidente, ¿No? ]

[ Extrañaré esto, esta forma de comunicarse es mas... ] — comenzó el hombre, pero se vio interrumpido.

[ Sincera ] — termino la anciana el pensamiento de Zel.

[ Iba a decir eficiente... pero si, eso también ] — aceptó finalmente, antes de levantarse y tomar su mochila.

[ Antes de irte quiero darte un regalo, es una recompensa por visitarme ] — dijo mentalmente la vidente abriendo los párpados y dejando ver negras cuencas vacías tras ellos.

[ ¿Le das uno a cada cliente? ] — bromeó Zelgadis.

[ Vamos, esto es serio. ]

La anciana se levantó, pero aún de pie no alcanzaba la mitad de la estatura del hombre quimera. Alzó su báculo y se concentro, sus cuencas vacías se iluminaron con un brillo azulado y una voz fantasmal se escuchó en el lugar.

¡Enu Shub

Am Gig Absu

Kish Egigga

Gar Shag Da Sisie Amarada Ya

Dingir Ud Kalama Siniku

Dingir Ninab Guyu Nexrraniku

Ga Ya Shu Shagmuku Tu!

[ La bendición es tuya. Ahora tu eres el portador, la raíz y la semilla. De ti depende... entregar... continuar... ] — la anciana arrastró las últimas palabras.

Antes de que Zelgadis pudiese reaccionar, la anciana había desaparecido y en la cueva sólo estaba él. Sacudió la cabeza mientras terminaba de levantar sus cosas en preparación para su partida.

— Supongo que estas cosas sólo pasan con los videntes — se dijo Zel mientras se disponía a partir.

Zelgadis salió al exterior, donde una tormenta de arena llenaba el aire seco del desierto, nada de peligro para la quimera. Se cubrió el rostro como era su costumbre, no sin antes besar el brazalete del que colgaba una gema con la marca de la estrella de seis puntas y pensar en Amelia. Partió luego rumbo a su destino, uno menos incierto que hace un mes, un destino con un brillo de esperanza.

Mientras tanto en alguna región perdida de la memoria, a pocos metros de la entrada de un antiguo templo en medio de un bosque húmedo, una pareja discutía por quien entraría primero a unas ruinas abandonadas, pues se decía que un terrible fantasma custodiaba su secreto y asesinaría a quien osara entrar.

— Tú primero.

— No, tú.

— Te digo que vayas tú, cabeza de pulpo.

— Ya basta Lina, estas empezando a hablar como una bruja — reclamó Gourry mientras la ira comenzaba a apoderarse de su compañera.

— Si, una bruja de mal carácter... — continuó el joven.

El rojo fuego...

— ...una bruja de mal carácter y muy tonta, sí muy tonta y enana y...

...¡Bola de Fuego!

— ¡Ahhh!

Luego de unos momentos y algunos insultos en ambas direcciones una ruidosa explosión se dejó oír y sólo quedó en pie una furiosa hechicera de ropas rojas y a su lado, tirado en el suelo, un guerrero vestido de azul y con el cabello dorado a medio chamuscar por el conjuro.

— Cof, cof ¿A caso no sabes resolver tus problemas mas que quemándolos? cof...

— Me ha funcionado hasta ahora, ¿O no? — dijo con fastidio la hechicera, a lo que su compañero no respondió.

— ¡Y qué esperas para entrar, Gourry! — apuró al espadachín que recién se ponía de pie.

— Está bien, ya voy.

— Espera, toma ese palo de ahí.

— ¿Qué?... esta bien — respondió el guerrero con algo de pereza mientras recogía una rama del suelo.

Lina conjuró unas palabras y una esfera de resplandeciente luz salió de sus manos para depositarse en el palo que acaba de tomar Gourry.

— Muy práctico — observó el guerrero

— Muy fácil — se jactó la hechicera

Gourry entró a las ruinas de un, en su tiempo grandiosos templo, pero que ahora permanecía medio enterrado bajo escombros, raíces y rocas. El lugar era oscuro y la única fuente de luz era la mágica antorcha que llevaba el joven.

