Fairy tail pertenece a Hiro Mashima.

Esta historia me pertenece, más bien a mi imaginación, pero es lo mismo.


El lobo que se enamoró del enemigo.

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Sinopsis:

Los lobos son criaturas míticas y por lo tanto su contacto con lo humanos está prohibido. Dentro del mundo de los licántropos existen diferentes manadas, y en ocasiones es imposible que haya paz entre ellos.
Gray y Juvia ahora tendrán que enfrentar las consecuencias por lo que han hecho.

Una pelea de la cual no debieron ser parte.

Un error que jamás debieron cometer.

Algo que definitivamente no esperaban y que es imposible de evitar, porque cuando un lobo encuentra a su pareja jamás la deja ir… Aunque ellos jamás planearon hacer tal cosa.


Ok, pueden insultarme, gritarme en su imaginación porque lo merezco ;-;

Trate de contenerme por todos los medios, pero fui incapaz de evitarlo. La historia era demasiado buena como para no compartirla con todos ustedes u_u

Es de la misma saga/ historia/serie llámenlo como quieran de ''El lobo que se enamoró de Caperucita Roja'' Solo que Gruvia.

En fin, espero sea agradable de leer.

Advertencia: Contiene Lemon, leer bajo su propio riesgo.

N/T: Juvia no hablara en tercera persona en este fic.

Enjoy!


Conociendo al enemigo

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Corría a toda velocidad con el viento golpeando su suave y fino pelaje; el pelaje de las hembras era más delicado y brillante que el de los machos, era otra de las virtudes que ayudaban a cautivar y atraer, pero en ese momento deseaba que tuviera el efecto contrario.

Sabía perfectamente su posición y aun así no se retractaba, había entrenado con todos los demás, incluso Gajeel le enseño a defenderse.
La manada de la que ella era parte no tenía el mejor perfil, eran conocidos como unos problemáticos y era exactamente lo que eran.
Jamás le gusto el ambiente que se desarrollaba en la manada, ninguno de los licántropos lo hacía, pero todos continuaban con las órdenes del líder por la misma razón: conseguir la entrada a otra manada era prácticamente imposible.

Sin una manada estabas prácticamente muerto, ser parte de una era uno de los acuerdos con los humanos y si querían evitar problemas debían seguir las reglas.

Aún así, los problemas con los humanos no eran una prioridad. Al ser una manada considerada ''oscura'', las peleas con otros lobos eran parte de su vida diaria.
Los machos eran los encargados de la mayor parte y ellas a veces tenían que quedar fuera, pero si el líder ordenaba pelear, tenían que hacerlo.

Sabia pelear, Juvia sabía hacerlo, pero ese macho era más fuerte a cualquiera que se hubiera enfrentado antes. La única solución era huir o encontrar alguien que pudiera luchar con él, solo si quería sobrevivir.

Habían atacado a un licántropo de una manada contraria y como era de esperarse, respondieron violentamente. El líder Jose era desagradable, pero era el único que la acepto y aunque odiaba hacer ese tipo de cosas, la única familia que tenía era Phantom Lord.

El macho que la perseguía tenía toda la intensión de hacerle daño, podía sentir su poderosa presencia a pocos metros y la alcanzaría en cualquier momento.
Continuó corriendo hasta que escucho el gruñido a pocos centímetros de su forma lobuna y ahí entendió que la había atrapado.

El licántropo se lanzó contra ella sin ninguna delicadeza, rodando y golpeando su cuerpo contra el rocoso suelo hasta quedar posicionado sobre ella.
Podía observar sus colmillos asomarse furiosamente y esos ojos cegados con ira. El licántropo macho era conocido por su actitud dominante, posesiva e irritable, pero ese lobo lucía especialmente cabreado y la razón era obvia: habían atacado a su familia.

— ''Van a pagar por lo que hicieron''- escuchó la voz furiosa del lobo en su cabeza. — ''Lastimaron a Levy''

Intentó apartarlo, pero él era más fuerte. Soltó un chillido en cuanto sintió los filosos colmillos clavarse con fuerza sobre su cuello, penetrando su poderosa piel y manchando de rojo su blanco pelaje.

