Tomen nota, este es el primer fanfic en español del Libro de la Vida, el primer crossover y el primer crossover con El Origen de los Guardianes ¡Puntos para mí!

xD

Bien, para aclarar, Jaqueline O´Lantern es un personaje oc que inventé hace más de un año para un fanfic de Halloween que escribí que se llamó "Jack vs. Jacky" pero no se preocupen, no es necesario leer ese fanfic para entender este, sólo lo mencioné por si quieren pasar a leerlo por curiosidad.

En fin, ya tenía la idea para este fanfic desde hace algún tiempo, quería escribir un enfrentamiento entre mi oc y Emily por Jack jaja pero era algo que no tendría justificación, hasta que vi El Libro de la Vida. Cuando vi la película supe qué es lo que tenía que hacer.

Este es un fanfic de Día de Muertos, aunque ya se me pasó el día xD Iba a ser de un solo capítulo pero como ya me demoré demasiado, decidí subir la segunda parte después. Ya, que comience...


Otra apuesta

capítulo 1: Conflicto.

La luz del Sol iluminó el cementerio, despertando así a los que incluso ya no vivían. Las familias llegaban y visitaban a sus parientes que los habían dejado para ir al otro mundo. Era esa época del año en el que el cementerio tenía vida. Era Día de Muertos.

En un pueblo allá en México, en una casita, un niño corrió con un par de dulces que había ganado en Halloween y los colocó frente al altar que habían hecho para su padre fallecido. Era un altar muy lindo, con velas, calaveras de azúcar, comida, un arco de flores de cempasúchil, adornos anaranjados y púrpuras; en el centro una fotografía del fallecido. El niño estaba sonriente, y no es que no extrañara a su padre, sino que ese día sentía como si estuviera con él otra vez.

Pero algo extraño sucedió; las velas se apagaron, la fotografía de su padre cayó al suelo desde los siete niveles de altura del altar, un escalofrío recorrió al niño, y justo los dulces que el pequeño había entregado a su fallecido padre... levitaron. El par de dulces estaban flotando, el niño gritó, sabía que eso no podía ser el fantasma de su padre, seguramente era un espíritu maligno.

Fue entonces que una de las calabazas que habían sobrado del día anterior comenzó a flotar, los ojos de la calabaza comenzaron a brillar, su boca comenzó a exhalar fuego. La cabeza calabaza flotante comenzó a perseguir al niño por todo el jardín; el pequeño estaba muy asustado que saltó a una reja, al no tener tiempo de abrirla, y salió corriendo por toda la calle, llamando a su mamá.

-Eso le enseñará a no ofrecer mis dulces a los muertos.- era verdad lo que el niño ya intuía, tras esa mascara de calabaza se encontraba un espíritu, uno maligno.

El niño no la había visto, porque no creía en ella, ni siquiera sabía de su existencia. Ella era un espíritu cruel, era la hija del espíritu del Halloween, era la hija de Jack O´Lantern, el Rey Calabaza. El nombre de la chica espíritu era Jaqueline O´Lantern. Ella se quitó la mascara de calabaza del rostro, mostrando su cara pálida, sus ojos aterradores y su larga cabellera negra; era hermosa, pero aterradora. Dio una amplia sonrisa macabra y llevó el par de dulces que había robado a su boca, disfrutando el dulce sabor de los caramelos robados.

-Jaqueline ¿qué se supone que haces?- habló la entidad de dulce que había llegado, mirándola con desaprobación, con ambas manos en las caderas y el ceño fruncido.

-Oh, Catrina, qué hermosa luce hoy.- habló la descarada chica, sacada de la pena.

La mujer que había llegado, a pesar de ser de huesos de dulce, era la mismísima Muerte, la hermosa Catrina, el imponente espíritu que gobierna la Tierra de los Recordados. Más la hija de Jack O´Lantern no se iba a dejar intimidar.

-El Halloween ya terminó, niña. ¿Podrías por favor dejar de sabotear los altares? Son para los espíritus que vienen de la Tierra de los Recordados a ver a sus familias- pidió con molestia la parca.

