CCS y sus personajes pertenecen a CLAMP.


Los ojos de rubí

parte uno

Desde que los sucesos en la ciudad de Tomoeda causados por la reencarnación de Clow cesaron, Sakura Kinomoto tuvo pocas oportunidades de usar sus cartas, pero el mundo mágico es impredecible y muchos podrían querer hacerse del poder que la Card Captor fue desarrollando con los años sin siquiera notarlo. Al terminar la preparatoria, la familia Li —descendientes del mago Clow— se han ofrecido a formar a la joven con ayuda de sus guardianes y de su, en ese entonces, oponente: Li Xiao Lang, o Shaoran, como lo pronuncian en Japón.

A pesar de las negativas de su terco hermano, y con el apoyo de su padre, la castaña de 18 años de edad decidió instalarse en China, Kong Kong, para profundizar así sus estudios sobre la historia de la magia, practicar en artes marciales como autodefensa y lograr la invocación de las cartas sin la transformación del báculo.

—La religión China se basa en el culto a los antepasados. Esa veneración actuó como un antídoto contra la mitología y excluyó en gran medida la aparición de… de ¿figuras? Sí. Figuras hero… ¡Ay, no entiendo!… Es muy difícil.

Ofuscada, la chica de ojos verdes deja a un lado el libro "ligero" que le recomendó Ieran Li, la madre de Shaoran, para que vaya practicando el idioma chino. Era necesario que la joven comience con sus clases de mandarín, porque si bien todos en la familia Li hablan japonés con acuidad, la mayoría de los libros sobre historia de la magia que allí se encuentran están en ese dialecto, y además, su estadía en el país en indefinida, por lo que saber hablar el idioma sería de gran ayuda para moverse con libertad. El inglés nunca fue su fuerte, así que prefirió estudiar solo éste… pero que complicado le resulta.

Sakura se recuesta sobre la mesa de la amplia biblioteca dentro de la mansión Li, y sus labios forman un puchero al ver la pila de libros que seleccionó para leer estos días y que no le fue posible. Hace cuatro meses que está estudiando, pero las lecciones para perfeccionar su técnica mágica y los entrenamientos de Kung Fu la dejan agotada.

—Tendré que esforzarme más…

Fiel a su curiosa personalidad, se despide de la pereza y comienza a caminar entre los extensos estantes atestados de cultura. Es un lugar precioso, pulcro y ordenado… como todo en la mansión, en realidad. El silencio no es su mayor aliado, pero entre los colores de cada tomo y la luz radiante del sol ingresando por los ventanales, le brindan al espacio un atractivo sin igual que la mantienen interesada.

Sus dedos se pasean juguetones por entre los estantes y se detienen en un libro que resalta por su estridente color blanco y detalles dorados. Lo tomó con ambas manos porque era un poco pesado y sopló la capa de fino polvo que tenía encima. El tamaño es parecido a aquel que contiene sus cartas Sakura, pero distan mucho en su diseño. El mismo color dorado del lomo forma figuras extrañas en su diseño de tapa; son unos símbolos extraños que no ha visto jamás, pero lo que más llama su atención, son las dos gemas oscuras del tamaño de un botón que se encuentran una al lado de la otra, justo al centro de la tapa.

—Que extrañas joyas… —dice girando el libro y notando como el sol refleja en ellas denotando unos matices rojizos, haciéndolas lucir bonitas a pesar de verse tan negras.

Al voltearlo para ver su dorso, se da cuenta que tiene pegado una especie de pergamino con letras chinas, muy parecido a los que usa Shaoran para invocar al viento y el trueno. La castaña roza su mano sobre el pergamino intentando descifrar qué dice y al hacerlo una de sus puntas se despega, haciendo que a Sakura le tiemblen las manos y el libro caiga al suelo.