Juvia se defendió de vuelta, buscando desesperadamente suprimir ese dolor. Mordió algunas partes de su lomo y araño con sus garras su rostro lobuno.
No podía continuar así, ella sería la que perdería, además esa herida en su cuello comenzaba a doler más.

El macho volvió a tomarla de la misma herida, haciéndola más profunda e ignorando sus chillidos de dolor la lanzó violentamente contra un árbol.
Estaba furioso que no midió la violencia contra su oponente hasta que una voz lo detuvo.

— ''Es suficiente, Gray''.- giró un poco su mirada para encontrarse con ese lobo con un pelaje pelirrojo. — ''El líder no quiere derramar más sangre''

''Pero…''

''Soy yo quien te lo pide y sabes que me está costando una mierda contenerme y no patearles el culo. ''

Miró a ese lobo contra el suelo, estaba terriblemente herido. Al menos con eso quedaría satisfecho.

— ''De acuerdo, vamos. ''- dijo y ambos se alejaron dejando a sus enemigos derrotados, uno por uno.

Juvia miró como ambos lobos se alejaban mientras sus parpados se cerraban poco a poco. Estaba demasiado débil que fue incapaz de mantener su forma lobuna y volvió a su forma humana en un segundo.
Estaba yacida completamente desnuda sobre el suelo hasta que escucho una voz familiar llamando su nombre.

— ''Demonios, Juvia, no te duermas''.- era Gajeel, podía reconocerlo por su voz pero no por su apariencia. Era incapaz de reconocer algo más.

Logró sentir el suave pelaje contra su desnuda piel y entendió que la llevaba sobre su fuerte lomo.
Todo, incluso el sonido se fue desvaneciendo poco a poco. Dejo que la oscuridad la absorbiera y perdió el conocimiento.

Cuando despertó la claridad de la luz golpeo sus pupilas, obligando a sus ojos a cerrar los parpados hasta que por fin logró reconocer su alrededor.
Estaba en el campamento dentro de su cabaña. Trató de reincorporarse lentamente, sintiendo como el dolor quemaba su cuello. Tenía una venda que cubría completamente la herida desde la clavícula hasta su hombro.

— Por fin despiertas.- Gajeel entró por la puerta con una bandeja de comida. Era su mejor amigo en la manada, con él podía hablar normalmente sin ninguna preocupación.

— ¿Por cuánto tiempo dormí?- preguntó mientras se sentaba en el borde de la cama.

— Tres horas.- respondió y la miró desaprobatorio. — No deberías hacer eso, necesitas dormir un poco más.

— Estoy perfecta.- dijo, ignorando las punzadas de dolor en su cuello. — ¿Qué sucedió con la manada?

Gajeel suspiró.

— Hay muchos heridos, pero están bien. Estamos bien, no te preocupes por eso.

Pero lo hacía.

Según Gajeel y todos sus amigos en la manada, ella era demasiado dulce y amable. Se preocupaba más por otros que por sí misma y eso en el mundo de los licántropos, era inservible.

Los lobos eran majestuosos y poderosos por naturaleza, no un montón de seres amigables rebosantes de felicidad.
Cada lobo tenía esa actitud peligrosa y busca problemas, pero Juvia carecía un poco de esas cosas. Siempre fue diferente y por esa misma razón, algunos machos la encontraban interesante.

Tomó cuidadosamente su té y lo bebió sin dejar de sonreír. Gajeel siempre se quejaba de ella por su actitud, pero podía notar que él era casi igual.
Preocuparse y cuidar de sus amigos y familia eran también parte de ser lobo, aunque Jose les hubiera enseñado lo contrario.

«Todos los que no sean de la manada son sus enemigos, no lo olviden.»

Esas palabras definitivamente jamás las olvidaría, era la primera regla de Jose.

Alejó todos esos pensamientos para continuar bebiendo su té, hasta que un disturbio fuera de la cabaña los sorprendió a ambos.

— Quédate aquí.- ordenó Gajeel, acercándose hacia la puerta.

