Hola!

Aquí estoy de vuelta con esta pequeña historia que en principio contará con dos únicos capitulos. De pronto me vino una idea y me pareció interesante y gracioso plasmarla en un Dramione... asiq aquí estoy! Espero que os guste. No tardaré demasiado en subir el segundo capítulo.

Y ahora... a leer!

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Iba a matarlo. De verdad que lo haría si su amigo no dejaba de reírse en ese mismo instante.

Al parecer su ceño fruncido, su respiración forzada y su intensa mirada de odio no eran suficientes para que Zabini captara el mensaje y se callara. Era increíble. ¡Y él que pensaba que ese idiota era su mejor amigo!

-¿Quieres parar de una maldita vez? No sé donde coño encuentras la gracia a este asunto.- dijo de forma brusca, cruzándose de brazos para evitar dar un puñetazo en el estómago a Blaise.

Pensar que había acudido a él porque creía que le iba a ayudar. ¿Y en vez de eso que se encontraba? Pues a Zabini doblado por la mitad, con la mano en el estómago y con lágrimas en los ojos, incapaz de contener su irritante risa cuando le había confesado su problema. ¡Maldito idiota!

-¿Bromeas?- consiguió decir entre risas el moreno, ya un poco más calmado.- Entiendo que para ti sea horrible. Pero, ¡vamos! Ponte en mi lugar. Es sumamente gracioso, que justamente tú, el dios del sexo Malfoy, tenga ese…jajajajaja….problemita.-dijo con clara intención de burlase de él, mientras dirigía una mirada elocuente hacia cierta parte de la anatomía del rubio.

-Yo no lo llamaría "problemita".- dijo el rubio bufando con frustración.- Llevo semanas sin conseguir que mi amigo reaccione, Zabini.- dijo con rabia pasándose la mano por el pelo.- Es frustrante. Y lo peor es que Hermione está empezando a notar que me pasa algo.

-Sería bastante raro que no lo notara cuando vuestra vida sexual es más activa que la de unos conejos en celo.- se burló el moreno. Draco sonrió de lado, complacido con aquella afirmación.- Pero de todos modos, ¿por qué no se lo has contado?-preguntó con curiosidad Blaise.

-¡¿Estás loco? ¡No puedo contarle algo así!- exclamó Draco.- La conozco, es demasiado insegura. Sé que si se lo dijera pensaría que es por ella. Y no es así.-soltó un bufido y miró de reojo a Blaise, que por fin había dejado de reírse. Aleluya.

-Me dejas más tranquilo.- Draco le miró extrañado.- Me preocuparía enormemente si la causa de tu problema es que no encuentras atractiva a Granger. La castaña está como quiere; solo un ciego sería capaz de negarlo.- añadió el moreno con una sonrisa distraída al recordar a la novia de su amigo.- Si quieres yo puedo ocuparme de ella en lo que tu solucionas tu problemita.- sonrió ahora burlón pero tuvo que hacer un movimiento brusco para evitar el hechizo que había salido disparado y con mucha rabia de la varita de Draco.

-No te pases ni un pelo, Zabini.- le dijo con voz amenazante y aún con la varita extendida hacia su amigo.

-¡Tranquilo, Draco! ¡Solo estaba bromeando!- dijo Blaise alzando las manos en señal de paz.

-Ya, pues ahórrate ese tipo de bromas. Ya sabes que no me gusta que toquen lo que es mío. –dijo de forma posesiva mientras volvía a guardar su varita. No pudo evitar sonreír para sí mismo al recordar como la castaña se enfadaba cada vez que decía esa frase. Estaba seguro de que si Hermione le hubiese escuchado, le habría lanzado un hechizo tan potente que seguramente se hubiese quedado inconsciente durante varios minutos.

-De acuerdo, nada de bromas sobre hacer favores sexuales a Granger. Captado.- Draco le fulminó con la mirada pero prefirió no añadir nada más.- ¿Y qué piensas hacer? Creo que hay una poción que…

-Ni siquiera lo menciones. –Le interrumpió Draco.- No pienso depender de una poción para esto. Tiene que haber otra solución.

-A lo mejor estás muy estresado.- comentó Zabini encogiéndose de hombros.- Últimamente casi no sales de la oficina.

-Créeme, no hay nada que me desestrese más que una buena sesión de sexo con Hermione al llegar del trabajo.-dijo con una sonrisa pícara que desapareció al instante cuando recordó que llevaba semanas sin poder hacerlo.

-¿Has probado con los preliminares?- sugirió ahora Blaise.- A mí me funcionan estupendamente.

-Blaise, ¿con quién crees que estás hablando?- dijo Draco indignado, incapaz de creer que su amigo pensase que no había recurrido a todo su arsenal de seducción para conseguir excitarse. Obviamente, sin ningún resultado.

-Vale, entonces supongo que también habrás intentado… hacer cobrar vida a tu amigo tu mismo ¿no?- dijo entonces Blaise.

Draco bufó.

-Joder, sí. Y tampoco ha funcionado.- dijo el rubio hastiado.- ¡Maldita sea! Esto va a volverme loco.

-Bueno, pues si no quieres pociones ni nada que se le parezca… creo que la única que puede ayudarte es Granger.

-Ya te he dicho que no pienso contárselo, Blaise. Ella…-pero Blaise no le dejo continuar.

-Ella lo entenderá, Draco y estoy seguro de que pude ayudarte con esto mucho más que yo.- le dijo el moreno con una sonrisa sugerente.- Además, reconoce que la única razón por la que no quieres decírselo es porque supone un duro golpe para tu orgullo masculino.

-También es por eso.-admitió Draco ofuscado.- ¿Acaso no fue suficiente humillante reconocer que estaba enamorado de ella? ¿Es que el puto karma no va a dejarme tranquilo hasta que equilibre la balanza?

-Al parecer, así es, amigo.- rió Zabini ante lo dicho por el rubio.- ¿Entonces qué? ¿Se lo vas a decir?

