Universo alternativo.

Haikyuu es de Furudate Haruichi.


-¿Nombre? – Pregunta el juez.

-Tobio Kageyama, señor- Digo un poco asustado.

-¿A qué se presenta, señor Kageyama? – Dice el juez mirando una y otra vez mis datos, escritos en el papel que tiene en sus manos como si fuera más interesante que mi verdadera presencia.

-Vengo a presentarme para la vacante de los cursos de canto de la Escuela de Artes de Miyagi…

-Cuando quiera y mucha suerte. –Se acomoda en su asiento esperando a que empiece mi presentación.

-Voy a cantar una canción que me ayuda en mis momentos más difíciles… Being Alive, original del musical Company. –Tomé aire, y comencé a cantar.

Comenzaré desde cero. Nadie sabe lo que el pasado había hecho conmigo. Ahora podía ser otra persona, nacer como otra persona… La persona con la que siempre soñé ser.

Septiembre

Comenzaba a sentir el frío aire del otoño que se acercaba. Eran principios de septiembre y hacía frío por las mañanas, agarré la chaqueta que estaba en el asiento de mi comedor y me la puse.

Cinco de la mañana.

Me senté encima de la maleta rebosante de ropa e intenté cerrarla por quinta vez. No tenía intención de traer dos maletas a la academia, no había mucho que llevar, con una era suficiente. Último día en este sucio apartamento alquilado, ya era hora, nunca más volvería a negociar con una chica de cabello pintado y prácticamente hecha de plástico. Muchas veces lo había pasado mal: Sin agua a media ducha, sin gas, y muchas veces cortaban la electricidad a la hora que les daba la gana. Se acabó todo eso.

Tomé mis cosas y me puse rumbo a la puerta. La Escuela de Artes tenía sus propias residencias, donde te tocaba un compañero al azar hasta final de año. No me importaba con quien iba a dormir, solo me importaba poderme duchar con agua caliente y poder estar en mi computadora sin miedo a que se apague de repente.

Desde que ingresé a la Escuela de Artes me sentí feliz. Es normal, ya lo sé, pero si me conocieran sabrían que ese término no está en mi diccionario.

Desde pequeño siempre había amado cantar, es un poco raro, pero cuando en los cumpleaños se quedaban sin payasos, me tenían a mí, pero no para animar la fiesta de esa manera. Si yo fuera un payaso sería de esos que salen en cuadros llorando y con una navaja. Animaba las fiestas con mi voz, dándome cuenta por primera vez en mi vida que algo me gustaba. Gané bastantes concursos, iba a clases de canto y baile, para estar un poco equilibrado en cuanto artes en el escenario. No quería ser de esos que se quedan estáticos y bailando, o como Britney, bailando pero con Playback. Todo eso me había llevado a la cima, hasta que…

El pitido del taxi me despierta del sueño –pesadilla- que estaba teniendo. '' ¡Ya salgo!'' Grito al señor de bigote y cara muy-sospechosa. Le pido que abra el maletero y meto mi maleta dentro. Subo a los asientos de atrás y el coche arranca.


- ¡Buenos días, estudiantes! Mi nombre es Ittetsu Takeda, soy el casero, por así decirlo, de esta residencia. Si tienen alguna consulta tan solo háganmelo saber y los ayudaré con mucho gusto. Ahora, acérquense uno por uno para ubicarlos en su respectiva habitación, paciencia, nadie dormirá a fuera, no se preocupen.

Me coloco en la fila, hay un montón de caras nuevas. No me siento nervioso, serán mis compañeros, será mejor no hacer ninguna interacción hasta ver el talento que tienen mañana en clase, me mantendré al margen.

Los chicos de mí adelante se ríen como locos, uno parece que no hubiese acabado la secundaria y el otro parece un macarra. Le piden a la fuerza al señor Takeda que los ponga juntos. Este sin dudarlo les concede el capricho y les da las llaves. Deben conocerse de antes. Mi turno. ¿Con qué fenómeno me tocará compartir cuarto?

- ¿Kageyama, no? Tu habitación es la 206, está subiendo las escaleras – Dice señalando- Es la habitación del fondo del pasillo. Tu compañero aún no llega ¡ Así que aprovecha y escoge la mejor cama! – Takeda se ríe y me da las llaves, luego menciona ''siguiente''.

Yo sigo mi camino, subiendo con mi maleta ¿No podían poner un ascensor? Es decir, pago más de lo que vale mi riñón y tengo que subir esta maleta de esta manera por estas escaleras. En un momento torpe –De los que tengo constantemente- la maleta cae sobre el chico con cara de macarra que se había quedado hablando en las escaleras que el pequeño. Genial, mi primer y último día en la Escuela.

-¡Oye! ¿Qué te pasa, uh? Si quieres problemas, dímelos a la cara. Noya, creo que este tipo quiere problemas en su primer día, quiere marcar su territorio.

- Vaya vaya, no te preocupes Ryuu, nosotros le dejaremos claro quién manda aquí.

Como si se tratara de una película de miedo, desde las sombras empiezan a subir las escaleras. No sabía si ir a buscar mi maleta, olvidada escaleras abajo, o correr por mi vida. Opté por sacrificarme por mi maleta de oferta.

-Discúlpenme, mi maleta pesaba mucho y se me ha ido de las manos, no volverá a pasar. Es mi error de primer día. – Me sale un gallo al final de la frase. Ahora sí estaba nervioso.

Se miraron entre sí, y sonrieron de la forma más amistosa posible ¿Quizá era una finta todas esas pintas de matones que tenían?