— Si, claro.- respondió sarcástica y se puso de pie con cuidado para seguirlo. — Como si fuera capaz de hacer eso.

Salieron sigilosamente por la puerta y lo que vieron no les agrado en lo absoluto. Ese desagradable olor invadió el campamento, al igual que esa manada ahora en su forma humana.

Todos se posicionaron en defensa para que no lograran avanzar más. Todos se encontraban en su forma humana, ambos lados estaban exhaustos y heridos y una pelea más seria desastrosa.

Juvia avanzó entre ellos hasta mirar a pocos metros a todos aquellos de la manada rival, incluidos su líder. Lucían molestos, sin embargo, respetaban la decisión del líder en no continuar con la pelea.
Su mirada viajó por los rostros de sus enemigos hasta que se detuvo sobre cierto macho que logró reconocer inmediatamente.
El cabello brillando en un color oscuro al igual que su pelaje no fue lo que lo delato, sino la herida en su frente. Durante su pelea lo había arañado con sus garras en el rostro y ese fue el resultado.

Los ojos del macho se posicionaron sobre los suyos. Eran oscuros al igual que su cabello, penetrantes y peligrosos, y a su vez hechizantes y perturbadores.
Logró observar confusión en ellos y cuando brillaron peligrosamente unos segundos después, fue ahí en donde entendió que la había reconocido.

— ¿Qué sucede aquí?- logró escuchar la voz del líder, pero su atención estaba sobre ese macho.

Nunca había retado a nadie con la mirada, ella no de ese tipo, aunque era justamente lo que hacía en ese momento.
Mantuvieron el contacto visual, desafiándose mutuamente, sintiendo esa intimidación y atracción entre ambos, y podía decir que el lobo estaba lo suficientemente fascinado por la situación. El contacto se mantuvo hasta que el macho lo rompió para mirar el vendaje en su cuello. Se sintió incomoda ante esa situación y lo cubrió con su cabello evitando que mirará más y también evito mirarlo de nuevo, para así volver su atención a la conversación que al parecer estaba por terminar.

— Solo mantén alejados a los tuyos de mi manada y nosotros haremos lo mismo.- dijo el otro líder. — Así no derramaremos más sangre, no queremos más peleas.

No debía fraternizar de esa manera con otro licántropo que no fuera de la manada, Jose se lo había advertido.

Volvió a alzar la mirada y se encontró con la de él, continuaba mirándola fijamente.

— Es un trato.- respondió Jose. — Siempre es un placer hacer acuerdos contigo, Makarov.- mintió descaradamente.

Ignorando la conversación, Gajeel se acercó a su lado y susurro en su oído.

— ¿Ese es el que te ataco?- preguntó. — El que te mira.

Su amigo lo había notado. Juvia volvió a mirarlo pero esta vez lucía diferente.
Su ceño se frunció un poco, parecía molesto y a su vez preocupado, era una mirada extraña.

— Es hora de irnos.- ordenó Makarov. — Espero cumplas con tu palabra.

Ambas manadas dieron la media vuelta. El acuerdo de había cerrado, ya no había nada que hacer. Aun así, giró un poco su cabeza para mirarlo por última vez y se sorprendió al ver que él hacía lo mismo. En ningún momento le apartó la mirada.

Logró divisar el momento exacto en que sus labios formaron una exquisita media sonrisa, y así, se giró para romper nuevamente el contacto.
Lo que había sucedió allí no debía importar, jamás volverían a verse. Después de todo, ambos eran enemigos.

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Ya había pasado una semana desde aquella maldita pelea. Su cuerpo estaba recuperado pero en su mente aún perduraba el rostro de aquella hembra.

Honestamente, no tenía idea que era una hembra. Estaba cegado por la furia que ni siquiera se dedico a esperar y pensar en que era lo que atacaba, y realmente la había lastimado.

Un macho jamás lastimaba a una hembra, ellas eran lo más delicado y aunque era su enemiga, eso nunca debió hacerlo.
El licántropo que se acerco a ella debía ser su pareja y aunque ese pensamiento le ocasionaba una molestia horrible, era lo más obvio. Además, no tenía razón para estar molesto y aun así lo estaba.