-¿Acaso me queda otra opción?

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-Entonces… ¿nada de nada?- preguntó sorprendida Pansy.

Hermione suspiró.

-No, y eso que pensé que el conjunto verde que me ayudasteis a elegir Ginny y tú iba a encantarle.- Hermione se arremolinó un poco más en el sillón, triste. –Ni siquiera se dio cuenta de que era nuevo. Y creerme, Draco se sabe de memoria mi ropa interior.

-No lo entiendo. Parece que me estés hablando de otro Draco.- comentó la morena.- Es increíble que justamente él sea el pasivo en cuanto al sexo se refiere.

-Harry me ha dicho que últimamente están muy liados en la oficina.- dijo Ginny, sentada junto a Pansy en el sofá, enfrente de Hermione.- Están muy estresados con un grupo de mortífagos que está causando estragos en Londres. A lo mejor solo está cansado, Herms.

-¿Incluso los fines de semana?-preguntó la castaña con ironía.-No es propio de Draco estar tanto tiempo sin…- se ruborizó levemente y miro al suelo con timidez.- El cansancio nunca ha sido un impedimento para Draco. Él siempre está dispuesto a hacerlo, a cualquier hora y en cualquier lugar. Sé que algo ocurre… a lo mejor es que ya no le resulto lo suficientemente atractiva o qué se yo. No entiendo nada.

-¡No digas bobadas, Hermione!- le regañó Pansy.- A Draco se le cae la baba contigo. No hay más que ver cómo te mira.

-¿Entonces porque llevamos semanas sin pasar de los besos?-dijo frustrada Hermione.-Varias veces estamos en la cama, besándonos y acariciándonos. Y pienso que todo va bien de nuevo hasta que él se separa, me da un beso en la frente y me desea buenas noches. Y él se queda tan tranquilo mientras que a mí me deja con todo el calentón.

-Vaya… odio cuando un hombre hace eso.- dijo Pansy divertida.- Se supone que las expertas en hacer eso somos nosotras.

-¡Lo sé! Y me encantaba hacerlo. Pero al parecer ahora Draco tiene más autocontrol que nunca.- protestó Hermione.- Y no entiendo porqué si sabe de sobra que conmigo no tiene porque controlarse.- añadió en un susurró volviéndose a poner colorada. No acostumbraba a hablar de esos temas muy a menudo y menos con alguien que no fuera Draco. Pero aquello había empeorado tanto que no tuvo más remedio que pedirles ayuda a sus amigas.

-Es evidente que algo ocurre. Pero sí él no te lo dice, jamás lo sabrás, Herms. Así que tendrás que preguntarle.-dijo Ginny con calma. – Y estate tranquila, estamos seguras de que el problema no es contigo, ¿verdad Pan?

-Desde luego.- aseguró la morena con rotundidad.

-Eso espero, porque no sé que voy a hacer si no.

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Llegó a casa temprano, sabiendo que la charla que le esperaba iba a ser larga y dura. Más para él que para ella. Eso seguro.

Abrió con lentitud la puerta y entró. Todo parecía tranquilo y no se oía ningún ruido.

-¿Hermione?- llamó.- ¿Estás en casa, nena?

No obtuvo respuesta. Extrañado, se dedicó a recorrer la casa en busca de su novia. Era raro que no estuviese en casa siendo la hora que era. Hacía rato que ella había salido del trabajo y siempre que iba a retrasarse procuraba avisarle.

Entró en la habitación que compartía con ella encontrándola totalmente desierta. Sin embargo, se fijó en que la puerta del baño estaba entreabierta y que un leve vapor salía por ella. Lentamente y con una sonrisa se acercó hasta allí y procurando no hacer ningún ruido empujo con cuidado la puerta. Un espeso vapor le impidió ver nada, pero después de unos segundos, divisó la bañera y dentro de ella a la castaña, tumbada de espaldas a la puerta, pasando sensualmente la esponja por una de sus piernas. Tragó saliva ante la imagen, pero no pudo evitar sentirse furioso al notar que con lo que hace unos meses le hubiera excitado de manera inmediata, ahora no surtía ningún efecto. Mierda.

Estuvo tentado a salir del baño y de casa. Pero eso habría sido cobarde y lamentablemente las costumbres Gryffindor se le habían pegado en el tiempo que llevaba con Hermione. Cogió aire y se acercó silenciosamente hacia la bañera, se puso de cuclillas detrás de la castaña y acercó su boca a su oído.

-Hola.-susurró depositando un beso detrás de su oreja.

-¡Draco!-exclamó asustada la castaña incorporándose en la bañera y girándose para enfrentar al rubio.

Draco sonrió de lado ante la reacción de ella. Le encantaba darle esos sustos. Recorrió con su mirada gris el cuerpo de la chica. Se había cubierto el pecho con los brazos y los húmedos rizos caían sobre sus hombros de manera suave. ¡Merlín, estaba preciosa! Y tremendamente apetecible también. Pero al parecer su amiguito de ahí abajo no pensaba lo mismo. ¡Maldito fuera todo!

-¡Maldito hurón engreído! ¿Acaso no sabes llamar a la puerta?- dijo ella intentando sonar enfadada. Lo cierto era que después de tantas semanas de sequía sexual, que Draco hubiese aparecido así en el baño, estando ella desnuda, la había excitado casi al instante.

-Es mi casa, no tengo porque llamar a las puertas.- dijo con chulería. Hermione bufó.

-Eres un arrogante.- Draco sonrió con prepotencia.

-Y eso es algo que te encanta.- aseguró con firmeza. Hermione le miró con el entrecejo fruncido y aumentó la presión de sus brazos contra el pecho.- ¿No vas a darme un beso?- añadió seductor ante el silencio de ella, inclinándose hacia la castaña con una mirada provocativa.