— ¿Por dónde es? — preguntó el caballero intentando ubicar el camino en el laberinto de pasadizos del interior de las ruinas.

— Sólo sigue — le respondió Lina sin tener realmente idea.

— Muy bien.

Un rato de caminata y la luz desapareció sin previo aviso dejando a la pareja en la más absoluta oscuridad. El conjuro de Luz había terminado antes de que la pareja se percatara y tomaran medidas.

— ¡Ahhh! — Gourry cayo por una trampa en el suelo que pisó sin darse cuenta.

— ¡¿Qué pasa?!, ¿Gourry? — preguntó la joven dejando escuchar una voz preocupada por unos segundos.

— Tonto... — se dijo la hechicera dándose cuenta de lo ocurrido.

— No te preocupes yo te... ¡Ahhh! — Lina, siguiendo sus pasos, cayó por la misma trampa que Gourry.

En un pequeño agujero a unos cuatro metros de profundidad, la pareja trataba de ponerse de pie luego de haber caído sin la menor gracia.

— ¡Idiota! — lo retó Lina.

— Creo que tú también caíste, ¿No? — se defendió Gourry mientras se levantaba. Lina parecía enojada, aunque su compañero no podía asegurarlo en la oscuridad.

— Salgamos de aquí — Concluyó el caballero preparándose.

El hábil guerrero dio un salto a la muralla y uno más de rebote para luego afirmarse del borde superior y quedó libre, lo siguió Lina con el conjuro de Levitación que le permitió elevarse lentamente por el aire como si su peso desapareciera. Luego de una hora de caminata y combatir un par de criaturas que habían hecho del lugar una guarida, la pareja se acercó al centro de las ruinas.

— Pues bien, creo que ya estamos aquí — dijo Gourry al entrar a una cámara enorme, en el centro de la cual había un pedestal de piedra con una gema verde.

— Supongo que si, vamos con cuid... ¿Qué haces idiota? — regañó al guerrero que se acercaba para tomar la gema.

— ¿No querías la gema?, pues iba a buscarla.

— ¡Puede haber trampas, pulpo!

— ¡Ya basta con eso!

— ¡Siempre es lo mismo contigo!, ¿Acaso no piensas?

— ¡Sólo trataba de tomar la gema para salir de éste lugar!

— ¡PERO PUEDE HABER TRAMPAS!

— ¡PUES SI LAS HUBIERA, SIMPLEMENTE LAS EVITARÍA!

— ¿COMO EVITASTE EL POZO?, ¡Y NO ME LEVANTES LA VOZ!

En su discusión, el pequeño grupo no se percató de que un espectro traslucido y con cara de fastidio se acercaba flotando.

— ¡Tu empezaste a gritar! — reclamó Gourry.

— ¡Pues yo no lo recuerdo! — le contestó la chica con el rostro enrojecido.

— ¡Así fue! — continuó el caballero elevando nuevamente la voz.

— ¡Nunca tuviste buena memoria!, ¿Cierto?

— Siempre criticas lo que hago, además tú también caíste en el estúpido pozo.

— ¿Quée haaacen en mi tumbaaa? — dijo el espectro con una voz de otro mundo, aunque los oyentes no parecieron prestarle atención.

— Agotas mi paciencia, Gourry.

— Pues tú agotas la mía.

— Diiije quéee haaacen aquiii — repitió el espectro, pero nuevamente nadie le prestó atención.

— ¡Quieres otra fogata en tu cabeza!, el rojo fuego...

— Sólo sabes quemar todo lo que te molesta y nunca te sientas a hablar las cosas.

— ¡Sufiiicieenteee! — el enojo de la criatura fantasmal llego a su límite y atacó con sus garras largas y blanquecinas como hilos de una neblina brillante y peligrosa.

— ¡Ha, silenció! — se enfadó la pareja gritando al unisono y atacando al espectro.

¡Bola de Fuego! — lanzó Lina su conjuro contra la aparición.

