1. Me llamo Nancy
Hola, antes de que comiences a leer esta historia me gustaría advertirte que si esperas un smut suave y unos personajes principales inocentes y puros como en mi fic "Sólo una noche" RETROCEDE.
Este fic es un fic Caryl, eso te lo puedo jurar, y también tendrá sus momentos dulces, divertidos, y otros en los que soltaréis alguna lágrima, pero te encontrarás con escenas de sexo duro, algo de BDSM, prostitución, y lenguaje obsceno cuando hablen y piensen los personajes (Yo, como narrador, seguiré describiendo las escenas de sexo sin utilizar palabras vulgares)
Si aún sigues interesado en leerlo me gustaría que me dejases tu opinión o votación para saber si merece la pena seguirlo o no.
Muchas gracias :).
Daryl tamborilea con los dedos sobre los elegantes muebles de color negro, paseando la mirada por su habitación.
Su dormitorio es igual de grande que su antigua casa al completo. Tiene un aroma fresco que le recuerda al olor del bosque tras el rocío de la mañana.
Su cama es enorme, está seguro de que necesita a seis miembros del personal de servicio para poder poner las sábanas. Y hablando de sábanas... nunca había tocado unas tan suaves, casi que le da pena posar su sucio culo sureño sobre ellas.
Tiene una estantería llena de libros que duda que algún día vaya a leer, un escritorio con un bloc para tomar apuntes que duda que vaya a utilizar y una barra con un centenar de vinos y licores que... oh sí, dará buena cuenta de ellos.
Se acerca hacia los grandes ventanales que dan a la piscina exterior. Aún no ha visitado su nuevo hogar por completo, pero tampoco tiene prisa, hay cosas más importantes qué hacer, cómo descubrir en qué gastarse todo ese dinero.
Aún no se lo cree, ese viejo avaro al que apenas vio dos veces en sus 35 años y que supuestamente era su tío le ha dejado todas sus posesiones.
No recuerda mucho de él, sólo pasaba por casa en navidad, a pavonearse del dinero que tenía. Lo recuerda siempre vestido con elegantes trajes, cabello blanco y barba cuidada. Caminaba muy derecho, lo que siempre le hizo preguntarse porqué usaba ese estúpido bastón con la cabeza de un ciervo en la empuñadura.
El cretino no tuvo familia, con tantas empresas y negocios que sacar adelante no tenía tiempo ni para echar un polvo, además, tenía fama de ir perdiendo aceite por la calle.
Lo encontraron muerto en la bañera y días más tarde la autopsia reveló que habría sufrido un infarto.
Tantos lujos, tanto presumir para acabar siendo encontrado desnudo, hinchado y morado en la bañera, flotando como una puta esponja al igual que cualquier miembro de la plebe.
Revisa su cartera, una colección de coloridas tarjetas bancarias hacen compañía a un viejo condón a la espera de ser usado.
Pronto, se dice.
No ha tenido tanto dinero a su puñetera vida. ¿Por dónde iba a empezar a gastarlo? Podría vaciar una licorería, o dos, comprar todas las cajetillas de tabaco, contratar a la prostituta de lujo más cara del lugar o forrarse la polla de oro, si quisiera.
Decide empezar por ducharse, la bañera tiene tantas funciones y tal cantidad de chorros que pasará horas en remojo. Se pregunta si esa fue la bañera donde lo encontraron flotando...
No le importa, no es escrupuloso, ni supersticioso ni ninguna gilipollez de esas.
Es tan amplia que podría lavar su vieja camioneta en ella.
¿Qué vestir? su armario está lleno de ropa que aún conserva la etiqueta y que duda que algún día vaya a estrenar. Todo ha sido comprado por su Personal Shopper, no sabe qué coño es eso, pero suena a caro de cojones.
La mayoría son trajes, odia los trajes, le recuerda demasiado a todos esos estirados que le miraban por encima del hombro cuando pasaban por su lado, mirándolo con asco cuando su vida estaba sumida en la miseria.
Bah, se coloca su ropa sucia, a excepción de los calzoncillos que casi que le da pena estrenar al ver el precio.
Chaqueta de cuero, camisa negra y pantalones vaqueros, no necesita más.
La calle huele distinta cuando eres rico, no tiene que ir caminando pensando en cómo va a sobrevivir ese mes con 50$ en la cartera, no se preocupa por si están despidiendo gente en el trabajo, y no tiene que elegir entre comer o tener luz y agua caliente.
Nada más llegar a su nuevo hogar descubrió que tenía chófer. Tenía un pedazo de coche y no podía conducirlo ¿estaban locos? su primer pensamiento fue despedirlo, pero entonces recordó lo que se siente cuando te echan de un trabajo que tanto necesitas y decidió mantenerlo, a condición de que durante la noche él tuviese el control.
Acaricia la carrocería de su maravilloso Lamborghini Centenario. Es negro, con detalles en plata, huele a nuevo y se siente dueño y señor de las calles cuando lo conduce.
Revisa el navegador, ¡Es maravilloso ese chisme! Se siente como David Hasselhoff en el coche fantástico, aunque la voz del suyo le recuerda a su profesora de matemáticas. Menuda hija de puta la señora Rauch.