Hermione, sin poder evitarlo, le sonrió coqueta y acortó la distancia que le separaba del rubio. La verdad, que estando en el estado en el que se encontraba no iba a poner ningún obstáculo ante un posible acercamiento entre Draco y ella.

El beso comenzó lento, como siempre lo hacían sus besos. Draco acunó su rostro con una mano mientras guiaba la otra a su espalda (húmeda y desnuda) y la acercaba más a él. Hermione por su parte, le abrazó por el cuello y se dedico a jugar con su pelo. Sabía lo mucho que a él le gustaba aquello.

Hermione se separó de sus labios solo para guiar su boca a la oreja de él y jugar con ella. Draco sonrió complacido y le dedicó atención al cuello dorado de la chica y al que tanto le gustaba besar, mientras sus manos recorrían su espalda con lentitud.

-¿Por qué no me haces compañía?- le susurró Hermione mientras jugaba con el lóbulo de su oreja derecha.- El agua se está enfriando.

Era definitivo. Estaba peor de lo que pensaba. Jamás de los jamases se había resistido a una propuesta así y menos cuando se lo pedían de la manera sugerente que Hermione había usado. Sin embargo ahí estaba, tan frio como el hielo de la Antártida y sin síntomas de entrar en calor en los siguiente minutos. Pero no iba a resignarse, haría un último intento. Tenía unas ganas enormes de hacer suya a la castaña en ese mismo momento. ¡Por Merlín, estaba preciosa y desnuda! Así que sin darse más tiempo para pensar, la beso con fuerza y acarició con cuidado su cuerpo. Llevó decidido su mano derecha al pecho izquierdo de la chica, que dio un respingo dentro del beso ante el contacto. Jugó con él durante unos segundos, masajeándolo y acariciando su pezón que no tardó en ponerse duro. Hermione, para ese entonces, ya respiraba de forma entrecortada y besaba el cuello de Draco con desesperación. Pero para frustración de Draco, por más besos y caricias que desperdigó por el cuerpo húmedo de la castaña, no logró que la situación mejorase. Joder, ¿qué demonios le estaba pasando? No era normal que después de besar como había besado a la castaña y acariciar sus pechos fervientemente no se hubiera excitado ni un poco. Se separó dando un bufido y pasándose la mano por el pelo. Aquello terminaría con su cordura, estaba seguro.

-¿Qué pasa, Draco?- preguntó preocupada y acalorada la castaña ante la extraña reacción de Draco. El mutismo de Draco no hizo sino que ponerla más nerviosa.- ¿Qué ocurre? ¿Acaso he hecho algo que no…?-los ojos miel de la castaña se llenaron de inseguridad mientras volvía a cubrirse el pecho con los brazos.

-¡No! ¡Claro que no!- se apresuró a aclarar el rubio mientras le agarraba la cara con ambas manos y le daba un casto beso en la frente.- Tú no tienes la culpa de nada.- le dijo mirándola tiernamente.

-¿Entonces?-preguntó Hermione evitando por todos los medios dejar escapar las lágrimas que luchaban por salir de sus ojos, sin mucho éxito.

-No, no, no, por favor. No llores pequeña.- le dijo el rubio mientras recogía con el dedo una rebelde lágrima que corría por el rostro de la chica. ¡Maldición, ella estaba a punto de llorar! ¡Qué impotencia! No necesitaba usar la legeremancia para saber qué era lo que cruzaba en esos momentos por la cabeza de Hermione. Soltó un suspiro y se puso de pie para alcanzar una toalla que a continuación extendió hacia la chica.- Sécate y vístete. Después tú y yo hablaremos, ¿de acuerdo?

Hermione asintió mientras se ponía de pie y se cubría con la toalla que Draco le había dado. Draco salió del baño y de la habitación y se dirigió al salón, donde se preparó un vaso con whiskey de fuego. Iba a necesitarlo.

Se sentó en el sofá y con frustración dirigió su mirada hacia su entrepierna.

-¡No está nada bien lo que me estás haciendo, maldita sea!-le recriminó a su "amigo", para después dar un trago a su copa, tratando de calmarse.

Al cabo de diez minutos, el olor a flores frescas llegó hasta su nariz y sonrió inconscientemente. Adoraba ese olor.

-Tú casi nunca bebes.- le dijo la castaña preocupada nada más entrar a la estancia y ver al chico con el vaso en la mano.

-Lo sé.- aseveró el rubio como si fuese necesario. Después se giró levemente, lo justo para ver a la chica.- Ven, siéntate.- golpeó el sofá con la palma de la mano.

Hermione caminó hacía el sofá y antes de sentarse junto al chico, le quitó el vaso de las manos y lo posó en la mesa cercana.

-¿Vas a decirme que ocurre o seguirás pensando que soy idiota y que no me doy cuenta de que algo te pasa conmigo?-preguntó a bocajarro la castaña. El llanto había quedado olvidado en la habitación.

Draco suspiró y agarró las manos de su novia con suavidad.

-En primer lugar, nunca he pensado que seas idiota.-dijo acariciando con los pulgares las palmas de las manos de la chica.- Y en segundo lugar, ya te he dicho antes que esto no tiene nada que ver contigo.

-Supongo que con "esto" te refieres a que llevas semanas sin acostarte conmigo.- dijo molesta la castaña, soltándose del agarre de las manos de Draco y cruzándose de brazos, enfadada.

Draco sonrió de manera inconsciente. Sabía que ella se iba a percatar. En realidad no era muy difícil hacerlo cuando desde que habían empezado su relación, el sexo era algo que nunca había faltado. Al principio le costó que ella estuviese preparada para dar ese paso, pero una vez superado el miedo inicial, sus encuentros eran casi diarios, sin excepción. Daba igual el cansancio o el humor que tuvieran.

-¿Te parece gracioso que nuestra vida sexual se haya ido a la mierda?- exclamó ella, malinterpretando la sonrisa del rubio.- ¡No! ¡Claro que no! Lo que realmente te causa gracia es saber que llevas semanas poniéndome la miel en los labios para después dejarme con las ganas. ¿Es eso, no?