— ¡Estamos ocupados! — gritó Gourry desenvainando su espada y dando varios cortes al espectro que, luego de la magia y los ataques, huyó despavorido. Tanto el guerrero como la hechicera parecían algo desconcertados tratando de descifrar lo que recién había pasado.

— ...creo que vencimos al espectro — dijo Gourry.

— ...supongo que si — respondió Lina, recuperando la calma.

Con precaución, la hechicera se acercó al pedestal. Lanzó un sencillo conjuro para buscar trampas, sin éxito. Luego de pensarlo por unos segundos, tomo la gema verde con decisión. Miró a su izquierda y luego a su derecha sin detectar peligros inminentes. Lanzó suavemente la gema y volvió a atraparla en su mano mientras pensaba acerca de la posibilidad de algún otro peligro. Luego de considerarlo por un momento dio media vuelta y se acercó a su compañero, arqueando los hombros y haciendo una señal para iniciar el regreso. Se marcharon a un pueblo cercano a celebrar el éxito con una cena de aquellas que sólo este par podría devorar, olvidando la pelea por completo.

En un enorme templo a Ceiphied que había sido construido hacia escasos meses por un grupo de dragones sobrevivientes de conflictos pasados y que ahora lo habitaban, una enorme dragón dorado lideraba una ceremonia. Al parecer era una clase de sacerdotisa pues hablaba palabras en el idioma propio de estas criaturas, a las que el resto de esta comunidad draconiana respondían mecánicamente. Se ubicaban al rededor de un altar de piedra de casi seis metros de altura, algunos portaban un peto ceremonial blanco sobre sus enormes torsos de reptil y la líder llevaba también una muy característica cinta rosa en la cola. Sobre un árbol a varios metros del lugar, observaba la ceremonia un individuo de aspecto sospechoso y sin invitación. Vestido con un traje oscuro y portando un báculo de madera, miraba con ojos entrecerrados el demonio Xellos.

— Vaya, lo hace muy bien — se dijo el demonio.

— Ah, ya están hablando de la batalla de Monte Sangriento... creo que no saben que lleva ese nombre gracias a mi, pero supongo que ese es un secreto... — sonrió Xellos para luego desaparecer.

Las cosas no habían cambiado mucho este último año. Algunas cartas, declaraciones, peleas y reuniones secretas y un año mas viejos, nuestros héroes ignoraban por completo el oscuro concilio que se desarrollaba en cierta fortaleza subterránea, cerca de un volcán. Tres individuos de aspecto siniestro se reunían al rededor de una mesa de piedra, iluminada por un fuego en el centro de un circulo de marcas arcanas. Los tres de aspecto humano, uno era un hombre grande y fornido de cabello anormalmente blanco, armadura completa de metal rojo y una enrome espada de dos manos a su lado, apoyada en la mesa. Otro era un anciano de largo cabello gris, vestía una túnica negra con un peculiar dibujo blanco en el pecho y un bastón de madera negra con una piedra púrpura en la parte superior. Completando el trío había una mujer de cabello negro, provocativo traje de cuero y metal, todo negro y con algunas gemas de color verde oscuro, lleva una vara metálica con la forma de un cráneo en un extremo colgada en el cinto.

— Y bien, ¿Para qué nos has reunido Huni? — la chica rompió el silencio sepulcral que reinaba en la habitación.

— Mi nombre es Hound, niña. No abuses de tu puesto o de mi paciencia — el anciano la miró con fuego en los ojos.

— Basta de eso. No estamos aquí para pelear entre nosotros. Nuestra misión siempre ha sido clara — habló el hombre de armadura.

— Has dormido por muchos años, ¿verdad Gorath? — preguntó el anciano con algo de ironía en la voz. — De seguro no sabes nada de la razón de esta reunión. No sabes de lo ocurrido con tu viejo amigo Gaav y los otros demonios.

— Yo no duermo, yo entreno... anciano — lo miró furiosos el guerrero. — Y sólo llámame Jun — terminó el fornido hombre luego de calmar su mirada.

— Vamos chicos, que tengo cosas mas importantes que hacer que perder el tiempo con ustedes — protestó la chica con una voz malévola.