—Que torpe soy…

Ofuscada se agacha para inspeccionarlo refunfuñando por lo bajo. Por suerte el libro no se abrió ni parece haberse dañado y, en un acto automático, lo sacude con las manos tocando los bordes redondeados de las gemas pulidas. Tras ese contacto, un brillo rojo resplandeciente resalta el color primario de las joyas y los ojos de Sakura quedan prendados de ellas. La luz que irradian ambas piedras se intensifican y la castaña entra en un estado de trance, inmóvil sosteniendo el libro con ambas manos y reflejando el brillo rojizo en sus orbes.

—Sakura ¿Qué haces en el suelo?

Meiling estuvo buscando a la castaña por todos lados y al fin pudo encontrarla en la biblioteca. Extrañada de verla en esa posición y, sin respuesta ante su llamado, se acerca hasta tocarle el hombro. El contacto con Meiling devuelve a Sakura a la realidad, quien mira extrañada a su antigua compañera, no comprendiendo que le ha pasado hace unos instantes.

—¿Te encuentras bien? —consulta la morena con ojos preocupados.

La castaña se levanta y le brinda una sonrisa penosa a su amiga.

—¡Sí! No te preocupes, solo me he distraído un poco.

—Tú nunca cambias —expresa meneando la cabeza y recomponiéndose para decirle lo que debía—. Xiao Lang ya comenzó con el entrenamiento en el salón de combate. Me pidió te avise que te esperará 15 minutos más como tope máximo, sino no te dará las lecciones. Y por lo que tardé en encontrarte… —revisa la hora en su celular y regresa su vista a los ojos verdes de Sakura—. En unos dos minutos se cumple el plazo.

—¿¡Qué!? ¡Ahhh! ¡Lo he olvidado! —exclama la castaña tan rápido como pudo, acomodando el libro en la repisa y saliendo a toda velocidad de allí.

—Ay Kinomoto… eres un caso perdido.

Una leve sonrisa se forma en la boca de Meiling al decir esas palabras, recordando que antes hablaba de ella en forma despectiva por sus torpezas, pero ahora lo hacía con animosidad. Las diferencias que han tenido en su momento ambas chicas quedaron en el pasado hace años y ahora son buenas amigas.

Antes de retirarse, nota como el libro que Sakura tenía en manos quedó mal apoyado sobre la repisa y estaba a punto de caerse. Se apresuró a estirar sus manos para que éste no caiga al suelo y a tiempo lo atajó en el aire. Dejó salir un fuerte suspiro e inspeccionó el libro preguntándose porqué la castaña estaba tan interesada en este ejemplar. La simbología de la tapa no la conocía y le parecía extraño que se lo vea tan cuidado como recién comprado y, que a su vez, las hojas estén amarillentas. La mayoría de los libros de allí tiene años e incluso siglos, y al abrirlo por mera curiosidad, encontró una frase en chino grabada en la primera hoja con tinta negra.

"La sangre derramada será de los infieles" —recita Meiling—. ¿Qué clase de libro es este?

Al cerrar la tapa, las dos joyas negras comenzaron a brillar de ese rojo intenso como los de ella y, de la misma forma que Sakura lo hizo, la muchacha se quedó inmóvil cegada por la luz, solo que ésta estaba consciente de lo que sucedía.

De pronto, una capa espesa de color negro comenzó a brotar por entre las joyas, tiñendo por completo el blanco reluciente de la cubierta del libro de ese color y transformando el dorado de los símbolos en un rojo estridente. Sin poder moverse en lo absoluto, Meiling observaba con pánico como las gemas comenzaron a vibrar en su lugar cada vez más aprisa hasta desprenderse. Cada una rodó por la tapa hacia el extremo opuesto guiadas por alguna clase de magia oscura, y llegaron donde los dedos de la muchacha sujetaban el libro contra su voluntad. Al hacer contacto con esa parte de su cuerpo algo extraño sucedió… Las joyas penetraron la piel de sus manos metiéndose dentro de ella sin dejar heridas, pero cuando comenzaron a serpentear un camino en ascenso por sus brazos, el dolor hizo acto de presencia.