Hay varios sitios que le gustaría visitar, pero no sabe por dónde empezar, qué vicio elegir primero.
El prostíbulo llamado Alexandria le parece la mejor opción, mejor desfogar antes de estar borracho, no vaya a ser que le den gato por liebre y aparezca al día siguiente en la cama con un maromo senegalés de metro noventa, con una polla tan grande y ancha como su brazo y le haya dejado el culo como un bebedero de patos.
Aparca su fabuloso auto y camina por la calle hasta estar frente al local.
El edificio es amplio, prácticamente un hotel preparado para ejercer la profesión más antigua del mundo, o el vicio más antiguo del mundo, según se mire.
Asoma la cabeza por la puerta, de cristal, se sorprende de como es el lugar, no es el típico antro oscuro con incómodas luces rojas y que huele a sexo que echa para atrás. No, el sitio está iluminado, con las paredes en blanco y dorado, una lámpara de araña adorna el recibidor, tiene una recepción y un par de sillones de estilo clásico.
Empieza a pensar que eso es simplemente un hotel de lujo, y que quedará en ridículo si entra ahí y pide los servicios de una prostituta.
Vuelve a salir y retrocede lo suficiente como para poder ver bien el letrero, a lo mejor se ha confundido de calle, o el navegador está desactualizado y el local cerró hace años.
-No te has equivocado encanto, ese es el prostíbulo -dice una seductora voz de mujer.
Daryl se gira sorprendido; a su derecha, a unos metros de su posición, apoyada en una farola se encuentra una atractiva mujer de esbelta figura y largas piernas. Tiene el cabello castaño rojizo, corto, sus rizos se arremolinan en su cuello. Viste tacones negros y un ceñido vestido rojo, escotado y demasiado corto para una "señorita decente".
-¿Trabajas ahí? -pregunta acercándose a ella, perdido en como se marcan sus clavículas a través de su pálida piel.
Ella lo mira a través de sus pestañas.
-No, yo soy prostituta, no soy ninguna "scort" -responde dando una calada a su cigarrillo con sus seductores labios y dejando su carmín rojo marcado sobre él.
Su miembro se agita al imaginar esos labios sobre él, dejándolo marcado.
-¿Una scort? -pregunta extrañado, y vuelve a mirar el cartel del local. Suena a algo de grupo de Girl scouts
-Sí, una nueva forma de decir puta, fulana, ramera... ya sabes... para hacer que las chicas se sientan mejor. Tendrán una habitación lujosa y sábanas de seda, pero por mucho que quieran engañarse se dedican a lo mismo que yo.
-¿Eres una prostituta de lujo? -pregunta él, no ha llegado hasta allí para acostarse con cualquiera, por muy atractiva que le parezca ella.
Ahora tiene una nueva posición económica y piensa aprovecharla.
Ella sonríe de forma seductora.
-Define "de lujo" ¿Te refieres a si follo bien o a si voy a cobrarte el doble por hacer exactamente el mismo servicio que una prostituta de calle? -pregunta con su cuerpo presionando sobre el suyo.
Daryl resopla y se aleja de ella, no es más que una fulana cualquiera que podría haberse permitido cuando era un perro pulgoso.
Entra en el edificio, y nada más acercarse a la recepción una mujer de unos sesenta años lo recibe con un saludo cordial y reza para que sea la "Madame" porque si ese era el nivel del prostíbulo dejaba mucho que desear.
No cruzan muchas palabras, le entrega un libro en el que aparecen fotografías de las chicas, ligeras de ropa y con poses sugerentes.
Se supone que debe de elegir una y acercarse de nuevo al mostrador para pedir sus servicios.
Los nombres son de risa: Flor de loto, Brisa marina, Luna del Nilo... es como si estuviese viendo un catálogo de perfumes. Da qué pensar ¿Qué tienen esas mujeres que no tiene la chica de la entrada? joder, si hasta le resulta más atractiva que esas. Que no estaban mal, pero le faltaba algo... verlas en fotografía no le dice nada, y no confía en la veracidad de ellas, se siente como cuando compra por internet, que pide un producto y cuando llega no se parece en nada a lo que pidió.
Además, son demasiado jóvenes. Algunas no tendrían más de 18 años. No le gusta, se sentiría mal acostándose con lo que él considera una cría.
Ella tenía razón, iba a pagar más por lo mismo, y encima debía quedarse en el local, no quiere eso, ahora que tiene su enorme casa quiere llevarlas allí, estar en su territorio, tomarse su tiempo para hacer con ellas toda clase de posturas, juegos y cualquier cosa de índole sexual, para el disfrute de ambos, aunque muy a su pesar, la mayoría de las veces ellas fingen. Aún no ha encontrado una que de verdad sienta que puede seguir su ritmo.
Vuelve a dejar el libro sobre el mostrador y marcha de allí sintiendo la mirada desconcertada de la recepcionista, sobre su nuca. Quizás otro día vuelva ahí, y mire más detenidamente ese vergonzoso catálogo de mujeres, pero por lo pronto hay una señorita de rojo en la puerta que desea probar esa noche.
Dirige la mirada hacia la farola, pero su sensual figura ya no está allí. Mierda, llega tarde, y todo por querer hacerse el rico estirado que sólo come caviar para aparentar, aunque le de auténtico asco y se muere por hincarle el diente a un jugoso chuletón con patatas fritas y huevo.