-¿Qué?- preguntó Draco saliendo de su ensimismación.- ¡Por supuesto que no! ¿Cuántas veces antes de estas semanas te he dejado a medias? ¿Acaso no me conoces?–dijo él molesto.- ¡Sabes de sobra que disfruto haciendo el amor contigo! ¡No hay nada que me guste más!

Hermione no pudo evitar enrojecer, no supo si de la rabia o de la vergüenza.

-¡Pues eso no es lo que me ha parecido en estas últimas semanas!-exclamó Hermione empezando a perder los nervios. Ese hombre era imposible, ¡por Merlín!- Apenas me tocas y cuando lo haces… en fin, que no sé qué te pasa. ¿Es que ya no te resulto atractiva? Porque si es eso lo que te ocurre lo entenderé…

-¿Quieres dejar de decir estupideces?- dijo Draco perdiendo la paciencia también. ¿Cómo podía decir semejante disparate? Si ella era mucho más que atractiva, ella era sexy, tremendamente sexy.- ¡Por supuesto que me resultas atractiva, Hermione! ¡Me encanta cada recoveco de tu cuerpo! Podría cerrar los ojos y detallarlo sin ningún problema.

Hermione bajo la mirada de pronto y Draco pudo ver como se entristecía. No soportaba verla así.

-¿Entonces por qué no quieres acostarte conmigo?-preguntó en un susurro.

-No es que no quiera, preciosa. Créeme, no hay nada que desee más en este momento.-Hermione le miró escéptica, sin dar crédito a lo que oía. ¿Se estaba quedando con ella o qué?- Pero por más que lo intento, no puedo.

-¿Qué no puedes?-dijo ella tratando de mantener la calma.- ¿Cómo que no puedes?

Draco suspiró. Había llegado el momento de pisotear un poco más su orgullo. Por si no lo había pisoteado suficientes veces ya en el tiempo que llevaba junto a la castaña.

-No sé qué mierda me pasa, pero por más que lo intento… no consigo que mi amigo se ponga firme.-dijo mirándola fijamente a los ojos y con una seriedad mortal.

-¿Amigo? ¿Qué amigo?-dijo extrañada la castaña.- ¿Se puede saber de qué estás hablando ahora? ¿Qué tiene que ver un amigo tuyo con que no nos acostemos?

Draco hizo un esfuerzo enorme por no rodar los ojos. Aún tenía mucho trabajo que hacer con su pequeña leona mojigata.

-A lo que me refiero es a que… por más guapa, atractiva, sexy y apetecible que te encuentre, bien con tus provocativos conjuntos de lencería nuevos- Hermione se sorprendió con el comentario y sonrió complacida. Al parecer Draco si que se había dado cuenta de que el conjunto de encaje verde era nuevo.- o bien completamente mojada y desnuda como hace unos minutos, mi "amigo"- esta vez señaló esa parte de su anatomía.- no parece pensar lo mismo que yo y al parecer no está por la labor de complacer mis deseos contigo.

-¡Oh!- fue lo único que pudo decir la castaña mientras se sonrojaba de manera brusca. Así que de eso se trataba.

-¿Lo entiendes ahora?-dijo soltando un suspiro y evitando mirarla.

Hermione asintió.

-¿Por qué no me lo has dicho antes?-preguntó ligeramente molesta.- ¿Sabes lo mal que lo he pasado estas semanas pensando que había dejado de resultarte atractiva y que de un momento a otro me ibas a dejar?

-¿Dejarte?-preguntó el rubio sorprendido.- ¿Pero te has vuelto loca? ¡Después de todo lo que hemos pasado para conseguir estar juntos sería una completa gilipollez por mi parte planteármelo si quiera!- le dijo Draco indignado.- Además, tú no eres sólo un cuerpo para mí, Hermione. Es cierto que el sexo que tenemos es increíble, pero no lo es todo en la relación. Por lo menos no lo es para mí.- tomó aire y miró seriamente a Hermione, que lo miraba boquiabierta ante aquel discurso inesperado.-Puede que no lo diga muchas veces, pero te quiero. Y me resulta insultante que te hayas olvidado de ese detalle después de lo que me costó aceptarlo y sobretodo decírtelo.

Hermione le miraba sorprendida mientras una pequeña lágrima que se había escapado de sus ojos ante aquella confesión, rodaba por su mejilla. Era cierto que Draco no le decía que la quería muy a menudo, él era más de demostrarlo con hechos que con palabras. Pero las pocas veces que se lo decía siempre eran así, directas y demoledoras, dejándola siempre sin saber que decir.

-Lo siento, tienes razón.- le dijo ella agarrando sus manos.- Pero también tienes que entenderme a mí. Se supone que tenemos una relación basada en la confianza. Hace semanas que tienes este problema y no me has dicho nada hasta ahora. Y sólo lo has hecho porque empezaba a sospechar que algo pasaba.- suspiró y le miró con ternura.- Tendrías que haber confiado en mí antes. Lo hubiera entendido y juntos habríamos buscado una solución.- añadió Hermione mientras le acariciaba la mejilla, obligándolo a que la mirara.

-Sé que lo hubieras entendido. Pero sinceramente, preciosa, no me hace ninguna gracia tener que contarte esto. Es completamente humillante para mí.- dijo mirándola intensamente.- Soy Draco Malfoy, ¿entiendes? El sexo es mi especialidad y por alguna extraña razón ahora soy completamente impotente.

Hermione tuvo que hacer un gran esfuerzo para conseguir reprimir una carcajada. Era cierto que aquello era un problema para ambos, pero al igual que le había pasado a Zabini, ver que justamente él era el impotente, tenía su gracia.

-Bueno, no te preocupes.- le dijo Hermione mientras se acercaba lentamente hasta su oreja.- Prometo que pondré todo de mi parte para ayudarte.-besó con parsimonia el lóbulo del rubio. Draco cerró los ojos complacido, amaba a esa mujer.

