Busqué con la mirada algún especio desocupado y pude divisar uno, me apresuré a tomarlo y bajé del auto. Maldecía internamente haber aceptado involucrarme en un intercambio de regalos.
Caminé de forma apresurada a la plaza… central. Sabía que no era buena idea, pero era la más cercana y donde ponía toda mi esperanza de encontrar algún regalo a última hora. Todo local a la vista parecía vacío, a excepción de la Boutique, puesto que todo era elevadamente alto. Entré ahí.
Compré el más barato; y aun así me costó casi lo equivalente a mi sueldo; además de que tardé casi 2 horas buscando alguno decente –refiriéndome a que sea barato y que huela bien–.
En cuanto salí de ahí, mi teléfono empezó a vibrar; lo saqué de mi bolsillo y contesté —. Eren, ¿ya tienes el regalo? —escuché. Era David, me había llamado repetidamente durante la semana ya que sospechaba que, entre Jake o yo, le regalaríamos algo a su prometida: Annie.
—Qué te importa —resoplé, atravesando la plaza para llegar a mi auto.
—Idiota, sólo espero que Annie esté satisfecha con su regalo, porque… —una vez que empezaba a hablar, era imposible callarle, así que opte por apartar el móvil de mi oído y dejar que se desahogara solo.
Debido a que estaba ignorándolo, no podía revisar la hora en mi móvil puesto que la llamada se cancelaría y, no quería ser tan cruel con él. Miré a mí alrededor mientras caminaba y pude divisar alguien que podría auxiliarme: un hombre de baja estatura, vestido con un traje negro y corbata a juego, maletín en una mano y café en la otra. ¿Por qué él? porque tenía un reloj en la muñeca.
—Disculpe la molestia, ¿podría decirme la hora? —pregunté, deteniéndole al instante; el hombre me miró de forma fría, haciéndome dudar de haberle pedido ayuda. No me dijo nada, sólo señaló el gran reloj de la plaza que se encontraba detrás de mí; volteé en acto reflejo. Y siguió caminando.
2:30 de la tarde, marcaba el reloj.
—Haz hecho un gran trabajo, Eren —aclaró el Sargento Levi, no tenía alguna expresión en su rostro, como de costumbre —, haz sido un joven insistente y consciente; será un placer volver a encontrarnos en algún punto —. Finalizó.
Ambos estábamos encadenados al suelo frente a frente; él estaba de pie y yo, hincado.
—Agradezco sus palabras —no pude evitar derramar algunas lágrimas —, será un honor servir a la libertad de la humanidad —aclaré.
— ¡Preparen las armas! —ordenó Hanji, acercándose a Levi con una jeringa, la cual le transformaría en titán y le permitiría heredar mi poder titán — ¡Ahora!
Desperté de golpe, miré el reloj: 2: 30 de la madrugada.
El sueño que recién tuve era tan extraño, no sólo por la situación, sino también porque era con alguien que conocí hoy –más bien, mirarle–. Pero siento, o sé de alguna forma… que fue real. Y que él y yo, estamos aquí.
De nuevo.