Desea darse de tortas, hasta que la divisa unos metros más atrás con la cabeza metida por la ventanilla de un coche, su hermoso culo elevado, y hablando resueltamente con el que iba a ser su cliente.
De eso nada...
Camina a paso ligero, recortando distancias, sintiendo el pulso acelerado, si ella se montaba en ese coche perdería su oportunidad y tendría que conformarse con "brisa marina" o alguna de esas.
La agarra por un brazo y tira de ella sobresaltándola, pero su mirada pasa rápidamente del terror a la seducción en cuanto se da cuenta de quién es.
-Vaya, vaya... ¿No te convenció ninguna chica? -pregunta con una diabólica sonrisa -Me han dicho que mariposa azul es muy buena, y...
-Cállate, te vienes conmigo -gruñe, tirando de ella.
El que iba a ser su cliente toca el claxon enfadado y él le hace una peineta en respuesta.
-Alto ahí Romeo -ordena ella deteniéndose y zafándose de su agarre -primero la pasta.
-¿Desde cuando se paga antes del servicio? suspira exasperado abriendo la cartera.
-Desde que a esta puta la han engañado varias veces -responde extendiendo la mano esperando el dinero.
-¿Cuanto? -pregunta mirándola a los ojos. Son bonitos, grandes y tan azules que duda de si son lentillas o no.
-10$ la paja, 15$ el oral, 20$ sexo, 25$ anal, 50$ si tienes ideas extrañas -recita sus precios con rapidez.
-¿Y si quiero estar varias horas haciendo todo eso? -pregunta recorriendo su silueta con sus manos.
Ella sonríe ampliamente.
10$ la hora, 70$ la noche, 100$ si tienes propuestas extrañas. Dime niño rico, ¿Qué quieres hacerme? -pregunta en un gemido que lo vuelve loco.
La mira de arriba abajo ¿Que qué quería hacer? ¿Qué no quería hacerle?
Posa las manos sobre su trasero y amasar la carne. Tiene un buen culo, ya se había fijado antes, su cuerpo es estilizado, debe rondar su edad y tiene un rostro hermoso, muy hermoso. Tiene tantas ideas para hacer con ella...
-Define "propuestas extrañas" -gruñe contra su oído y la siente sonreír.
-Que sean 100$ entonces -susurra seductora lamiendo lentamente el lóbulo de su oreja, haciendo que se le erice el vello de la nuca y enviando una descarga eléctrica a su entrepierna.
-Vamos -insta volviendo a tirar de ella, no quiere perder más el tiempo.
Ella espera frente al Lamborghini a que abra las puertas, sabe cómo funcionan esos coches de millonarios. La apertura es automática, no hay ningún tirador manual que la desbloquee. Él pulsa un botón y ¡Tachán! La puerta se abre elevándose.
-¿Qué haces? siéntate bien -se sorprende Daryl al ver que no apoya los pies en el suelo.
-Lo siento, la mayoría de los niños ricos parece que no tienen dinero para limpiar las alfombrillas, si por ellos fuera me llevarían atada al techo como si fuese una ciervo recién cazado el día de navidad -ríe acomodándose en el asiento.
Daryl bufa ante su comparación.
-Así que no soy el primer cliente rico que robas a ese burdel de lujo -llega a la conclusión.
-Ajá, tenéis dinero, pero cuando veis que os cobran 100$ por una hora se os ponen los huevos de corbata y corréis a buscar a la pobre prostituta de la puerta -comenta ella distraída, contando el dinero que Daryl le ha dado -Después del mazazo que os dan en el interior mi precio parece una ganga. Además, podéis llevarme a casa, ¡soy portátil! Y... ¿Qué son 70$ para un tío que puede permitirse un Lamborghini Centenario? -añade ella, ganándose una mirada sorprendida por parte de Daryl.
-¿Entiendes de coches?
-Me gustan, y llevo casi veinte años entrando, follando y saliendo de ellos, y casi sin darme cuenta he aprendido marcas, modelos... incluso podría adivinar algunos coches por el sonido del motor y... -intenta explicar ella, pero es interrumpida cuando siente la mano de Daryl navegar por sus piernas desnudas hasta más allá de dónde su vestido cubre.
Lo agarra de la muñeca deteniendo su avance.
-Si empiezas a tocarme ya mi cuentakilómetros se pondrá en marcha -avisa.
-Abre las piernas, te he pagado la noche, recuerda-es lo único que dice, sabe perfectamente como funciona el negocio de la prostitución.
Está impaciente por probarla.
Ella sonríe y separa las piernas, dándole acceso a esa parte de su cuerpo por la que ha pagado.
Daryl mueve sus dedos por el interior del muslo, tiene la piel suave.
Su pene se hincha en su pantalón al darse cuenta de que no lleva ropa interior.
-Es más cómodo así, ya sabes... para los polvos rápidos -aclara ella.
Él no presta atención, está concentrado en hacer crecer la humedad entre sus piernas.
Da una rápida caricia por sus labio antes de mover sus dedos por su clítoris, dibujando círculos, alternándolo con golpes rápidos y breves penetraciones con su dedo corazón.
No va despacio, no quiere perder el tiempo.