-No esperaba menos de ti, cariño.-le contestó él a media voz.

Hermione sonrió y abandonó su oreja para dirigirse a sus labios y besarlos, mientras que una de sus manos se dirigía lentamente hacía la entrepierna del rubio.

Draco dio un respingo cuando sintió la pequeña mano de la castaña presionando levemente en esa zona. Y suspiró cuando después de varios minutos con la castaña acariciándole, seguía igual que antes de que ella le tocase. Nuevamente frustrado se separó un poco de la chica y la miró.

-Como puedes comprobar estoy realmente jodido.-dijo con rabia.

-Creo que "jodido" no es el adjetivo más apropiado para ti en este momento, Draco.-dijo con una risita la castaña.

Draco la fulminó con su grisácea mirada.

-Muy graciosa, Granger.

Hermione sonrió y acunando su rostro con las manos, depositó un suave beso en los labios del rubio. Draco no pudo sino rendirse al dulce sabor de los labios de su castaña.

-Te prometo que encontraremos el modo de solucionar esto.-le dio otro beso.

-Estoy convencido de que encontrarás la solución. Después de todo eres una sabelotodo, ¿no?- le dijo burlón.

Hermione le dio un golpe en el pecho y le miró con odio. Draco soltó una carcajada, divertido ante su actitud.

-No tientes a la suerte, Malfoy.-le advirtió la castaña.- No vaya a ser que cambie de opinión y decida no ayudarte.

-Me amenaza, ¿señorita Granger?- dijo alzando una ceja, mirándola divertido.- ¿Tengo que recordarle que no soy yo el único perjudicado con esta situación?

Hermione enrojeció bruscamente. El muy idiota tenía razón. Como le odiaba. Se cruzó de brazos, molesta, y fijó su vista en el fuego.

Draco sonrió con prepotencia y abrazó a la castaña.

-Vamos, no te enfades Granger.- le susurró al oído, apretando aún más el abrazo.

Hermione se dejó abrazar y se relajó entre los fuertes brazos de Draco. Ambos se quedaron en silencio unos segundos, acurrucados mirando al fuego. Hasta que Hermione volvió a hablar.

-Draco.- llamó la castaña.

-Qué.

-Yo también te quiero.-dijo en un susurro la castaña mientras escondía su cara en el fornido pecho del rubio y se aferraba a él fuertemente.

Draco sonrió embobado y le dio un suave beso en la frente, para después volver a contemplar el fuego en silencio, disfrutando del calor que desprendía el cuerpo de la castaña.

Había noches, como aquella, en las que el sexo no era lo más importante.

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Había pasado una semana más y todo seguía igual que al principio, por no decir que había ido a peor. Ni siquiera recordar todo lo que había hecho Hermione esa semana para intentar excitarlo, cosas tremendamente sensuales y provocativas según su forma de ver, había conseguido el resultado esperado. Y eso que estaba completamente seguro de que, estando él en condiciones normales, ver a su castaña con un ajustado conjunto de encaje, tirada en la cama que compartían, le habría producido una descomunal erección casi en el momento.

Se martirizaba pensado en las noches de pasión que se estaba perdiendo con Hermione. Y a pesar de que ella no aparentaba sentirse molesta con la situación, el sabía que su humor no era mucho mejor que el suyo en ese momento.

Y ahí estaba ahora, sentado en su despacho, pasándose por décima vez la mano por el pelo y desatendiendo completamente el informe que llevaba más de una hora abierto sobre su escritorio. Todo aquello terminaría por afectarle psicológicamente si no conseguía resolverlo pronto. Dando un profundo suspiro, decidió que necesitaba salir un rato de esas cuatro paredes y tomar el aire.

Recorrió los pasillos del Ministerio sin llevar un rumbo fijo. Saludaba a magos por aquí y por allá, sin prestar demasiada atención a sus caras. Hasta que llegó inconscientemente a un pasillo del departamento de Regulación de Criaturas Mágicas. Hacía pocos minutos que estaba en ese pasillo pero se había detenido bruscamente ante la imagen que veían sus ojos.

Hermione estaba allí, doblada por la mitad recogiendo unos papeles que al parecer se le habían caído al chocar con otro mago. Y Draco no pudo evitar fijarse en su trasero bien marcado gracias al pantalón oscuro ajustado que llevaba la chica. Y a partir de ese momento todo parecía ir a cámara lenta. Lentamente la castaña se incorporó con movimientos que a Draco le parecieron tremendamente sensuales. Pasó con lentitud su mano por la frente para retirar algunos rizos que habían caído sobre ella, dejando entrever con ese movimiento una pequeña parte de su abdomen, pues la fina blusa que llevaba se había deslizado levemente hacia arriba. Con movimientos lentos, a los ojos de Draco, se bajó con parsimonia la blusa, pasando después sus manos con lentitud por todo su torso asegurándose de que no quedase ninguna arruga. Después se mordió el labio inferior mientras trataba de colocar los papeles que había recogido.

Y entonces Draco lo notó. Dirigió una corta y rápida mirada a su entrepierna y después, sin perder más tiempo, se acercó apresuradamente a la castaña.

-Hermione, Hermione…-susurró en su oído para después rodear suavemente la cintura de Hermione con un brazo.

-Draco, ¿qué haces aquí? Estoy trabajando.-le dijo ella tratando de deshacer su agarre, pues podría verles alguien.

-Está vivo, vamos.- fue la seca respuesta del rubio mientras tiraba de la castaña para que le acompañase.

-¿Quién está vivo?-preguntó sin comprender Hermione girándose entre sus brazos para mirarle a los ojos.

-Se está despertando.- dijo Draco juntando su cadera a la de la chica para que le entendiera. Hermione abrió los ojos sorprendida.- Ven conmigo.- añadió empujándola suavemente hacia una puerta cercana.

