Cuando Drogo Bolsón, hecho un manojo de nervios, por fin pudo entrar en la habitación, su joven y agotada esposa sostenía entre sus brazos un pequeño bulto, como si fuese lo más precioso de toda la Tierra Media. Y seguramente lo fuera. Drogo sintió que se le encogía el corazón de ternura al ver a su primogénito respirar pausadamente, arrullado por el calor de su madre.

- Es un niño. -susurró Prim- El niño más precioso del mundo... -dijo más para ella que para Drogo.

- Sí. -asintió el padre, intentando evitar que las lágrimas de alegría le nublaran la visión- Lo llamaremos Frodo. Frodo Bolsón. -Prímula Brandigamo sonrió, de acuerdo con el nombre.

- Frodo. -murmuró- Mi pequeño Frodo...