«¿Qué sucede? ¿Qué clase de magia es esta? ¿Por qué no puedo moverme?»

Los ojos rojizos de Meiling se acaudalaban de lágrimas que salían sin mediar y su voz se ahogaba en un pobre intento de pedir ayuda. Al sentir la impotencia de no poder detener lo que estaba sucediendo, por no haber desarrollado magia como Shaoran, luchó con su fuerza mental para poder moverse, pero solo logró agotarse más y colapsar. Con horror, pudo ver y sentir por entre su piel, como los pequeños bultos de las redondas gemas lastimaban su carne a cada paso, como si la estuvieran quemando con brasas ardientes por dentro aunque no quedaran marcas de ello. Sin contenerlo, el pánico de sus gritos se hizo escuchar por las paredes de la biblioteca cuando las piedras llegaron a sus hombros, subieron por su cuello y recorrieron su rostro reptando como víboras.

Meiling cerró sus ojos hinchados con fuerza, apretándolos lo más que pudo queriendo despertar de este espantoso sueño y deseando que así lo fuera. En un instante, sus parpados dejaron de fruncirse y sus brazos cayeron rendidos hacia los costados, al igual que su cabeza se echó hacia adelante como si fuera un títere sin cuerdas… El dolor había cesado.

Con el libro en mano, de a poco se fue irguiendo impulsada por un shock de energía que le devolvió su fortaleza. Llevó el extraño ejemplar hasta su pecho y lo sostuvo firme al mismo tiempo que una mueca torcida surcaba sus labios.

—He vuelto… —anunció con una voz distorsionada.

La sonrisa desfigurada mostró los dientes perlados de su portadora y al abrir sus ojos ya no se veía ningún destello de luz sobre ellos, porque toda la cavidad estaba cubierta por un rojo sangre intenso, borrando el iris y la pupila por completo… como un demonio sin alma.

Con un movimiento anormal de su cuello que hizo crujir sus huesos, los ojos de Meiling volvieron a tomar su forma humana para mezclarse con el resto y pasar desapercibida. Salió de la biblioteca caminando como si nada hubiera ocurrido, dejando atrás un rastro de magia oscura oculto y, en los pasillos de esa biblioteca, el pergamino que sellaba el libro maldito estaba perdido por el suelo.

Al otro lado de la mansión, unos castaños salen de la sala de entrenamiento pasada la hora y media de esta sesión.

—Shaoran… ¿Estás enojado? —pregunta Sakura a su compañero, quien mantiene el ceño fruncido y su mirada al frente mientras camina.

—No —responde escuetamente.

—Yo creo que sí lo estás.

Shaoran frunce el ceño aún más pero no le responde, entonces Sakura se ve obligada a ponerse delante de él para detener su paso.

—No me gusta que te enojes conmigo.

Le dice Sakura en un adorable puchero que a Shaoran le es difícil resistir, pero no iba a quedarse sin nada qué decir después de lo sucedido.

—Y a mí no me gusta que llegues tarde y menos me gusta que utilices tus encantos para distraerme.

—¡No fue mi intención! —se apresura a defender a medida que un leve sonrojo cubre sus mejillas—. No es mi culpa que se haya roto el ojal del traje.

—Puede ser, pero te diste cuenta y de todas formas te acercaste a mí sugestivamente. No fue justo ese tanto que me ganaste.

Sakura sabe que aprovechó la situación que se dio naturalmente, cuando uno de los botones del traje de entrenamiento se rompió justo a la altura de su escote. Pero Shaoran mismo le enseñó que todo vale en el campo de batalla. No es su culpa que él caiga ante sus atractivos naturales.