Mierda, necesitaba aire fresco.

Dejo al fin esa cama en la que había pasado la mayor parte del día y salió de la carpa (muy parecida a una cabaña) en la que dormía, encontrándose con algunos de sus amigos en el camino.

— Nuestro chico por fin sale de su cueva.- molestó una chica de cabellos castaños. No respondió a las palabras de Cana.

— ¿A dónde vas?- preguntó un chico de cabellos rosados.

— Fuera.- respondió cortante. — Regreso después.- tomó su forma lobuna haciendo pedazos su ropa y se adentro al bosque.

Esa actitud no era común en él y debía volver rápido a la normalidad si no quería preocupar a nadie más.

Correr sin ninguna atadura, dejar sus músculos gozaran el movimiento era la mejor parte de ser un lobo, además del sexo.
El sexo entre licántropos era intenso, simplemente no había otra palabra para describirlo.
Ambas especies poderosas, demandantes, atractivas; mierda, el placer era excelente. Tal vez debería encontrar a alguien a quien follar y así alejaría a esa hembra de sus pensamientos.

Siguió corriendo hasta que un olor familiar lo cautivo y se vio obligado a dirigirse hacia ese lugar.

En cuanto la vio ni siquiera le sorprendió y sin importarle se acerco.
Ella notó su presencia de inmediato y se giró para mirarlo, no parecía tener miedo.

— ¿Qué es lo que quieres?- preguntó. Al parecer lo reconoció de inmediato.

Gray camino hacia ella, tomando su forma humana mientras avanzaba para acercarse y tenerla frente a él.
Notó el momento en el que la hembra bajó su mirada hasta cierta parte de su anatomía y tragaba saliva para volver a mirarlo al rostro, estaba completamente desnudo y no le importaba. Debía admitir que eso le hizo sentir más confianza. Era él quien tenia el control, no ella.

— ''Es bueno verte de nuevo'' eso es lo que debiste decir.- respondió con esa sonrisa problemática que lo caracterizaba.

Juvia lo había visto en su forma humana, pero no tan… íntimamente.
Evito a toda costa mirarlo, pero estaba irresistiblemente desnudo frente a sus ojos.
Los músculos en su torso, piernas, brazos y diablos, las cicatrices de cada pelea eran su completa debilidad.
Sentía que la quemaba con la mirada, era ardiente y ella estaba ardiendo, joder.

Mordió sus labios y alejó su mirada de ese perfecto cuerpo. Hacía tiempo que no estaba con alguien y hacía tiempo que ningún macho lograba encender su cuerpo como lo hacía él.

¿Qué diablos sucedía con ella?

Ese macho era completamente irresistible a sus ojos y su cuerpo la estaba traicionando. Él debió notarlo, lo sabía por esa media sonrisa sobre sus labios.

— ¿Puedes cubrirte?- pidió evitando mirarlo más, dándole la espalda para continuar con su actividad. — Algunas manadas no tienen tus hábitos.

— ¿Te incomoda?- logró percibir diversión en su voz.

Demonios, incluso su voz era atractiva. Ronca, atrevida, seductora y la lista podía continuar.

— ¿Qué es lo que quieres?- volvió a preguntar. Sabía que nada bueno saldría de ese encuentro.

— Estaba preocupado por ti.

Juvia se giró para encararlo y lo miró con cara de ''¿Estás hablando enserio?'' Porque debía estar bromeando. Después de atacarla de aquella manera no tenía permitido sentir aquel tipo de culpa.

Gray soltó una risada ronca, ocasionando que el corazón de Juvia diera un vuelco que rápidamente ignoró.

— De acuerdo, solo quería saber si estabas bien.- admitió.

— Sigue sin ser convincente. Necesitas pensar en otra cosa, lobo.

De nuevo esa mirada retadora. Esa hembra era una belleza, no lo iba a negar, pero si continuaba con esa actitud de fiera perdería el control.

— Me sentía culpable.- sinceró sus palabras. — No tenía idea de que eras una hembra. Lamento haberte lastimado.