Ella se agarra al asiento y gime echando la cabeza hacia atrás, sabe que está exagerando su placer, como toda prostituta, pero su excitación es real, sus dedos están cada vez más húmedos y ella más resbaladiza, podría parar el coche en cualquier esquina y entrar dentro de ella, su cuerpo está listo para recibirlo.
-Dios -gime con la respiración acelerada cuando Daryl arquea sus dedos en su interior -Espero que seas igual de bueno con otras partes de tu cuerpo -dice con picardía, haciéndole ver que no baja la guardia
Daryl la observa de soslayo, está cerca, lo sabe, la forma que tiene su cuerpo de tensarse, cómo se agarra al asiento, como se muerde el labio, sus gemidos, su respiración... un minuto más y la tendría corriéndose sobre sus dedos, pero no piensa darle ese gusto tan rápido. Es el momento de parar, y lo hace.
Ella lo mira desconcertada, su pecho subiendo y bajando intentando estabilizar su respiración.
-¿Qué? no quiero que todo termine cuando aún no ha empezado -se defiende él, lamiendo sus dedos, probando su sabor almizclado. Delicioso.
Ella niega con la cabeza y sonríe divertida.
-Me has negado mi orgasmo, y te pienso devolver la jugada -amenaza dando un apretón a su hinchado paquete. Él gime sin poder evitarlo, deseando llegar a casa para poder sentir esas manos sobre su piel desnuda, o quizás no haga falta, siente como le desabrocha el pantalón sin dificultad alguna y saca su miembro de los confines de su prisión.
-¿En serio? ¿Esto es todo lo que te pongo? -finge ofenderse cuando agarra su pene semierecto.
Daryl intenta concentrarse en conducir, pero ella se lo pone difícil con su mano izquierda bombeando y la derecha ejerciendo una deliciosa presión sobre sus testículos.
Sus manos son pequeñas, suaves, pero seguras. Sabe perfectamente lo que tiene qué hacer, cómo hacerlo y cuando parar para torturarlo.
-Eso está mejor -dice golpeando el miembro dolorosamente erecto, haciéndolo bailar -Mi enhorabuena, es un buen tamaño -lo felicita volviendo a acomodarse en su asiento, mirando distraída por la ventana y dejándolo necesitado de más.
Daryl sonríe malévolo, está jugando con el hombre equivocado.
-¡Oh dios, tú eres el sobrino de Alexander Dixon! -exclama ella sorprendida cuando llegan a la enorme mansión.
Daryl no la escucha, su mente ya está volando hacia otro lugar, entre sus piernas exactamente.
Tira de ella, dirigiéndola por los pasillos con velocidad.
Los sirvientes le miran sorprendidos, juzgando, como si nunca hubiesen visto a una prostituta en su vida, lo cual sería creíble, dada la fama de homosexual que tenía su tío.
La mira, ella los está saludando con la mano, les hace gestos como si les pidiese que la llamasen luego y ellos miran horrorizados.
Daryl sonríe, está claro que no están acostumbrados a la picaresca de una prostituta.
Abre la puerta de su habitación, y aún no ha entrado ella dentro cuando él ya está devorando su boca. El sabor del cigarrillo que estuvo fumándose frente al burdel aún se encuentra presente, y Daryl devora su interior, para aliviar de paso su necesidad de nicotina.
-¿Cómo te llamas? -pregunta contra sus labios. Siempre le gusta saber al menos el nombre de con quién se acuesta.
-¿Cómo quieres que me llame? -pregunta a modo de respuesta, mordiendo su labio inferior, haciéndolo sangrar, y enviando una descarga eléctrica a su miembro que ya está a punto de estallar.
-No estoy para juegos, dime como te llamas -ordena con seriedad mirándola a los ojos a la vez que se lame los labios probando su propia sangre. Es atrevida, le gusta.
-Llámame Nancy -responde finalmente con una sonrisa, y Daryl vuelve a la carga, dejando caer una lluvia de besos húmedos por su mandíbula, hasta llegar a su garganta.
-¿Es tu verdadero nombre? -pregunta mordiendo su suave y pálida piel.
-Por supuesto que no, pero al menos no me hago llamar "rosa del desierto" o algo así -se burla ella, haciendo referencia a los estúpidos nombres de las prostitutas de lujo -Por favor, no muerdas, puede que a mi próximo cliente no-
-Te pagaré 1000$ -interrumpe, apretando sus dientes contra la piel. No puede evitarlo, es algo superior a él, y en esa piel tan pálida los moretones se verían a distancia, lo que le excita aún más.
-Date la vuelta -gruñe girándola con violencia haciendo que su pecho choque contra la pared.
Ella ríe
-Eres un poco salvaje ¿no? Me gusta eso -seduce ella.
No sabe si lo dice de verdad o no, pero espera que sí lo sea.
Besa su nuca y baja la cremallera del vestido con rapidez lamiendo cada palmo de piel que queda expuesta.
Es suave, pálida a más no poder y salteada por pecas de distintos tamaños que piensa borrar.
Su miembro se agita nervioso cuando su vestido no es más que un charco rojo en el suelo. Está completamente desnuda delante de él, vestida sólo con sus tacones.
Besa su cuello, sorbiendo hasta dejar marca.