Antes de que la castaña pueda seguir defendiendo lo indefendible, Shaoran le brinda una tenue sonrisa que la descoloca. A ella le encanta verlo sonreír y su vista se pierde en esos labios que tanto conoce, logrando que el ambarino ensanche la comisura de su boca aún más. Se aproxima a ella un paso más, haciendo que Sakura note la diferencia de estaturas que se llevan elevando su cabeza hacia arriba para apreciarlo mejor, sintiendo un leve temblor en sus extremidades como siempre que se acerca mucho a ella, el cual se intensifica cuando una de las manos del chico se acerca a su rostro, y tras acomodarle un mechón de su cabello rebelde, acaricia suavemente su mejilla.

—De todas formas, tu técnica ha avanzado mucho. Estoy orgulloso de ti.

Y eso fue todo lo que necesitó la castaña para enrojecer como tomate y sentir su corazón palpitar sin control.

Desde que se conocieron en la escuela primaria, Shaoran había cuidado de ella cuando recolectar las cartas se le dificultaba, y había notado la fortaleza tanto interna como externa del muchacho. Siempre estuvo más que agradecida de tenerlo a su lado para cuidarla, con él se sentía protegida, y cuando éste al fin le confesó sus sentimientos y ella sintió corresponderlos, ya no pudo idear su vida sin los brazos protectores de él. A su vez, si los asuntos en el mundo mágico se complicaban, ella deseaba no ser un estorbo, poder defenderse por su cuenta manteniendo un estado físico saludable, fortalecerse, y lo estaba logrando ahora gracias a los entrenamientos. Shaoran no era precisamente el entrenador más paciente del mundo, pero eso era lo que ella necesitaba: Alguien con mano dura que no se amedrentara por ser todavía una niña. Por eso, escucharlo decir cuánto ha avanzado la embargaba de emoción.

—G-gracias —contestó a duras penas con sus mejillas aun encendidas.

Antes de que el ambiente se cargue de más sentimentalismos, ambos ven a Meiling pasar delante de ellos sin si quiera reparar a saludar, decir algo que los haga avergonzar o simplemente molestar con su chirriante voz. Pero como la castaña es más amable que Shaoran, ésta decide llamarla.

—¡Meiling!

La morocha sigue su camino hasta que de vuelta la castaña la llama y al fin se detiene. De espaldas y sin voltear, gira un poco su cabeza hacia el costado para escuchar.

—Salí tan rápido de la biblioteca que no te agradecí por haberme avisado de la clase. Por suerte llegué a tiempo, ya que el maestro es bastante gruñón —dijo a modo de broma logrando un refunfuño por parte de Sharoran… pero Meiling no respondió y ambos castaños se miraron extrañados.

—Y está avanzando mucho. Debo decir que en cualquier momento te superará, prima —acotó Shaoran solo para hacerla picar—. Apuesto a que en unos meses te hará morder el polvo.

Era costumbre entre estos primos tener ese tipo de trato, donde las bromas y los chistes "ofensivos" eran indispensables en su relación amor/odio. Esperaban escuchar los alaridos de Meiling en respuesta, pero nada de eso sucedió.

—Ya lo veremos —contesta al cabo de unos silenciosos segundos para girarse y seguir su rumbo.

Viendo su figura partir, ambos castaños quedan helados en su posición.

—¿Qué le sucede? —pregunta Sakura con expresión afligida.

—Ni idea. Supongo que ya se le pasará —contesta Shaoran restándole importancia porque cree que su prima tiene un humor de locos—. Iré a ver a mi padre que debo comentarle algo. Luego te busco ¿sí?

El ambarino la toma de la mano brindándole una cálida sonrisa y se despide de ella tras una suave caricia en su rostro. Un apenas audible "Sí" salió de los labios de Sakura y se quedó prendada de la ancha espalda de su novio partir. «Dios bendiga el entrenamiento» Sacudió su cabeza ante ese pensamiento y se encaminó a sus aposentos para ducharse. Era increíble como a pesar de los años de relación, aun se sonroje por demostraciones tan insignificantes como esa… ¡Ah! Pero aquel castaño sabía cómo lidiar con su timidez, y muchas veces era Sakura quien le teñía las mejillas solo por placer de venganza.

