Traigo una nueva historia que, como todas, me surgió de la nada en mi cabeza. Usando a los hermosos bebés de la nueva generación como los protagonistas.
Es un Alternative Universe del mundo real contemporáneo en donde tanto Boruto como Sarada tienen aprox. 17 años y cursan el último año de preparatoria, Y donde Himawari tiene 15 añitos y cursa el primer año de la preparatoria (Sé que es muchos años menor que Boruto, pero de esta manera es más conveniente para la historia).
*Advierto que algunos personajes como Hinata, Naruto y Sakura han muerto (no me odien)*
Así que, espero les guste y dejen un pequeño review ;)
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La chica nueva de anteojos rojos.
Se encontraba profundamente dormido, sin sueños ni pensamientos. Sumergido en el descanso, con su canción de rock favorita de fondo. Tenía que estar preocupado por los grandes cambios recientes en su vida, pero de alguna forma no le importaba mucho.
La canción se acercaba a su primer coro, y fue ahí cuando se dio cuenta que era su canción favorita la que tenía como tono de llamada en su móvil.
Rayos.
Se sacudió en su cama y, cuando estaba a punto de alcanzar el celular en su mesa de noche este dejó de sonar.
Terminó sentado en la orilla de su cama, con su cabello revuelto y con los ojos hinchados. En la pantalla de su móvil se apreciaban las 6:00 am. Y justo abajo aparecía una alerta de una llamada perdida.
–Rayos… no pensé que llegaría tan temprano. –Susupiró pesadamente.
Él sabía que su hermana llegaría ese día. Lo sabía desde hacía ocho meses, desde que había muerto su madre. Habían acordado que Himawari se mudaría con él el día del funeral, pero la chica alegó que tenía que pasar un tiempo sola en lo que se hacían los movimientos de la antigua casa, y eso había tomado ocho largos meses.
Y ahí estaba él, en medio de la multitud del aeropuerto, con frío y con hambre, buscando una pequeña cabellera color oscuro. La encontró metros mas allá, una delgada chica de 15 años arrastrando una gran maleta. Su cabello había crecido desde el último día que la vió, ahora casi rozaba sus hombros y le recordó mucho a su madre.
Himawari lo saludó a la distancia con la mano y en ese momento, Boruto se puso a pensar todos los inconvenientes que supondría vivir con la pequeña molestia de su hermana.
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–Y bien, este es. El departamento de lujo por cortesía del abuelo Hiashi. –Le decía sin ganas al momento de abrir la puerta.
–Pues es… lindo. –Dijo Himawari.
–Lindo o no, te adiverto que tengo un sistema. Y si llegas a querer cambiar ese sistema, te vas.
–¿Sistema? Que amargado te has vuelto, hermano.
–Como sea. Tu habitación está por allá. –Apuntó con su dedo. –Aunque todavía tengo que sacar algunas cajas de videojuegos, sólo ponlas a un lado.
Se retiró a su cuarto mientras bostezaba.
–¿A-a dónde vas? –gritó Himawari.
–Es lunes, tonta. Tengo que prepararme para ir a la escuela. Y por tu culpa voy a llegar tarde.
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Se abrió la puerta del aula y entró dando un largo bostezo. Se había desvelado el día anterior preparando la habitación de su hermana, y también jugando videojuegos. Había planeado quedarse dormido en su butaca de camino a la escuela, ya que la suya era la última de la fila y el profesor casi nunca lo descubría.
–Hey, que hay, Boruto. –Le saludó su mejor amigo Mitsuki.
–Hola. –Respondió Boruto, y se llevó las manos a la cabeza. –Estoy muy cansado.
–Más te vale que saliendo estés completo, porque vamos a ir a la casa de Shikadai.
–No lo creo. Mi hermana acaba de llegar y tengo mucho que limpiar en casa.
–Vamos, hombre…
La puerta se abrió de nuevo y el profesor entró por ella. Todos dejaron lo que hacían y tomaron asiento. Y Boruto notó que extrañamente el profesor Shino no venía solo, había una chica que lo acompañaba.