-Hmm... Déjame pensarlo... ¡No!- contestó socarronamente, apretando los dientes y haciendo crujir el par de dulces que aún llevaba en la boca, sólo para después estallar en carcajadas fastidiosas e irritantes.

-Espera a que tu padre se entere...

-¡No!- exclamó la chica, asustada. Muerte había ganado.

Jacky suspiró con resignación, chasqueó los dedos y las velas del altar que había apagado, se encendieron nuevamente; lastima que los dulces que se comió ya no los pueda devolver.

-Papá no tiene por qué enterrarse.- rogó la chica.

-No te preocupes Jaqueline, sólo mantén controlados tus instintos "Halloweenescos"

Jaqueline puso mala cara, Catrina trataba de hacerse la graciosa con ella y no le salía muy bien. En ese momento, un espíritu más se materializó frente a las dos mujeres, este era Xibalba, el gobernante de la Tierra de los Olvidados; era una criatura sumamente monstruosa. Jaqueline lo vio y sonrió con ánimos, mostrando sus colmillos.

-¡Xibalba!- exclamó ella, muy alegre de verlo. Él le agradaba mucho.

-¡Jacky! ¡Cuánto tiempo!- exclamó Xibalba, pasando su brazo por los hombros de Jacky en un muy extraño abrazo.

Ella se acercó a él y le susurró en el oído.

-Xibalba, tu novia me amenazó con acusarme con mi papá, ¿podrías ser bueno conmigo y pedirle que me deje jugar un poco?- suplicó, tratando de poner una carita dulce, pero a esa chica la dulzura no se le daba bien.

-Lo siento, niña, pero cuando a ella se le mete algo en la cabeza es imposible convencerla de lo contrario.- le respondió él a la chiquilla.

-Los estoy escuchando.- dijo Catrina, enfadándose y cruzando los brazos.

-No te enfades, querida.- pidió Xibalba.

-¡Siempre te pones de lado de esta traviesa!- reclamó la Muerte, encarando a su odiado pero amado novio.

-Ella es encantadora.

-¡Dime qué hay de encantadora en esa jovencita!

Catrina señaló a Jacky que en ese momento se encontraba limpiándose la cera de la oreja con el dedo indice para después limpiarlo en su vestido; cuando se dio cuenta de que Catrina la veía, sólo le mostró la lengua. Esa no era ni de lejos una jovencita encantadora.

-¡Ella es una maleducada, pirómana, un completo dolor de cabeza, un peligro para los niños!

-Una maldición para cualquiera que tenga el infortunio de cruzarse en su camino, ella es preciosa, pero no tanto como tú, mi cielo.- aseguró Xibalba. Catrina apartó la mirada, muy molesta por la discusión-. No me digas que estás celosa.

-¿Celosa de que te lleves mejor con esa niña que conmigo? No, ¿por qué debería?- habló, rehusándose a dirigirle la mirada a su amado contrincante.

-¡Ustedes dos ya me aburrieron, par de tórtolos! ¡no me metan en sus problemas!- gritó Jacky con su molesta voz aguda-. Xibalba, ahí te encargo controlar a tu mujer, yo ya me voy, tengo un par de reuniones familiares qué arruinar hoy. ¡Nos vemos!- gritó mientras en sus manos invocaba una pequeña lampara en forma de calabaza y se iba volando lejos de la pareja peleada.

-¡Espera aquí!- ordenó Catrina, pero la chica ya se había marchado-. ¡Oh, esa niña me saca de quicio!

-Ya no te enfades tanto, amor, ella sólo asusta a los niños.- le dijo, como si no importara realmente.

-¿Crees que eso es poca cosa? Ella siempre tiene que venir a hacer sus travesuras en este día tan importante, yo no me meto con la festividad de su padre. Esa niña no tiene el más mínimo respeto. ¡Y tú siempre te pones de su lado!

-¿Segura que no estás celosa?

