Card Captor Sakura y sus personajes le pertenecen a las reinas del Shojo, CLAMP


Lejos

Era peor. Resultaba iluso verse ahora como humano, ahora que su entero cuerpo no resultaba más que una burda piltrafa de caricatura. Ahora que aquellas innumerables máquinas servían para prolongar su existencia.

Antes no sentía sus miembros. Los que eran estirados con molestia por su ayudante para que no se estropeasen… todo en vano. Sintió, si, las lágrimas calientes de fría impotencia al notar para lo que era sacado de su cuarto.

Tendremos que amputarlas.

Le recibió en ese patético estado; el rostro mostrando un reciente camino de llanto, el suficiente para conmover el corazón más frío. Pero, aunque él no le dijo nada, pudo notar el horror es sus preciosos ojos zafiro mientras lo observaba. Dolor o furia, más de furia y toneladas de injustificada culpa.

Nunca lo culparía. ¿Por qué hacerlo? Nada de lo sucedido fue causado por él, cada suceso era inevitable y le arruinaba la existencia. Pues aquel joven que le acompañaba casi todos lo días se destruía por dentro perdiendo las nimias esperanzas que guardó alguna vez.

Era le momento de terminar con esto. Necesitaba terminarlo.

Quería desesperadamente hacerlo.

-¿Pequeño?

La suplica trémula surgió de su boca, lo último que restaba de voz en su garganta oxidada de lamentos. Aún patético, aún evitando llorar sin poder.

Desconéctalas.

-¿Qué…?

Apágalas, ayúdame…

-Pero eso… ¡Pequeño, eso va a...!

Lo sé.

El inglés cayó sentado en una gastada silla mirándole aterrado, como rogando que lo dicho fuese una broma. Lástima que los hechos indicaban que no. Su pequeño ya no soportaba más, ya no podía.

-No. No me pidas eso.- el contacto entre zafiro y ámbar se tornó eterno, casi irreal. Profundo para tratar de darle a entender el porqué de su petición. De darle a entender que se merecía más que ser su enfermero asignado cayendo en el mismo abismo.

Por favor…por favor…

Se negó mil veces, pasando las manos mil veces por su cabello. Escuchó el pedido mil veces, dijo 'no puedo' otras mil más. Siguió las gotas salinas en cientos de recorridos pidiéndole algo tan imposible. Hacerle daño. Jamás podría siquiera pensarlo.

Pero las lámparas café no se separaron de su mente un momento. Ni siquiera cuando supo que se lo llevaban otra vez a la tortuosa sala de terapias.

Y al verlo partir también supo…que el sueño había acabado.


N/A. Peor que la anterior. Lo sé y algo confusa pero prometí ponerla y no incumplo mis promesas...además que algunas cosas no habían quedado claras (¿y con esta sí?). R&R