Como si fuera a creerle. Cruzó los brazos contra su pecho, apretándolos y alzándolos, dando una perfecta vista a Gray que no paso desapercibida.

— ¿Adivina qué? No acepto tus disculpas. Jamás lo haría de un enemigo.

Esa actitud difícil y exasperante debería molestarlo y realmente lo hacía, pero también lo calentaba de un modo que no lograba explicar.
La hembra no estaba en celo, así que esa no podía ser la respuesta y demonios, ¿se estaba excitando por una discusión? Eso era nuevo.

— Dime, linda, ¿Por qué simplemente no eres una buena chica y aceptas mis disculpas? Si fuera otro lobo te habría destrozado en este mismo momento.

— Los machos siempre son tan estúpidos.- pensó en voz alta. — Tus disculpas no son sinceras, vuelve cuando lo sean.

Gray sonrió y rascó su barbilla en frustración.

— Bien.- aceptó. — Creo que esa disculpa jamás llegará. Perdiste tu oportunidad.- volvería al campamento. Tratar de hablar con ella era demasiado difícil.

Juvia observo como caminaba alejándose de ella y eso la molesto, ¿Por qué? No tenía idea, pero lo hizo.
Estaba en el bosque tratando de aclarar sus pensamientos y al otro momento ya estaba con el culpable. Miró a su alrededor y tomo una de las manzana que cortaba del árbol antes de que él apareciera y la lanzó directamente a su cabeza.

Se arrepintió de hacerlo a los pocos segundos, pero ya el daño ya estaba hecho. Había impactado fuertemente contra su cabeza y parte de su nuca. Nada podía salvarla, estaba demasiado alejada de su manada.

En el momento en que Gray sintió el golpe, la cólera subió hasta su garganta y se giró furiosamente hacia ella.
Odiaba este tipo de cosas infantiles, ¿Golpearlo con una manzana? ¿Acaso era una idiota?

La chica trataba de huir pero no lo permitiría. Debía hacerse cargo de sus propias acciones, no la dejaría escapar. Intentó transformarse en lobo para así alejarse lo más rápido posible y también lo impidió.

Tomó su cuerpo sin ninguna delicadeza y la apoyó violentamente contra el frondoso tronco del árbol, lastimando y apretando sus pronunciados pechos.
La apresó entre su cuerpo y enterró su rostro en la curvatura de la chica, justamente en donde se encontraba su vendaje.

— ¿Pensabas huir de mi?- aspiró el delicioso aroma de su cabello, haciendo que su erección creciera con tan solo sentir su olor. Ella tenía algo que lo volvía loco. — Tu pareja debe ser la persona más estúpida, eres demasiado molesta.

Juvia podía sentir algo duro contra su trasero y suprimió un jadeo en cuanto sintió la fuerte y posesiva mano del chico apretar uno de sus glúteos.
Si él pensaba que tenía pareja no debía tocarla de esa manera, y aunque sabía que había obtenido su respuesta al aspirar su aroma, sintió que debía decirlo.

— No tengo pareja.

Esas palabras eran lo que necesitaba escuchar. Su aroma no tenía ningún rastro de otro macho, no estaba marcada y eso le dejaba la libertad de hacer con ella lo que quisiera.

— Voy a follarte en este momento. Vas a sentir lo que es hacer enfurecer a un lobo.

Así era un macho licántropo. Imposible, temperamental, fuerte y su apetito sexual era mayor que todos sus sentidos.

— No te atrevas a tocarme.- advirtió, aunque su cuerpo decía otra cosa. Prácticamente temblaba deseosa y no tenía idea de que se sintiera de esa forma hacia él, hasta hace unos segundos lo odiaba.

Giró su cuerpo para tenerla frente a él y observar de cerca ese bello rostro. Sus pestañas largas y risadas, su piel blanca y lisa; esos ojos azules, retadores y fascinantes y que hablar de esos labios que pedían a gritos ser tomados.

— No me toques.- volvió a advertir y Gray solo sonrió en respuesta. Era un reto tentador que definitivamente aceptaría.

