Cuervos Albinos


Autor(a): Adhara Phoenix
E-mail: adhara@secretgame.net
Clasificación: PG-13
Pareja: HG/LL
Disclaimer: Los personajes de esta historia (excepto Christel, que es de Deira) son propiedad de JK Rowling y están utilizados sin ánimo de lucro.
Spoilers: La Orden del Fénix
Comentarios: Este fic fue escrito para el desafío "Parejas Inusuales" de Julio-Agosto en la lista de correo HP-Slash ()


.1.

Cuando salieron de Las Tres Escobas ya había dejado de lloviznar, y aunque la perspectiva de ver la entrevista publicada hacía a Hermione sonreír casi inconscientemente, el aire taciturno de Harry pronto la obligó a refrenar sus deseos de volver una y otra vez sobre el tema. El chico caminaba con las manos metidas en los bolsillos de la túnica, y la mirada tan fija en el suelo que las gafas parecían a punto de caer de su nariz, sin que hiciera nada por evitarlo. Hermione se debatía entre intentar averiguar si había algo más, aparte del malestar por haber tenido que revivir tantas cosas horribles delante de nada menos que Rita Skeeter, o continuar el camino en silencio. Como de costumbre, la periodista no se había dejado nada en el tintero, y aunque en muchas ocasiones el rostro de Harry reflejó una absoluta fatiga, Skeeter había sido implacable... una vocecilla interior, objetiva y clara, la susurraba que simplemente era su rigurosa y exhaustiva manera de investigar, llegando hasta el mismo meollo de las cosas. Pero la parte que había visto a Harry apretar los puños se preguntaba si Rita no habría disfrutado el interrogatorio de una manera más extra-laboral.

De cualquier modo ya estaba hecho. Imaginarse la cara de Umbridge cuando se enterase sólo contribuyó a aumentar sus ganas de seguir hablando sobre ello. Se giró hacia Luna, que caminaba unos pasos por detrás de ellos dos, lanzando al aire una rama y volviéndola a coger entre grandes aspavientos y las miradas entre divertidas y críticas de los alumnos que aún llenaban las calles de Hogsmeade.

- ¿Cuándo crees que lo publicará tu padre? - preguntó, y cuando Luna alzó la cabeza como si acabaran de despertarla y lanzó la rama directamente hacia la espalda de una Hufflepuff de séptimo que miraba un escaparate a la salida del pueblo, Hermione enrojeció violentamente. - Lo siento, Christel...

La aludida se volvió frotándose el cuello, y se limitó a asentir mientras Luna continuaba caminando.

- Sí, lo siento Christel... - confirmó vagamente, sacudiéndose las manos en la túnica. Luego miró a Hermione con los ojos semicerrados, mientras iban perdiendo Hogsmeade de vista, a medida que el camino giraba. - La verdad es que no lo sé... Mi padre está esperando un par de artículos importantes...

- ¿Más importante que el regreso de... Quien-tú-ya-sabes? - preguntó Hermione sorprendida, bajando la voz al final de la frase cuando se cruzaron con un grupo rezagado de Slytherins y Ravenclaws de sexto. Luna se encogió de hombros.

- Eso lo deciden los lectores, supongo. No sé si esa historia podría competir con las mandrágoras mudas que encontraron en Hickinbotham, por ejemplo.

- ¿Mandrágoras mudas? - repitió Hermione distraídamente, casi como una costumbre. Luna asintió sin mucha convicción.

- No lo hicieron público porque aunque no chillaban, te daban patadas y arañaban... pero todo el mundo en Hickinbotham lo sabe.

Ninguno de los tres volvió a decir mucho más hasta que entraron en los terrenos de Hogwarts. Exceptuando una ligera mueca de hastío cuando Luna había mencionado a las mandrágoras mudas, la expresión de Harry, de intenso interés en sus zapatos, no había variado lo más mínimo. Luna separaba los flecos de su bufanda uno y otra vez, y al igual que Hermione ya ni siquiera intentaba esquivar los charcos, porque todo el camino flanqueado por los cerdos voladores había quedado tan pisoteado y embarrado que no había un solo centímetro seco. Pasaron el lago sin mirar más de dos veces las enormes burbujas que surgían del centro y unos segundos después Luna se detuvo tomando aire, como si hubiera sacado lo que iba a decir del el vientecillo lluvioso que mantenía los exteriores del castillo desiertos.

- Lo que le falta a tu historia es un buen monstruo - murmuró claramente, aunque parecía más bien estar hablando consigo misma. Por primera vez en todo el paseo, Harry se volvió a mirarla con expresión interrogante, y Luna le observó indiferente.

