Capítulo 1

El sonido del golpe hizo que ella despertara rápidamente asustada. Las cadenas la jalaron recordándole que seguía en el mismo horrible lugar de siempre.

-Lena ¿No? –Pregunto un hombre que no habia visto antes allí.

-Si –Dijo ella simplemente.

-Te están esperando –Dijo él acercándose a ella.

Ella vio como él hacía que las cadenas se desarmaran colocando un dije que tenía en su bolsillo, si hubiera sabido que era tan fácil.

-Espero que colabores –Dijo el hombre antes de tomarla del brazo bruscamente.

Esta era la primera vez que la sacaban de aquella horrible habitación desde que había llegado allí pero no sabía si asustarse más o no.

En cuanto él la saco de la habitación ella deseo volver dentro. Era un pasillo igual de oscuro que la habitación y frente a las muchas puertas que habían estaban mujeres en ropa interior con las miradas bajas.

-Quiero que te quites la ropa y te quedes aquí hasta que yo vuelva –Dijo el hombre cerrando la puerta de la habitación tras ella.

Él se fue por el pasillo y ella noto como no miro a ninguna de las mujeres mientras pasaba. Seguro estaba acostumbrado a eso.

Ella dudo unos momento en quitarse la ropa pero una de las mujeres la miro y le hablo.

-Es mejor que lo hagas, no te esfuerces en luchar –Dijo la mujer –No si quieres vivir.

Ella la miro y noto que aquella mujer debía tener la edad de su madre. Miro a las otras mujeres y se preguntó cómo habían llegado allí. Se quitó la ropa rápidamente quedando solo en ropa interior como las demás mujeres.

¿Qué pasaría ahora? ¿La matarían? ¿La violarían? ¿La venderían? Se podía imaginar mil formas de tortura y de repente sonrió, porque al parecer a ella le había tocado la parte más fácil de esto. Solo rezaba porque sus padres pensaran que estaba muerta y no pasando por esto.

-¿Te sientes feliz de estar aquí? –Le pregunto la misma mujer mirándola -¿Te gusta lo que nos hacen?

Ella no le respondió. No podía hacerlo, no debía hacerlo.

-¡Lena! –Escucho el grito del hombre al final del pasillo -¡Ven aquí!

Ella miro la ropa a sus pies antes de caminar hacia el hombre quien la miraba seriamente.

-¿Eres virgen? –Pregunto el hombre cuando ella estuvo frente a él.

-Si –Dijo ella simplemente.

Antes le habría dado cierta vergüenza admitirlo pero en este punto de su vida ya no le importaban ese tipo de cosas, ya no.

-Ven –Dijo el hombre tomándola de nuevo por el brazo.

Él la llevo por otro pasillo y luego la hizo pasar por una puerta.

La luz del sol la cegó por unos minutos y luego miro donde estaba.

-¡Y aquí esta Lena! –Escucho a un hombre decir alegremente.

Ella miro a las muchas personas sentadas frente al escenario al aire libre donde ella ahora estaba parada. Había un hombre vestido de traje y sostenía un micrófono con una sonrisa en el rostro mientras la señalaba.

El hecho de saber que iba a ser subastada frente a tanta gente le hizo pensar que tal vez no le había tocado la parte más fácil pero si era mejor que la que le había tocado a los demás.

-Lena ven aquí –Dijo el hombre por el micrófono.

Ella se acercó a él rápidamente y luego mantuvo la vista en el público que la observaba.

-Ella tiene dieciocho años y es una mujer Tierra sangre pura –Dijo el hombre igual de alegre –Pero Lena tiene un secreto ¿Les puedo decir tu secreto, Lena?

Que hombre tan idiota.

Ella solo asintió con la cabeza sin mirarlo.

-¡Lena es virgen! –Dijo el casi gritando por el micrófono.

De repente las personas comenzaron a gritar de emoción.

¿Qué clase de personas eran ellos? Enfermos.

Ella comenzó a mirar el lugar y los adornos alrededor del escenario antes de identificar rápidamente el lugar como un país agua. Eran muy característicos sus adornos de flores amarillas y rojas aparte de que en aquel lugar hacía mucho calor.

-Comenzamos con cinco mil cellas –Dijo luego el hombre.

Ella vio rápidamente como un hombre anciano levantaba la mano haciendo que todos los demás callaran.

-Tenemos cinco mil ¿Quién ofrece cinco mil quinientos? –Pregunto el hombre junto a ella.

Comenzó a pensar que el anciano se veía débil y que no sería tan difícil deshacerse de él.

Ella vio a un joven que no debía tener dos años más que ella y levantaba la mano.

-Ofrezco ocho mil quinientas cellas –Dijo un hombre con una voz que hizo ella se estremeciera de miedo.

Ella lo vio cuando se levantó de su silla cruzándose de brazos. Era muy alto, se veía bastante musculoso y era calvo. Él si le daba miedo.

-Oh –Dijo el hombre junto a ella sorprendido -¿Alguien ofrece más?

Ella miro al hombre anciano esperando que el ofreciera mas pero al parecer el hombre calvo lo había asustado. El chico estaba igual de asustado que el anciano así que no ofreció más.