-Pero Draco… solo tengo diez minutos…- dijo ella sonrojándose violentamente y mirando a todas partes, asegurándose de que nadie les veía.

-Me sobra, tal y como estoy, será suficiente. Vamos.- dijo el rubio cogiéndole de la mano y guiándola hacia la puerta más cercana.

Atravesaron la puerta y Draco la cerró con rapidez, aplicando unos cuando hechizos para evitar interrupciones, para después abalanzarse sobre la castaña, hambriento.

Hermione echó los brazos al cuello de Draco y juntó violentamente sus caderas con las del chico, deseando sentir por fin la excitación del rubio. Draco jadeó y empujó a la castaña hacia una mesa que había en ese pequeño despacho. Cuando Hermione chocó con ella, el rubio llevó sus manos a su trasero y la subió a la mesa, sin dejar de besarla con pasión en ningún momento y encajándose en el hueco entre sus piernas.

-Draco…sí…-jadeó Hermione mientras el chico esparcía besos por su cuello y mordía alguna que otra porción de piel.- Sigue…

Draco por su parte, no dejaba de acariciar el cuerpo de la castaña en ningún momento, no quería que por nada del mundo su amiguito volviera a estar en huelga.

Hermione seguía besándole el cuello con énfasis mientras le atraía lo más que podía al hueco dejado por sus piernas abiertas. Pasaba sus manos por el pelo platino del chico con desesperación. ¡Cómo había extrañado esos arrebatos de pasión con Draco!

Ahora la castaña atacó sus labios y Draco le correspondió con gusto mientras dirigía sus manos a la camisa de la chica. Desabrochó los primeros botones y acarició su cuello con dulzura. Aquello parecía ir bien. Por fin.

Pero lamentablemente para Draco, cantó victoria demasiado pronto, ya que de repente notó como todo su lívido se esfumaba sin motivo alguno, mientras Hermione no dejaba de besarle con más pasión de la que recordaba jamás. ¡Maldito fuera todo!

-Herms…-susurró el chico tratando de separarla. Pero Hermione estaba concentrada en no separarse ni un ápice de él y ahora en desabrocharle los botones de su camisa.- Hermione… Hey, pequeña…

-¿Qué...?-susurró contra sus labios completamente agitada y dejando temporalmente la tarea de quitarle la camisa al rubio.

-Espera…- intentó de nuevo el rubio.

-¿Qué…?- jadeó desorientada la castaña volviendo a atacar sus labios, pero Draco se apartó un poco de ella.- ¿Qué pasa…?- añadió ella cogiendo por el cuello a Draco y volviendo a acercarlo hacia ella para darle un beso en los labios.

Draco se apartó de nuevo y la miró con pesar.

-Ese es el problema… que no pasa nada…-dijo él entonces.

Hermione soltó un jadeo que no pudo controlar y lo miró intensamente.

-Bueno… pero mira como estoy… así no puedo volver al trabajo…-dijo Hermione atrayendo de nuevo a Draco hacia ella y haciendo que le besara el cuello.

-Hermione…No puedo preciosa…- le susurró en su oído.

-¿Qué…?- dijo ella de nuevo, aún entre jadeos y separándose finalmente un poco de él, tratando de conservar la calma.

-Lo siento…-dijo él sin mirarla. ¿Por qué tenía que pasarle eso a él? ¡Joder!- Lo siento…

Hermione no pudo evitar enternecerse, a pesar del estado de excitación que tenía en ese momento. Draco casi nunca pedía disculpas y en menos de un minuto ya lo había hecho dos veces. Sabía que para él todo esto estaba siendo muy difícil y que no lo estaba pasando nada bien.

Hermione le acercó a ella y le besó con tranquilidad en los labios.

-No le des más importancia de la que tiene, Draco…-dijo ella aún tratando de calmarse. Dio un profundo suspiro buscando serenarse y bajó la cabeza, tratando de controlar su respiración y sus pulsaciones.

Draco llevó sus manos a la camisa de ella y comenzó a abrochar los pocos botones que él se había encargado de quitarle. Hermione se mordió el labio inferior, mientras observaba como él cubría de nuevo su pecho. Merlín, la había dejado mucho peor que otras veces.

-Lo lamento, Hermione…- volvió a disculparse él mientras una mirada triste cruzaba por sus ojos grises.

-Bueno…- dijo Hermione mientras se bajaba de la mesa y se colocaba la ropa.- No pasa nada, amor…

Draco le dirigió una mirada de agradecimiento. Era oficial, no se merecía a esa chica. Y lo peor es que sabía que era culpa suya que ella estuviese ahora así. Por qué él le había hecho tan adicta a sus encuentros como él mismo lo era. Y se sentía horriblemente mal por dejarla en ese estado.

Hermione le dirigió una última sonrisa y se encaminó a la puerta, aún con el corazón y la respiración acelerada. Sacó su varita, quitó los hechizos que había en la puerta y salió lo más calmada que pudo.

Draco por su parte, bufó con frustración y siguió los pasos de Hermione.

¡Vaya día de mierda!-pensó para sí mismo mientras cerraba de un portazo la puerta.

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Aún seguía preguntándose cómo demonios se había dejado convencer para ir a ver a un medimago. No sabía en qué iba a ayudarle. Él ya había dejado claro que no pensaba tomar ninguna poción, así el deseo le estuviera consumiendo. Quería que todo volviese a la normalidad, pero de forma natural.

Estaba claro que sí estaba allí era por Hermione. Ella misma se lo sugirió después del encuentro frustrado del Ministerio. Y él, que casi nunca podía negarle nada cuando se lo pedía con esa vocecilla suya, había terminado por aceptar. Si ella era feliz, él lo era. Aunque su orgullo masculino no pesara lo mismo. Sólo le faltaba publicar su problema en El Profeta y que toda la comunidad mágica se mofara de él. Qué humillante.