-1000$ -le recuerda ella, a lo que él responde con un gruñido contra su hombro.
-Ni te muevas -ordena.
Ella obedece y se mantiene en el lugar, con sus pechos y manos presionando contra la pared y las piernas ligeramente abiertas.
Se quita el cinturón y golpea sus nalgas antes de dejarlo caer al suelo. Es un golpe suave, lo suficiente como para arrancarle un gemido y hacer que se tense por la sorpresa pero sin llegar a ser doloroso.
presiona su erección contra su trasero, para que sienta lo que está haciendo con él.
Ella gime en respuesta, no sabe si su excitación es real o no, pero no le importa, si no lo es ahora espera que lo sea dentro de poco.
Lame la línea de su columna, dejándose caer de rodillas, hasta que su rostro está a la altura del coxis.
Aprieta sus glúteos en sus manos, amasando la carne, clavando sus uñas, le gusta su culo, se muere por alojar su pene entre sus nalgas.
Muerde uno de sus cachetes.
-Hijo de puta -se tensa sorprendida ella.
Daryl sonríe, acaricia la zona torturada, calmándola y besa el lugar donde saldrá el moretón antes de ponerse de pie y girarla para tenerla de frente.
Su cuerpo está hecho para el pecado, sus pechos están proporcionados con su cuerpo, redondeados, y los pezones erizados demandando atención.
Su vientre es plano, quizás demasiado delgada para su gusto, tiene las costillas ligeramente marcadas y una pequeña cicatriz horizontal sobre su pubis.
Pasea las manos por su cuerpo, pero se detiene cuando siente la mano de ella buscando su pene.
-Aún no -gruñe agarrando sus muñecas colocándolas por encima de su cabeza para inmovilizarla -ya te he dicho que no quiero que esto acabe antes de empezar.
Besa su pecho, mordiendo la carne de sus senos. Se lleva un pezón a la boca y mama con fuerza de él, raspando con los dientes sobre la sensible zona.
Ella se agita excitada cuando comienza a hacer lo mismo con su otro pecho y no puede hacer nada más que gemir, ya que sus manos aún están inmovilizadas.
-Nunca comprenderé a los hombres que me prohíben que los toque -gime echando la cabeza hacia atrás.
-No te he prohibido que me toques -aclara colocando sus pezones entre sus dedos y tirando de ellos, haciendo que ella se muerda el labio.
Ella sonríe seductora una vez que ha liberado sus manos.
Lo agarra del cabello y tira de él en busca de un asfixiante y excitante beso. Daryl cumple con gusto, le gusta como besa, tiene una sensualidad única. Benditos sean sus años de experiencia.
Se aparta de él con un sonido húmedo y se desvía hasta su cuello, sorbiendo y mordiendo en la zona. como si de una película de vampiros se tratase.
Daryl gime y sujeta su cabeza contra su cuello para que siga un poco más. Le gusta ese delicioso dolor más de lo que quiere admitir.
-Te lo mereces -susurra contra su oído, pasando sus dedos por la marca de sus dientes.
Daryl sonríe, satisfecho de esa tortura.
Se quita la camisa para darle acceso a más partes de su cuerpo.
Ella da una rápida mirada aprobatoria y acaricia su torso desnudo, enredando sus dedos en el escaso vello de su pecho y besando la zona donde está tatuado el nombre de su madre.
-¿Qué hace un chico como tú contratando a alguien como yo? -pregunta bajando lentamente, acariciando su cuerpo atlético, recorriendo cada músculo marcado, con sus ágiles dedos, arañando con los dientes, mordiendo aquí y allá, hasta estar de rodillas delante de él.
-Dímelo tú -dice en respuesta mirando cada palmo de su cuerpo que ella ha mordido, y baja la vista hacia ella. Es condenadamente atractiva.
Lo mira juguetona cuando su cabeza está a la altura de su vigoroso miembro.
Da una lenta lamida a la punta del glande, recogiendo el líquido preseminal que rezuma en la punta y distrayendo a Daryl de lo que está haciendo: sus manos trastean en el interior de su bolso en busca de un preservativo, y lo encuentra.
No tarda mucho en abrir el envoltorio y sacar el profiláctico, tiene años de práctica.
Le mira a los ojos mientras coloca el anillo sobre su miembro, y lo rodea con sus labios, empujando el condón por su eje, hasta que su nariz roza su vello púbico, por lo que retrocede hasta llegar a la punta del glande y volver a repetir el proceso varias veces.
Daryl gime de placer, sus labios hacen una presión deliciosa. Está tentado a agarrar su cabello e instarla a seguir hasta finalizar, pero no... son muchas las cosas que quiere hacer con ella y no piensa acabar tan pronto .
Agarra sus muñecas y tira de ella hasta tenerla de pie frente a él.
-¿Qué? ¿Pensabas que te iba a dejar hacerlo sin protección? -pregunta buscando sus labios.
-No, es que nunca me habían puesto un preservativo así -gruñe besándola apasionadamente.
-¿Por qué sabes a chocolate? -pregunta curioso.
Ella se muerde el labio divertida.
-Preservativos de sabores, mucho mejor que el sabor del látex -explica, pero Daryl sólo ha escuchado las tres primeras palabras. La levanta del suelo, y ella rodea su cintura con sus largas piernas.