Catrina emitió un gruñido y acto seguido desapareció, alejándose de su amante-enemigo. Xibalba no tuvo otra opción más que seguirla; ambos aparecieron en un bosque en el cual pasaba un arroyo de agua, un lugar que quedaba tras un cementerio.

-Cielo, no peleemos por esto.- suplicó Xibalba.

-Tú no sabes lo que es verdaderamente una jovencita encantadora.- criticó la Muerte.

-Sé que tú lo eres.- lo dijo sólo para que ella lo perdonara.

-Oh, qué tierno eres... Pero no te perdonaré tan fácil.- no se permitió caer en ese truco y se mantuvo firme.

-¿Qué tienes que perdonar? Sólo te digo que Jacky es agradable.

-¡Es que te pones de su lado antes que del mío! Pero claro, como ambos son tan abominables.- ciertamente, se sentía celosa de aquella niña.

Ambos escucharon un ruido cerca del río, Catrina fue la primera en ir a inspeccionar, lo que se encontró fue una sorpresa. Catrina sonrió al verla, Xibalba sólo se le quedó observando a lo que su amada miraba. Los dos observaban a una bella joven de vestimenta verde, de un demasiado largo cabello muy oscuro y sedoso; era una belleza de chica que se encontraba formando múltiples flores anaranjadas.

-Ella.- señaló Catrina, con gesto orgulloso-. Esa bella muchacha es el claro ejemplo de una jovencita encantadora.

-¿La hija del Coco?- preguntó Xibalba sin creérselo mucho-. No te gusta la hija del Rey Calabaza pero te gusta la hija del Rey de las Pesadillas.

-Su nombre es Emily Jane Pitchiner.- aclaró de inmediato-. Y ella es todo lo contrario a su padre. Ella es una mujer correcta y educada, siempre me está ayudando con las flores de cempasúchil en estas fechas.

Ambos observaron cómo la chica hacía un jardín de cempasúchil y encendía una vela. Estaba haciendo un pequeño e improvisado altar. Catrina sonrió al ver esto.

-¡Emily!- se escuchó-. ¡Ya terminé de pintar las hojas de naranja!

La Muerte y Xibalba siguieron con la mirada al joven peliblanco que había llegado. El joven llegó volando y aterrizó justo al lado de la chica de verde, ella se giró para verlo, dando una forzada sonrisa.

-¿Quién es ese?- preguntó Xibalba, que no recordaba haberlo visto antes.

-Ese de ahí es Jack Frost.- respondió Catrina, encantada al ver al chico de ojos azules.

-Ah, te refieres al niño que burló la muerte.- dijo sin gracia, no le agradaba ese asunto.

-Fue una petición de Hombre de la Luna, dijo que él haría grandes cosas.- ella sonrió-. Y míralo ahora, es todo un Guardián.

-Sí, se unió a los grandes espíritus que sobornan niños.

-Los Guardianes son importantes, Xibalba.- aseguró Catrina.

-Sólo digo que me parece curioso que él sea el único Guardián que pasó por la muerte.

-Es especial.

Ambos se aseguraron de no ser vistos por Jack ni Emily y se limitaron a observar qué sucedía.

-Gracias por ayudarme a cambiar las hojas por el otoño, Jack, seguro que sola no lo lograría.- dijo Emily al chico. Eso era en realidad una mentira, para ella sería fácil hacer todo el trabajo sola, pero tener ayuda era bueno.

-Eso no es verdad.- aseguró el chico, rondando al rededor de la chica-. Sabes que me das este trabajo para distraerme y evitar que yo provoque nevadas a lugares geográficamente imposibles.

-Eres listo.- sonrió, tomando a Jack del brazo para que él dejara de dar vueltas al rededor de ella-. Pero ni siquiera haces el trabajo bien, aún hay muchas hojas de verde, además tardas demasiado.

-Me distraigo con facilidad.- se soltó de su agarre y se sostuvo de su cayado-. Sólo fui un rato a llevar el invierno al norte.