[…]

Los relámpagos iluminaban en cielo esa noche. Eran como luces cegadoras que de vez en cuando venían acompañadas de fuertes estruendos. El Dios del trueno debe estar más que enojado para demostrar su fortaleza ante los mortales y, por más súplicas que Sakura le pida al cielo, no iba a cesar de tronar. Acostada en la cama y tapada con las sábanas hasta la coronilla, cerraba sus ojos con fuerza esperando calmarse y que la tormenta pasara. Odiaba tenerle tanto pavor, pero no podía controlar el miedo irracional que sentía al escuchar la fuerte explosión entre las nubes.

—Por favor… solo necesito dejar de temblar y dormir —suplicaba para ese Dios poderoso.

—Yo puedo ayudarte con eso.

—¡Aaaaahhhhhh!

—¡Shhhhh calla, Sakura! Soy yo, Shaoran.

—¿Shaoran? —dice abriendo sus ojos y notando la falta de las sábanas protectoras sobre su cabeza— ¿Qué haces aquí? Me asustaste.

Sakura se reincorpora sobre la cama y le arrebata las mantas al castaño para cubrirse. Observó hacia uno de sus costados, donde Kero dormía plácidamente en su cama improvisada y ni si quiera hizo el amague de despertar con los gritos de ella. Rodando los ojos, y pensando que su guardián es un caso perdido, la castaña regresa su vista al intruso.

—Podrías haber golpeado —le reprocha ella.

El ambarino se sienta en la cama mirándola de frente, quedando a la altura de los muslos de ella y sonriendo como un niño pequeño que no puede aguantar la risa por cometer una travesura.

—En realidad sí golpee la puerta, pero no me contestaste y entré —dijo con una sonrisa cálida que era dibujada por la luz de los relámpagos que se colaban por la ventana—. Sé cuánto te asustan las tormentas y por eso vine a asegurarme de que puedas dormir.

Tras decir esas dulces palabras, Shaoran inclina su torso y estira su brazo hacia un costado para poder llegar a encender la lámpara de la mesa de luz que está en diagonal a él, al lado de la castaña. Pudo haberle pedido a ella que la prenda, pero quiso hacerlo por su cuenta pasando por delante de su pequeño y delicado cuerpo, provocando una cercanía que ambos sabían era peligrosa. El ambarino la miraba de reojo mientras demoraba todo lo posible en encender la luz, observando como su bella flor contenía la respiración por el leve roce. Le encantaba verla estremecerse ante su cercanía, y él no se quedaba atrás en lo absoluto, porque adoraba sentir su calor. Shaoran no regresó a su posición al volver, en cambio de eso, se quedó cerca del rostro de Sakura con ambas manos a los costados de ella, reposando sobre el suave colchón. La castaña aprieta las sábanas a la altura de su pecho y muerde instintivamente su labio inferior sin despegar su verde mirar de ese iris dorado, pero no fue igual para el muchacho, quien tentado por las reacciones de su linda chica, desvía sus ojos a ese par de suaves colchones que ansía volver a tomar.

No lo pensó por mucho más. Con un pausar sereno, besó esa boca dulce que era suya y de nadie más. Había perdido la cuenta de las veces que pudo saborear a su preciada flor, y se sorprendía al sentir como cada día los besos le parecían diferentes… Más ricos, deliciosos, suaves y adictivos, así como toda ella lo era. Sakura bajó sus defensas y se dejó acariciar por los labios masculinos, intercambiando un beso cagado de emoción y a la vez… deseo. Esa penosa sensación se apoderaba de ambos cuando profundizaban el encuentro, pero no era apropiado aún dar ese paso y tampoco era apropiado que Shaoran pase la noche con ella en su habitación.

