Perdonad el retraso para descargar mi última historia. Pero es que he tenido invitados en mi casa, he estado leyendo Calor Desnudo (que por cierto me ha gustado mas que la primera) y sobre todo que todavía estoy recuperándome de cierto capitulo doble (y eso que hace ya casi diez días que lo ví) que me ha dejado con muy mal sabor de boca y el corazón encogido. Solo tenía ganas de matar al chico motocicleta y pegarle cuatro gritos a Kate, así que no me salía nada de finales felices. Pero por fin lo he conseguido. Allá va un camino juntos.

"Este hombre no se va a decidir nunca."

Wendell Hillbury III miraba de soslayo por enésima vez al pesado cliente que había entrado en su prestigiosa joyería de Park Avenue hacía media hora. Era el quinto anillo de pedida que le ensañaba y éste seguía sin decidirse. Wendell tenía claro que el dinero no era el problema. Tantos años en la profesión, heredada de sus ancestros, le hacían reconocer perfectamente a cada una de las personas que entraban en su establecimiento. Y aquel hombre tenía un reloj que debía costar lo suyo y un precioso bastón cuya empuñadura asemejaba a un oso polar que también debía haber costado sus buenos billetes. Bueno. Lo intentaría de nuevo.

"¿Qué le parece este, señor?"

El cliente se quedo un rato mirando absorto el sexto anillo que se le ponía por delante. Este era un precioso anillo de oro combinado con oro blanco, lo que le daba un brillo bastante peculiar.

"No. Este tampoco."

"¿Es la primera vez?"

"¿Qué? No, no, es ya la tercera… bueno, en realidad, si que es la primera vez."

Fantástico. Si ni siquiera sabe cuantas veces ha estado casado.

"Si me dijera que es lo que esta buscando a lo mejor encontrábamos el anillo adecuado."

"Quiero algo que sea real, sin superficialidades, cercano, auténtico, fuerte, de verdad. No se si me explico."

Fatal, pensó Wendell, se explica usted fatal.

"¿Y si le enseño toda nuestra gama y así escoge usted entre todos ellos?"

El cliente suspiro algo cansado y asintió encogiéndose de hombros.

"Bueno. Probemos así. Supuse que sería algo más fácil."

Y yo también. Wendell volvió a entrar en el almacén y cogió una bella caja donde descansaban la mayoría de ejemplares que tenía en la tienda. Cuando llego de nuevo junto al cliente lo puso encima de la repisa. Éste observo de una rápida pasada toda la amplia gama que se le presentaba. No tardo ni tres segundos.

"¡Ese! ¡Quiero ese!"

Vaya por Díos. Pues si que va a ser cuestión de dinero. Ha elegido el más sencillo. Un anillo de oro ni muy fino ni muy gordo y sin ningún adorno exterior. Eso sí, quizás reflejaba todas las cualidades que aquel hombre le había indicado anteriormente.

"Tenía que habérmelos enseñado así desde el principio. No le hubiese molestado tanto."

"¿Quiere usted que le pongamos por dentro algún tipo de reseña?"

"Si. Solo KB & RC. En letras sencillas. Nada complicado."

"¿Cuáles son las medidas?"

"¿Qué medidas?"

"Las de los anillos. O es que cree usted que todos tenemos los mismos dedos."

"No… claro. ¡Mierda! ¡Perdón! No me había dado cuenta de eso. Es que como ella no lleva casi nunca nada. ¡Que desastre! Espere, quizás su amiga Lanie sepa cual… no, no. Que se va a enterar todo el mundo."

"¿Y bien…?"

"Y… que tengo un problema. ¿Y ahora que hago yo? ¡Ya lo sé! Utilizare a los niños. Me inventaré algún absurdo juego que…"

Loco. Aquel cliente estaba rematadamente loco. Quizás la cicatriz que tiene en su frente le provoco algunas secuelas que no ha podido todavía paliar. Y quienes serán esos niños. Los suyos con la que se lo va a pedir. O son de las otras dos con las que si y no estuvo casado. Lo dicho. Aquel cliente estaba rematadamente loco.

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Kate observaba distraída a Ryan y Expósito mientras jugueteaba con su IPOD. Maldito Richard. Al final se había dejado convencer por él y había jubilado su viejo móvil por aquel otro mucho más moderno y sofisticado. Tenía tantas opciones y posibilidades que algunas veces se volvía loca buscando lo más simple. Aunque debía reconocer que tenía sus cosas buenas. Tenía mucha mejor cobertura que el anterior y podía escuchar toda la música que le apetecía sin ningún límite. Claro, que había sido Richard el que se la había bajado, porque para eso ella era un desastre. Todavía lo podía escuchar. Querida, eres la mejor policía que he conocido en toda mi vida, pero para algunas cosas simples eres un desastre.

"¿Ya te vas a casa?"

Ryan la miraba sonriente desde el otro lado de la oficina.

"Si. En cuanto termine de rellenar estos dos papeles del último caso."