-Me gusta ese preservativo, y como lo pones -confiesa buscando la entrada a su interior.
-Es la especialidad de la casa -bromea en un gemido cuando Daryl la penetra sin previo aviso.
-Entonces me gusta la especialidad de la casa -gruñe contra su hombro, haciendo una breve pausa para adaptarse a ella, o para que ella se adapte a él.
Ella presiona con sus talones sobre su coxis instándole a moverse, como quien arrea a un caballo.
Daryl obedece, no comienza lento, simplemente pasa de 0 a 100 y la embiste como un semental en celo.
-Joder -gime ella sorprendida, estaba claro que no esperaba ese brusco cambio de ritmo.
Daryl disfruta de la forma que tiene de envolverle, le gusta escuchar su respiración acelerada contra su oído, como sus pezones se frotan contra su pecho, como enreda sus manos en su cabello, tirando de él o las desvía por su espalda, arañando ligeramente. Le gusta el sonido que hacen sus cuerpos al chocar y como aprieta sus talones contra su espalda cuando su clímax se acerca.
-Dios, no pares -ruega ella.
Pero Daryl para y la obliga a desenredar sus piernas de su alrededor.
-Túmbate sobre la cama -ordena, sin dar más explicaciones a porqué se ha detenido.
Ella obedece mirándole con odio y Daryl sonríe ante su expresión.
Se tumba boca arriba, esperando el próximo movimiento de Daryl que de nuevo la ha dejado al límite de su placer.
Daryl agarra las sábanas, ata un extremo a la pata de la cama y el otro alrededor del tobillo de ella, repitiendo el mismo procedimiento con la otra extremidad, dejando sus piernas abiertas y su hermoso sexo expuesto a él.
La mira como quien contempla una obra de arte.
-¿Te apetece una copa? -pregunta encaminándose hacia su barra privada, completamente desnudo. Si su miembro pudiese darle de hostias lo haría por ignorar la atención que pide.
Ella se apoya sobre sus codos y lo mira desconcertada.
-¿Estás de broma no? -pregunta con una sonrisa divertida.
-¿Qué quieres? ¿Vodka, Ron, Whisky...? -la ignora pasando sus dedos por cada cuello de botella.
-Ponme un Vodka Spirytus -pide ella sin vacilación.
Daryl revisa las botellas hasta encontrar a la que ella se refiere. Es una botella de cristal transparente, tapón negro y etiqueta con un patrón blanco y gris y letras en verde.
La agarra con cuidado haciendo tintinear las que se encuentran a cada lado de ella.
Mira la etiqueta y luego a ella sorprendido.
-Venga ya, no pienso darte esto, es 96% alcohol, ¿Estás loca?
-Mézclalo con algo, cariño -recomienda con una sensual voz.
Daryl camina hacia ella con la botella en la mano y una maquiavélica sonrisa.
-¿Que lo mezcle con algo, dices? -dice con voz grave, vertiendo un chorro sobre su sexo expuesto.
-Que te follen -gruñe ella chupando el aire entre sus dientes ante la sensación de ardor por el fuerte brebaje.
-Esa es la idea -sonríe, y se apoya en la cama con una mano sujetando la botella y la otra recorriendo su cuerpo.
Acaricia sus piernas con sus pies aún calzados. Besa sus tobillos atados, sus pantorrillas tonificadas, sus rodillas, sus muslos, ignorando su centro, húmedo e hinchado por el placer y el alcohol.
Muerde el hueso de su cadera, que se marca exageradamente ahora que está tumbada.
Sube por su ombligo, derramando gotas del alcohol y repartiendo besos y mordiscos, dejando su torso como un hermoso mapa.
Ataca sus pezones, arañándolos con los dientes y sorbiéndolos con fuerza, como si intentase sacar leche.
Ella gime cuando siente como derrama ese potente vodka sobre sus magullados pezones. Disfruta de esa mezcla de sensaciones que son el equilibrio perfecto entre el placer y el dolor, pero necesita más.
Agarra varios mechones de su cabello dándole un fuerte tirón, obligándole a mirarla.
-Fóllame de una puñetera vez -ordena desesperada haciendo reír a Daryl.
-Eres tú la que debe darme placer a mí, así que estate quietecita o ato también tus manos -amenaza agarrando la mano que estaba sosteniendo su cabello y sorbiendo el interior de su muñeca hasta dejarla marcada.
-Como quieras, pero si no dejas de hacer tonterías el polvo te va a salir muy caro. Has pagado una noche, no dos -le recuerda, por si ha olvidado que está con una prostituta.
¿Tonterías? Oh sí, ella va a ver lo que son tonterías.
Ataca su centro, sin previo aviso, penetrándola con su lengua, arrancándole un grito de placer y sorpresa. Agarra sus caderas para mantenerla en el sitio, ya que su espalda se curva con cada recoveco que recorre de su interior.
Juega con su clítoris, arremolinándolo con su lengua, limpiando hasta la última gota de vodka que hay sobre él, a la vez que sus dedos bombean en su interior. Primero uno, luego otro, e incluso un tercero se adentra, arañando sus paredes, buscando su punto de placer, conociendo su cuerpo. Le gusta su sabor, mezclado con el alcohol y el chocolate del preservativo.