–Muy bien, jóvenes, tomen asiento que tengo algo importante que decirles. –Dijo Shino. –A partir de hoy, tendremos una nueva estudiante en la clase 3-B. Denle una buena bienvenida y sean respetuosos con ella.
La que parecía ser la "chica nueva" tomó el gis y comenzó a escribir su nombre en el pizarrón. Se giró y le dio la cara a todo el grupo.
–Mi nombre es Haruno Sarada, es un placer conocerlos. –E hizo una pequeña reverencia.
El sueño que tenía Boruto había desaparecido en ese momento. Esa chica era muy guapa. No era tan bajita como las demás chicas de la case, piel blanca, un cabello negro largo muy lindo (en una coleta alta) y el toque distintivo eran unas gruesas gafas color rojo. Lo sorprendente era que no se miraban ridículas, sino todo lo contrario.
No se había dado cuenta que la miraba embobado hasta que ella conectó sus miradas. La chica se sobresaltó un poco, tal vez se sintió acosada, y de inmediato desvió la mirada. El maestro Shino dio otras recomendaciónes para tratar con la nueva y al final todos dieron la bienvenida al unisono.
–Mierda.. – susurró el chico rubio al darse cuenta que el único asiento vacío en toda la clase era el que estaba frente al suyo. Y la tal Sarada Haruno terminó sentandose ahí, poniéndolo algo nervioso.
La clase siguió como si nada para todos los demás, excepto para el grupo de amigos de Boruto, que echaban miradas a la chica nueva y susurraban entre ellos que estaba muy buena y cosas así. Él también hubiera formado parte de la conversación, pero la tenía en frente y lo escucharía.
Además, esa chica parecía ser muy seria. Ni una sonrisa, ni algo de rubor avergonzado ni siquiera una mirada de odio a los estúpidos adolescentes que tenía enseguida. Y Boruto podría jurar que irradiaba una energía algo lúgubre, tenebrosa.
Sintió un escalofrío.
Para el final del día, cuando el timbre de la salida sonó él ya se había quedado dormido. El sonido de las bancas moverse y una bofetada que le dio Mitsuki lo despertaron. Se levantó enojado y gritando mientras los otros se reían. Cuando miró a la puerta, la chica nueva iba saliendo y pudo haber jurado que en el último momento lo volteó a ver fijamente.
Antes de pensar algo más, Mitsuki se le arrojó tomándolo por el cuello, riéndose.
–¿Está buena la nueva, no?
–Pobre chica, su primer día y estos animales ya se le quieren arrojar encima. –Comentó Inojin.
–Tu fuiste el primero que dijo que estaba guapa, no mientas. –Le arrojó Shikadai.
–¡C-claro que no!
–¿Y que dices, Boruto, irás siempre con nosotros?
–Supongo que si.
–Muy bien, entonces vamos.
Había descansado en su siesta y de todos modos Himawari era responsable y sabría como arreglarselas sola por hoy. Su vida era aburrida en muchos aspectos, pero estar con sus amigos lo hacía verdaderamente feliz.
–¡Un momento, Boruto Uzumaki! –Dijo una chica detrás de él, jalándolo del cuello de la camisa. –No irás a ninguna parte. ¿Acaso no recuerdas que debes quedarte a limpiar el aula de profesores hoy? Como castigo por lo del baño de chicas.
–¡Chou-Chou! –Renegó Boruto. –Eso… por favor déjame ir. Prometo que mañana limpiaré.
–¡Por supuesto que no, infeliz! Y te recomiendo que empieces de una vez, si no no terminarás nunca.
–Así se hace, jefa de clase. –Comentó Shikadai.
–¡Callaté, idiota. Recuerda que lo del baño de chicas fue idea tuya!
–No sé de qué me hablas. –Se encojió de hombros el chico mientras contenía una risita. –Bueno, es una pena, pero nosotros nos vamos. Si terminas rápido nos alcanzas.
Y los tres chicos se alejaron lentamente despidiéndose de su amigo con una burla evidente.
–¡Vuelvan acá malditos! –Gritaba Boruto.
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Para cuando terminó su castigo de limpiar el aula de profesores, ya estaba comenzando a oscurecer.
–Maldita sea… odio la escuela– Renegaba de todo lo que lo rodeaba.