-Ocho mil quinientos a la una… a las dos…

-Once mil –Ella miro que otro hombre se levantó.

Todos voltearon a observar al hombre calvo como esperando algo. Ella miro al que se había levando y lo analizo. No parecía tener más de veinticinco, tenía el cabello negro azabache un poco largo, tenía ojos azules, la piel pálida y facciones duras. Se veía amenazante pero no igual de amenazante que el calvo.

-Quince mil –Dijo el hombre calvo mirándola.

¿Por qué nadie más decía nada? Era obvio que no importaba con cuál de los dos quedara, no le iba a gustar quedarse con ninguno de esos dos.

-Dieciocho mil –Dijo el pelinegro también mirándola.

Ella bajo la mirada rápidamente ocultándose de ambos hombres ¿Por qué ofrecían tanto dinero? Ella se ganaba en el trabajo cuatro mil cellas, mensualmente.

-Veinte mil –Dijo el hombre calvo.

-Les recuerdo que Lena no es la única virgen, hay muchas más –Dijo el hombre del micrófono.

-Veinticinco mil –Dijo el pelinegro.

Ella subió la mirada sorprendida y vio que el hombre calvo miraba al pelinegro sorprendido también ¿Qué clase de personas eran esas? ¿Eran narcotraficantes? ¿Ladrones de banco profesionales? Seguramente también traficaban personas.

El hombre calvo dijo algo en voz baja antes de volver a sentarse en su silla haciendo que el pelinegro sonriera. El hombre del micrófono se veía muy sorprendido y luego sonrió igual de alegre.

-Vendida en veinticinco mil –Dijo el hombre del micrófono alegremente –Pase por el escenario, señor.

Ella vio como él se acercaba al escenario y el hombre del micrófono la miro y le hizo seña para que se acercara. El pelinegro la miro al pie de la escalera del escenario y ella se acercó a él.

Él le dio a ella una sonrisa ladina mientras que bajaba del escenario pero ella solo lo miro con indiferencia.

-¡Bueno! ¡Ahora viene la segunda chica más linda! –Ella escucho que dijo el hombre por el micrófono tras ella.

-¿Estas bien? –Dijo el pelinegro frente a ella.

Ella lo escucho y lo miro sorprendida. El tono de su voz era… fascinante.

-¿No hablas? –Pregunto el mirándola divertido.

Ella solo desvió la mirada de él y escucho su leve risa antes de que la tomara por la muñeca.

-Está bien, no necesito que hables –Dijo el antes de comenzar a caminar aun sosteniendo su muñeca.

Ella lo siguió sin decir nada. Noto que él era muchísimo más alto que ella y comenzó a pensar en preguntarle su nombre, pero rápidamente saco esas ideas de su cabeza.

-¡Drew! –Escucho una voz muy grave y vio como el pelinegro volteaba.

Ella quiso correr por su bienestar cuando vio al hombre calvo acercándose a ellos casi corriendo. El hombre se acercaba con una expresión de disgusto que era obviamente notable y ella vio que al pelinegro no parecía importarle.

-Quiero a la virgen –Dijo el hombre calvo cuando estuvo frente a ellos.

-No me importa –Dijo el pelinegro.

-Te pagare el doble de lo que pagaste por ella –Dijo el hombre calvo mirándolo fijamente.

Ella noto que ambos eran de la misma altura y se sintió tan pequeña en comparación con ellos. Miro alrededor y cruzo las manos en su pecho tratando de relajarse a pesar de que tenía tanto frio y el hombre calvo estaba a punto de comprarla.

-No me importa, Ian –Dijo el pelinegro encogiéndose de hombros desinteresado –No te la voy a dar.

-Es muy poquita cosa ¿Para que la quieres, Drew? –Pregunto el hombre calvo.

Ella miro alrededor y vio que las demás personas estaban ocupadas mirando a la nueva mujer en el escenario.

-¿Por qué la quieres tú? –Pregunto el pelinegro en respuesta.

-Porque es virgen –Dijo el hombre calvo como si fuera obvio.

-Está bien, yo también la quiero por eso –Dijo el pelinegro simplemente antes de tomarla del brazo.

Antes de que ella se pudiera dar cuenta de que la habían tomado del brazo fue tirada haciéndola caminar rápidamente. Ella vio que el hombre calvo había quedado atrás confundido y quieto solo mirándolos mientras se iban.

-¿Tu nombre es Lena? –Ella escucho que pregunto el pelinegro.

-¿Eso importa? –Pregunto ella en respuesta y él se detuvo de golpe.

Ella al instante pensó que había cometido un error pero al ver que él le sonrió divertido supo que no había sido eso lo que lo había hecho detenerse.

-¿Mentiste sobre tu nombre? –Pregunto él realmente divertido.

-¿Quién sabe? –Dijo ella encogiéndose de hombros.

-Eres una niña muy atrevida –Dijo él mirándola a los ojos.

Ella solo se encogió de hombros desviando la mirada. No era como si eso fuera a hacer su castigo peor o mejor.