Aferró su mano a la nuca de la chica y la acercó ferozmente contra sus labios; tomando, succionando, saboreando su cavidad.
El beso era brusco y desesperado, jamás se había excitado de esa forma con solo un contacto.
Se embriagó en su sabor, profundizando y explorando la humedad de su boca, tomando y mordiendo sus suaves labios.

Estaba duro y maldijo mentalmente a su estúpida lujuria, él no era de los machos que perdían el control.
Acarició sus piernas y metió las manos lentamente bajo su vestido, sintiendo el encaje de sus bragas.

Juvia gimió contra sus labios en cuanto sintió uno de sus dedos apretar su clítoris contra la húmeda tela para después acariciarla fogosamente.
Con tan solo sentir el roce de sus dedos por su sexo hizo que su interior se volviera líquido.
Era tan masculino, su cuerpo fuerte y demandante apresando el suyo, estaba completamente convencido de que quería poseerla.

Hacía mucho tiempo que no estaba con un macho, pero él era el primero que lograba hacerla perder la cabeza en cuestión de segundos. Solo era sexo, nada más, no iba contra las reglas si nadie se enteraba.

— Mierda.- maldijo el lobo. En su mente no había nada más que penetrar a esa hembra. Su erección ardía y solo quería entrar en ella, sentirla y terminar con ese delicioso dolor. — Necesito sentirte.

Desesperado por extasiarse de placer por esa hembra, desgarró sus bragas haciéndolas pedazos.

Juvia soltó un gemido en cuanto sintió la punta de su miembro en la entrada de su intimidad.
No tenia intensiones de ser romántico, porque no había sentimientos de por medio. Solo era un incontrolable deseo desde que se vieron en el campamento y saciarían esa hambre de una vez por todas.

Alzó su delicado cuerpo para tener la posición perfecta y así entrar a su cuerpo sin problemas. Gruñó al sentir su húmedo centro contra la punta de su pene y perdió en control inmediatamente.
Penetró lentamente, sintiendo un delicioso cosquilleó contra su miembro al entrar al apretado interior de la hembra. Un mar de sensaciones lo golpearon y gimió al deleitarse ante tal placer. Era una completa tortura, agradable y excitante; demonios, moriría de placer.

Comenzó a moverse contra ella, entrando y saliendo, golpeando sus estrechas paredes una y otra vez. Tuvo que cerrar los ojos para disfrutar de cada caricia que rodeaba y satisfacía su rígida erección. Estaba más duro, penetrando sin ninguna delicadeza, golpeando los huesos de su cadera contra los de ella.

Necesitaba sentirla aún más.

La apretó del trasero para penetrarla más a fondo, hasta que su glande entrara completamente y llenara cada parte de su centro.

— Rodéame con las piernas.- ordenó y Juvia lo hizo, teniendo más acceso a su interior y así sentir la rígida erección del chico golpear hasta el fondo de su intimidad.

Gimió fuertemente sin poder evitarlo en cuanto sus movimientos se hicieron más bruscos y profundos, buscando estimular sus sexos.

— Apuesto que nadie te ha follado así.- hablo el macho, su voz ronca demostraba lo excitado que estaba. — Con esto aprenderás a no ser tan molesta.

— Cierra la boca.- y lo cayó con un beso igual que sus movimientos: duro y brusco.

Tenía razón. Ninguno con los otros machos con lo que había estado la hizo sentir de esa manera. Su cuerpo reaccionó solo contra él, como si ese atractivo licántropo tuviera el control de sus sentidos.

Ella no había estado con muchos lobos. El apetito sexual de los licántropos era diferente al de los humanos, por lo tanto, debía satisfacer esa necesidad; aunque ese lobo lo estaba haciendo jodidamente bien, por fin llegaría al orgasmo.
Para una hembra era difícil que un macho lograra llegar a esa sensación, y al sentir su cuerpo temblar y contraerse en placer en cada estocada, estaba segura de que el clímax seria de lo más delicioso.