-Aún es otoño, Jack.- gruñó ella-. Y en este país no cae nieve.

-Eso no lo decides tú.- con su cayado tocó la rama de un árbol y esta comenzó a llenarse de escarcha-. En cambio, yo sí tengo ese poder.

Emily dio una sonrisa sarcástica, caminó hasta el árbol medio congelado y pasó su mano por la rugosa corteza. Levantó la vista para ver a Jack sentado sobre aquella rama congelada, él parecía burlarse de ella, pero Emily no se iba a dejar.

-No, Jack, yo tengo el poder de mucho más que eso.- su voz tenía un tono amenazante y algo siniestro.

La rama en la que Jack estaba sentado, se movió, lo empujó y lo golpeó, haciendo que Jack cayera al suelo y se golpeara. Emily se acercó a él y con educación lo ayudó a levantarse, pero no se arrepentía, ella más bien se burlaba.

-Maldita seas, Madre Naturaleza.- Jack hizo una mueca de disgusto, pero no le prestó más atención al asunto. Logró notar el altar que la chica había creado-. ¿Qué es eso, Emily?

Emily se acercó al altar y se arrodilló frente a él. Era un altar sin fotografía.

-Es para mi madre.- respondió secamente, teniendo la vista fija en la luz de la vela.

Jack se sentó al lado de Emily y se quedó viendo a la vela también. Quería decirle algo, cualquier cosa para animarla, pero no sabía qué decirle. Aunque Emily no parecía triste, sino pensativa.

-Es una linda tradición, el Día de Muertos.- fue lo único que se le ocurrió decir.

-Sí.

Catrina se sintió un poco mal por ella, pero no podía ayudarla. Decidió dejarlos solos, así que tomó a Xibalba para irse de ahí. Los dos aparecieron en el cementerio, donde varias familias se encontraban ya arreglando las tumbas.

-¿Qué pasa con ella?- preguntó Xibalba ante la rara actitud de su novia.

-Tú sabes.- habló, melancólica-. Los fantasmas no pueden visitar a los familiares que son ya espíritus.

Continuaron caminando por el cementerio, Catrina tenía que controlar a Xibalba, ya que se veía tentado ha quitarle la vida a personas que aún no les llegaba la hora. A lo lejos pudieron ver cierta chiquilla de cabello lacio y oscuro haciendo que una vela se cayera y quemara las flores que habían traído para un altar. Ahí estaba Jaqueline de nuevo, comiendo pan de muerto robado mientras se burlaba de la familia que intentaba apagar el fuego.

Catrina se puso más que furiosa, Xibalba sólo se puso a reír del infortunio de esas personas. La Muerte estuvo a punto de intervenir, de jalar a esa mocosa del cabello, de atarla y enviarla a su padre para que la castigara severamente, pero no tuvo tiempo de hacerlo, ya que alguien más intervino. Un repentino viento helado cubrió el fuego y lo apagó, para sorpresa de los mortales que observaban.

Jacky dio un mordisco más a su pan de muerto y se giró para observar a quien le había arruinado la broma. Cruzando la calle, sobre unos congelados cables eléctricos, ahí estaba de pie Jack Frost. La chica sólo dio un gruñido.

-Esto podría ponerse interesante.- comentó Catrina, observando con atención la escena.

-Ya lo creo, mi cielo.- Xibalba estaba comiendo un pedazo de pan de muerto que había robado de un altar; Catrina lo notó y le dirigió una mirada disgustada-. ¿Qué?

Jaqueline O´Lantern se apresuró a acercarse al Guardián de la Diversión, este la miraba expectante y calmado. Ella se paró en los cables eléctricos a igual que él, pero a diferencia del espíritu de invierno, ella en vez de congelar, quemó los cables, probablemente dejando algunas casas sin luz.

-¡Jack! Cuánto tiempo sin verte, amigo mío.- habló de forma creída, sonriendo como si nada, mostrando sus singulares colmillos.

-Ya te he dicho que no debes molestar a los mortales, Jacky.-habló Jack con seriedad.