Ella intenta doblar sus rodillas, pero es imposible, sus piernas están atadas, abiertas y tensas obligándola a disfrutar de esa dulce tortura, sin más remedio.
-¿Aún quieres que te folle ya? -pregunta pícaro, con la barbilla colocada sobre su pubis, al notar su inquietud.
-¡Joder no, sigue con lo que estabas haciendo! -le grita necesitada, empujando su cabeza hacia abajo. Lleva demasiado tiempo sin recibir placer.
Él sonríe satisfecho y vuelve a su trabajo, mordiendo, lamiendo, torturando ese manojo de nervios entre sus labios mientras que con su pulgar invade su interior, y con su dedo índice, lubricado por los jugos de ella busca su otra entrada, ese anillo fruncido que esconde entre sus nalgas y que debe estar tan apretado...
Hace una ligera presión sobre él una vez que lo localiza la mira esperando su permiso, ella ni siquiera le está observando, está demasiado concentrada en respirar, pero levanta las caderas para darle mejor acceso, lo que toma como una señal de aprobación y desliza el dedo en su interior poco a poco... Dios, está tan apretado... y es sólo un dedo, se imagina su miembro ahí y... no, aún no, concentración.
Su clítoris sigue siendo preso de su lengua, y ella grita con fuerza cuando sus dos dedos entran y salen a la vez, dejándola vacía y llenándola al mismo tiempo. A veces la penetra suave, otras con movimientos rápidos, o describiendo círculos, mientras lame y muerde su sexo, tirando de su botón de placer como si pretendiese arrancarlo.
Ella se arquea con violencia, dejándose llevar, olvidándose de su profesión, disfrutando de un placer casi olvidado.
Va a venir, dios, su orgasmo va a llegar como hacía tiempo que no llegaba y... entonces se detiene.
Ella lo mira apoyándose en sus codos, casi llorando por la pérdida ¿A qué jugaba? Es la tercera vez que le niega su placer.
-¿Qué coño haces? -pregunta molesta.
Él sonríe, sabe lo que ha hecho.
Desata sus piernas y la besa desordenadamente, haciendo que se saboree a ella misma.
-Ponte sobre tus codos y rodillas-ordena contra sus labios.
Ella le mira con su sensualidad innata y obedece.
-Codos y rodillas dice el niño pijo, en mi mundo se llama a cuatro patas -murmura para sí.
Daryl da una cachetada a su nalga, haciéndole saber que la ha oído.
Ella se ríe. Tiene una risa hermosa.
Su pene rezuma al ver la marca de su mordisco en su nalga izquierda.
Besa su espalda, arañando con sus dientes sus vértebras marcadas.
Vuelve a introducir su miembro en su calor húmedo y disfruta de la sensación, de cómo lo envuelve, de lo húmeda que está, pero sólo un par de minutos, lo suficiente para lubricarlo antes de guiarlo a la otra entrada.
Presiona lentamente, esperando a que se relaje y se adapte a él, cosa que no tarda mucho.
Entra palmo a palmo, abriéndose camino por el estrecho canal, despacio, no quiere hacerle daño.
-¿Qué coño haces? ¡Muévete! Pareces nuevo -se desespera ella, echando el cuerpo hacia atrás hasta que su sexo está a ras de sus testículos.
Daryl gime, y replica con una fuerte embestida que la hace gemir. Ha herido su orgullo de hombre.
-¿Qué opinas ahora del niño pijo? -gruñe contra su oído dando otra fuerte embestida que hace picar sus carnes ante el choque.
-Que es un bestia, pero me gusta -gime ella.
Daryl sonríe y agarra sus pechos con fuerza para utilizarlos como apoyo mientras embiste, sabe que sus dedos quedarán marcados en ellos y eso le excita aún más.
No va a durar mucho más tiempo, ya nota la presión en su bajo vientre.
-Me llamo Daryl -le informa echando su peso sobre ella para poder llegar a tocar su clítoris -Grítalo cuando te corras -ordena volviendo a torturar su centro de placer con movimientos rápidos, al ritmo de su miembro golpeando su interior.
-Como pares de nuevo te mato- amenaza ella casi al borde del llanto. No puede más, la vista se le nubla, y las lágrimas acuden a sus ojos cuando siente que su clímax va a llegar y esta vez no va a detenerse.
-¡Dios, Daryl! -grita cuando su orgasmo envía ondas de placer por todo su cuerpo.
-Joder -gime Daryl al sentir como su esfínter se contrae estrangulando su miembro, ordeñándolo sin piedad, y él se deja ir.
Se mantiene un par de minutos más sobre su espalda, dejando que su pene se ablande en su interior y recuperando el aliento a la par que ella.
Besa su espalda y se tumba boca arriba sin aire. Retira el preservativo y lo lanza sin cuidado, no le importa donde vaya a caer o si se derrama su contenido.
Siente como ella se acomoda sobre su pecho y juguetea enredando el vello de sus pectorales en sus dedos.
Sólo respiran durante un par de minutos, uno pegado al otro, completamente desnudos, sudados y húmedos. Él acaricia la espalda de ella distraído, tiene una piel cálida y suave.