En estos años, se había vuelto muy pesimista (bueno, siempre lo fue de algún modo), pero hace algunos años atrás su actitud hacia muchas cosas se había deteriorado… era en parte por eso que decidió irse a vivir a otra ciudad por sí solo.
–Malditos chicos. –Renegaba de sus amigos imaginando que se estarían divirtiendo desde hace horas sin él.
Se tambaleó con todos los productos e instrumentos de limpieza para devolverlos al almacén, los empujó con enfado y sin cuidado y cerró con furia la puerta. Respiró hondo y comenzó su camino hacia el aula para tomar su mochila y largarse a casa, mientras se acomodaba las mangas de la camisa. Ya con su mochila en mano, decidió que iría a casa y dormiría hasta el día siguiente, si es que Himawari lo dejaba…
Siguió su camino hasta salir por la puerta principal, con paso seguro. En ese momento, el suelo se sacudió violentamente por un segundo, sacándolo de sus pensamientos y casi haciendolo caer.
–¿P-pero qué…?
Apenas tomó equilibrio, hubo otra sacudida. "¿Terremoto?" Nunca había vivido un terremoto estando en esa ciudad, pero pareciera que las sacudidas se hacían aleatorias. Y pensó que tal vez había personas aún dentro de las aulas.
Miró rápidamente hacia las ventanas del edificio de cuatro pisos, y vió a una persona correr desesperada por algún pasillo.
Era… ¿La chica nueva?
Otro temblor.
–No puedo creerlo. –Balbuceó al momento de soltar su mochila y entrar corriendo al edificio. Aún que era un adolescente amargado, seguía teninendo un buen corazón.
La chica corría por el tercer piso, así que se dirigió con apuro hacia allá. Había sacudidas y el pánico le hacía correr más rápido.
Llegó al tercer piso y estaba vacío.
Unos sonidos se escuchaban por el techo, donde está la salida a la azotea… debía ser ella, intentando resguardarse en la azotea. Y corrió a las escaleras que llevaban a la salida de la azotea.
Empujó la puerta y salió.
La azotea estaba… ¿vacía?
Estaba agitado y confundido, y los temblores parecían haberse detenido. "¿Qué diablos pasaba?"
Gruñó con algo de pena, ahora estaba avergonzado de haber corrido por una tonta falsa alarma… rayos… por lo menos nadie lo habia visto, ¿verdad?.
Dejó su mochila en la entrada, tendría que regresar por ella. E inició su marcha pero, al girarse, se encontró con algo aún más extraño que todo lo anterior.
Se congeló en su lugar.
Algo lo observaba desde un lado de la puerta. No era un animal, aunque se pareciera mucho a un lagarto, o una combinación de lagarto y renacuajo. Era color púrpura muy oscuro, tan grande como un oso y tenía unos ojos amarillos que deseaban comérselo.
–¿Pero qué…
La criatura se abalanzó hacia él y tuvo el reflejo para esquivarlo. El renacuajo se estampó con la barandilla de seguridad, haciendo un sonido espantoso. Boruto se lenvantó y como pudo intentó correr a la puerta, pero el animal fue más veloz. Le bloqueó el paso y él huyó hacia el lado contrario, con la cola de esa cosa que casi lo tocaba. Esa cosa saltó y de pronto aterrizó frente a él, causando una tenebrosa sacudida en todo el edificio, haciéndo que Boruto perdiera el equilibrio y… la cola del animal lo arrojó contra la valla de seguridad de un solo golpe. Gruñó por el golpe e intentó ponerse de pie pero sus piernas fallaron.
–Mi cuerpo… No puedo… Moverme –susurró entre dientes, con la adrenalina al tope.
El renacuajo se giró hacia él a toda velocidad, y el miedo en su cuerpo pudo hacer que reaccionara en el último momento, cuando el animal se estampó de nuevo contra la cerca. No supo cómo, pero la barandilla se había roto y esa cosa y él estuvieron a punto de caer, pero milagrosamente pudo tomar un tubo y colgarse. El monstruo escaló sin problema de nuevo a la azotea para intentar atraparlo desde arriba.
