Capítulo 1: La Isla File en peligro
"Que nadie perturbe el orden digital
o a los ocho pilares llegará el mal
Cuando el caos llegue tras su derrumbe
y con ello nuestro sostén tumbe
únicamente el primer emblema
solucionará este milenario problema
Pero si el mismo se llegase a perder
a los otros podría corromper
Protejan el centro y conserven el sentimiento,
sólo así aliviarán el tormento"
Una sonrisa maligna se dibujó en el rostro de la sombra que en ese momento leía el manuscrito antiguo. Sus ojos de un color rojo intenso brillaron por la emoción de lo que acababa de encontrar. Sus manos negras apresaron el escrito y con el mismo salió de la cueva que contenía dicho tesoro.
---------- MIENTRAS TANTO -----------
-¡Flama bebé!
-¡Fuego azul!
-¡Espiral mágico!
-¡Súper trueno!
-¡Burbuja de aire!
-¡Hiedra venenosa!
Los seis ataques dieron justo en el blanco de prueba de cada uno de los digimons de los niños elegidos. Los mismos sonrieron al ver la precisión que habían alcanzado luego de entrenar por varios meses desde que se separaron de sus amigos humanos, ahora tenían que estar preparados para defender el Mundo Digital en caso de ser necesario; en ese momento llegaron Gatomon y Gomamon, quienes habían estado en una aldea cercana, ayudando a los Koromons.
-Disculpen la tardanza, estábamos ocupados –mencionó Gomamon.
-No hay problema, sólo ensayamos nuestra puntería –respondió Agumon.
-De cualquier modo, debemos de fortalecernos, sin la luz de los Digivices, debemos de evolucionar por nuestros propios méritos –dijo Patamon.
-Lo único que me entristece es no ver a Sora –comentó Pyomon-, la extraño mucho.
-Y yo a Izzy…
-Yo también extraño a Kari…
-Yo a Tai…
-Extraño a Mimi…
-Yo a Joe…
-Quisiera ver a Matt…
-Tiene mucho que no veo a T.K.
Los digimons se entristecieron al recordar a sus camaradas, desde que la pelea había terminado, no se habían vuelto a ver, puesto que, sin aviso, la puerta que conectaba ambos mundos quedó cerrada, sin poder comunicarse entre sí. En ese justo momento, la tierra de la Isla File, que era el sitio en donde se encontraban, comenzó un terrible terremoto que provocó que la misma se abriera, creando inmensos abismos. Los ocho digimons elegidos se vieron separados por lo mismo, pronto el cielo se oscureció, impidiendo la luz del sol y logrando escucharse una maligna carcajada.
Ante los ojos de los digital monsters apareció una extraña silueta, misma que se mantenía flotando en el aire, cruzada de brazos. Miró a todas partes con aire de superioridad y con una voz de ultratumba sentenció:
-Reclamo al Digimundo como mío y con ello a todos los que lo habitan como mis sirvientes.
Extendió los brazos, de los cuales surgieron miles de murciélagos, que comenzaron a apresar a todos los digimons que encontraron. Los compañeros de los niños elegidos trataron de hacerle frente a los mismos y a ese extraño ser, sin éxito alguno; pronto, los ocho se encontraban fuera de combate y sumamente heridos en el pasto. La silueta negra se aproximó a ellos, pareciera ser que pronto serían presa de él, cuando una misteriosa luz les envolvió y, al instante, desaparecieron. Un murciélago se aproximó a esa entidad:
-Lo siento mucho, amo, parece ser que escaparon, pero no se preocupe, los atraparemos.
-No te preocupes –le respondió con una sonrisa-, todo va de acuerdo a mi plan. Ahora sólo falta esperar la llegada de los "niños elegidos".
-¿Cómo está tan seguro de que vendrán?
-Porque regresarán por el resto de los digimons…