- ¿Un... monstruo? - inquirió Harry torciendo la boca en una especie de media sonrisa sarcástica. Hermione contuvo la respiración, temiendo otro de sus enfados.

- Harry, es sólo...

- Sí, como cuando terminaste con el basilisco cuando estaba en primero... algo así - interrumpió Luna con tranquilidad, aunque la voz de Hermione había surgido tan ahogada que quizá ni siquiera la había oído hablar. Harry asintió exageradamente.

- Claro, Voldemort no da miedo, ¿verdad? - Hermione cruzó los dedos espasmódicamente sobre su túnica al oír el nombre, en un acto reflejo que en otro momento la hubiera avergonzado. Harry tenía los dientes tan apretados que sus mejillas empezaban a enrojecer.

- Bueno, te enfrentaste a él con bastante frialdad. - Luna continuaba hablando como si no se diera cuenta de la reacción que provocaban sus palabras. - No sería un miedo paralizante, ¿no? ¿Cómo es de alto?

Harry la miró con la boca abierta un par de segundos y tras escupir un "Hasta luego Hermione" entre dientes dio media vuelta y se encaminó a grandes zancadas hacia la puerta del castillo. Sólo entonces Luna pestañeó levemente sorprendida, mientras le veía alcanzar la escalinata practicamente a la carrera.

- Vaya... lo siento - murmuró tan sentidamente que Hermione no pudo menos que suspirar y menear la cabeza.

- Está bajo demasiada presión.

- Habrá discutido con Cho. - Hermione se encogió de hombros y Luna la miró entrecerrando los ojos. - No sé por qué se pone así, tú eres más bonita que ella.

- Qué... - comenzó, pero había oído perfectamente lo que había dicho. Sonrió azorada. - Gracias.

- ¿Por qué?

- Bueno... nadie me había dicho nunca eso. - respondió. Luego recordó que Viktor sí lo había hecho, y también sus padres, aunque no contaban mucho. Pero nadie lo había hecho... de normal.

Luna sonrió a medias y echaron a andar lentamente, arrastrando los pies por la hierba, pero apenas dados un par de pasos Hermione se detuvo y la miró de reojo, sin levantar la cabeza.

- Muchas gracias... por todo.

- ¿Uh? - musitó Luna, que había empezado a mordisquearse las yemas de los dedos.

- Sí, por todo. Por lo de tu padre, y por apuntarte a la DA... gracias - terminó con cierta dificultad, y luego sonrió. Al alzar la mirada Luna se acercó, sonriente también. Hermione notó sus manos cogerla casi de las orejas, con la suficiente fuerza como para acercarla.

Y antes de que se diera cuenta la dio dos rápidos besos en la boca.

Los ojos de Hermione se abrieron al máximo, y se quedó inmóvil mientras Luna continuaba mirándola sonriente, dejando caer las manos a sus costados.

- Creo que va a nevar, ¡quiero ver cómo empieza desde la torre! - exclamó, y antes de salir corriendo depositó otro rápido beso en sus labios. - ¡Hasta mañana!

Hermione permaneció de pie en el mismo lugar, inmóvil, todavía aturdida... ¿qué había pasado? ¿Qué era lo que acababa de suceder? Se llevó las manos a los labios y no notó nada extraño en ellos, pero si...

- ¡Hermione! - exclamó una voz a pocos pasos. Se metió las manos en los bolsillos tan rápido como pudo y sonrió a Ginny, que volvía del campo de quidditch empapada y arrastrando la escoba. Incluso su pelo había oscurecido por efecto del agua.

- Hola, Ginny - contestó volviendo a respirar profundamente. Continuaron el camino hacia la puerta, aunque a Hermione le parecía que lo había reanudado ya incontables veces.

- ¿Era Luna con la que hablabas? - la voz de Ginny la sobresaltó. Asintió tragando saliva y mirando al suelo, pero nada en la actitud de Ginny parecía sugerir que hubiera visto...

- Dice que va a nevar y quería verlo - susurró lo primero que recordó. Ginny alzó una ceja y luego rió suavemente.

- ¿Nevar? ¿Con este tiempo? Muy en su línea.

- Sí... - asintió Hermione comenzando a subir las escaleras, y al entrar en el acogedor hall principal no pudo evitar sentirse aliviada. Necesitaba urgentemente una ducha y un asiento junto al fuego. - Te veo luego.

- Claro - respondió Ginny. Cuando Hermione desapareció a la carrera en dirección a la torre de Gryffindor, no pudo evitar sacudir la cabeza con cierta exasperación. - Esta chica se cree que estoy ciega.