–¡No te me acerques! –Gritó él por la desesperación.
Y sintió como todo su lado izquierdo se entumecía, donde la cola lo había golpeado. O caería o sería comido por esa criatura que parecía irreal. No sabía qué decidir, mientras tanto el renacuajo gigante se acercaba a él desde arriba, aruñando las paredes… hasta que algo lo detuvo. Boruto se sorprendió. Algo por detrás lo había golpeado con tal fuerza que casi lo hacía caer de nuevo, el animal regresó arriba con un gruñido horrible y milagrosamente lo ignoró para atacar a lo que sea que fuera que había tras de él.
¡Era su oportunidad!
Con un esfuerzo sobrehumano, escaló por la barandilla rota hasta llegar al techo. Se tiró en el suelo, de repente se sentía cansado y entumecido de la mitad de su cuerpo, ¿Qué le había hecho esa cosa? Se alejó de la orilla gateando y cuando pudo obsevar, había una pelea ante él que nadie nunca creería.
Alguien peleaba contra aquél monstruo lagarto, una persona.
Una persona con… ¿falda?
El uniforme de la escuela.
–No puede… ser posible. –Abrió la boca asombrado. –¿¡Sarada!?
Haruno Sarada era la que luchaba contra el renacuajo gigante, tenía una larga katana en su mano e increíblemente podía alcanzar a la bestia para cortarla. Los ojos de Boruto estaban más que abiertos, su quijada temblaba y su pulso estaba por los cielos. La chica evitaba los ataques del monstruo y acertaba con su katana con una velocidad que nadie en su vida podría imaginar, mientras su expresión era de lo más normal en total concentración (como cuando un deportista practica su deporte favorito).
La cola puntiaguda estuvo a punto de tocarla por un segundo y Boruto casi grita, ella se agachó y en un solo movimiento, rebanó la cola en dos. El animal rugió tan alto que el edificio volvió a temblar.
–¡Te tengo! –Gritó la chica.
Y en un segundo, la criatura estaba dividida en dos partes iguales. Las entrañas del chico temblaron al ver cómo cada pedazo del monstruo caía sobre el concreto de la azotea y cómo su sangre de color negro se regaba por el suelo. Todo terminó. Pero al parecer, no era todo lo que Sarada tenía que hacer.
Sacó de dentro de su blusa un collar plateado, más bien un rosario, y comenzó a rezar algo mientras se acercaba al cuerpo del monstruo vencido. Ella seguía murmurando cosas como "llévalo al mundo a donde pertenece y protégenos de su espíritu…". Al final, alargó su mano y lo tocó.
La bestia desprendió una especie de luz a su alrededor y momentos después comenzó a desvanecerse como cuando el viento se lleva el polvo.
Sarada se puso de pie, guardó lentamente el rosario de vuelta en su blusa y caminó tranquilamente a la puerta de salida.
Como reflejo, Boruto intentó ponerse de pie.
–¡Hey! ¡Espera! –Le gritó.
Sarada se congeló, no esperaba alguien allí. Giró a medias su cabeza y al mirar a Boruto hizo una cara de horror.
–¿¡Qué diablos fue todo eso!? –Le exigió el chico. Ella no se giraba. –¿¡Qué era esa cosa!?
–No necesitas saberlo. –Dijo ella secamente. Boruto se sorprendió. –No tiene nada que ver contigo. Ve a casa.
"Ve a casa"
Fue todo lo que dijo, antes de salir por la puerta.
Cuando creyó que pudo moverse, Boruto corrió a seguirla. Pero no la encontró, en ningún lado. Y no le quedó de otra que ir a casa, como ella dijo.
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Intentó explicarse todo aquello de camino a casa. Aún sentía algo entumecido el brazo izquierdo, pero pasaría. Ya estaba oscuro y seguramente Himawari estaría furiosa… ¡Himawari!
Se detuvo un paso antes de abrir la puerta del departamento. "¿Podría decirle a su hermana lo que acababa de pasar?" No, claro que no. No le creería, ni él mismo lo creía en ese momento.
Giró la perilla para entrar a casa.
Mañana hablaría con la nueva, eso lo tenía seguro… la cosa no se quedaría así.