Para Gray era lo mismo; había estado con varias hembras y aunque había llegado al orgasmo en varias ocasiones, de alguna forma no lo satisfacía.
El sexo era bueno, pero no lo suficiente como para sentir que el cuerpo se desvanecía en placer, jamás había experimentado algo así.
Pero esa hembra lo estaba logrado sin siquiera hacer un esfuerzo por satisfacerlo. Cada penetración era un sinfín de sensaciones y descargas por todo su cuerpo; tuvo que soportar no correrse tan rápido.

Sus movimientos se volvieron más rápidos, golpeando con mayor intensidad la carne de su interior y Gray enterró su rostro en el cuello de la chica, aspirando su aroma mezclado con su sudor. Olía a sexo, olía a él.

— Nadie va a escucharte aquí, no te contengas.- dijo en cuanto sintió que sus paredes vaginales se contraían contra su miembro.

Juvia no planeaba contenerse y gimió tan fuerte como su dulce voz se lo permitió, dejando ir sus fuerzas con ese orgasmo.
Fue tan placentero, ardiente y sabía que tenía una sonrisa en sus labios. El macho tenía el derecho de sentir lo mismo y él parecía buscarlo también.

Los músculos interiores contrayéndose y apresando su glande volvieron todo más fácil. La chica llegó al orgasmo de la mejor manera posible y se veía terriblemente irresistible.
Penetró varias veces más hasta que un delicioso dolor se hizo presente en su entrepierna y dejo salir todo el placer que sentía, llenando completamente su interior. Mordiendo su hombro por instinto.

Lo había hecho de nuevo, actuó sin pensar y mordió su delicada piel. Afortunadamente fue el que no estaba herido, ahora tenía dos marcas suyas.

Se apoyó contra ella jadeante y la sostuvo para que no cayera mientras recuperaba su respiración.

Eso había sido increíble. Definitivamente ninguno de los dos había sentido algo así antes.

Gray se apartó y dejo libre a la hembra, que a los pocos segundos se dejo caer al suelo. Sus piernas temblorosas le impedían caminar y mantenerse de pie, prueba de que el orgasmo había sido fuerte.

— Supongo que podrías tomar eso como una disculpa.- mencionó el lobo con una sonrisa satisfactoria.

— Idiota.- insultó la chica, incapaz de pensar en algo más. Estaba abrumada y jadeante por lo que había sucedido.

— Oye, eso fue increíble pero tengo que irme.- admitió. — Mi manada vendrá a buscarme si no regreso.

Por parte de Juvia era igual. Si descubrían lo que había sucedido entre tribus enemigas se propiciaría una pelea.

— Espero no vuelvas a aparecerte de nuevo. Si preguntan, entre nosotros no sucedió nada.

— No tienes que decirlo, eso lo sé.- dijo Gray. — Esta es nuestra despedida, linda. Fue un placer tener sexo contigo.

Debería molestarse pero Juvia solo sonrió, su buen humor era radiante. El chico sonrió de vuelta y tomó su forma lobuna para así alejarse corriendo del lugar.

En realidad no había nada más que decir, ellos no tenían asuntos pendientes y no lo volvería a ver nunca más, o al menos eso esperaba.

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Después de unas horas de su encuentro todo había vuelto a la normalidad, como si nada hubiera pasado entre los dos.
Era su turno de preparar la cena y era justo lo que hacía. Se movía de un lado a otro en la cabaña tarareando una melodía mientras pelaba algunas verduras.

— Luces feliz.- una voz la sobresalto. Totomaru, uno de sus amigos de la manada.

— No solo luce feliz, parece feliz.- Gajeel entró a la cocina. — ¿Sucedió algo bueno?

Juvia negó sonriente y continuo con su labor, desconcertando a ambos chicos. No se sentía diferente pero al parecer todos la veían así.
Al cabo de unos segundos, dejo caer los utensilios al suelo en cuanto sintió un hormigueo en el cuello. Gajeel la olisqueaba detenidamente.

— ¿¡Qué es lo que haces!?- chilló y se aparto de golpe de su amigo, él nunca hacia ese tipo de cosas.

Pensó que sería una de sus bromas y explotaría a carcajadas burlándose de su reacción, pero eso nunca sucedió. Levanto la vista y lo que vio no le agrado.
Ver a Gajeel actuando serio y consternado no era propio de él, estaba demasiado sorprendido.