-Veamos -dice ella sentándose en la cama -Me has pagado 100$ , pero como has dicho que me ibas a pagar 1000 ... me debes 900$ ¡Joder, en mi vida he ganado tanto dinero en una noche! -Exclama ella orgullosa.
-¿Cómo coño te recuperas tan rápido? -pregunta Daryl haciendo un esfuerzo por respirar.
Ella se apoya sobre un codo.
-Es mi trabajo, cariño. Págame anda.
Daryl sonríe.
-Cógelo, la cartera está en mi chaqueta -le da permiso él.
Ella se levanta de la cama, agarra la botella de vodka abandonada y da un trago demostrándole así a Daryl que no estaba de farol cuando pidió ese vodka.
Varias gotas del potente alcohol escapan de su boca y viajan por su barbilla y cuello hasta perderse entre sus pecho. Una imagen condenadamente sensual.
Daryl se muerde el labio. Y pensar que había estado a punto de no contratarla...
-Tenía sed -explica ella antes de dirigirse hacia la chaqueta de él y sacar la cartera.
Va mostrándole el dinero que está cogiendo para que vea que no se lleva de más.
Daryl aprovecha para observarla; su cuello tiene un collar de moretones, otros tanto sobre su pecho, su vientre, su cadera, sus muslos y por su espalda.
-Lo siento, soy un poco... salvaje cuando estoy excitado -se disculpa con sinceridad.
Ella alza la vista y sonríe.
-No te disculpes, lo he disfrutado, de verdad. Cosas peores me han hecho -se sincera ella también.
Él no pregunta, conoce la mente de los hombres, y los perversos pensamientos e ideas que esconden algunos.
Ella vuelve a la cama y se acomoda al lado de él. Daryl se gira para estar nariz contra nariz con ella. Está aún más hermosa tras el polvo.
-¿Son tuyos? -pregunta -los ojos -aclara al ver su mirada extrañada.
-No, se los arranqué a la prostituta que ocupaba mi esquina -bromea, susurrándoselo al oído como si fuera su más siniestro secreto.
-Puf -bufa él antes de echarse a reír -Pues tienes buen gusto, son muy bonitos.
-Gracias, le tengo echado el ojo a un buen par de tetas también -Ambos ríen, y él la abraza con fuerza, estrechándola contra su pecho y sintiendo como sus ojos comienzan a cerrarse...
Ha pagado por una noche con ella, en ningún momento dijo que debían estar follando todo el tiempo, por lo que aprovecha y disfruta de poder dormir con alguien más, tener a alguien acurrucada a su lado por primera vez en su vida.
-Señor Dixon -irrumpe una voz de hombre en su habitación.
Daryl abre los ojos y mira a su alrededor ¿Qué coño hacía ese tío en su choza?
-¡Por dios, tápese! -se alarma el hombre al verlo desnudo, tal y como dios lo trajo al mundo con su típica erección mañanera. Y entonces recuerda: Ya no vive en una choza, ahora es millonario y pasó una fantástica noche con una señorita que... que ya no está.
-¿Dónde está ella? -pregunta poniéndose en pie, buscándola por todos lados, sin preocuparse en taparse.
-Si se refiere a la meretriz, abandonó su casa de madrugada -informa el hombre.
Daryl mira a su alrededor. La habitación huele a sexo, la cama está manchada de fluidos y alcohol, el preservativo yace olvidado en una esquina, su ropa está desperdigada por la habitación, y sobre su escritorio, justo al lado de un vaso de chupitos usado y manchado de carmín rojo, hay escrita una nota:
Querido niño rico, sólo te daré un consejo: Echa a la fulana de tu habitación antes de dormirte, podría haberte robado todas tus posesiones. Pero no te preocupes, soy una chica "decente" sólo me he llevado lo que me pertenece, además de una tarrina de helado de chocolate de tu nevera ¡Me encanta el chocolate! y tu chaqueta porque tenía frío. Si quieres recuperarla estaré en mi esquina de siempre robándole clientes a las scorts.
Atentamente:
"Rosa del desierto" (Nancy)
Daryl sonríe, oh, sí que quiere recuperar su chaqueta.
Hola, pues este sería el primer capítulo de "La novia de nadie" espero que os haya gustado :)
Tengo los tres primeros capítulos escritos, pero me he planteado mucho si publicarlo o no, (Y aún ahora no sé si he hecho bien XD)
Avisé el tipo de sexo que os ibais a encontrar, así que no me critiquéis por ello porque os lo avisé XD.
Daryl en esta historia no ha sufrido maltrato alguno, pero sí ha vivido una vida de pobreza y necesidad.
Carol es una mujer segura y pícara, aquí no existe Ed, pero sí hay demonios a los que debe enfrentarse.
El nombre de Nancy lo he elegido porque es el nombre que Carol elige cuando se enfrenta a los salvadores en el capítulo 15 de la temporada 6. (Nancy de Montclair)
Sé por lo que pasa una prostituta a lo largo de su vida, por mi trabajo he tenido que tratar con ellas, por lo que a lo largo de los capítulos ahondaré en ello.
Si este primer capítulo gusta, tiene aceptación publicaré la siguiente parte cuando vuelva de mis vacaciones.
Se titulará "La mujer tras el vestido" y nos centramos en un día en la vida de Carol/Nancy :)