—Shaoran… —le advirtió apartando sus labios de él y sintiendo sus respiraciones acompasarse.

No hizo falta que Sakura diga más para que el castaño comprenda la situación. La chica le ha explicado varias veces, que ante la mirada conservadora de sus padres, ella espera darles una buena impresión, por lo que no sería prudente que Shaoran se quede mucho tiempo más en su habitación, y mucho menos comenzar con los besos que desencadenarán en la sesión de caricias que otras veces se sobrepasaron en dar y tan tentadoras se volvían al descubrir la candidez de la piel del otro.

Tras un corto beso en sus labios, Shaoran se acomoda en la cama por encima de las colchas para tener algún tipo de barrera entre ellos e invita a Sakura a acurrucarse con él.

—Me quedaré hasta que logres dormir. Lo prometo —le dice convenciendo a su amada, logrando que se acomode sobre el colchón dándole la espalda para que él la abrace por detrás.

—Gracias, Shaoran.

—No hay porqué, pequeña —dice besando su cabello, sacando una sonrisa enorme de los labios de Sakura.

Ella adora estar entre sus brazos. Ama cada gesto amable que venga de él. Sus palabras de afecto junto con el brillo tras esa mirada ambarina, la hacen pensar que tomó la decisión correcta. Las tormentas ya no la asustarían tanto cuando pueda tenerlo a su lado de este modo sin impedimentos.

—Dentro de poco dormiremos así cada noche. Nunca más volverás a sentir miedo.

—Nunca tengo miedo cuando estoy contigo.

Era un hecho. Ambos deseaban lo mismo y hasta pensaban igual.

Sakura mira por última vez la alianza de compromiso en su dedo anular y cierra sus ojos sonriendo como tonta, feliz de convertirse en su esposa en tan solo un par de meses.

Podrá ser precipitado, pero las normas del Clan Li son claras. Aunque sean jóvenes, la ojiverde no dudó ni una milésima de segundo en corresponder el pedido de matrimonio de su amado novio cuando llegó a China por su entrenamiento. Ahora las cosas cambiaban para ellos y quizás éste sería su nuevo hogar. Iba a extrañar a su padre y su fastidioso hermano, pero Shaoran le prometió viajar seguido a Tomoeda y tampoco estaría sola, Kero la acompañaba a todos lados. Con Yue era diferente, porque Yukito —su identidad falsa— mantenía una relación con Touya y ella lo obligó a seguir su vida normal, ya que no había grandes amenazas que requieran su presencia. También estaban las hermanas de su prometido que se portaban de maravilla con ella y por supuesto Meiling… quien por cierto, se había estado comportando muy extraño los últimos días.

—¿Pudiste hablar con Meiling? —le consulta Sakura, recordando que Shaoran iba a hablarle esta tarde.

—No pude. Se encerró en su cuarto y no quiso ver a nadie. ¿Tú tampoco tuviste suerte?

La castaña negó con la cabeza.

—Lo poco que pude hablar con ella fue en vano, y ayer… cuando le toqué un hombro para llamarla… sentí un shock de corriente helada… muy escalofriante. ¿Tú no sentiste nada extraño?

—No. No hay presencia mágica en ella. Quizás está pasando un mal momento y todavía no quiere contarlo… Pero lo hará, mañana la buscaremos ambos. ¿Te parece?

—Sí, claro.

La castaña aprieta el brazo de su novio un poco más fuerte porque un rayo de color entre blanco y rosado alumbró el cielo tras el ventanal anunciando el inminente tronar. Atento a su reacción, Shaoran se acerca más a ella para calmarla con dulces palabras en su oído y su cálido cuerpo abrazando el suyo. Tratando de no pensar en nada más, la castaña se queda dormida en sus brazos.