-Draco, cariño, ya hemos probado todo lo que se nos ha ocurrido.- le había dicho Hermione a los pocos días de su encuentro frustrado.- Creo que no perdemos nada por consultar a un medimago.

-¿Esto ha sido idea de la pelirroja y de Pansy, verdad?- le había preguntado él, pues aquella mañana las chicas habían quedado para desayunar. Hermione le miró con extrañeza.- No me mires con esa cara. Sé perfectamente que se lo has contado.

Hermione había mirado al suelo avergonzada y sorprendida de que Draco la conociese tan bien.

-Ellas solo quieren ayudar, Draco…-había dicho en un susurro.

-Lo sé, preciosa. Pero es nuestro problema. Es algo privado y que solo debería concernirnos a nosotros.- le había rebatido él, no muy contento con la idea de que las amigas de Hermione estuvieran al tanto de su problema de impotencia.

-¡Pero tú se lo contaste a Blaise!- le había reclamado ella.

-No es lo mismo. Blaise es un hombre y podía entenderme mejor.- había dicho él, resuelto.

-Por esa regla de tres, Pansy y Ginny son chicas y también podían entender mejor que tú cómo me siento.-le había dicho enfadada.

Draco había suspirado rendido ante aquella afirmación irrefutable y lentamente se había acercado a la chica.

-Está bien, tienes razón. También tienes derecho a desahogarte con tus amigas.-la había abrazado por la espalda y había apoyado su mentón en su hombro derecho.- Y sí de verdad crees que ir al medimago podría esclarecer un poco lo que me pasa, entonces iré.- le había dicho en voz baja y a regañadientes. Había que ver lo blandengue que se había vuelto. Qué lamentable.

Hermione se había girado para encararlo, sorprendida de que él estuviese cediendo.

-¿En serio?- le había preguntado para asegurarse.

Draco había suspirado y después le había dado un corto y rápido beso en los labios.

-Sí, pero sólo sí tú me acompañas.

-En ningún momento he dicho que no fuera a ir contigo.

Después de eso, le había sonreído y le había dado un pasional beso que ella misma paró a los pocos segundos, temiendo llegar a más y acabar como siempre.

Y ahí estaban ahora, en la sala de espera, aguardando su turno para ver al medimago. Hermione agarraba con firmeza su mano izquierda, intentando darle todo su apoyo sin necesidad de expresarlo con palabras. Draco lo agradecía, pues estaba luchando con todas sus fuerzas para no levantarse y pirarse de allí en ese mismo momento.

-Señor Malfoy.- se oyó una voz en la sala de espera.- Es su turno, puede pasar.

Demasiado tarde. Ya no tenía escapatoria. Hermione se levantó primero y tiró de él por la mano que aún seguía unida a la suya. Se encaminaron hacia la puerta y pasaron. Dentro había una amplía mesa y detrás, un joven moreno de no más de 25 años con una bata blanca y leyendo unos informes. Cuando escuchó la puerta cerrarse, levantó la vista y sonrió a los recién llegados.

-Buenos días señor Malfoy. Señorita Granger, un placer volver a verla.- dijo cortésmente el medimago.

-Lo mismo digo, sanador Taylor. Hacía mucho que no venía por aquí.- Draco frunció el ceño ante la aparente familiaridad con la que ambos se trataban.

-Es cierto, lo cual es bueno y malo a la vez.-Hermione le miró sin comprender. Draco se tensó y centro su atención en el medimago, atento a lo que iba a decir.- Es bueno que no venga porque eso quiere decir que está sana y gozando de buena salud. Y malo porque siempre es una lástima no ver a una mujer hermosa como usted más a menudo por aquí.

Hermione enrojeció ligeramente y notó como Draco apretaba con más fuerza la mano que aún sostenía entre la suya. Ella le dio un apretón tratando que se calmase y le miró con ojos suplicantes para que no la arrastrase fuera de allí en ese mismo momento, pero sobre todo para que no sacase la varita y pulverizase al imprudente medimago.

-Tiene mucha suerte de contar con una mujer así a su lado señor Malfoy.- añadió el joven medimago, al parecer ajeno a la mirada de odio que le lanzaba el rubio.

-Lo sé.- dijo de manera seca y fulminando al joven con la mirada.- Y ahora si no le importa me gustaría que nos centrásemos en el tema que nos compete y por el cual estamos aquí.

-Claro, claro, por supuesto. Tomen asiento, por favor.-dijo el sanador Taylor.

Ambos se sentaron en las dos sillas que había justo enfrente de la mesa.

-Pues ustedes dirán, ¿cuál es el problema que les trae aquí hoy?-preguntó con una sonrisa, que a los ojos del rubio, era bastante estúpida.

Draco se tensó. No le hacía ninguna gracia tener que contarle a ese estúpido su problema. Pero sabía que Hermione no iba a permitirle irse. ¡Maldita fuera la hora en la que aceptó ir a ver al puto medimago!

-Verá, sanador Taylor… -empezó a hablar Hermione con nerviosismo al ver que Draco no abría la boca.- Lo que pasa es que Draco…-hizo una pequeña pausa.- Es que a Draco no…

-¿Sí?

-Verá, Draco lleva un mes sin conseguir que…- Hermione enrojeció de golpe y miró de reojo a Draco, que la miraba con una pizca de diversión ante lo atorada que se mostraba al tener que hablar de ese tema. Era adorable.

-¿Sin conseguir…?- animó el medimago a seguir.

Draco, compadeciéndose de la castaña, decidió hablar él y acabar cuanto antes con esa humillante situación.

-Lo que pasa es que lleva un mes sin ponérseme dura. Eso es lo que pasa.- soltó de sopetón y sin pensar mucho en cómo lo estaba diciendo.

-¡Draco, por Merlín!- exclamó la castaña mientras le daba un golpe en el brazo.- ¡Podías haberlo dicho de forma más suave!

El joven medimago observaba asombrado al rubio, que le devolvía una mirada dura y segura.