-Vaya, supongo que eres de primer año –Dice el calvo macarra- Nosotros somos de segundo, ya sabes, los mayores. Mi nombre es Ryuunosuke Tanaka, pero puedes llamarme Tanaka, o incluso Ryuu. –Acaba la frase colocándose las manos en la cintura.

-Nosotros también estuvimos nerviosos el año pasado, así que entendemos tu torpeza, amigo. Un gusto –Dice el pequeño cruzándose de brazos- Me llamo Yuu Nishinoya, Noya para los amigos.

-E-encantado – Misión fallida: Estar al margen- Mi nombre es Tobio Kageyama. Ahora si me disculpáis…

-¡Oye, oye! ¿En qué habitación estás? Nosotros en la 200, por si necesitas consejo, ya sabes: Horarios de los profes, como colarse en tales sitios, como conseguir la mejor comida… - Dice Noya, orgullo de todos sus conocimientos del lugar-

- Soy de la 206… Bueno, pues ahora sé a quién recurrir… -Digo intentando entusiasmarme.

-Nos vemos en la cafetería, novato – Tanaka me da un amistoso golpe –y doloroso- en la espalda. Los dos se marchan y me dejan solo con mis cosas.

Después de un arduo trabajo para llevar mis cosas hacia mi cuarto, me echo en la cama que ahora será mía sin lugar a reclamos, y miro al techo. Por fin comenzaba una mejor etapa de vida y estaba ansioso por demostrar todas mis cualidades. Seis y media de la mañana… Takeda dijo que el desayuno se servía a las ocho de la mañana. Este estómago no iba a aguantar para entonces. Salté de la cama hacia mi maleta y la abrí. Saqué el dinero que necesitaba y me fui hacia la máquina del pasillo.

-Veamos… 100 yenes para el batido… - Meto la moneda y pulso el botón que corresponde a la bebida de los dioses. Sin resultado – Vamos, se supone que íbamos a empezar con buen pie – Digo golpeando el cristal de la máquina endemoniada- ¡Maldición!

-¡Jajajaja! –Escucho una voz a mi detrás- Tranquilo, chico, esto tiene truco- Un chico alto de cabello gris y rostro amigable le da un par de golpes en puntos específicos haciendo caer mi preciado producto. - ¿Ves que todo tiene solución?- Sonriente, recoge el batido y me lo entrega.

-Muchas gracias –Hago una pequeña reverencia, parece mayor, pero a diferencia de los delincuentes de antes, este parecía caído del cielo.

-¡De nada, de nada!- Cuando parecía irse, se dio media vuelta y me miró- Mi nombre es Koushi Sugawara, soy de tercero. – Sonrío una vez más- Pero llamame Suga, todos me llaman así. Eres de primero ¿Verdad? Te vi en la lista de ingresantes, iremos a clases de canto juntos. Kageyama Tobio, si no me equivoco.

-Ah… Sí, así me llamo. – Bien Kageyama, te tratan bien y tú respondes frío- Espero que nos esforcemos al máximo, Sugawara.

Después de una charla corta, le digo que me tengo que ir o nunca podré desempaquetar mi equipaje. Aunque no lo conocía, daba una sensación de confianza que quizá nadie más podría conseguirlo a primera vista, si tenía una buena voz, podríamos colaborar.

Vuelvo a entrar a mi cuarto y veo mis cosas tiradas por el suelo.

-¿¡Pero qué!? – Enfadado, entro al cuarto y encuentro a un chico pelirrojo leyendo manga encima de mi cama-sin-derecho-a-reclamo.

Como si escuchara a una mosca volar o al aire, el pequeño pelirrojo sigue leyendo su manga como si nada.

-Oye, enano. Esa es mi cama – Queriendo aparecer mi verdadera personalidad, me acerco hacia donde está. – ¿No ves que MIS cosas, estaban ahí?

-¡Pero quién se va a Sevilla pierde su silla!

-… - Está bien, no nos disculpemos ni nada, no digamos que es una equivocación, ni siquiera saludemos. Digamos un dicho tonto.

-¿Porque me tiene que tocar la cama al lado de la ventana? ¡Yo quiero esta!

-¡Pero bueno, serás…!

-¡Soy Shouyo Hinata! ¡Tu compañero de cuarto! ¿Qué más voy a ser?

-Uff, tu tontería parece que no tiene solución, y no me interesa como te llames ¿Entendido? – Digo cansado- Bueno, las reglas de ahora son, cada uno tiene su mitad del cuarto, así que no molestes ¿Eh? Tendré que dormir en la cama que todos marginan. –Traslado mis cosas hacia la cama marginada. Había ganado la batalla, pero no la guerra. ¿Era así?

-Vale vale, pero fuera de mi mitad.

¡Argh!

Empezamos bien el día. Incluso si he conocido hoy a personas sumamente raras pero que me han dejado casi una buena impresión. Luego está ese maldito piojo que se ha colado en la que tenía que ser mi cama. Bueno, será cuestión de ignorarlo, solo tendré que ver su carota al irme a dormir. ¿Qué estudiará? Meh, será mejor que siga con mi plan de mantenerme al margen y ver con quién colaborar. Escuché rumores que hay un grupo que dicen ser los más populares, o sea, lo mejor de esta escuela, y que representan a la Escuela en lugares muy exclusivos. Sí, mi meta este año es darme a conocer y llegar a los oídos de esas personas. Este año será fácil alcanzar un buen nombre.

O eso creía.


Bueeeeeeeeeeno, este es mi primer fic de Haikyuu, fácil lectura para que se entretengan en su rato libre, espero que les guste o lo odien. ¡Cómo sea, pasen un buen rato leyéndolo, faltan muchos personajes por aparecer!