[…]

El día siguiente no amaneció con el sol radiante que surge después de la tormenta, y aunque suele pasar que el mal tiempo se extienda por más de 24 horas, lo que Sakura veía en el cielo era algo fuera de lo común. Los rayos se asomaban por entre unas nubes de color rojizo oscuro, y aunque la presencia del sol podría darle estos matices, estaba segura que no tenía nada que ver con el clima. Una sensación extraña la embargó y a lo lejos escuchó una tenue voz, como si la llamaran por su ayuda.

—¡Meiling! —gritó al pensar que era ella quien hablaba y sus pasos la guiaron hacia donde el instinto le indicaba: La sala de combate.

Con el mal presentimiento alborotando su corazón, llegó corriendo a dicho espacio en donde con asombro aterrador, vio a Meiling desparramada en medio de la sala.

—¡Meiling! ¿Estás bien?

La castaña se apresuró a arrodillarse y tomar a la chica entre sus brazos, pero ésta parecía estar desmayada y no contestaba.

—¡Sakura! —Shaoran llega de repente encontrándose con un escenario espantoso—. ¿Meiling? ¿¡Qué pasó!?

El castaño ingresó en la sala y, a los pocos metros de traspasarla para socorrer a su prima, las puertas de la misma se cerraron con brusquedad por alguna fuerza o viento sobrenatural, poniendo en alerta a ambos castaños y dejando la sala en penumbras. Sin duda, esto era obra de alguna extraña magia que no pudieron detectar con anterioridad. Ahora podían sentirla, era una energía fuerte de mal augurio que envolvió todo el lugar iluminado por la escaza luz que los ventanales dejaban pasar, y su fuente provenía desde la persona que yacía en brazos de Sakura, quien abre rápidamente sus ojos completamente rojos, asustando a la ojiverde y provocando que se aleje de ella espantada. La castaña corrió hasta ponerse al lado de Shaoran, quien con su ceño fruncido y su posición de combate, esperaba comprender lo que pasaba con su prima.

Meiling, o lo que sea que haya tomado su cuerpo, se irgue entre ellos llevando sus manos hacia los costados. Una bruma rojiza cubre la totalidad de su cuerpo y ambos castaños pueden percibir la oleada de fuerte magia negra sobre ella, pero aún no comprendían el propósito de todo esto.

—Meiling… ¿por qué? —esboza apenas audible Sakura y aprieta el brazo de Shaoran escondiéndose un poco más detrás de él.

—Ella no es Meiling —espeta el castaño con su mirada retadora y en un instante junta sus palmas para hacer aparecer su espada entre una luz celeste brillante.

El rostro del demonio con la forma de su prima, alterna la vista furiosa entre ambos jóvenes, recayendo en la muchacha con una dura mirada.

—¡Débil! —le grita a Sakura con una voz malévola—. Escondiéndote detrás de un hombre. ¡Eres una deshonra!

Los ojos humedecidos de la castaña se abrieron como platos al ver como la posesión maligna de Meiling se acerca a ellos a una velocidad descomunal, desatando un grito desgarrador de su garganta.

—¡Xiao Lang! ¡Ying Fa!

Al otro lado de la sala, se encontraba Ieran Li intentando en vano abrir la puerta con su magia. Estaba desesperada porque los gritos no paraban de escucharse y ya había intentado todo para poder ingresar. Sintiendo como por primera vez su temple le fallaba, golpeaba la madera maciza de la puerta con sus puños llamando a los castaños aunque sea inútil hacerlo, recostando su cuerpo sobre la puerta.

—¡Señora Li! —se acerca Wei, el fiel mayordomo y servidor de siempre, para ayudar a su ama a reincorporarse— ¿Quiere que llame al Señor Hien?

Esas palabras no pudieron hacer que la mirada de Ieran se despreocupara porque algo espantoso sucedió, provocando que las lágrimas se escurran una vez más por sus blancas mejillas antes de pronunciar lo que nunca imaginó podría suceder en un futuro cercano.