-¿Qué importa? La forma en que lo diga no va a minimizar el problema ni lo humillante que es reconocerlo.- dijo ofuscado Draco.

-Perdónele, sanador Taylor.- se disculpó una acalorada Hermione.

-No, está bien, no importa.-consiguió decir el doctor cuando salió del estupor inicial.- Entonces el problema es que lleva un mes sufriendo de impotencia, ¿no es así?

-Eso he dicho, sí.-respondió seco Draco.

-Entiendo, ¿Y ha probado a tomar algún tipo de poción…?

Draco bufó. ¿Por qué todo el mundo se empeñaba con eso? Era antinatural y él no las necesitaba.

-Draco no quiere beber ninguna poción de ese tipo, sanador Taylor.- aclaró la castaña.

-De acuerdo. Entonces procederé a hacerle un examen para averiguar si el problema es algo físico o sí hay algún hechizo o encantamiento de por medio.-Draco le miró con desconfianza. ¿No tendría que quitarse los pantalones, verdad?

-Por favor, póngase de pie, señor Malfoy.- pidió el medimago, mientras se levantaba y se acercaba al rubio.

Draco se levantó lentamente y sin perder detalle de ninguno de los movimientos del tal Taylor ese.

Afortunadamente, no tuvo que quitarse los pantalones. El sanador Taylor realizó una serie de hechizos con la varita. Estuvo como cinco minutos lanzándole hechizos que al impactar en él cambiaban de color. Draco supuso que con eso el medimago descartaba o confirmaba la presencia de algún hechizo.

-Lo que me temía.- susurró el sanador Taylor cuando el último hechizo que le había aplicado había cambiado de un color verde a uno violeta, en apenas unos segundos.- Ya puede sentarse, señor Malfoy.

Draco así lo hizo y Hermione estiró la mano para volver a enlazarla con la suya. Al parecer estaba casi tan nerviosa como él.

-¿Y bien? ¿Ha descubierto algo?- preguntó impaciente la castaña ante el silencio del medimago.

-Así es.- afirmó.- Alguien ha aplicado sobre usted el hechizo impotens permaten.- dijo finalmente el sanador Taylor.- O más conocido comúnmente como…

-Hechizo de impotencia permanente.-susurró la castaña mientras miraba compungida al rubio, que no había variado ni un ápice la expresión de su cara.- Pensé que ese hechizo ya no lo usaba nadie porque es muy antiguo… por eso lo había descartado.- añadió Hermione molesta consigo misma por no haberlo comprobado de todas formas.

Hubo un tenso silencio durante el cual, Hermione trataba de recordar lo que había leído sobre ese hechizo; Draco trataba de pensar en la persona que se habría atrevido a hacerle algo así, y el medimago los miraba a ambos, esperando que preguntasen lo que él tanto temía responder.

-¿Y bien?- habló el rubio.- ¿A que espera para lanzarme el contra hechizo? La verdad, quiero volver a tener la vida sexual que tenía hace un mes.- dijo despreocupado.

-¡Draco!- volvió a censurarle Hermione, roja como un tomate.

-Lo siento, señor Malfoy.- habló lentamente el sanador Taylor.- El contra hechizo solo puede realizarlo la persona que le lanzó el hechizo.

-¡¿CÓMO DICE?- exclamó Draco poniéndose de pie. El medimago dio un saltito en su asiento y Hermione miró a Draco, preocupada.- ¡¿Me está diciendo que voy a seguir sin poder practicar sexo con mi novia hasta que no encuentre al malnacido que se atrevió a lanzarme este puto hechizo?

-Draco, cálmate por favor…- le suplicó una muy colorada Hermione, agarrándole del brazo y tirando de él, para que volviese a sentarse.

-Lo siento, señor Malfoy, pero así es.- habló temeroso el medimago.- El hechizo tiene una…parte personal, es decir, la persona que realiza el hechizo da su toque personal en la última parte del hechizo, lo que hace imposible lanzar el contra hechizo sin saber cuál ha sido la parte añadida por el ejecutor.

-¡Genial! ¡Simplemente genial!- dijo con ironía Draco mientras se dejaba caer en la silla.

-Entonces… ¿no hay nada que usted pueda hacer?- preguntó la castaña, solo para asegurarse.

-Lo siento, pero no.- dijo el joven medimago.- Me temo que tendrán que buscar al responsable de que el señor Malfoy esté así y pedirle que retire el hechizo.

-De acuerdo… muchas gracias por su ayuda, sanador Taylor.- dijo Hermione mientras se ponía de pie, seguida de un enfurecido Draco.

-No hay de qué, señorita Granger. Es mi trabajo.- dijo sonriente.

-Sí, gracias por nada…- masculló el rubio mientras se dirigía a la puerta sin mirar al medimago si quiera.

-Discúlpelo, esto no está siendo fácil para él.- susurró Hermione mientras se disponía a seguir a Draco. El medimago restó importancia al asunto moviendo una mano.

-¡Ah, sanador Taylor!- dijo Hermione mientras se giraba para poder verlo.- Le agradeceríamos que esto no saliese de aquí. Draco es una persona pública y no queremos tener a la prensa constantemente pegados a la espalda. Eso sólo conseguiría poner a Draco más nervioso.

-No se preocupe. No diré una palabra. Además, no me está permitido revelar lo que les pasa a mis pacientes.- dijo el medimago.

Hermione asintió y cerró la puerta tras de sí. El medimago vio como la chica desaparecía tras la puerta y lanzó un suspiro.

Estaba claro, no le gustaría estar en el pellejo de aquel que había hechizado a ese temperamental rubio.

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Bueno pues hasta aquí el primero de los dos capítulos. Espero que me escribais un review para decirme que os parece y para saber si os apetece saber como termina. Apuesto a que no os imaginais quien es el responsable de que el pobre Draco esté así! jajaja

Gracias por leer! Nos vemos pronto!

.·.AllegraPM.·.