— De seguro tu tampoco sabes nada, ¿O si?, Kala — preguntó Hound.

— Pues si te refieres a la niña Inverse, si. Lo sé perfectamente, sólo que he estado ocupada con un nuevo juguete.

— No quiero saber de que se trata. Si sabes de la hechicera sabrás que es muy poderosa, que ha combatido a los demonios mas fuertes y que en compañía de sus aliados uso la Gorun Nova y las otras armas de la luz, y además que en este momento están separados.

— Si ya lo sé y ya he comenzado a espiarlos, esos dos han estado muy ocupados, sabes — lo interrumpió Kala con una sonrisa pícara.

El trío discutió acerca de los importantes eventos ocurridos el último tiempo y de la participación del grupo de Justicieros en la lucha contra los demonios. Pusieron al tanto de los eventos al guerrero y general Jun, que parecía sinceramente incrédulo del hecho de que unos mortales destruyeran a tan poderosos demonios.

— Si entiendo bien, dices que esa niña no sólo domina el Drag Slave, sino que ha comenzado a usar el Giga Slave, ¿Y con gran poder?, entonces es exactamente lo que hemos buscado — comentó Jun Garoth.

— Es lo que hemos esperado por cientos de años. Es tan poderosa como ambiciosa, casi perversa, puede ser fácilmente corrompida por nosotros y... — no alcanzó a terminar el anciano Hound cuando lo interrumpió Kala.

— Entonces será nuestro juguete y podremos abrir la puerta, ¿Y luego me dejaras conservarla? — preguntó quizás con demasiado entusiasmo la joven, con los ojos muy abiertos y estrellas casi visiblemente en su cara.

— Cuando la puerta esté abierta podrás hacer lo que quieras... — respondió con fastidio el anciano.

— También está el famoso espadachín que usó la Gorun Nova. Quizás pueda ser un verdadero adversario — comentó para sí mismo Jun, con una sonrisa.

— Niños... — dijo en voz baja y con fastidio el viejo.

— Entonces si eso es todo, quizás quieras acompañarme a Darkfall. Hace tiempo desde la última vez, ¿No? — le insinuó Kala con mirada sugerente a Jun, prendida de su brazo.

— Debo entrenar — fue la respuesta del guerrero que se paró librándose bruscamente de la chica y tomando su enorme espada para marcharse.

— ¡RAYOS!, que aburrido eres, ahora recuerdo por qué te deje — le gritó a su espalda Kala con enojo.

— ¿Me dejaste?, ha ha... — se rió Jun antes de marcharse.

— Ya basta, esto no es tu maldito pantano, Kala — le dijo Hound a la chica.

— Pero es que ese siempre anda con eso de entrenar, y ahora que lo veo luego de casi doscientos años se va sin despedirse... quizás debería quemarlo la próxima vez que lo vea — maldijo entre dientes la chica con rostro siniestro.

— ¡Ktin'da Kala!. Ya basta, vete a tu pantano ahora — reprochó el anciano como lo haría un padre a un hijo malcriado.

— ¡Darkfall no es un pantano!, es un monumento y mi hogar — se enfadó Kala.

— Está bien, como sea, vete y empieza a prepararte.

— Si sigues tratando de echarme destruiré este odioso lugar — dijo la joven mientras sus ojos se volvían antinaturalmente rojos, su piel se oscurecía, y una cola negra salía de su espalda. Luego de un segundo suspiró largamente calmando su ira, dio media vuelta y se marchó.

Cayó la noche en un campamento lejano, un campamento para dos. Junto a una fogata se cocinaba un conejo y a su lado un espadachín rubio cabeceaba apunto de caer dormido, Apoyada en su hombro, había una pelirroja dormida, tranquilos en su ignorancia del peligro que se avecinaba.

Continuará.

Avance del próximo capítulo: Reunión

Nuestros héroes se reencuentran luego de un año, pero las cosas no serán tan fáciles, sobretodo para Lina y Gourry. Zelgadis comienza a mostrar parte de sus nuevas habilidades, y Amelia ha pasado este año entrenando su magia.

La aventura comienza.