—Hien… ha muerto.

Los ojos del mayordomo se expandieron del asombro mientras Ieran Li, la mujer de semblante tenso y siempre distante, estaba dejando ver su máscara de porcelana hecha trizas, tapándose las grietas del rostro con ambas manos. Esto los había tomado por sorpresa a ambos.

Esa mañana, la segunda al mando de la familia, fiel seguidora de su esposo Hien, había notado una presencia extraña a su alrededor y el cielo no le anunciaba un buen presagio. Era un poco tarde, y no pudo comprender cómo se había quedado dormida si siempre contaba con su reloj biológico para levantarla sin despertador. Al no ver a su marido en la cama, se levantó apresurada con una opresión en el corazón esperando estar equivocada. Su instinto la guió hasta el cuarto contiguo al suyo, donde Hien tiene su pequeño cuarto de lectura y, al entrar, tuvo que sostenerse del marco de la puerta por el temblor que abatió sus piernas y acalló un grito contra la palma de sus manos. Horrorizada, tuvo la desgracia de ver a su marido, su compañero de toda la vida, su amor incondicional… yacer inmóvil sobre su silla. Al acercarse más, Ieran pudo notar como su boca estaba semiabierta por los gritos que de seguro no pudo promulgar, y sus ojos abiertos eran como dos esferas carbonizadas, donde se podía ver un destello rojizo del fuego que lo carcomió por dentro. Le habían quemado el alma… llevándose su vida a otra dimensión… a otra vida lejos de ella y de sus hijos.

—¡Sakuraaa!

La forma real del guardián alado Kerberos apareció junto a la desmoronada Ieran Li y un atónito mayordomo.

—¿¡Qué sucede!? ¿¡Dónde está Sakura!? ¡Está en peligro!

—Los señoritos están atrapados allí dentro. No sabemos a qué se enfrentan y no podemos ingresar —le responde Wei a Kero, porque Ieran estaba intentado recomponerse.

—¿¡Cómo que no pueden entrar!? ¡No puede ser posible!

Haciendo uso de su técnica, el tigre alado escupe fuego de sus fauces contra la imponente puerta de madera. Lo hace en repetidas oportunidades pero nada funciona. Desesperado, clava su mirada felina sobre la mujer.

—¡No se quede ahí parada! ¡Tiene que averiguar qué sucede! Yo llamaré a Yue.

De inmediato, las palabras del guardián recompone la postura de Ieran y se dispone a averiguar lo que está sucediendo, esperando encontrar una respuesta lo antes posible, porque si algo les llegara a pasar, su vida ya no tendría sentido.

—Aguanten… hijos míos.

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Hola hola!

Desde el año pasado que ansiaba subir algo referente a Halloween porque adoro esta festividad desde niña, por eso estoy muy contenta de poder publicar algo que tenga que ver con un relato "de terror", y lo pongo entre comillas porque lo que escribí no podría introducirlo en ese género, pero creo que cumple con su cometido de ser... ¿un relato un poco horroroso... algo temeroso...? Tragi-horror lo titularía jaja.

Como verán, los castaños tiene mucha participación, pero esta vez Meiling también... y qué rol le tocó a la pobre, uffff. Debo decir que AMO ese personaje y me da penita por ella... pero el papel le quedaba pintado y ¡voilà!: Nuestra poseída morena de ojos rubí.

Hoy subo la primera parte y la segunda, y última, la publicaré el día de brujas... El 31 de Octubre.

Es la primera vez que relato una historia en tercera persona, es la primera vez que hago una historia que conserva un poco de la esencia de la serie original (con varias alteraciones), y es la primera vez que hago escenas de lucha, magia y todo aquello... así que apiádense de mí XD (sobre todo en el próximo capítulo, que tiene mucho de ello).

Aguardo sus humildes comentarios :)