La puerta se abrió de golpe. Remus de pie sobre la silla, sin volverse a mirar quien irrumpía, dejó caer abatido la cabeza sobre el pecho. Ni siquiera esto he sido capaz de hacerlo bien. Pensó.

- ¡Remus! ¿Qué estás haciendo?

Dumbledore estaba ya su lado, al pie de la silla, lo miraba desde abajo. Sus ojos azules parecían de hielo. El anciano puso una mano en su rodilla. Como si intentara disuadirlo. Como si a estas alturas tuviera elección... Lo había sorprendido, y Remus había perdido su oportunidad.

Sin mirarlo soltó la soga y bajó de la silla apoyándose en el hombro del director. En ese momento dos personas más entraron en la habitación. Snape y Hagrid.

-¡Salid de aquí!- grito el anciano- Los dos. Ahora.

Ya en el suelo Remus miró a su visitante. Dumbledore no habló y él se lo agradeció también con el silencio. Sin saber como se encontró entre los brazos del anciano. ¿Podían unos brazos tan largos y un cuerpo tan delgado resultar consoladores como el mullido seno de una madre?. Remus no lo sabía pero lloró sobre el flaco pecho como había llorado de pequeño abrazado a su madre. Lloró como un niño. No en silencio, sino entre sollozos e hipidos, empapando la túnica del director de lágrimas saliva y moco líquido que caían de su nariz y le goteaba por la barbilla. Lloró y lloró. Tenía tanto que llorar...Apenas acababa de empezar.

Hipotético intento de suicidio de Lupin la negra noche después de perder a todos sus amigos. Pobre Remus...

Banda sonora recomendada: Stand my Ground de Within Temptation