-¿De dónde eres? –Pregunto él.

Comenzó a caminar de nuevo para salir de aquel lugar dándole la espalda a su acompañante.

-Del octavo país tierra –Dijo ella simplemente caminando tras él.

-¿Qué hacías allí? –Pregunto él.

Ella vio que estaban acercándose a unas puertas que parecían de salida donde estaban dos guardias que parecían gorilas.

-Era estudiante de medicina –Mintió ella rápidamente cuando llegaron a las puertas.

-Sr. Bordeu –Dijeron los dos guardias al mismo tiempo antes de abrir las puertas.

-Gracias –Dijo él antes de salir por las puertas con ella.

Ella vio que salieron a un gran aparcamiento con muchos autos que se veían caros. Él la soltó del brazo y siguió caminando dejándola atrás.

-¿Te vas a quedar allí? –Pregunto él sin dejar de caminar.

Ella frunció el ceño antes de caminar rápidamente para alcanzarlo y seguirle el paso. Aún estaba en ropa interior aunque en ese momento parecía el menor de sus problemas.

-Mi nombre es Drew –Dijo el mientras ella lo seguía por el aparcamiento –Puedes decirme Drew.

Ella no dijo nada mientras caminaban y comenzaba a sentir caliente el asfalto bajo sus pies. Debía ser el mediodía porque el sol estaba en su punto máximo sobre ellos.

-Dime tu nombre –Dijo él en casi una orden.

-Helena –Dijo ella simplemente sin darle importancia.

-Lindo nombre –Dijo él antes de sacar un celular de su bolsillo.

Se detuvieron junto a un Jeep negro con cristales polarizados. Ella pensó que era el perfecto auto de un traficante y sabía que él probablemente lo era.

-Así que eras estudiante de medicina… -Comenzó a decir el mientras manipulaba el celular en sus manos.

-Aja –Dijo ella mientras se cruzaba de brazos.

De repente una de las puertas de los asientos traseros del auto se abrió y la miro con una sonrisa.

-Eres muy buena mentirosa ¿Dónde te enseñan eso? –Pregunto él sonriendo –Sube al auto.

Ella no dijo nada mientras subía al auto por la puerta que se había abierto y luego él la cerraba tras ella. Miro el auto que era oscuro por dentro y tenía asientos de cuero que se sentían horrible bajo las piernas desnudas de ella.

-Entonces ¿Dónde te enseñan eso? ¿En la armada? –Pregunto él en modo de broma mientras subía al auto.

Ella en cuanto el término la última frase, se tensó incomoda pero no dijo nada igual.

–Ustedes la gente tierra tienen unos apellidos bastante extraños –No entendía aquel comentario en realidad pero igual no le gustaba.

Racista…

-Aunque una vez conocí a una chico llamado Esteban Giacomo, suena muy bien –Dijo él simplemente mirándola a través del retrovisor –¿No lo crees?

-¿Quién sabe? –Dijo ella encogiéndose de hombros.

-¿Quieres preguntarme algo? –Pregunto él simplemente.

-No –Dijo ella simplemente cerrando los ojos.

-No te preocupa saber que te voy a hacer ¿Eh? –Escucho al hombre levemente sorprendido –¿No tienes miedo? ¿O es que te parezco atractivo?

Maldito egocéntrico

-¿Se supone que si te pregunto me dirás? –Dijo ella frunciendo el ceño con los ojos aun cerrados.

-No en circunstancias normales pero si ahora tú lo haces, te lo diré –Dijo él.

Ella escucho que el auto estaba en marcha y abrió unos segundos los ojos antes de ver la mirada azul por el retrovisor y volver a cerrarlos.

-¿Quieres saber? –Pregunto él y ella dudo antes de responder.

-No –Dijo ella.

-Eres una niña bastante extraña –Escucho ella que dijo él –No te voy a violar.

Ella no dijo nada con los ojos cerrados como si no le importara pero en realidad le relajaba bastante lo que había dicho.

-Tampoco te voy a meter en un sótano a esperar que mueras de hambre –Continuo diciendo el –Ni voy a hacerte una esclava.

Ella tuvo la tentación de preguntarle ¿Qué haría con ella entonces?

-Vas a estar en mi casa hasta que yo diga –Dijo él como si fuera simple y normal.

-Está bien -¿Qué le pasaba a ese loco?

-Pero si te parezco atractivo, nunca te despreciaría como mujer –Dijo él y ella escucho luego una risa divertida.

Idiota

-Créeme que es mejor de lo que hará Ian –Dijo él –¿De dónde son tus padres?

-¿Por qué lo preguntas? –Pregunto ella sin entender de donde había salido la pregunta.

-Tu cabello… es casi rojo –Dijo él como si fuera obvio.

-Lo se–Dijo ella sin abrir los ojos.

-Es lindo –Dijo él simplemente.

-¿Qué?

-Nada –Dijo él.

Ella mantuvo los ojos cerrados otros momentos más y luego escucho que el motor del auto se apagaba.

-Llegamos –Anuncio él.

Ella abrió los ojos y él ya estaba bajando del auto. Abrió su puerta y miro donde estaba…