"¿Puedo hablar un momento contigo?"

"Claro."

"¿Es verdad eso que he escuchado por ahí?"

"¿Y que es eso que has escuchado por ahí?"

"Que nos vas a dejar."

"Kevin, yo…"

"Entiendo que tu vida ha cambiado mucho en este tiempo. Pero nunca pensé que dejases de ser policía y…"

"Lo se. Y yo tampoco. Pero es que por muy extraño que parezca mis prioridades han cambiado mucho en los últimos tiempos. Y no solo me estoy refiriendo a Castle, a los niños… es que necesito nuevos retos en mi vida. Dentro de poco me graduare en Derecho. Siempre fue mi primera elección. Y tengo mucha ilusión con este tema. Me he especializado en asuntos sociales y en temas de menores. No creas. Es un trabajo duro en muchos aspectos, pero también es otra forma de ayudar a la gente que lo necesita."

"Entonces ¿no es porque él te lo haya pedido?"

"¿Quién? ¿Richard? No lo haría nunca. Ya lo conoces."

"Si… lo conocemos todos."

"Pero no es algo de hoy para mañana. Quizás pasen unos meses hasta que me decida a dejar la comisaría y centrar todos mis esfuerzos en este nuevo tema. Por ahora estaré a caballo entre una cosa y otra."

"Pues va a ser un lío para ti."

"Lo se. Pero tendré ayuda."

"¿De Castle?"

"De Castle."

"Bueno. Tengo que marcharme. Jenny estará esperándome."

"Dale muchos recuerdos de mi parte. Y un beso muy fuerte para la niña."

"Se los daré."

Cuando lo vio alejarse hasta el ascensor, Kate suspiró tristemente. La verdad es que cuando llegue el momento será algo duro tener que despedirse de todos allí. Quien lo iba a pensar. Ryan ya es padre. Y de una preciosa niña de seis meses. Ella en cambio se había encontrado de la noche a la mañana teniendo que ser una especie de amiga – hermana para Alexis y Gloria. En cuanto a Daniel, su relación con él todavía no la tenía definida. Y como colofón ella y Richard hacían de canguro muchas veces del pequeño Daniel. Aunque debía reconocer que aquello en el fondo le gustaba mucho. Aquel hombre había cambiado su vida de manera inevitable. Y lo peor es que le encantaba el cambio. Aunque algunas veces pudiese suponer una locura.

Hablando de locuras. Richard llevaba unos días bastante raro y eso había echo que saltasen todas sus alarmas. Lanie no hacía más que decirle ¡Te lo va a pedir! ¡Te lo va a pedir! Y la estaba volviendo loca. Quizás no sea eso. Seguramente tenga algo que ver con la nueva novela que ya había terminado y que a ella le había encantado. O seguramente sería tratar el tema de dar clases en la universidad de manera permanente. O lo de buscar una casa y dejar el loft, porque allí no cabían ya casi todos. ¡Te lo va a pedir! Bueno… y que si me lo pide. La respuesta la tengo clara. Irremediablemente clara.

"Kate, por favor ¿tienes un momento?"

El capitán Montgomery la llamaba desde la puerta de su despacho con semblante serio. Nada bueno. Seguro. Conocía a Roy desde hacía muchos años y esas llamadas a última hora y un viernes por la tarde no solían presagiar nada halagüeño. Cuando Kate cerró la puerta tras ella, Montgomery la invito a sentarse en la mesa.

"¿Qué ocurre?"

"Me han llamado hace unos diez minutos de la cárcel de la penitenciaria de Sing Sing. Lockwood quiere hablar contigo."

Kate se quedo un momento en silencio mirando al capitán sin entender muy bien lo que le había dicho. ¡Dios mío! Lockwood. Por fin. Aquel hombre sabía mucho del caso de su madre y siempre se lo había ocultado. Y ahora quería hablar con ella. No se lo podía creer.

"¿Cree usted que…?"

"No lo se. Quizás solo quiera algún tipo de acuerdo y no te diga mucho. ¿Vas a ir?"

"Pues claro que voy a ir. Ahora mismo. Antes de que se arrepienta."

"No te hagas muchas ilusiones. ¿Entendido?"

"Si, no se preocupe. Lo he entendido."

Cuando Kate estaba a punto de cruzar la puerta se volvió de nuevo y miro al capitán.

"¿Puedo llamar a…?"

"Si. Puedes hacerlo. Y tened mucho cuidado. Los dos."

"Gracias Roy."

Mientras caminaba hacia el ascensor, llamo a Castle por teléfono.

"No me lo digas. Un caso imprevisto antes de salir y de la cena especial nada de nada."

"La cena especial creo que consistía en pizzas y refrescos para Daniel, tu y yo y ver un par de películas antiguas. Y sí, hay un caso imprevisto. Richard, Lockwood quiere hablar conmigo y yo quisiera…"

"Ahora mismo estoy ahí."

Dios mío, pensó Kate. No se lo ha pensado ni un segundo.