-Ohh, el pequeño joven Guardián comenzará de nuevo con su sermón de lo que está bien y está mal.- rodó los ojos y sus labios hicieron una mueca-. Desde que te volviste Guardián eres un presumido.

-Ya deja de molestarme con eso, Jacky, ya sé que estás celosa de que tenga amigos nuevos.- se burló de ella.

Jacky no le hizo mucho caso, de debajo de su chal purpura sacó el pedazo de pan que le sobraba y comenzó a terminar de comerlo.

-No te dejaré de fastidiar y no dejaré de molestar a los mortales ¡Cómo los detesto!- habló con la boca llena de pan, masticando. Cruzó sus brazos y se sentó en el aire-. ¿Y qué se supone que haces aquí? Este no es el tipo de lugar que sueles visitar.

-Lo mismo te pregunto a ti ¿qué se supone que haces?

-¡Detesto el Día de Muertos!- gritó, tragando el resto de su pan-. Se parece demasiado al Halloween y no me gusta.

-Parece más bien que estás haciendo un berrinche por nada, sólo te gusta molestar a todo el mundo, es lo mismo en Navidad, San Valentín o Año Nuevo, siempre haces lo mismo.

-¡¿Entonces para qué preguntas algo que ya sabes?! El caso es que detesto más que nada este día, y no me has respondido ¿Qué rayos hace el espíritu de invierno aquí en México?- preguntó con curiosidad-. No creo que sea por tu amor a los tacos.

-Yo, ehh... ayudo a Madre Naturaleza a teñir las hojas de verde a naranja, por el otoño.

-¡Ja!- exclamó con fuerza, como si eso hubiera sido una especie de ironía cómica-. ¿A Emily Jane te refieres? La odiosa chica con el cabello de Rapunzel.- se burló, ya que Madre Naturaleza tiene el cabello tan demasiado largo que sorprendía el no tenerlo sucio todo el tiempo.

-Sí, tal vez necesite un corte.- pensó Jack.

Los dos se rieron un poco, eso a Catrina le llamó la atención, ella era muy perceptiva con las relaciones, se notaba que a Jack le agradaba Jacky a pesar de la actitud de la chica. Catrina no sabía si le gustaba esa relación que tenía el Guardián con la hija del espíritu del Halloween, ya que a ella Jacky no le agradaba en lo absoluto. Xibalba también se dio cuenta de esto y una idea maliciosa cruzó por su mente, una idea que pensaba llevarla a cabo.

-Mi amor.- comenzó a decir Xibalba a su novia, pasando su mano en su barba, con gesto pensativo-. Ahora que lo pienso, no hay forma de que tú y yo estemos de acuerdo respecto a quién es el modelo de "jovencita encantadora" Ambos tenemos puntos de vista diferentes.

-¿A qué quieres llegar, Xibalba?- preguntó, sabiendo que él tramaba algo.

-Evidentemente Jacky es mi chica favorita.- Catrina le lanzó una rápida mirada de fastidio, a lo que Xibalba tuvo que cambiar su comentario-. Quiero decir, después de ti, mi amor. Pero es claro que a ti ella no te agrada y dices que Madre Naturaleza es mejor.

-¿Sí?- se cruzó de brazos, intuyendo ya lo que pasaba por la mente del gobernante de la Tierra de los Olvidados.

-Tal vez necesitamos una tercera opinión para resolver este problema.- sugirió, en tono malicioso.

-¿Y crees que Jack Frost podría ser esa tercera opinión?- lo pensó seriamente un instante-. No me vas a convencer de hacer otra apuesta, no pienso poner en riesgo la Tierra de los Recordados otra vez.- se giró para ver a su amado, con una cara furiosa-. ¡Especialmente porque tú siempre haces trampa!- lo señaló con su pálido dedo.

-¿Cómo hacer trampa ahora, linda?- preguntó, sombrío-. Es de espíritus de quienes estamos hablando, podemos interferir directamente con ellos. ¿Acaso no quieres ver por quién ese tal Jack Frost termina perdidamente enamorado?