— Tienes el olor de un macho.- soltó de repente dejando estupefactos a ambos.

Juvia negó nerviosamente con la cabeza, si eso era otra de sus bromas no era gracioso.

— No es posible.

— Juvia, tienes el olor de un macho.- repitió el moreno. La peliazul trago saliva intentando calmar su ansiedad. — ¿Estuviste con alguien?

— Yo…

— No puedo equivocarme, pero… Totomaru, ven aquí.- pidió y el otro lobo se acercó. Necesitaba saber que no estaba equivocado, porque si no era así, reconocía perfectamente el olor.

Juvia se quedo paralizada y completamente preocupada, apretó sus nudillos evitando que sus manos temblaran y permitió que Totomaru se acercara a olisquear su cuello. El aroma era más fuerte en ese lugar del cuerpo.

No podía ser lo que estaba pensando, simplemente no.

Totomaru aspiró su aroma y se alejó a los pocos segundos, asintiendo para sí mismo.

— Si, definitivamente tienes el olor de un macho. Estas marcada.

Tuvo que sostenerse de algo para evitar caer al suelo. Sus piernas fallaron y sintió que el alma se le caía a los pies. El aire abandonó sus pulmones y le fue difícil respirar por un momento.

— Juvia…

— Solo estuvimos juntos, no había sentimientos ¡no había nada!- aclaró rápidamente, sentía que lloraría en cualquier momento. Estaba asustada, demasiado asustada. — No nos vinculamos, él no me marco.

— Entonces, ¿Cómo explicas su olor en tu cuerpo?

— No lo sé…- respondió nerviosamente y olisqueo su muñeca. — Además yo no percibo ningún olor.

— Las hembras no pueden sentirlo, solo los machos.- explicó su amigo. — Es como un tipo de territorio. Significa que le perteneces y eso mantiene alejado a los demás.

El corazón de Juvia golpeaba su pecho y amenazaba con salirse. ¿Por qué le sucedía eso a ella? Ellos no habían establecido ningún vínculo, ni siquiera sentía algo por ese macho.

— ¿Por qué sucede esto? Estoy completamente segura de que solo estuvimos juntos, nada más.

— ¿Podría ser…?- el otro licántropo miró a Gajeel y este asintió. La chica estaba confundida, preocupada, ¿Cómo podía haber sucedido eso?

— ¿Qué?

— Tal vez se trata vínculo involuntario por parte de ambos, no sucede muy a menudo.- comentó Totomaru.

— No entiendo.- y era la verdad, su cabeza daba vueltas. Realmente estaba en problemas.

— Un vínculo involuntario es algo demasiado extraño entre los licántropos. El macho marca a la hembra sin pensar en ello, el vínculo se crea por si solo durante el acto. Ni siquiera son consientes de que el ritual se estaba llevando a cabo.- la chica seguía sin comprender una palabra y Totomaru soltó una carcajada, para después terminar con su explicación. — En pocas palabras, mi dulce y tierna Juvia, significa que encontraste al amor de tu vida.- ninguna reacción por parte de ella. — Este es el momento en el que saltas de alegría.

Sin embargo, lo único que hizo fue mirar a la nada ignorando cualquier voz o sonido. Era mucho mejor ser cazada por un humano a tener un vínculo involuntario con alguien que ni siquiera conocía, pero ese no era su mayor problema. Tener una vida tranquila ya no era parte de su plan, se metió en un lió grave.

Había sido marcada por el enemigo.


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Como dije antes, en serio trate de evitarlo pero la historia se desarrollo en mi cabeza y me encanto.
Además de que verán a estos dos en la historia nalu, así que pensé que deberían saber un poco de su historia. Me gustan las explicaciones y adoro cuando cuentan las historias de los demás. En este caso lo hice xD

Gracias por leer y verán mis actualizaciones más seguido, no pienso descuidarlos más :3

¿Que les pareció?
Dejen sus opiniones y todo lo que quieran. Nos leemos en la próxima!


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