-Esto no se trata del clásico dilema humano, Xibalba, ellos son inmortales. Podrían tardar siglos hasta que llegasen a enamorarse. Además, ya te dije que no pienso apostar la Tierra de los Recordados.

-Sí, lo sé.- puso cara malhumorada-. Pero ¿y si hacemos una apuesta un poco más pequeña?

-¿Cómo qué?- preguntó, alzando la ceja, con un tono de interés, apegándose a su amado.

-Libertad.- respondió simplemente.

-¿Disculpa?- esa respuesta no le agradó.

-Quiero que me regreses la libertad de poder... divertirme un poco con los humanos. Desde que perdí la apuesta anterior ya no me dejas meterme en los asuntos de los hombres, déjame decirte que me aburro demasiado.

-¡¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo?!- se apartó de él, enfadándose-. No puedes ir por ahí y por allá molestando a los pobres mortales, no, no te dejaré.

-¿Entonces tienes miedo de perder?- eso hizo que Catrina se sintiera desafiada, regresó su vista hacía Xibalba, cambiando su expresión a una interesada; en el fondo a Catrina le encantaban las apuestas.

-Está bien, cariño.- aceptó-. Pero no tenemos toda la eternidad para esperar que se enamoren. Hay que... reducir el tiempo de la apuesta ¿Qué te parece el resto del día, hasta media noche? Y no es necesario que se enamoren, sino que se den un simple beso en los labios.

-Me alegra que lo consideraras.- dijo, sintiéndose triunfador.

-Pero, aunque sean espíritus y podamos interferir, hay que poner ciertas reglas.- habló con seriedad-. La más importante es ¡No matar a nadie!- exigió, recordando lo de la ultima vez-. Y no podemos interferir con el muchacho o con la chica del contrincante, sólo podremos apoyar a nuestras campeonas. Y Jack es el que debe besar a la chica, no besos robados, Jack debe besarla por voluntad propia.

-Entonces supongo que mi chica será Jacky y la tuya Emily. Ah, pero ya he dicho qué es lo que quiero ¿Qué es lo que quieres tú de la apuesta?

Catrina le sonrió, se acercó y le acarició el rostro, viéndolo con ojos seductores. Xibalba sólo podía derretirse cuando ella lo trataba así.

-Ay, Xibalba, ya han pasado siglos...- su voz era dulce y coqueta, pero tramaba algo realmente grande-. Si yo gano, tú deberás... ¡Pedirme matrimonio!

-¡¿Qué?!- eso definitivamente no se lo esperaba-. Mi cielo, creo que estás exagerando un poco...

-¿Acaso temes perder, Xibalba?- sonrió de forma desafiante.

Xibalba tenía muy poca libertad para hacer maldades, sabía que si llegaba a tomar a su amada como esposa, las oportunidades de divertirse serían casi nulas, no podría hacer nada con una mujer vigilándolo todo el tiempo. Amaba mucho a Catrina, ¡pero eso ya era demasiado! Pero no se iba a acobardar ahora que había llegado tan lejos, además, si insistiera en negarse, podría dañar su relación.

-Está bien.- dijo de mala gana-. Pero a cambio debes aumentar un poco más tu apuesta.

-¿Qué quieres?

-Que cuando Jacky haga travesuras, tú no podrás acusarla con su padre.- Xibalba pensó que quizá tendría más oportunidad de ganar si le daba a Jacky una motivación para ayudarlo en la apuesta.

Catrina se molestó, sabía las razones de Xibalba, pero ella también tenía algunos truquitos bajo la manga.

-Como quieras.

-Es una apuesta.- extendiendo su brazo hacía Catrina.

-Que la mejor mujer gane.- ella le dio la mano a Xibalba, sellando así su acuerdo.

Los dos desaparecieron para ir rápidamente hacía sus muchachas. Para la media noche faltaban poco menos de 16 horas.


el siguiente y ultimo capítulo lo subiré en unos días, quizá...